Suceden nuevas cosas en la corte de Antero sobre dar la princesa a Clarimante, procurándolo su quadrilla. Embíanle a llamar a la Grecia, donde estava. Embía el rey por Solino, y acude a su castillo un nuevo aventurero, que es Dranconio (1), príncipe de Paflagonia.
- NO permite la Fama bozinglera
- que esté oculto el valor de la persona,
- ni caso atroz ni cosa no hazedera
- por respeto o temor jamás perdona;
- llega a la más subida y alta esfera
- y desde allí sus bozes desentona,
- quanto oye y quanto ve manifestando,
- y lo bueno y lo malo publicando.
- Sin que el hombre procure eternizarse
- ni buscar quien sus obras engrandezca,
- como él solo se ocupe en señalarse,
- ellas mesmas harán que no perezca;
- avrá mil que procuren emplearse
- en escrivir con que su nombre crezca,
- haziéndole vivir eternamente
- en la memoria y lengua de la gente.
- ¡Quién vio aqueste guerrero señalado
- de Bretaña partir sin compañía,
- atravesar el ancho mar salado
- a la tierra y región que no sabía,
- y, quando más estava descuydado
- (que casi por perdido se tenía),
- halla quien le encamine y favorezca,
- y por su único amparo y bien se ofrezca!
- Y, sin hazer más obras de la que hizo
- quando a Gorgonio embió al Estigio lago,
- y el nefando castillo le deshizo
- haziendo un lastimoso y duro estrago,
- la Fama tanto dél se satisfizo
- que le dio en recompensa y justo pago
- que su nombre en la Grecia se estendiesse
- y toda en breve espacio la cundiesse (2),
- porque el rey procuró fuesse notoria
- la venida del nuevo decendiente
- de aquél que tanto ocupa la memoria
- de qualquiera que aspira a ser valiente;
- y todos los que vieron la victoria
- que de Gorgonio tuvo, y de su gente,
- fueron por todas partes pregonando
- su grandeza, hasta el cielo la ensalçando.
- Assí, con brevedad nunca pensada (3),
- se supo en todo el gran Peloponeso
- del felice guerrero la llegada
- y de sus nuevas obras el processo,
- con la qual (4), la región alborotada
- (que tiene en novedades poco peso (5)),
- yva aumentando siempre lo que oýa,
- creciendo más los hechos cada día.
- Con lo qual muchos príncipes vinieron,
- otros, embaxadores le han embiado,
- y todos francamente le ofrecieron
- lo que valiesse su poder y estado.
- Contentos a sus casas se bolvieron,
- dexando con Arbistes concertado
- que por toda la tierra le llevasse
- y los secretos de ella le mostrasse.
- Hízolo el rey con pecho generoso,
- yendo de reyno en reyno y tierra en tierra,
- mostrando al nuevo Marte victorioso
- quanto bueno en sus sitios tiene y cierra.
- Fuera un largo discurso, y enfadoso,
- contaros el bullicio de la guerra,
- el aparato (6) y fiestas y alegría
- con que cada señor le recibía.
- Cada qual señalarse procurava
- en dar a Clarimante entero gusto;
- assí por el valor que en él hallava
- (el qual se ha de estimar con premio justo),
- como porque de aquél se derivava
- que, con pecho magnánimo y augusto,
- dio muestra en la troyana monarquía
- del linage inmortal de a do venía.
- Assí, todos unánimes quisieron
- juntarse en un lugar acomodado,
- quando estar en Achaya presumieron,
- concluydo el viage començado.
- Los dos toda la tierra discurrieron,
- sin que lugar quedasse, señalado,
- que no viesse el guerrero, y do no hiziesse
- algo con que su fama engrandeciesse.
- Lo qual, por no cansar, dexo de intento
- (aunque lo contaré a su coyuntura),
- por yr a lo importante de mi cuento,
- para lo qual la maga me apresura.
- Bueltos los dos al desseado assiento
- con próspero sucesso y gran ventura,
- a los famosos príncipes embiaron (7),
- y en Achaya estar ya los avisaron.
- Respondieron que todos cumplirían
- con la promessa en sus estados dada,
- y que con brevedad se juntarían
- en la ciudad Olimpia, señalada,
- donde las grandes fiestas gozarían
- que al gran joven la gente aficionada (8)
- de tiempo a tiempo hazía y, juntamente,
- se unirán con el príncipe valiente.
- Dexemos esto agora, y demos buelta
- a la corte de Antero, porque siento
- nueva rebolución y gran rebuelta,
- y un notable y no visto atrevimiento;
- porque la joventud libre y muy suelta,
- con osadía y poco miramiento,
- al venerable rey se desentona,
- despreciando su cetro y real corona.
- Que desde que Sebarcio el mauritano
- truxo de Clarimante la embaxada,
- tomó a su cargo el príncipe Aridano
- procurar que Rosania le sea dada,
- y más viendo que no ay quien alçe mano
- en contra de la esquadra aventajada,
- porque quantos venían se adunavan
- con los que de antes en la corte estavan.
- Juntamente con esto les movía
- ver que el año del plaço era passado,
- y que nadie la dama pretendía
- luego que Clarimante era nombrado;
- que cada qual de todos entendía
- ser justo premio al joven reservado.
- Assí, no tratan de ello por ser cosa
- no menos escusada que dudosa.
- Antes de mancomún se concertaron
- que en buena coyuntura al rey se hablasse,
- y todos a Aridano suplicaron
- que de la boz de todos se encargasse,
- y con osado pecho se adunaron,
- jurando que el que de ello se apartasse,
- por común enemigo se tuviesse
- y como tal, sin remissión, muriesse.
- Hecho el concierto y dado el orden de esto,
- buscavan la ocasión y coyuntura
- en que echasse Aridano todo el resto
- en procurar al moço la ventura.
- Mas cumplióse el desseo de ellos presto,
- aunque para su mal y desventura,
- porque nunca maldad ni desafuero
- vimos tener dichoso paradero.
- Sucedió que el gran príncipe Solino,
- después del codiciado casamiento
- que hazer con su Labrisa le convino
- con tanto gozo de ambos, y contento,
- y después que la ninfa sobrevino (9)
- mandándole quedasse allí de assiento,
- determinó de embiar una embaxada
- dando cuenta a su rey de la jornada;
- que desde que salió, con su mandado,
- con Laurisa a ponerla en su ancha tierra,
- lugar de visitarle no le ha dado
- el continuo bullicio de la guerra;
- después, con el sucesso que he contado,
- no se puede partir de aquella sierra
- y castillo en que está, hasta aver cumplido
- lo que a su casamiento era devido.
- Y assí determinó, por mensagero,
- hazer el cumplimiento que devía
- al invencible y sabio rey Antero,
- que tanto en tantas cosas le devía.
- Diole cuenta de todo por entero
- hasta el punto y sazón en que escribía,
- de que el rey se alegró de tal manera,
- que a todos lo ha mostrado por defuera (10).
- Hizo un franco banquete a quantos huvo
- en su corte en aquella coyuntura,
- por el tiempo que en ella se detuvo
- el mensagero de tan gran ventura.
- Aridano de un día en otro anduvo
- ardiendo en viva saña y rabia pura,
- hasta que dixo el rey cómo a Solino
- hazer el casamiento le convino,
- y que en aquella tierra se quedava
- con Labrisa, la hija de Tarpeto,
- porque el divino cielo lo ordenava
- para algún nuevo bien y grande efeto.
- Aridano, que más no desseava,
- descubrió abiertamente su conceto
- y dixo: "-Ya parece que se guía
- lo que más a este reyno convenía,
- que es ver al invencible Clarimante
- casado con Rosania, la princesa;
- que, pues no ay en el mundo semejante,
- mucho en el casamiento se interesa,
- y más que no ay guerrero ni viandante
- que quiera aventurarse en tal empresa,
- conociendo que sólo la merece
- el que tanto en grandezas sube y crece."
- Y que los que allí estavan al presente
- le dexavan la causa y el derecho,
- reconociendo que era más valiente,
- de mayor gallardía y de más pecho;
- y que, pues se allanava tanta gente,
- que permitiesse aquello fuesse hecho,
- supuesto que ya el año era passado
- y contra el joven nadie avía quedado.
- El sabio rey de aqueste atrevimiento
- y del donayre y muestra desembuelta,
- entendió claramente el movimiento
- para el qual la quadrilla está resuelta,
- y, con grave reposo y mucho assiento (11),
- la propuesta qüestión desata y suelta,
- diziendo que el famoso Clarimante
- cosa no procurava semejante,
- y que dado que aquello verdad fuera
- (que a todos en destreza y valentía,
- como ellos le dezían, excediera),
- la puesta condición no se cumplía,
- porque un curso del sol y buelta entera
- assistir en la corte convenía,
- y en todo aqueste tiempo señalado
- otro no avía de aver más afamado.
- "-Quanto más, cavalleros -dixo luego-,
- que no es tan en estremo su pujança
- que no aya avido en el propuesto juego
- otra más señalada y fuerte lança:
- y bien vistes a Sarpe, diestro griego,
- que puso a Clarimante y su esperança
- en contingencia tal, que ya su vida
- todos la reputamos por perdida.
- Venga, si es tan valiente, y haga aquello
- que se capituló (12), y esto cumplido,
- si no ay alguien que quiera defendello,
- le daré lo que tengo prometido;
- mas no puede en ausencia merecello
- por más y más que sea esclarecido
- ni yo he de mudar cosa del concierto,
- que a todos ha de estar el campo abierto."
- Callando el rey, le replicó Aridano
- diziendo: "-Aunque es verdad que ha estado ausente
- y que no ha combatido mano a mano
- estando el año entero aquí presente,
- con todo esso su ardid y pecho ufano
- no pierde el punto y la sazón decente,
- pues en su nombre avemos asistido
- todos los que seguimos su partido.
- Y en lo tocante al griego que dixiste
- que tuvo la refriega tan reñida,
- todos vimos, y tú también lo viste,
- la ventaja del nuestro conozida;
- mas Fortuna (en quien todo el bien consiste),
- de Clarimante se mostró ofendida
- y barajó el reñido y duro juego
- en favor del gallardo moço griego.
- Digo en favor, no dando la victoria
- a ninguno de entrambos los guerreros
- (mas bien se conoció la gala y gloria
- de nuestro Achiles y de sus azeros)
- y que no fuesse entonces tan notoria.
- Todos los circunstantes cavalleros
- a Clarimante apruevan y le quieren,
- y que le des tu hija te requieren.
- Ellos dizen que quanto en corte han hecho
- y lo que en estas tierras han estado,
- ha sido por mirar sólo el provecho
- de aquél que por rey nuestro es respetado,
- y te suplica que, con llano pecho,
- le des lo que hemos todos trabajado.
- Con lo qual satisfechos quedaremos
- y por ti, donde quiera, moriremos.
- Pero si esto, gran rey, no se hiziere,
- avrás de perdonar, que es honra nuestra
- poner a qualquier riesgo que viniere
- la fuerça y el valor de nuestra diestra.
- Y quanto más el hecho se difiere,
- tanto es más evidente y clara muestra
- del poco amor que a Clarimante tienes,
- con lo qual su fortuna le detienes."
- Sintióse (13) el rey de aquesto grandemente,
- aunque disimuló lo que sentía;
- assí por no tener la heroyca gente
- que poco antes su corte engrandezía,
- como también porque de todo siente
- una conformidad en la porfía;
- por lo qual le conviene, poco a poco
- resistir al intento de ellos, loco.
- Assí, dixo: "-Jamás he pretendido
- agraviar a persona en lo propuesto,
- y menos al galán esclarecido
- cuyo voto seguís y presupuesto;
- y en caso de igualdad siempre he querido
- que Clarimante quede con lo puesto (14),
- por ser hombre nacido en esta tierra
- y tener seso en paz, destreza en guerra.
- Venga muy en buen hora, cavalleros,
- y cumpla un año entero en estacado,
- porque no sufre hazerse por terceros
- lo que personalmente está obligado;
- y, quando no acudieren más guerreros
- y se acabare el plaço señalado,
- holgaré de aceptarle por mi yerno
- y que luego se encargue del govierno.
- Mas pensar, de otra suerte, que haré cosa
- en que a nadie perturbe yo el derecho
- que tiene a la demanda altiva, honrosa,
- mostrando más osado y fuerte pecho,
- será una pretensión tan peligrosa
- que a su costa verá en qué para el hecho
- de quien mi corte y reynos alterare,
- y el sossegado pueblo me inquietare;
- que, por mucho que valga y más que pueda,
- haré lo que a mi reyno conviniere,
- mientras vivir la parca no me veda
- y el cielo el vital curso me difiere.
- No he de negar la joya a quien exceda
- en las armas al otro, sea quien fuere;
- y, si es tan estremado Clarimante,
- razón es que lo muestre aquí delante."
- Assí acabó, dexando más furiosos
- los ánimos de aquella compañía.
- Andando recatados y celosos (15)
- de lo que para el hecho convenía,
- solícitos estavan, y cuydosos,
- de saber dónde el joven estaría,
- para le dar aviso que viniesse,
- pues no ay ya quien el passo le impidiesse.
- Dentro del breve tiempo, ha sucedido
- que a caça salió el príncipe Aridano,
- a un bosque de mil bienes bastecido
- y de quanto dessea un pecho humano.
- Mas, después de se aver por él metido,
- vino a dar a un oculto y ancho llano,
- hazia una parte lleno de breñales,
- habitación de fieros animales.
- Parecióle lugar donde podía
- reposar algún poco y dar sossiego
- al hermoso cavallo, que traýa
- cansado de medir el bosque ciego (16);
- y también que el ardor de mediodía
- començava a sembrar pesado fuego,
- sonando (17) la zigarra y respondiendo
- los hondos valles al sonoro estruendo.
- No bien el escocés se avía sentado,
- quando la dura roca quedó abierta,
- descubriendo en un arco bien labrado
- una bella, espaciosa y rica puerta,
- por la qual nueva música ha sonado
- (luego que fue la estancia descubierta),
- pareciendo que abierto se avía el cielo
- según que a quien la oýa da consuelo.
- El príncipe, bolviendo la cabeça,
- vio salir una dueña, acompañada
- de damas de sin par gala y belleça,
- trayendo a su señora rodeada.
- Conocióla el guerrero con presteza,
- aunque nunca avía sido dél tratada,
- mas luego echó de ver que aquélla fuera
- quien lo de los escudos le dixera.
- Levantóse el guerrero de do estava
- y guardó (18) que llegasse la alta dueña,
- la qual hazia Aridano caminava,
- mostrándose amorosa y halagüeña.
- Mas, ya que cerca de la puerta estava,
- el príncipe se entró por la alta peña,
- y, con criança y mucha cortesía,
- a la dicha señora recibía.
- Ella dixo en boz alta: "-¡Ay, Aridano,
- quánto desseo y ansia he yo tenido
- por veros y juntar mi diestra mano
- con ésta do ay valor tan conocido!;
- que, aunque os tuve otra vez en este llano,
- no fuystes regalado ni servido
- como yo desseava y se devía
- a vuestra magestad y cortesía.
- Bien os acordaréys, donzel divino,
- que entre sueños os traxo cierta fiera,
- quando huvo el alboroto repentino
- de las armas que a cada qual yo diera;
- y que, en un aposento peregrino,
- os mostré cómo el grande Achiles era
- padre y progenitor de la quadrilla
- que ha de causar al mundo maravilla.
- Pues yo soy la que entonces ha ordenado
- que a vos se os diesse cuenta del secreto,
- y la que a este lugar os ha guiado
- para daros remedio en tal aprieto.
- Ya véys que Clarimante se ha ausentado
- por ver que al rey Antero no es acepto (19)
- y que siempre Rosania le aborrece
- negándole la paga que merece.
- A mí me pareció que se ausentasse
- y que a la antigua Grecia se partiesse,
- assí porque él allá se señalasse (20)
- como porque su gente conociesse,
- y, con ver su valor, los obligasse
- a que, quando ocasión se le ofreciesse,
- le diessen su favor contra este vando
- que se os va más y más aventajando.
- Y también porque algunos cavalleros
- de estotra esquadra opuesta a nuestro intento,
- se passassen a reynos estrangeros
- y libre nos dexassen este assiento.
- Agora que los más de los guerreros
- rinden su pretensión y pensamiento
- al bello Clarimante, es bien que buelva
- y todo el reyno en su favor rebuelva (21);
- lo qual sé desseáys, y assí he querido
- avisaros de aquello que importare,
- porque, luego que el joven sea venido,
- su voluntad y pecho se declare.
- Y, aunque en un reyno está tan escondido,
- será tan diligente el que yo embiare,
- que con facilidad y en tiempo breve
- los despachos y cartas trayga y lleve.
- Conviene pues, gran príncipe Aridano,
- que tratéys con la esquadra conocida,
- para que cada qual, con propria mano,
- le avise quánto importa su venida
- y que todo, en viniendo, estará llano,
- sin que aya quien su honroso intento impida,
- pues unánime el reyno le dessea
- y cada qual en su favor se emplea.
- Aquesto ha de ser luego y sin tardança
- para que aya lugar (22), que el tiempo es breve,
- y el sucesso felice y buena andança
- consiste en que el despacho se le lleve.
- También es menester no aya mudança
- en los que el puro amor de honra les mueve
- a dar favor a Clarimante el fuerte,
- porque todo se borra (23) de otra suerte.
- Antes, si me creys (24), de aquí adelante
- os mostrad menos bravos y briosos,
- y, si tratare el rey de Clarimante,
- posponelde (25) a otros muchos valerosos.
- El tomar mi consejo es importante
- para nuestros designios valerosos;
- que tiempo avrá después para mostraros
- y en mil siglos y mil eternizaros.
- Desta suerte descuýdase la tierra,
- el rey verná a teneros por amigos;
- ora trate de paz, ora de guerra,
- de todos sus secretos soys testigos (26).
- Conoceréys la (27) que en su pecho encierra,
- y a su tiempo mostráysos enemigos,
- y, estando sin temor y descuydado,
- fácilmente será desbaratado.
- De todo daréys cuenta a vuestra gente,
- por que no aya quien de ello un punto exceda,
- que cada qual será después valiente
- quando tiempo y sazón se le conceda.
- Lleváos este criado diligente
- que las cartas de todos traerme pueda,
- y yo, con brevedad, las ponga a donde
- aquel luzero y claro sol se esconde."
- El príncipe aceptó lo encomendado,
- ofreciendo de hazer lo que pudiesse
- con toda la quadrilla y vando amado,
- sin que en cosa de todas excediesse.
- Y, llevando consigo el fiel criado
- para que los despachos le traxesse,
- se despidió de la hechizera honrada,
- y la roca, en saliendo, fue cerrada.
- Cumplió sin faltar nada la promessa
- dando cuenta a la célebre quadrilla
- de quanto vio en el bosque y selva espessa,
- lo qual les ha causado maravilla.
- Y, viendo que en la traça se interessa,
- determinaron todos de cumplilla,
- escriviendo al momento a Clarimante,
- y andando con doblez de allí adelante.
- El rey, que era sagaz, cuerdo, avisado,
- alcançóles la treta y doble juego,
- assí por lo que ante él avía passado,
- mostrando el escocés su furor ciego,
- como porque de todos ha notado
- que de repente fingen gran sossiego;
- cosa agena de gente que poco ante
- se le mostró atrevida y arrogante.
- Por lo qual avisó luego a Solino
- con el embaxador que en corte estava,
- que sin se detener tome el camino
- porque al bien de su reyno le importava;
- y, si algún cavallero peregrino
- en aquella provincia se hallava,
- consigo brevemente le truxesse,
- y que sin dilación esto se hiziesse.
- Ordenó otras prudentes prevenciones
- para lo que adelante aver podría,
- según lo que en los dobles coraçones
- con su sagacidad cada hora vía.
- Ellos, en mil sucessos y ocasiones
- (no pensando que el rey los entendía),
- procuravan mostrársele sugetos
- y con esto sacarle sus secretos.
- Embiaron los despachos a la dueña,
- la qual, con arte mágica, ha ordenado
- que sin tardança grande ni pequeña,
- luego fuesse a la Grecia el fiel criado.
- Todo el curso y derrota que ay le enseña
- hasta llegar al sitio desseado,
- y assí, le despidió con gran contento,
- proveyéndole de ayre (28) y bastimento.
- Pero navegue y rompa el mar furioso
- sus peligrosas ondas contrastando,
- y, con denuedo y curso presuroso,
- se vaya en hondo piélago engolfando (29);
- que, aunque será el camino provechoso
- a buena coyuntura allá llegando,
- mientras que en el viage se detiene,
- tratar otros sucessos me conviene.
- Porque donde Solino residía
- con la bella Labrisa ya casado
- (después que el fresco valle en que vivía
- Paíndro, a la princesa le fue dado),
- saliendo a passearse acaso un día
- el príncipe de Tracia, acompañado
- de algunos de su casa, vio de lexos
- de unas lucientes armas los reflexos.
- En la orilla de un fresco y claro río
- que baña alrededor la fortaleza,
- aguardó contemplando el ayre y brío,
- el contoneo y gracia y gentileza,
- y la muestra de gala y señorío
- acompañado de admirable alteza,
- que el príncipe a la clara conocía
- en un aventurero que venía.
- Estava con los suyos platicando
- sobre quién fuesse el joven que miravan,
- de su garbo y donayre se admirando,
- y las gracias que en él se demostravan.
- Mas cerca del lugar en fin llegando
- donde el príncipe y todos le aguardavan,
- un águila en su hermoso escudo vieron,
- que ser del vando amigo conocieron.
- Salióle a recebir el gran traciano
- haziéndole un honroso cumplimiento,
- ofreciéndole allí la diestra mano
- en señal de amistad y llano intento.
- Del cavallo se apea en medio el llano,
- agradeciendo el gran comedimiento (30),
- y, con afable término y llaneza,
- se fueron al castillo y fortaleza,
- donde fue alegremente recebido
- y por la hermosa dama acariciado;
- assí por el honor de su marido,
- como por el valor suyo estremado.
- No ay que tratar de cómo fue servido,
- que pensar esplicarlo es escusado;
- sólo digo que quanto allí fue hecho,
- descubrió de los dos el noble pecho.
- Después de ser la cena concluyda,
- pidió al guerrero el príncipe Solino
- les hiziesse a los dos merced cumplida
- en dezirles su nombre y su camino,
- porque su alteza y gracia esclarecida,
- el ánimo y el trato peregrino,
- les haze imaginar ser más que humano
- y decender del Jove soberano.
- Dio el príncipe un suspiro lastimoso
- mudando el bello rostro de repente,
- y dixo: "-Gustas, príncipe animoso,
- que la tragedia de mis males cuente,
- y tú, reyna en quien puso el poderoso
- la belleza del claro, hermoso Oriente,
- quieres que te descubra el triste cuento
- que trae mi vida en mísero tormento.
- Bien quisiera escusar el engolfarme
- en la triste, penosa historia mía,
- por del dolor que suele acarrearme
- librar en tal sazón mi fantasía.
- Mas querer con vosotros escusarme
- fuera más que baxeza y villanía,
- pues vuestro trato y voluntad me obliga
- a que mi prodigioso cuento os diga.
- Pues sabed que Dranconio soy llamado
- (que tal nombre me puso mi ventura
- por un estraño caso, y desusado,
- que a mí me sucedió en una espessura).
- Hijo soy de Flocelo el afamado,
- cuyos heroycos hechos y cordura,
- siendo un hombre mortal, le eternizaron
- y en el templo de Fama le ensalçaron.
- Mi tierra es Paflagonia (31) que, assentada
- en Asia la Menor, es conocida,
- assí por ser la gente a guerra usada,
- de esfuerço grande y de virtud subida,
- como porque Venecia la nombrada
- de los vénetos nuestros fue salida,
- que por el mar de Frigia navegaron
- quando a Troya los griegos assolaron (32).
- Sobre Galacia al norte tiene assiento
- entre un seno del mar llamado Euxino (33).
- Fue en Amastris (34), ciudad, mi nacimiento,
- la qual baña Partenio (35), río divino.
- Provincia fértil, tierra de contento,
- sitio en la menor Asia peregrino,
- y donde alegremente residiera
- quien como estoy agora no estuviera.
- Mas, como no aya bien tan limpio y puro
- que con parte de mal no esté mezclado,
- ni gusto ni contento tan seguro
- que no venga de pena acompañado,
- diome Fortuna un contrapeso (36) duro
- con que me aguó la gloria de mi estado,
- queriendo que sus daños yo provasse
- y a su ciego rigor me sugetasse.
- Libre de los ensaños (37) de esta vida
- y de los infortunios que suceden
- a los que en cetro y dignidad subida
- vencen a los demás y en mando exceden,
- gozava yo mi joventud florida
- en los años que darnos gusto pueden,
- que es quando el hombre empieça a tener brío
- y siente del amor el señorío.
- ¡Con qué descuydo, ay dioses, yo vivía,
- del duro punto y trance en que me veo!
- ¡Quán libre y sin contraste discurría
- por una y otra parte mi desseo!
- ¡Con qué sossiego de otros me reýa
- llamando a su dolor infame y feo!
- Mas echo aora de ver que era dislate
- burlar de ellos sin verme en el combate;
- que, como aún la sazón no era llegada
- en que sentir pudiesse esta dolencia,
- parecíame baxeza no pensada
- dar al ciego tyrano la obediencia.
- Mas, quando ya mi edad fue sazonada
- y tuvo la devida suficiencia
- para que en ella se encendiesse el fuego,
- no se descuydó un punto el niño ciego.
- Acostumbrava el célebre exercicio
- de la gustosa caça grandemente;
- assí por no me dar al ocio y vicio,
- como por ser costumbre de mi gente.
- Procurava a mi pueblo ser propicio
- y ganar opinión de hombre valiente,
- que es lo que más sugeta a la obediencia,
- de la popular gente la insolencia.
- Y, para les mostrar mi valentía
- y del gallardo braço la destreza,
- las fieras que matava les traýa,
- admirándoles mucho su fiereza.
- Con esto, juntamente prometía
- premio a quien me dixesse con certeza,
- dónde alguna gran fiera se acogiesse,
- y en lugar oportuno me pusiesse.
- De fuerte y liberal (38) tenía ya fama,
- aunque veynte y dos años no he cumplido;
- mas todo se atribuye al tronco y rama
- de donde, según dizen, soy nacido.
- A ninguna belleza de tal (39) dama,
- de tal suerte jamás me vi rendido
- que con facilidad no la dexara,
- si a mi contento y crédito importara.
- Mas, de ordinario, aquestas libertades
- paran en miserable servidumbre,
- como las más subidas dignidades
- se suelen terminar en pesadumbre;
- tuvieron este fin mis mocedades,
- fundadas no en prudencia ni en costumbre,
- sino en la presumpción loca y bazía
- que a blasfemar de amores me movía.
- Andava pues, acaso, monteando (40)
- en la ribera fresca y deleytosa
- de Partenio, que en curso sesgo y blando
- haze fértil la tierra, y abundosa,
- y fuyme, poco a poco, desviando
- de mi gente, que andava cuydadosa
- buscando alguna fiera en el oxeo (41),
- con que satisfazer a mi desseo.
- Por lo más entricado y encubierto
- yva yo descubriendo la espessura,
- sin temor de animal o caso incierto,
- que todo lo allanava mi locura;
- mas una melodía y un concierto
- de bozes con suavíssima dulçura,
- por el viento sutil siendo traýdo,
- enagenó a deshora mi sentido.
- Suspendí en aquel punto mi camino
- estando atento a ver dónde sonava,
- siendo el eco que oía tan divino,
- que, en él cevado, apenas respirava.
- Pero acercarme al puesto me convino
- donde todo mi bien y mal estava..."
- Mas, para fenecer el dulce cuento,
- es menester tomar un nuevo aliento.
- CANTO XXXIII
NOTAS:
(1) Este personaje adquiere diversas denominaciones en el resto del poema, aunque la que predomina es la de Draconcio, nombre con el que será citado en el índice de personajes. No rectificamos las demás formas para ofrecer al lector un texto lo más cercano posible al que salió de las prensas de Juan Gracián. Los otros nombres son: Dranconcio y Draconio. En adelante no pondremos nota cuando se produzca una de estas variantes.
(2) cundir: "vale extenderse una cosa" (Cov.).
(3) nunca pensado: lo mismo que 'no pensado' (vid. nota a I, 80).
(4) El antecedente es 'la llegada', en el verso 43.
(5) peso: "se toma assimismo por la entidad, substancia e importancia de alguna cosa" (Aut.). En la región no era muy normal que ocurrieran 'novedades' de la entidad de las que se producen con Clarimante.
(6) aparato: "el ornato y suntuosidad de un señor y de su casa" (Cov.).
(7) Parece faltar el complemento directo, que podría ser 'noticias' o 'mensajeros'.
(8) Corrijo aquí una errata detectada por Murcia de la Llana. En el texto se lee: 'que la gente (al gran joven aficionada)', en verso dodecasílabo. Sin embargo, la corrección dificulta el entendimiento de la frase, pues la intención de Martínez parece ser la de aludir a unas fiestas que se celebran en Olimpia (los juegos olímpicos) con periodicidad ('de tiempo a tiempo'), en las cuales, en esta ocasión, estaría presente 'el gran joven'. La lectura idónea está más cerca de la que rectificamos, es decir; 'donde las grandes fiestas gozarían / que la gente (al gran joven aficionada) / de tiempo a tiempo hazía...', y no la que Murcia de la Llana da por correcta (y que yo transcribo), según la cual, las fiestas se harían periódicamente en honor al 'gran joven', extremo éste sin sentido, pues Clarimante lleva poco tiempo en Grecia. Una solución para restablecer el endecasílabo y mantener la lectura que parece más correcta, sería eliminar el adjetivo "gran" delante de "joven", sin quitar el paréntesis que rectifica Murcia de la Llana.
(9) sobrevenir: "significa también venir de repente e improvisamente" (Aut.).
(10) defuera: "lo que está o se ve de la parte exterior de qualquier sitio u cosa" (Aut.).
(11) Para 'assiento', en este contexto, vid. nota a IX, 324, 'hombre de assiento'.
(12) capitular: "hacer pactos y conciertos sobre alguna dependencia" (Aut.).
(13) sentirse: "resentirse" (Fontecha).
(14) Hemos de entender que el deseo del rey es que Clarimante sea, en caso de igualdad, quien se quede con lo que se establece en las bases de las justas. 'Poner', aquí, es establecer (vid. nota a XXII, 264).
(15) celoso: 'zeloso', "se aplica también al demasiadamente cuidadoso y vigilante de lo que de algún modo le pertenece, sin permitir la menor cosa en contra" (Aut.).
(16) Figuradamente alude Martínez al continuo ir y venir de Aridano por el bosque que, además, es intrincado y espeso, de ahí que lo califique de 'ciego'.
(17) Aquí, el original lee 'soñando'. Corrijo siguiendo el testimonio de las erratas.
(18) guardar: "aguardar, esperar" (DRAE). Lo considera anticuado.
(19) acepto: "ser uno acepto es ser agradable y bien recibido" (Cov., s. v. 'acetar'). Su rima con 'secreto' y 'aprieto' nos hace ver a las claras que la p no se pronunciaba o se hacía de manera imperceptible, lo que nos acercaría más a la forma patrimonial que emplea Covarrubias que al cultismo de Martínez.
(20) señalarse: "señalarse uno entre los demás, aventajarse a todos" (Cov., s. v. 'señal').
(21) rebolver: 'revolver', "vale también inquietar, enredar, mover sediciones, causar disturbios y dessazones" (Aut.).
(22) aya lugar: pueda hacerse, sea posible, según la frase forense 'no ha lugar', "con que se da a entender que no se puede hacer lo que se pide" (Aut., s. v. 'lugar').
(23) borrar: "metaphóricamente vale obscurecer" (Aut.). Es evidente el sentido figurado con que está empleado aquí.
(24) Así en todos los ejemplares cotejados. Lo correcto, evidentemente, sería 'creeys'.
(25) posponelde: "posponedle", por metátesis, muy común en nuestro poema y en los textos de los Siglos de Oro.
(26) Los dos estados que presenta el cuadernillo en que se sitúa la estrofa no resuelven nunca el error que se produce en estas palabras. Un primer estado lee 'soys testigso' (todos los ejemplares cotejados excepto BPT2), mientras que el segundo, sin duda queriendo corregir la errata, vuelve a equivocarse y presenta la lectura 'soys testigps' (BPT2). Hemos repuesto la palabra tal y como, sin duda, la escribió su autor.
(27) Corrige aquí Murcia de la Llana el original, donde se lee 'conocereys os'. Sin embargo, considero que la correción es errónea a su vez, pues lo ajustado a la frase sería "conoceréys lo".
(28) Es decir, le facilitó buenos vientos para que tuviera una buena navegación.
(29) piélago: "lo profundo del mar" (Cov.). Engolfarse: "cuando las galeras o otros bajeles dejan de ir tierra a tierra y se meten en el golfo, atravesándole por donde no ven otro que agua y cielo" (ibídem).
(30) comedimiento: "vale mesura, cortesía, respeto, ofrecimiento, buena crianza" (Cov., s. v. 'comedido').
(31) Paflagonia es una antigua región de Asia Menor, que limitaba al norte con el Ponto Euxino (el mar Negro). Tras la conquista romana se repartió su territorio entre las provincias colindantes (Galacia y Bitinia) y a fines del siglo III se organizó como provincia aparte. Fue famosa por su caballería.
(32) Los vénetos son un pueblo de la costa septentrional del Asia Menor, citado por Homero en la Ilíada, pero no tienen nada que ver con la fundación de Venecia.
(33) En efecto, Paflagonia se ubicaba entre el Ponto Euxino y la región de Galacia (ésta al sur).
(34) Amastris, ciudad paflagonia a orillas del mar Negro.
(35) Partenio es el nombre de uno de los hijos del adivino Fineo y de un personaje de la Eneida. Se asocia también a un monte y a un hijo de Júpiter y de la ninfa Calixto. No hemos hallado referencias a su condición de río. Tal vez Martínez, una vez más, se limite a emplear un nombre mitológico para designar a uno de sus personajes.
(36) contrapeso: "por translación, vale pesadumbre que se recrece" (Cov.).
(37) ensaño: lo mismo que ensañamiento.
(38) liberal: "el que graciosamente, sin tener respeto a recompensa alguna, hace bien y merced a los menesterosos, guardando el modo debido para no dar en el extremo de pródigo" (Cov.).
(39) tal: "vale assimismo tanto o tan grande. Úsase para exagerar y engrandecer la bondad o perfección de alguna cosa" (Aut.).
(40) montear: "buscar y perseguir la caza en los montes, u oxearla hacia algún sitio u parage donde la esperan para tirarla" (Aut.).
(41) oxeo: 'ojeo', "término de cazadores, o porque han de ir mirando con cuidado, o por la palabra repetida dellos de ox" (Cov.).