- NO ay hombre tan perverso y tan malvado
- que no piense fundarse en la justicia,
- y, aunque se vea de muchos condenado,
- que no tenga por justa su injusticia;
- porque, quando con vicio y con pecado
- el ánimo del hombre se desquicia,
- queda ciego y no puede ver lo bueno
- ni admite el desengaño el torpe seno.
- El desleal, el falso, el avariento,
- el injusto, el malvado, el fementido...,
- todos piensan que aciertan en su intento
- y defienden doquiera su partido.
- Y lo mesmo sucede en nuestro cuento
- a Brumoldo, arrogante y atrevido,
- pues, porque aquellas bodas no se hizieron,
- dize que más que muerte merecieron.
- Y no sólo lo dize assí, y lo entiende,
- mas aun con duras armas lo sustenta
- y salir con devido honor pretende
- teniendo por famosa tal afrenta.
- A su valor y esfuerço sólo atiende
- y ningún cavallero le amedrenta,
- porque tiene por justa su querella
- y entiende, a campo abierto, defendella.
- Es ceguedad que con los vicios anda
- como por compañera y su allegada,
- que a la maldad más torpe y más nefanda
- haze digna de ser reverenciada.
- No quiero tratar más desta demanda,
- sino seguir la historia començada,
- que, si dezir hubiesse lo que siento,
- un año no bastara, diez ni ciento.
- Ya la Aurora, con rostro vergonçoso,
- a la puerta de Oriente se asomava,
- y, con arte y dibuxo milagroso,
- las pardas nuves con primor bordava.
- El rostro de la Tetis, tenebroso,
- hazia el negro poniente ahüyentava,
- quando salen a campo los guerreros
- en dos fuertes cavallos, y ligeros,
- de sus luzientes armas arreados (1)
- (aunque más de braveza y gallardía),
- en sóla su destreza confiados,
- que qualquiera sin duda la tenía.
- Salió el rey y su corte a los tablados,
- y Rosania y las damas que allí avía;
- Sacridea también, y la donzella
- que tiene de Brumoldo la querella.
- No ay dama ni animoso cavallero
- que, oyendo la maldad, no se moviesse
- contra el bárbaro, horrible carnicero,
- y mil vezes y mil le maldixesse.
- Ninguno, natural o forastero,
- se hallava que a piedad no se doliesse
- de ver tanta belleza y hermosura
- sugeta al duro hado y suerte dura.
- Están los dos contrarios aguardando
- el tardo son (2) que a guerra da licencia,
- y los fieros cavallos, forcejando,
- hazen a los de encima resistencia:
- con los pies y las manos golpeando,
- sugetos a los frenos y obediencia,
- impacientes y bravos y furiosos,
- y como de encontrarse codiciosos.
- Pero quiero contar aquí primero
- una gran confusión que en corte avía,
- sin que apenas se hallasse cavallero
- que sobre ello no tenga su porfía.
- Fue que, quando del Sol el mensagero
- con nuevo resplandor les descubría
- su venida y su luz clara anunciando
- y la escura tiniebla ahüyentando,
- y ya que el dios de Delo (3) apresurava
- el encendido carro a nuestro mundo,
- y que la horrible noche retirava
- a las aguas de Atlante y mar profundo (4);
- los guerreros, con brío y muestra brava,
- sin querer hombre de ellos ser segundo,
- de las mullidas camas levantados,
- de sus gallardas armas son armados.
- Luego que los escudos embraçaron
- los del famoso Achiles decendientes,
- viendo nueva divisa se admiraron,
- inquiriendo la causa a los presentes.
- Al cabo, en una parte se juntaron,
- y aviendo pareceres diferentes,
- el animoso joven Aridano
- a los desengañar tomó la mano (5)
- y dixo: "-No sin causa, cavalleros,
- entendáys que este caso ha sucedido,
- ni menos sospechéys que son agüeros
- que suelen perturbarnos el sentido.
- Antes imaginad, fuertes guerreros,
- que algún misterio grande está escondido
- en esta nueva traça y compostura,
- y que no ha sido a caso la pintura.
- Porque, si a dos o a tres aconteciera,
- avía que sospechar que no era nada,
- mas sucediendo a tantos, ya va fuera
- la sospecha de en esto aver celada (6).
- La quadrilla, qual vemos, toda entera
- ha sido desta suerte señalada,
- y Bendalio también, fuerte guerrero,
- y la mesma pintura trae Silvero.
- Un sueño os contaré, si estáys atentos,
- que la passada noche me inquietava,
- y fue que, con estraños movimientos,
- me pareció que un monstruo me llevava,
- y que allá, entre las nuves y los vientos,
- con ligereza grande me passava,
- viniendo a descansar después de aquesto
- en una gran floresta y bello puesto,
- donde tanta frescura y gusto avía
- quanto puede caber en el desseo,
- fuera de (7) una lucida compañía
- de ninfas de immortal trage y arreo (8),
- las quales, vista bien su gallardía,
- ser immortales diosas antes creo,
- que humanas gentes, pues de su hermosura
- el caudal sobrepuja al de Natura.
- Soñé que cierta dueña, honesta, hermosa
- (a quien la otra quadrilla (9) respetava),
- con una muestra grata y amorosa,
- con su mano la mía me travava.
- En una fortaleza poderosa
- que al cabo deste ameno sitio estava,
- con alegre semblante me metía
- y a una admirable sala me subía.
- En las paredes vi que, retratados,
- estavan los guerreros más famosos
- de quantos por el mundo publicados
- han sido en los encuentros belicosos;
- los quales, contrastando el tiempo y hados,
- viven y vivirán siempre gozosos,
- y en perpetua memoria, eternalmente (10),
- andarán en las bocas de la gente.
- A un lado de la sala parecía
- que estava el fuerte Achiles batallando,
- su esfuerço y su destreza y valentía
- a todo el universo declarando;
- rendirse al hado injusto se veýa,
- el tributo a la fiera muerte dando,
- y, a la orilla espaciosa del Egeo,
- levantando en su nombre un gran trofeo (11).
- Y de la sepultura, dos doncellas,
- las cabeças, parece, levantavan,
- cuya belleza excede a las más bellas,
- aunque tristes, llorosas, se mostravan.
- En la frente tenía cada una dellas
- unas letras que el nombre declaravan:
- Briseyda era la una, hermosa y leda (12),
- y la otra es la nombrada Diomeda.
- De los pechos de entrambas, dos troncones (13)
- soñava, cavalleros, que salían
- (aunque el principio de los dos raygones
- de dentro del sepulcro procedían (14)).
- Haziéndose después las divisiones,
- dos admirables árboles se vían,
- do estavan dibuxados y esculpidos
- los que eran desta cepa produzidos.
- Salía de Briseyda el tan valiente
- Pirro, que muy ayrado se mostrava
- por ver muerto su padre alevemente
- quando menos morir imaginava.
- Estava allí esculpida mucha gente
- a quien la fama heroyca eternizava,
- y los más de nosotros también vía
- admitidos en esta compañía.
- De Diomeda, el primero es Polipeo,
- puesto por fundamento desta rama,
- de quien, quanto caber puede en desseo,
- por todo el universo se derrama;
- en cuyo pecho estar cifrado veo
- mucho más que contar puede la fama,
- aunque sus varias lenguas multiplique
- y, con todas, sus hechos nos publique.
- Del un y del otro árbol muchos vía
- que mostravan valor y pecho honroso,
- que, aunque sus proprios nombres yo leýa,
- no pude conocer su fin glorioso.
- Todos los que aquí estamos este día,
- allí estávamos puestos, con famoso
- renombre que nos alça y nos sublima
- hasta el más levantado, altivo clima (15).
- Sobre todos, allí vi a Clarimante;
- un pie en un árbol y otro en otro estava,
- que, con gallarda muestra, y arrogante,
- al un árbol y al otro lustre dava:
- un escudo en la yzquierda, de diamante,
- que desta mesma cifra se adornava,
- y, al parecer, a todos nos dezía
- que tomar estas armas convenía.
- Yo, que atónito estava en ver aquesto,
- el misterio a la dueña he preguntado,
- la qual, con amoroso y blando (16) gesto,
- desta suerte, gozosa, me ha hablado:
- '-Aunque te aya de ser algo molesto
- ver que no satisfago a tu cuydado,
- en lo que me preguntas ten paciencia,
- que después lo sabrás con la esperiencia.
- Agora de presente sólo quiero
- dezirte un gran secreto, por ser cosa
- que a qualquier esforçado cavallero
- en confusión porná más que dañosa.
- Ya has visto ser de Achiles heredero,
- salido de su cepa generosa,
- y ves que los que allá tienes presentes,
- deste mesmo lugar son decendientes.
- Mira a Marpo, Elier, a Clarimante,
- a Bendalio, famoso lusitano,
- a Andúbar y a Liberio el arrogante,
- a Silverio, de esfuerço soberano.
- A tu lado está el célebre Melante,
- hijo del valeroso y fuerte Angano;
- a Sarpedón también y a Termodonte,
- y mira entre estos ramos a Moronte.
- Assí, que nadie falta en la pintura
- de los de tu quadrilla y compañía,
- y muchos más verás de alta ventura,
- decendientes por esta mesma vía,
- los quales seguirán, con mano dura
- y con esfuerzo grande y valentía,
- las causas del famoso Clarimante,
- desde el negro poniente hasta levante,
- porque otra compañía y vando nuevo
- las partes de Héctor siguen, el troyano,
- y, por su capitán, traen un mancebo
- de esfuerço altivo y pecho más que humano,
- que desde que el ardiente y claro Febo
- el suelo fertiliza y le haze ufano (17),
- no ha visto semejante ni ver puede
- más de lo que a este joven se concede.
- Assí que, cavallero, dígote esto
- no para que desmayes ni te ofendas,
- mas porque, con heroyco presupuesto,
- al sacro Achiles parecer pretendas.
- Aunque será al principio algo molesto
- sufrir las diferencias y contiendas,
- después será el disgusto deleytoso
- y terná esta contienda un fin glorioso.
- Estas armas harán la diferencia
- entre vosotros y el contrario vando;
- un águila ellos traen por excelencia,
- de yrse a las pardas nuves levantando;
- vosotros un león que, con violencia,
- está la fiera sierpe destroçando,
- y el fénix que denota que soys solos
- en quanto abarcan los distantes polos.
- Y, porque des más fe a lo que te digo,
- estas armas, primero que amanezca,
- dibuxaré en la esquadra y vando amigo
- con matiz (18) que en mil siglos permanezca.
- De todo te presento por testigo
- porque, cuando ocasión de ello se ofrezca,
- puedas dar relación de lo que viste
- y testifiques quanto a mí me oýste.
- Ternéys a Clarimante, el valeroso,
- por nuestro (19) capitán, pues lo merece,
- assí por ser más que otros animoso
- como porque su sangre le engrandece.
- Y advertid que, en el trance peligroso,
- la virtud de cada uno se parece;
- ella da el premio de immortal memoria,
- que es lo que comúnmente llamáys gloria.
- Y puedo asseguraros de una cosa:
- que seréys en el mundo señalados
- con la fama más celebre y honrosa
- que han sido otros jamás solenizados (20);
- pero ésta no se alcança en vida ociosa,
- sino en grandes trabajos siempre armados,
- haziendo en todas partes cosas tales,
- que merezcáys haceros immortales.'
- Parecióme después que yo soñava
- que, quando preguntarla más quería
- de algunas otras cosas que dudava
- en lo tocante a aquella profecía,
- que el monstruo, sin pensar, me arrebatava
- y a mi casa en un punto me bolvía;
- mas, quando desperté, mirando (21) en ello,
- no quise, por ser sueño, yo creello.
- Pero, como aora veo la pintura
- con todo lo demás que os he contado,
- tengo por cosa cierta y verdad pura
- que me fue por los dioses revelado.
- Assí, es mi parecer que, en la ventura,
- nuestro común designio esté fundado
- y todos la sigamos desta suerte
- en el bien, en el mal, en vida y muerte."
- Assí acabó su plática Aridano
- quedando satisfecho de su cuento.
- Y, dándose entre sí la diestra mano,
- hizieron voto espresso y juramento
- de seguir el consejo soberano
- y su sacro querer y mandamiento (22),
- siendo opuestos en todo y donde quiera,
- al escudo del águila, y vandera.
- Hecho esto, todos juntos se salieron,
- de la divisa alegres y gozosos.
- A la plaça del juego juntos fueron,
- do estavan aguardando otros famosos.
- Juntos, de allí adelante, se anduvieron,
- hasta que, en ciertos trances peligrosos,
- los dividió Fortuna. Y, pues veremos
- el futuro sucesso, aora callemos.
- Al (23) punto de la historia que dexamos
- (que fue a los dos guerreros esperando),
- la razón nos da priessa que bolvamos,
- que entrambos se estarán de mí quexando.
- A Silvero y Brumoldo agraviamos (24),
- los quales, desseosos, aguardando
- estavan de se ver en la refriega
- adonde su destino y suerte llega.
- No bien la boz y trompa desseada
- a oyrse començó quando, furiosos,
- con ira desigual y arrebatada,
- parten los dos guerreros animosos.
- Suspensa está la gente, embelesada,
- aguardando los golpes rigurosos
- y viendo una violencia tan estraña
- con que lexos retumba la campaña,
- qual trueno suele (o rayo repentino
- que Júpiter, con mano rigurosa,
- despide de su trono cristalino
- en vengança de alguna injusta cosa),
- que causa grave pasmo y desatino
- al pastor que, en la selva verde, umbrosa,
- apacienta y abreva su ganado,
- del mísero sucesso descuydado;
- que, luego que el horrendo y gran ruÿdo
- sus orejas tocó, súbitamente
- se estremece, se encoge y, aturdido,
- en tierra fixa la medrosa frente:
- desta manera aviendo arremetido (25)
- los guerreros, quedó toda la gente
- atónita de ver tanta braveza
- junta con el denuedo y ligereza.
- Y, como dos celosos de Xarama (26)
- sobre el gozar la amada bezerrilla
- se encuentran, que la tierra en torno brama
- mientras dura el tesón y la renzilla
- y cada qual la arena desparrama
- hasta que el pastor viene a despartilla (27);
- más ellos, con pesados encontrones (28),
- baten la dura frente y morrïones;
- entrambos de esta suerte se encontraron,
- que qualquiera persona que los viera
- (según el gran furor con que llegaron),
- quedar despedaçados bien creyera.
- Mas el uno y el otro se passaron
- como si aquel encuentro no les diera,
- aunque los dos cavallos se torcieron
- y ellos a los arçones se tuvieron (29).
- A un tiempo han bolteado los cavallos,
- con más cólera y saña que cordura;
- pero, ¿qué ingenio bastará a pintallos
- o cómo lo dirá bien mi escritura?
- En esto es impossible no agraviallos,
- mas la fama de entrambos me assegura,
- a quien pienso seguir punto por punto
- sacando verdadero y fiel trasumpto.
- Dize en aqueste passo el gran Lemante,
- que, las fornidas lanças ya quebradas,
- con una muestra ayrosa y arrogante,
- en alto levantaron las espadas,
- y con destreza y término galante,
- labrando30 a sus cavallos las hijadas,
- con presteza increýble se juntaron
- y los gallardos braços descargaron.
- Las cabeças baxaron hasta el pecho,
- de los pesados golpes impelidos,
- usando de criança a su despecho (31),
- quedando sin acuerdo sus sentidos.
- Mas, viéndose los dos en tal estrecho,
- no menos enojados que corridos,
- los segundos (32) se dieron de tal suerte
- que ya pensó tener presa la muerte.
- Pero era tan bien hecha la armadura
- y con tan fino temple, y tan estraño,
- que de poder romperla está segura
- ni recebir algún notable daño.
- Mas, con todo, se dan con mano dura,
- con saña desygual, ardid tamaño,
- haziendo en el dudoso desafío
- quanto el furor permite, y loco brío.
- No baten tan aprissa los herreros
- las barras del azero y los planchones (33),
- quanto aquestos gallardos cavalleros
- martillan en los altos morrïones.
- Andan en sus entradas tan ligeros
- como suelen los sacres o halcones
- acometer la blanca garça, quando
- la ven en la ribera blanqueando (34).
- Brumoldo era jayán dessemejado (35),
- de grande cuerpo, fuerça no pensada;
- sin esto, de tal suerte estava armado,
- que no puede Silvero ofender nada.
- Bien que era el portugués diestro y osado,
- de travaçón nervosa y estremada,
- mas érale inferior en fortaleza,
- dado que superior en la destreza.
- Anduvieron dos horas con pujança,
- mostrándose en los dos neutral la suerte,
- sin que al un lado ni otro la balança
- del hado se inclinasse, y de la muerte.
- Cada qual se mantiene en su esperança,
- que a sola la victoria y honra advierte.
- Assí, en igual compás se combatían,
- y dando golpes, golpes recibían.
- Mas Silvero, que el nombre lusitano
- pretende levantar quanto pudiere,
- con raro esfuerço y poderosa mano
- a su contrario en descubierto hiere.
- Pero, guarte (36) Silvero del tirano,
- que, aunque el dudoso trance se difiere,
- te importa no fiar de la Fortuna,
- que quanto es más remissa, es importuna.
- Brumoldo por la plaça fue, aturdido,
- llevándole el cavallo a campo abierto,
- de su acuerdo privado y sin sentido,
- a punto de quedar vencido y muerto.
- En la tierra cayó desvanecido,
- mas con la gran caýda fue despierto
- y, viéndose en el suelo y como estava,
- de los supremos dioses blasfemava.
- Envistió con Silvero presuroso
- y, sin darle lugar que se apeasse,
- un golpe le alcançó, que dezir oso
- que no ay pluma ni ingenio que le tasse (37);
- de alto abaxo le dio en el yelmo hermoso
- antes que el fuerte escudo levantasse,
- y, con ser admirable y encantado,
- a lo interior el filo ha penetrado.
- Hasta los tiernos sesos fue el cuchillo,
- por do una roxa fuente manó luego.
- Mas el bravo jayán, por concluýllo,
- de otro golpe acabar pretendió el juego.
- Fue ventura que, al tiempo de herillo,
- como yva sin acuerdo ni sossiego,
- erró el tiro y, con única (38) braveza,
- al cavallo dio el golpe en la cabeza,
- el qual dio tantas cozes y pernadas (39),
- que Brumoldo no pudo defenderse,
- porque le alcançó dos en las quixadas
- con que huvo, aunque no quiso, de tenderse;
- y los dientes y muelas quebrantadas
- le fuerçan de dolor a deshazerse,
- y a que el cavallo herido se escapasse
- y el portugués gallardo se salvasse.
- El cavallo salió por la una puerta
- de las dos que en el coso y plaça avía,
- la qual, a la sazón, estava abierta
- porque un nuevo guerrero entrar quería.
- La vida de Silvero estava incierta
- por la gran cuchillada que tenía,
- assí, Bendalio puso gran cuydado
- en que sin dilación fuesse curado.
- Brumoldo se quedó en tierra aturdido,
- escupiendo las muelas quebrantadas,
- metiendo (40) allá en el cielo su alarido
- con blasfemias horrendas y malvadas.
- Fue luego de los suyos socorrido
- con grandes medicinas apropiadas,
- quedando en breve sano, aunque furioso,
- y del hado y Fortuna querelloso.
- En medio esta rebuelta entró un anciano
- con barba larga, rostro grave, blando,
- un ñudoso bastón en la una mano,
- en que el pesado cuerpo va afirmando;
- vestido hasta los pies, cabello cano,
- estraña autoridad representando.
- Un poco más atrás viene un mancebo
- que excede en hermosura al mesmo Febo,
- de los pies hasta el cuello todo armado
- con fuerte azero y rica pedrería.
- Tras él viene un cavallo bien traçado (41)
- que de diestro (42) un criado le traýa.
- Pues, aviendo el filósofo (43) llegado
- do estava el rey, con mucha cortesía,
- con boz autorizada y grave gesto,
- començó mansamente a dezir esto:
- "-Esclarecido rey cuya ventura
- excede a las de muchos señalados,
- y cuyos hechos en la tierra escura (44)
- y del un polo al otro son nombrados:
- los dioses te prosperen, y en la altura
- donde viven los hombres afamados
- te den lugar y assiento tan subido,
- quanto a tu heroyco pecho le es devido.
- En el persiano (45) imperio se oye y siente
- la bozinglera (46) trompa de la Fama,
- y de una tierra en otra, y gente en gente,
- tus hazañas esparze y las derrama.
- Y no sólo en las partes del Oriente,
- mas hasta donde el Sol tiene su cama
- quando, acabando el curso desseado,
- se va a bañar al hondo mar salado.
- Siendo, pues, el estruendo tan famoso,
- y viendo que el renombre se dessea,
- me pareció cumplir el desseoso
- apetito que tiene a la pelea
- este gallardo joven animoso,
- y que, con su persona, prueve y vea
- quán poco es lo que en Persia hemos oýdo
- respeto de lo que ay aquí escondido.
- Un coraçón y esfuerço levantado,
- un ánimo invincible (47), un fuerte pecho,
- un generoso aliento a guerra usado,
- no queda en cosas pocas satisfecho,
- siempre anda pensativo y desvelado,
- traçando alguna empresa o raro hecho
- que suene en nuestra edad (48), y su ventura
- no se pueda acabar en la futura.
- Y, como este galán es donde han puesto
- los dioses quanto a un hombre se concede,
- el no emplearse en algo le es molesto,
- y, sin se exercitar, vivir no puede.
- Assí que, sacro rey, pues es honesto
- lo que pide, os suplico agora quede
- en vuestra grande corte y compañía,
- y entre la militar cavallería.
- Aunque le veys tan moço, no le falta
- quanto le es importante al buen guerrero
- ni le falta virtud, que al hombre esmalta
- y le haze en muchos siglos duradero.
- Su fortuna también anda bien alta,
- pues su generación callar la quiero
- hasta que el tiempo nos descubra el quando
- ser necessario el yrla relatando.
- Su nombre no conviene le digamos
- (el propio digo), porque no es decente
- hasta que su abolorio (49) descubramos
- a tiempo y coyuntura competente.
- Cavallero del Fénix le llamamos,
- porque la (50) trae en el yelmo y porque siente
- que, como es ella sola en este mundo,
- que él también ha de serlo sin segundo.
- En esta plaça se armará una tienda
- donde avemos de estar algunos días,
- hasta que, por rigor de una contienda,
- se ponga punto y pausa a las porfías.
- Esto es lo que conviene, y nadie entienda
- que son falsas mis ciertas profecías,
- porque es ordenación del sacro cielo
- y del que nos govierna acá en el suelo."
- Antero respondió que más gustara
- (supuesto que ha de estar allí de assiento (51)),
- que en su palacio real se aposentara,
- donde tuviera honroso acogimiento.
- Pero que, pues el cielo le declara
- no convenir mudar su pensamiento,
- no los quería forçar, sino que hiziessen
- aquello en que más gusto recibiessen.
- Esto con condición que la comida
- y lo que más al joven conviniesse,
- con qualquiera otra cosa, que traýda
- de la despensa real, y casa, fuesse.
- Y la entrada en palacio y la salida,
- al galán suplicó freqüente fuesse;
- pero no se aceptó aqueste partido
- y todo lo demás se ha concedido.
- A un lado de la plaça fue fixada
- una tienda admirable y poderosa,
- con perlas, oro y sedas varïada,
- de traça y de labor maravillosa.
- Quedó toda la gente embelesada
- de ver tienda tan rica y anchurosa,
- estimando el valor del cavallero
- en mucho más que de otro aventurero.
- Aquí entrambos quedaron alojados
- (el filósofo digo, y el mancebo),
- hasta que por los campos y collados
- su lumbre derramasse el claro Febo.
- El rey y cavalleros, retirados
- a palacio se fueron, con un nuevo
- desseo de saber si, en fortaleza,
- se aventaja el donzel como en belleza.
- Quando su alegre rostro en el Oriente
- començava a mostrar la blanca diosa (52),
- y del claro rocío transparente
- las flores adornava y fresca rosa;
- y quando, a toda priessa, hazia el poniente
- caminava la noche tenebrosa,
- cubriendo las estrellas en el cielo
- y llenando la tierra de consuelo;
- y quando el ruyseñor, enamorado
- de su propia dulçura y armonía,
- entonava su canto delicado
- con toda la destreza que podía;
- y quando, por el verde soto y prado,
- el lanudo ganado se esparzía,
- despintando (53) la vega de las flores
- que espiravan (54) de sí gratos olores;
- el mago entró en la sala y aposento
- donde el gallardo joven ha dormido,
- y díxole: "-Tiempo es que vuestro intento
- comience a descubrir a qué ha venido.
- Sólo resta a vuestro alto pensamiento
- que muestre de qué tronco es produzido,
- y entienda todo el mundo que soys solo
- como lo es en el cielo el roxo Apolo (55).
- Aquesta es la sazón y coyuntura
- que avéys, con tantas veras, codiciado,
- en que la amiga suerte y gran ventura
- os tienen nombre eterno aparejado.
- Vuestra gloria immortal ya se apresura,
- y aquel feliz y venturoso hado,
- que os han de levantar a tanta alteza
- que ponga invidia a la mayor grandeza.
- Sólo avisar os quiero, que delante
- tengáys de vuestros ojos los famosos
- hechos que avéys obrado en el levante
- rindiendo tantos fuertes y animosos.
- Y, pues passar queréys más adelante
- venciendo otros trabajos más gloriosos,
- aquí los hallaréys, donde se encierra
- la gente más gallarda de la tierra."
- Luego se levantó de donde estava,
- agradeciendo al viejo lo que oýa,
- y vistióse las ropas de que usava
- quando no peleava o combatía.
- Un criado le dixo que aguardava
- una dama, allá fuera, rato avía (56),
- que desseava hablalle en gran manera
- por la mucha virtud que dél oyera.
- Salióla a recebir, que en la criança (57)
- y en ser con las mugeres comedido (58),
- memoria de otro alguno no se alcança
- que le aya en una mínima excedido.
- La dama, ante sus pies, se arroja y lança
- con un triste lamento dolorido,
- pidiéndole la vengue del malvado
- que la ha puesto en infame y baxo estado.
- Levantóla de tierra, y ambos fueron
- adonde retirado el viejo estava,
- y consultando el caso se estuvieron
- hasta que ya la plaça se ocupava.
- En fin, todo el negocio concluyeron
- en que de la vengar él se encargava
- o de perder la vida o de quitalla
- al infame Brumoldo en la batalla.
- Aquesta era Laurisa, a quien avía
- Silvero prometido la vengança;
- mas la Fortuna y hado no quería
- darle tan alta fama y buena andança,
- porque mucho ha guardada la tenía
- para nuestro guerrero, cuya lança
- jamás dexó en la silla quien no fuesse
- descompuesto (59) o en tierra pareciesse.
- Armóse el animoso cavallero
- y sube en el vistoso Palircano,
- cavallo tan hermoso y tan ligero
- quanto jamás salió del suelo hispano.
- A la puerta se puso el gran guerrero,
- estando con las armas tan galano,
- que qualquiera que atento le mirara
- sin más le conocer se aficionara.
- El mágico sacó un escudo hermoso
- (del qual el cavallero no sabía),
- no menos estremado que vistoso,
- pues hecho de diamante parecía.
- En medio, con matiz maravilloso,
- una águila caudal pintada avía
- que entre las uñas tiene un cervatico,
- y una corona de oro trae en el pico.
- Alrededor un gran letrero estava,
- de un azul perfetíssimo y cendrado,
- que lexos se leýa y divisava
- por estar el color bien assentado.
- El nombre del maestro declarava
- y para quién tal don fue fabricado:
- del dios Vulcano dize que es la hechura
- y para Héctor troyano la ventura.
- Luego que los de Achiles conocieron
- la enemiga divisa, se alteraron,
- y todos, orgullosos, pretendieron
- combatir, pero tiempo no hallaron,
- porque otros con Brumoldo se pusieron
- a contender, y el passo les vedaron.
- Y assí han quedado todos aguardando
- ocasión de mostrar su intento y vando.
- El del Fénix, gallardo y animoso,
- por el fiero Brumoldo preguntava,
- estando en todo estremo desseoso
- de vengar la trayción y maldad brava.
- Mas el jayán, con rostro desdeñoso,
- al divino donzel menospreciava,
- diziendo que era afrenta y gran empacho (60)
- ponerse a batallar con un muchacho.
- Mas, como a la batalla le llamasse
- y Brumoldo aceptarla no quisiesse,
- al rey se fue a pedir que lo mandasse
- o a Laurisa su estado se bolviesse (61).
- Brumoldo dixo: "-Si esso se juzgasse,
- hago voto a los dioses que yo hiziesse
- de suerte que a Bretaña, con su tierra,
- a mi mando rindiesse a pura guerra.
- Que si agora no aceto la batalla
- no es por miedo o temor (que a nadie he miedo (62)),
- mas porque, quando venga a rematalla,
- contarlo en parte alguna yo no puedo,
- porque si cavallero no se halla
- a quien con gran ventaja yo no excedo,
- ¿qué se dirá de mí entre los humanos
- si con este rapaz me pongo a manos (63)?
- Y si más tratas dello y no te pesa
- de tu descompasado atrevimiento,
- si el provocarme a guerra tal no cessa,
- hago aquí de açotarte juramento;
- que donde ninguna honra se interessa,
- por ser rapaz de poco entendimiento,
- no tiene de reñirse a cuchilladas,
- sino con bofetones y nalgadas (64)."
- El de Persia le dixo: "-Los ladrones
- públicos como tú ando yo buscando,
- para vengar sus impías sinrazones
- y para yr sus insultos allanando (65);
- y nunca me espanté de fanfarrones,
- que andan soberviamente blasonando (66),
- ni de sus desvergüenças hize caso,
- sino que con buen ánimo las paso.
- Vengamos a las armas, que yo espero
- que ellas me vengarán de tus afrentas,
- que, si tú fueras noble cavallero,
- no dixeras palabras tan sangrientas;
- mas, como eres traydor, injusto, fiero,
- con tus locuras espantarme intentas,
- sin mirar que los dioses me han traýdo
- para que quedes a mis pies rendido."
- No puede declararse la fiereza
- del impaciente bárbaro, tratado
- con un rigor tan justo y aspereza,
- por ser descomedido y mal mirado.
- Áspide no se vio (que en la maleza,
- del incauto villano fue pisado),
- que mostrasse tal saña y tal postema
- como con la que el pérfido blasfema.
- "-¡O dioses! -dixo-. Si ante mí os tuviera,
- yo os hago voto expresso (67) y juramento
- que más menudas partes os hiziera
- que los mínimos átomos del viento.
- Y, si hallara subida o escalera,
- de vuestro mesmo trono y alto assiento,
- cabeça abaxo a cozes os echara
- y en vosotros mi saña executara.
- Mas, pues esto no puedo, la contienda
- quiero tener con este rapazillo,
- tomando, qual conviene, justa emienda
- de un muchacho indiscreto, atrevidillo.
- Pondré, assí, en los demás templança y rienda,
- viéndome ante sus ojos concluýllo;
- que no es afrenta a un hombre fuerte y sabio
- vengarse, como quiera, del agravio.
- Aqueste atrevimiento bien merece
- el rigor y castigo de mi lança:
- pues él mesmo a la muerte se me ofrece,
- es bien que esperimente mi pujança.
- No ay que nos detener, porque más crece
- el poco miramiento en la tardança,
- y pierdo el mucho crédito que tengo
- quanto más en palabras me detengo."
- Tomaron de la plaça tanto trecho
- quanto para el encuentro convenía,
- y, con un animoso y fuerte pecho,
- cada qual mostrar quiere su valía;
- Brumoldo da el negocio por ya hecho,
- el del Phénix por hecho lo tenía.
- El sucesso diré en estotro canto,
- que no puedo dezir de una vez tanto.
CANTO IX
NOTAS
(1) arreado: "adornado" (Cov.).
(2) Se refiere a la trompeta que anuncia el comienzo del combate. Es tardo porque los guerreros están impacientes por comenzar la lucha.
(3) Apolo (Febo), hijo de Zeus y Leto, nació en la isla Ortigia o Asteria, que recibió luego el nombre de Delos (brillante), porque al nacer el dios se cubrió de una capa de oro. En el texto se hace referencia a Apolo como dios solar, para aludir al momento preciso del amanecer, cuando sale el Sol.
(4) El Sol, con su salida por el este, aparta la noche que, poco a poco, se retira por el oeste, donde está el mar de Atlante, es decir, el océano Atlántico.
(5) tomar la mano: "se dice el que se adelanta a los demás, para hacer algún razonamiento" (Cov.).
(6) celada: "la emboscada que se hace para asaltar al enemigo repentinamente" (Cov.).
(7) fuera de: "algunas veces dice excepción en el número plural, y vale excepto, salvo y allende" (Cov., s. v. 'fuera').
(8) arreo: "atavío" (Cov.).
(9) Se refiere aquí a la cuadrilla de los descendientes de Héctor, teóricos enemigos del bando de Aquiles, representado ahora por Aridano.
(10) eternalmente: "lo mismo que eternamente. Oy no tiene mucho uso" (Aut.).
(11) A la muerte de Aquiles (de la que la leyenda nos da diversas versiones), los griegos erigieron, en efecto, un gran túmulo junto al mar, como recuerdo y monumento del héroe. La palabra 'trofeo' ha de entenderse aquí en su sentido de "señal expuesta al público" que indica Aut., aunque no recuerde una victoria, sino muchas; todas las que engrandecen a Aquiles.
(12) ledo: "vocablo castellano antiguo, vale alegre, contento" (Cov.). Cfr.: "Ledo, por alegre, se usa en verso, y assí dize el bachiller de la Torre: Triste, ledo, tardo, presto (...); en prosa no lo usan los que scriven bien" (Valdés, p. 126).
(13) troncón: "el tronco de árbol mui gruesso o algún pedazo grande de él" (Aut.).
(14) La concordancia se ha hecho con 'raygones'.
(15) clima: "el espacio entre dos paralelos correspondientes uno a otro, en el cual se varía la longitud del día por media hora" (Cov.). Hace referencia a que el renombre de los caballeros llega hasta los lugares más remotos, a todos los climas, por muy elevados y lejanos que sean.
(16) blando: "metaphóricamente significa lo mismo que lisongero, halagüeño, suave, agradable" (Aut.).
(17) Desde que existe el mundo. Febo (Apolo) representa al Sol.
(18) matiz: "la mistura de colores" (Cov.).
(19) Mantengo aquí la lectura "nuestro", que figura en el original, por parecerme que la dueña se incluye en la misma saga que los caballeros "de la esquadra de Achiles", pero no descarto que se trate de un nuevo error en el que se ha invertido la letra "u", que con valor consonántico nos ofrecería la lectura "vuestro", en apariencia más adecuada al contexto de la frase en la que se inserta.
(20) solenizar: 'solemnizar'.
(21) mirar: "muchas veces se toma mirar por advertir y considerar" (Cov.).
(22) Se refiere al consejo de los dioses, a la voluntad divina que les impele a comportarse de una determinada manera.
(23) En el texto, 'a'. Rectifico por considerar que es más adecuado el uso de la contracción que el de la preposición.
(24) En el original se lee: "A Silvero y Brumoldo se agraviamos". Suprimo el pronombre que produce una oración sin sentido, provocando así un verso decasílabo que necesitaría una diéresis en 'agraviamos' para ser endecasílabo.
(25) arremeter: "acometer deprisa, embestir a alguno con ímpetu y furia para hacerle daño" (Aut.).
(26) Los celosos de Xarama son toros al parecer famosos por su bravura, tal y como se deduce de estos versos y de la siguiente cita: "...para mí no hay toros que valgan, aunque sean de los más bravos que cría Jarama en sus riberas" (Quijote, II, 58, ed. cit., p. 1026).
(27) despartir: "meterse de por medio de los que riñen, para ponerlos en paz; y a veces quien desparte lleva la peor parte" (Cov.).
(28) encontrón: "el golpe que da uno a otro con el hombro o con el codo" (Cov.).
(29) tenerse: "vale afirmarse o assegurarse para no caer" (Aut.).
(30) labrar: "se toma también por mortificar" (Aut.).
(31) Martínez se vale aquí de la ironía para hacernos ver que los caballeros, a fuerza de golpes, se veían obligados a bajar la cabeza "hasta el pecho", con lo que aparentan ser corteses con el contrario, saludándole así y dando muestras de buena crianza o de urbanidad, aunque "a su despecho", pues el movimiento de cabeza es involuntario.
(32) Se refiere a los segundos golpes que se dan los caballeros.
(33) Cfr.: "y cual de fuerte hierro los planchones / baten en dura yunque los herreros..." (Alonso de Ercilla, La Araucana, ed. cit., p. 423).
(34) blanquear: "mostrar alguna cosa la blancura que tiene en sí" (Aut.).
(35) dessemejado: 'desemejado', "desemejable: fuerte, grande, terrible" (DRAE).
(36) guarte: "contracción de guárdate" (Fontecha).
(37) tassar: 'tasar', "poner precio o límite a alguna cosa; del verbo taxo, as, que entre otras significaciones vale tasar o poner precio o estimación a una cosa" (Cov.).
(38) único: "significa también singular, raro, especial u excelente en su línea" (Aut.).
(39) pernada: "el golpe que da la bestia con el pie" (Cov.).
(40) meter: "vale también poner absolutamente" (Aut.).
(41) bien traçado: "bien o mal trazado se llama un sugeto, según la buena o mala disposición o compostura del cuerpo" (Aut.).
(42) de diestro: "llevar de diestro una bestia, llevarla de las riendas, yendo delante della, porque las lleva en la mano diestra para más seguridad" (Cov.).
(43) filósofo: aquí, hombre sabio, en relación con la definición que nos da el DRAE: "hombre virtuoso y austero que vive retirado y huye de las distracciones y concurrencias".
(44) Parece referirse a los lugares más remotos, donde tal vez no halla llegado del todo la civilización o, incluso, a la propia Inglaterra, lugar occidental donde el Sol se oculta.
(45) persiano: de Persia.
(46) bozinglero: 'vocinglero', "el hablador descompuesto" (Cov., s. v. 'voz'). Es una característica propia de la Fama la de ir divulgando todas las cosas sin tino.
(47) invincible: 'invencible'.
(48) edad: "se toma también por siglos" (Aut.).
(49) abolorio: "la ascendencia de abuelos y bisabuelos, etc." (Cov.).
(50) El uso del femenino en este pronombre se debe a que sustituye a 'ave' ("ave fénix"), como en el siguiente verso, "como es ella sola".
(51) supuesto que: "puesto que" (Aut.). Assiento: "se toma muchas veces por estancia, permanencia y detención larga y continua en alguna parte, como 'Fulano está de assiento en la Corte" (Aut.).
(52) la blanca diosa: sin duda se refiere a Venus, la estrella matutina que con su esplendorosa luz anuncia el día.
(53) despintar: "borrar o raer lo pintado" (Aut.). El ganado hacía desaparecer, con su presencia, los colores de las flores, los ocultaba.
(54) espirar: "significa también exhalar, echar de sí bueno o mal olor" (Aut.).
(55) Apolo (Febo) representa al Sol.
(56) rato avía: "hacía rato". Cfr.: "...deseo de gustar algo caliente; que había grandes días que todo era fiambre" (Quijote, I, 26, ed. cit., p. 276).
(57) criança: 'crianza', "la urbanidad" (Cov.).
(58) comedido: "el cortés y bien criado" (Cov.).
(59) descompuesto: "al que han privado de algún lugar honrado, por deméritos" (Cov., s. v. 'componer'). Los caballeros que se enfrentaban al del Fénix perdían su lugar en la silla del caballo.
(60) empacho: "cortedad de ánimo, turbación vergonzosa y poco desembarazo" (Aut.). Resultaba vergonzoso pelear con un muchacho.
(61) bolver: 'volver', "significa también restituir lo que se ha tomado u quitado" (Aut.).
(62) En un segundo estado de la edición del poema se lee: '(que a nadie he mi', tal y como lo atestiguan los ejemplares BPT2 y Zabálburu.
(63) ponerse a manos: luchar, como 'venir a las manos'.
(64) nalgada: "golpe recibido en las nalgas" (DRAE).
(65) allanar: "metaphóricamente significa vencer reparos, embarazos, dificultades o inconvenientes, para conseguir o alcanzar alguna cosa que se desea" (Aut.).
(66) blasonar: "recitar las hazañas propias o de sus antepasados, de do nació el proverbio: 'Blasonar del arnés', hablar a la fanfarronesca y contando en tiempo de paz las valentías que uno ha hecho en la guerra, sin que haya más certidumbre que decirlo él" (Cov.).
(67) expresso: 'expreso', "lo que está declarado, manifiesto y cierto" (Cov., s.v. 'exprimir').