Sucédele a Roanisa un caso grave con Anolino, que quiso forçarla y lo puso por obra. Fue socorrida por Felisandro dichosamente, el qual mató a Anolino y a una vieja hechizera que allí avía. Parten juntos Felisandro y Roanisa.
- ¡O bestial apetito, monstruo fiero,
- llama infernal, veneno peligroso,
- torpeza infame, vil despeñadero,
- hediondo zenagal, vicio asqueroso!
- ¿Quién ay que se defienda de tu fuero
- por más que esté en alerta y cuydadoso?
- ¿A quién no han chamuscado tus (1) centellas
- y ofendido el vapor que sale dellas?
- ¡Qué de príncipes vemos que han caýdo
- en este estercolero miserable!
- Artaxerxes, Aruncio, Mirra, Dido (2),
- Tyestes, Hypermestra (3) memorable;
- Valeria, que a su padre adormecido
- hizo dar en un vicio abominable (4);
- los Ptholomeos, Tucia y Agripina (5),
- Alcibíades, Clodio y Messalina (6).
- Guerras, enemistades, disensiones,
- insultos mil, ensayos esquisitos,
- muertes, odios, y vandos, y trayciones,
- con enrredos y embustes infinitos.
- Asoladas provincias y naciones
- por no frenar los baxos apetitos:
- mira en Troya vengança tan estraña (7),
- y destruýda la felice España (8).
- Y a cada passo vemos tantas cosas
- que espantan, pero no nos ponen freno;
- porque nuestras pasiones licenciosas
- hallan franca vivienda en nuestro seno,
- y las negras mugeres peligrosas
- dan fuerças y fomentan el veneno
- con las galas, desgayres y ternura,
- y con su natural trato y blandura.
- ¿Qué pecho de metal podrá librarse
- del resplandor de aquellos dos luzeros,
- a quien vemos rendirse y humillarse
- las bravas onças y los tygres fieros?
- ¿Qué pureza, ¡ay de mí!, podrá escaparsse
- de los blandos alagos lisongeros,
- que con un no sé qué nos enhechizan
- y a mil y mil locuras nos atizan?
- Escusado estará de oy más comigo
- y con quien llanamente lo mirare,
- el que por esta puerta y vil postigo
- robado (9) y descompuesto se hallare,
- porque es diestro y valiente el enemigo
- y no ay fuerça ni maña que le pare,
- sino que, donde siente resistencia,
- muestra más el rigor de su potencia.
- Assí, yo de Anolino no me espanto
- ni de qualquiera cosa que pretenda,
- porque el ansia que tiene y el quebranto,
- no es mucho que le mueva y que le encienda;
- y, aunque le ha de costar eterno llanto
- sin que llegue a gozar la hermosa prenda,
- mejor es pretendiendo amarga muerte
- que dulce vida andando de otra suerte.
- Ya dixe cómo el joven namorado
- llevó un medicamento a la princesa
- porque el dolor del braço mal llagado
- ni un punto ni un instante solo cesa.
- Las damas el jubón (10) la han desnudado,
- pero, aunque mucho en ella se interesa,
- a la vida del moço le importara
- que en su presencia no se le quitara.
- Mas, ni las que lo han hecho advierten esto
- ni la princesa mira lo que se haze;
- que la congoxa del dolor molesto
- qualquier inconveniente allí deshaze.
- Anolino, al amor impío dispuesto,
- con los ojos al alma satisfaze,
- fomentando la llama peligrosa
- que en lo mejor de su ánima reposa.
- Fuera estava de seso y de sentido,
- mirando la más célebre belleza
- que en humano sujeto avía cabido
- desde que començó Naturaleza.
- Parte de aquel tesoro esclarecido,
- del blanco pecho y rara gentileza,
- a vezes sin pensar se descubría,
- con que Anolino más se deshazía.
- Pues ver el bello rostro matizado
- de un subido color qual fina grana,
- más hermoso, más claro y agraciado
- que la diosa se muestra a la mañana,
- ¿a quién, por más que fuera recatado,
- no infundiera un furor y rabia insana,
- y más con la ocasión que se ofrecía,
- pues dentro de sus puertas la tenía?
- A la llaga aplicó el medicamento
- deteniéndose en ello quanto pudo,
- por gozar más de espacio del contento
- que en aquella sazón le tenía mudo.
- La vista ceva en ver el bello asiento
- donde toma reposo el niño crudo (11),
- por el cendal las perlas divisando
- que le van algún tanto levantando (12).
- Pero el yrse de allí le fue forçoso
- por aver acabado a lo que vino.
- Assí, con un furor impetuoso,
- se despidió de todas Anolino;
- y, qual vemos el perro espumagoso (13)
- por todas partes yr con desatino,
- no de otra suerte el pobre amante andava,
- que en un lugar ni en otro reposava (14).
- El ayre con suspiros encendía
- según salen ardientes de su pecho,
- el duro suelo y tierra humedecía,
- corriendo los arroyos largo trecho (15).
- Y con ningún remedio que ponía
- siente alivio ni halla algún provecho;
- sólo descansa imaginando aquélla
- que da muerte y da vida el sólo vella.
- Luego de todo aquesto fue avisada
- una vieja que al joven ha criado,
- la qual, yendo a buscarle apresurada,
- llorando en su aposento le ha hallado.
- Con blando y tierno amor dél abraçada,
- haziéndole gran fuerça, le ha rogado
- la causa de su pena declarasse,
- y que de su remedio descuydasse.
- Anolino encubrir quiso primero
- la vergonçosa causa de su llanto,
- mas no le fue possible ni azedero
- por alcançar la vieja en todo tanto.
- Al cabo, le ha contado por entero
- el discurso del mal, y todo quanto
- con la bella princesa ha sucedido
- desque a su presencia avía venido.
- "-Agora veysme aquí -dixo el amante-,
- cercano a muerte y lexos del remedio,
- porque yo he visto bien en su semblante,
- con ella, en este caso, no avrá medio.
- Avré yo de vivir de aquí adelante
- amando sin consuelo en el comedio,
- aunque será impossible (16) tener vida
- si no es por esta dama socorrida.
- Que no es muger, según que he visto en ella,
- que plata, el oro, perlas ni otra cosa
- basten de su propósito a movella
- para remedio de mi vasca ansiosa.
- Los ruegos no podrán cosa con ella
- y la fuerça, en tal caso, es afrentosa,
- pues quiero antes morir (17) desesperado
- que de tal villanía ser notado.
- Mis agüelos y padres, que vivieron
- en este ancho distrito y fortaleza,
- con las ilustres obras que hizieron
- al cielo levantaron su nobleza;
- pues, ¿cómo que lo que ellos emprendieron
- y acabaron con tanto honor y alteza,
- he yo de deslustrarlo haziendo cosa
- que sea a todo el mundo escandalosa?
- Nunca Júpiter quiera ni permita
- que rinda a tal baxeza mi alma y pecho,
- ni con lo que el infame vicio incita
- dexe el torpe apetito satisfecho;
- antes el coraçón se me derrita
- y mi cuerpo en mil partes sea deshecho,
- que con el detrimento de mi fama
- dé remedio a la ardiente y viva llama."
- Sonrióse la vieja oyendo aquesto
- y dixo: "-Poco alcanças, Anolino,
- pues el fin del presente presupuesto
- le llamas desconcierto y desatino;
- en su principio, Amor siempre es molesto,
- llevando por un áspero camino,
- mas luego con el uso es más tratable
- y a la fin se nos muestra deleytable.
- El que quiere ser próspero y dichoso
- en la amorosa guerra, ha de mostrarse
- en qualquiera sucesso valeroso,
- y por ninguna cosa retirarse;
- a lo vedado y más dificultoso,
- con más osado pecho abalançarse;
- que si del primer lançe no alcançare,
- no se le negará si porfiare,
- porque en aquesta feria, el atrevido
- lleva la mejor parte, y es locura
- pensar que el amador, siendo encogido (18),
- ha de tener bonança ni ventura.
- El temor a las damas es devido,
- mas el usar de tiempo y coyuntura
- a los perfetamente enamorados,
- que a fe no sean por ello desechados.
- No quiero yo, Anolino, aconsejarte
- que en la ocasión presente te abalançes,
- porque esto antes sería despeñarte
- que alcançar el remedio de tus trançes;
- sino que, pues dexaste cautivarte
- y no ay lugar de usar de varios lançes,
- usemos de cautela conveniente
- según la calidad del mal presente.
- Y pues nos falta (19) el tiempo (el qual pudiera
- poco a poco ablandar la hermosa dama,
- si, como va de paso, aquí estuviera
- y alcançara a entender tu amor y llama),
- hase de remediar de otra manera
- sin que pierdas ni un punto de tu fama
- ni venga ella a entender quién ha gozado
- lo que viere después que le ha faltado.
- Lo qual se ha de ordenar de aquesta suerte:
- en la cena unos polvos la echaremos
- con que un sueño que iguale con la muerte,
- con gran facilidad la acarrearemos;
- y, por si del tal sueño se despierte,
- de los pies y las manos la ataremos
- a las cuatro colunas de la cama,
- donde goze tu pecho de lo que ama.
- Después podrás negar, si se quexare
- de que entre sueños tal la ha sucedido;
- mas si antes del efeto despertare
- y fueres llanamente conocido,
- no ayas miedo que a tal tiempo repare
- en te aceptar por su único marido,
- y, ora te acepte o no, sigue la empresa,
- pues tanto en proseguirla se interesa;
- que, aunque se muestre entonces enojada,
- y, al parecer, a la obra contradiga,
- en lo interior entiende que la agrada
- y que gusta tu intento se prosiga,
- pero, con todo, quiere ser forçada;
- que la vergüença natural la obliga
- a no dar muestra clara y evidente
- de todo lo que dentro el pecho siente."
- Fácilmente el rendido de Anolino,
- por gozar lo que tanto desseava
- en el concierto de la vieja vino
- y el efeto del caso (20) apressurava.
- Con todo el aparato que convino,
- la cena a la princesa se llevava,
- aviendo ya la vieja en ella echado
- el soñoliento çumo destemplado (21).
- La princesa, del caso descuydada,
- cenó con gran contento y alegría,
- y la embaydora vieja amaestrada (22),
- a que comiesse más la persuadía.
- La peligrosa cena fue acabada,
- y, quando ya el efeto se sentía,
- la dexaron a solas, porque huviesse
- lugar que la maldad se concluyesse.
- Passada un hora, el moço enamorado
- recogió a cada qual en su aposento,
- y, aviendo a su castillo buelta dado,
- determinó dar fin a su tormento
- y de sola la vieja acompañado,
- con passos de ladrón y mucho tiento,
- llevando una lanterna (23), al lugar vino
- donde lo necessario se previno.
- Lo primero, las armas apartaron
- y en un lugar oculto las pusieron;
- por de dentro las puertas atrancaron,
- que no estar bien seguros entendieron.
- Las blancas manos y los pies la ataron,
- según la traça y orden que antes dieron,
- con fuertes laços bien aposta hechos,
- porque no fuessen rotos y deshechos.
- Apartaron la ropa hazia el un lado,
- descubriendo la más sin par belleza
- que hasta aquella sazón avía criado
- en la ancha tierra y mar Naturaleza:
- el alabastro y mármol más nombrado
- pierden su blanco lustre y su pureza,
- puestos junto a esta fuente de hermosura,
- remate, abismo y centro de blancura.
- El dorado cabello suelto estava
- como madexas de oro amarañadas,
- que con el blanco cuello se abraçava
- haziendo mil enrredos y laçadas;
- la lisa frente más se hermoseava,
- y las bellas mexillas encarnadas,
- con el sossiego grande y el reposo
- que acrecentava el lustre milagroso.
- Y con descuydo estava el blanco pecho
- sin el sutil cendal que le cubría,
- que más de leche o blanca nieve hecho
- que de otra humana cosa parecía (24)
- los dos secretos y el camino estrecho
- que los deshermanava y dividía.
- El blanco cuello, liso, alabastrino,
- todo parece un cielo cristalino.
- Lo restante, que es resto en que se suma
- quanto puede alcançar humano buelo
- (quedando atrás la más gallarda pluma,
- aunque la corte el gran señor de Delo (25)),
- tenía la perfeción y alteza suma
- que en un cuerpo mortal ver puede el cielo;
- la proporción, el lustre y todo quanto
- bastava a dar, al más discreto, espanto.
- Pasmó en viéndolo el joven Anolino
- y, absorto, escudriñava tal belleza,
- contemplando aquel bulto cristalino,
- retrato de divina gentileza.
- "-¿Qué locura es aquesta, y desatino?
- -la vieja dixo-. Expele la pereza,
- ¡o floxo y tibio!, abrevia, porque es tarde
- y no quiere esta empresa hombre covarde."
- El desdichado moço, apercebido,
- quiso poner por obra el loco intento,
- mas no sé yo quál dios, enternecido
- de la princesa y su merecimiento,
- de los hermosos miembros ha espelido
- el vapor de las yervas soñoliento,
- dexando las potencias sin el vicio (26)
- que estorvava no hiziessen su exercicio.
- Con sobresalto despertó Roanisa
- sintiéndose tocar de agena mano,
- y para se cubrir da mucha prisa;
- mas todo quanto intenta sale en vano,
- que apenas sobre sí tiene aun camisa (27):
- lo más está patente al ciego insano,
- y de suerte ella atada, que es locura
- pensar romper por fuerça la atadura.
- No sabré yo dezir enteramente
- lo que sintió la triste en este trance,
- donde la vasca de Anolino siente
- ha de seguir el amoroso alcance.
- Para se defender se ve impotente,
- huyr no puede el afrentoso lance;
- determinó frenar la rabia fiera,
- y al mancebo ablandar desta manera:
- "-Anolino: mal término has usado
- para gozar del bien que desseavas,
- que, como tú me huvieras avisado,
- vieras quánto mejor lo negociavas,
- porque Amor, y el deleyte desseado,
- no dexa a las mugeres ser tan bravas
- que no nos sugetemos y rindamos
- a sufrir lo que tanto codiciamos.
- Mas averme assí puesto, no lo has hecho
- con devida criança y cortesía,
- que de qualquiera suerte, en tu provecho
- redundara el amor que te movía.
- Y, pues eres de aquesto satisfecho,
- y gozar quieres la belleza mía,
- hágasse con la justa reverencia,
- que no hazer, te prometo, resistencia.
- Soltadme, vida mía, y libremente
- nos gozemos los dos con amor puro;
- que, si vos me tenéys amor ardiente,
- no ser menor el mío os asseguro.
- Tenerme maniatada no es decente;
- soltadme que, por Júpiter, os juro
- de no huÿr de vuestra compañía,
- si comigo tratáys con cortesía."
- Estuvo a la soltar determinado,
- mas resistió la vieja empedernida,
- incitando al amante desdichado
- a gozar de la joya esclarecida.
- Resuelto, en fin, el joven namorado
- a salir con la empresa o sin la vida,
- a la princesa dixo perdonasse
- y que del amor sólo se quexasse.
- Viendo pues la princesa el daño al ojo (28)
- y que evitar la fuerça no podía,
- y que el divino y desigual despojo
- sin ser más en su mano (29) se perdía,
- abrió francas las puertas al enojo,
- que encubierto hasta allí la triste avía,
- y, forcejando al uno y otro lado,
- a dezir desta suerte ha començado:
- "-¡Traydor, perverso, infame, abominable!
- ¿Qué te ha movido a usar tan gran baxeza
- que, por un passatiempo deleznable,
- quieras comigo usar tanta vileza?
- ¡O dioses, ampará (30) esta miserable
- o quitadme la vida con presteza;
- que por mejor terné temprana muerte
- que verme deshonrada desta suerte!"
- Anolino, entre tanto, no dormía,
- mas, aunque la princesa estava atada,
- en alguna manera resistía
- a la furia del joven endiablada.
- Mas evitarlo todo no podía,
- que ya andava la mísera cansada,
- y tanto estava el moço más osado
- quanto le era su intento más vedado.
- Acuérdase Roanisa en aquel punto
- mil vezes de Venancio, su profeta,
- que le anunció su daño todo junto
- si ella fuera más cuerda y más discreta.
- Invoca en su favor el ya difunto,
- mas justo es que a tal caso se someta
- quien olvida el consejo del amigo
- y se quiere fiar de su enemigo.
- Apuradas las fuerças de la dama,
- y ya llegada al punto postrimero
- en que el valor y alteza de su fama
- yva a dar en un vil despeñadero,
- a Felisandro a boz en grito llama,
- diziendo: "-¡O mi descanso verdadero!
- ¡Quién pudiera avisarte lo que pasa
- y cómo te saquean oy tu casa!
- ¡El despojo que tanto has desseado
- oy le lleva tu pérfido enemigo!
- ¡Socórreme, bien mío, que es forçado
- perder la vida y no me ver contigo!
- Estarás, Felisandro, descuydado
- de lo que este traydor usa comigo.
- ¡O cielo! ¡O diosas sacras, ayudadme
- o en el profundo infierno despeñadme!
- No quiso de Roanisa la ventura
- que tan grande baxeza y villanía
- llegasse a la infelice coyuntura
- en que su vida o muerte consistía;
- antes, al postrer punto y apretura,
- el socorro le embió que convenía,
- despertando al del Fénix, que a su lado
- estava, a la sazón, aposentado,
- que ya os acordaréys que avía venido,
- al tramontar del sol, a aquella parte,
- después que concluyó al descomedido
- que se preciava más que el fiero Marte.
- Anolino en la fuerça le ha metido,
- y puso en le curar su industria y arte,
- dándole un aposento acomodado
- donde pudiesse estar más regalado.
- Un tabique delgado dividía
- los aposentos suyo y de Roanisa;
- a la sazón, con gran quietud dormía
- quando ella le llamava a toda prisa.
- Entre sueños soñava que la oýa,
- y assí, saltó ligero y en camisa,
- y de dos golpes derribó un pedaço
- por donde pudo entrar sin embaraço.
- Visto aquel espectáculo increýble
- y a su diosa en el punto que he contado,
- con ira y con enojo no increýble
- arrebató del impío namorado,
- y, aunque Anolino en fuerça era terrible,
- entre los duros braços le ha apretado
- de suerte que, en un punto, la impía vida
- quedó a la dura parca sometida.
- La vieja, como vio lo que passava,
- con presteza salió del aposento
- por no esperimentar la furia brava
- del vengador del fementido intento.
- Viendo el Fénix que no se meneava
- el desdichado, falto ya de haliento,
- a su Roanisa buelve que, llorando,
- lo que passava estava contemplando.
- "-¿Qué es esto -dixo-, vida de mi vida,
- descanso de este espíritu amoroso?
- ¿Qué diosa injusta avrá tan ofendida
- que un castigo ordenasse tan furioso?
- Paraýso do mi ánima afligida
- tiene su gloria puesta y su reposo;
- ¿qué coraçón tan duro pudo ataros,
- pues cosa era más justa el adoraros?"
- La afligida señora no responde,
- que la congoxa y llanto se lo veda;
- antes, quanto ella puede el rostro esconde,
- que de honesta ninguna ay que la exceda.
- Felisandro a su gusto corresponde
- cubriendo aquel tesoro que allí queda
- y desatando los perversos laços
- de los nevados pies y tiernos braços.
- Tanto se han los cordeles apretado
- con la fuerza también que allí hazía,
- que la marmórea carne avían cortado,
- y la sangre por partes mil corría.
- El coraçón al Fénix ha rasgado
- el ver tan mal tratada su alegría,
- y con ardientes lágrimas bañava
- el lugar del cordel que desatava.
- Jura de no dejar persona viva
- ni piedra en la malvada fortaleza,
- y assí, con una cólera excessiva,
- sus armas se ha vestido con presteza;
- que de sentido la maldad le priva,
- y, quanto más repara en la baxeza,
- más causas y motivos se le ofrecen
- que más le encolerizan y embravecen.
- Roanisa, en aquel punto no olvidada
- de la justa piedad y real clemencia
- que le fue por Venancio encomendada
- quando profetizó estotra insolencia,
- a la saña se opuso arrebatada
- de Felisandro, dándole advertencia
- de que a sola la vieja castigasse
- y a la restante gente no tocasse.
- Levantóse con esto de su lecho
- y, ayudándola el Fénix, se ha vestido,
- de verla en su poder bien satisfecho,
- aunque del bravo caso encruelezido.
- Mas, quando ya el vestir estuvo hecho,
- las armas sin igual no han parecido,
- dado que (31) las buscaron bien de intento
- no dexando rincón del aposento.
- Con aquella lanterna se salieron
- los dos por la espaciosa fortaleza;
- alboroto o ruÿdo no sintieron
- en toda aquella máquina y grandeza.
- A dar, después de un rato, entrambos fueron
- en una soterránea (32), oculta pieza,
- donde un lamento mísero se oýa,
- que con algún temor se reprimía.
- Felisandro rompió la cerradura
- y dentro de la sala ambos entraron,
- y, en un retrete estrecho y parte escura,
- más de veynte mugeres encontraron,
- las quales, con gran muestra de amargura,
- las dolorosas bozes levantaron
- luego que entrar los dos amantes vieron
- al lugar do medrosas se escondieron.
- Avían muerto las luzes (33) en sonando
- el romper de las puertas y el ruÿdo,
- evitar desta suerte procurando
- el rigor de aquel braço esclarecido.
- Mas su postrera suerte ya mirando,
- entendiendo su fin aver venido,
- las unas con las otras abraçadas
- davan bozes al cielo levantadas.
- Mas Roanisa, tomando allí la mano
- (como a quien más el llanto enternecía),
- con rostro afable y con semblante humano
- que dexen de llorar las persuadía:
- "-Sólo -dixo- aquel moço (más liviano
- de lo que mi grandeza permitía),
- mereció dura muerte, y esta maga
- llevará la decente y justa paga."
- La vieja, que se vio ser conocida,
- temerosa, llorando arrodillada,
- pide que se le dé en merced la vida,
- pues ya quedó en el moço bien vengada.
- Roanisa la mandó que, resumida,
- contasse la maldad jamás pensada,
- porque nadie del mundo presumiesse (34)
- aver muerto el traydor sin que ofendiesse.
- Luego lo relató como passava,
- y que ella le incitó a la alevosía;
- porque vio que el vivir se le acabava
- y valerse de otra arte no podía.
- Una hermana del joven, que allí estava
- (dama de gran belleza y gallardía),
- dixo que con razón llevó el castigo,
- pues de lo justo fue tan enemigo,
- y que ella merecía la mesma pena
- por averle movido y ayudado
- con mezclar los venenos en la cena
- y en todo el caso averle acompañado.
- "-Pues esta dama hermosa te condena
- -dixo el Fénix-, vivir es escusado."
- Assí, a cozes la embió al Estigio lago (35),
- donde llevasse el merecido pago.
- A las demás mugeres consolaron,
- y a la hermana del príncipe Anolino,
- las quales los castigos aprovaron
- en vengança del impío desatino.
- A todos los de casa despertaron,
- quando la blanca diosa en el divino
- y celebrado Oriente se assomava
- y la lóbrega noche ahüyentava.
- Diósseles del sucesso entera cuenta,
- diziendo Felisandro de esta suerte:
- "-Ninguno ay, cavalleros, que no sienta
- ver sepultado el moço en dura muerte,
- pero jamás faltó pena y afrenta
- al hombre que no mira y que no advierte
- lo que puede seguirsse (36) de lo que haze
- quando a su infame gusto satisfaze.
- Creedme que, si no me detuviera
- la que me puede dar la muerte o vida,
- que antes que el claro sol su luz nos diera
- quedara aquesta fuerça destruyda,
- y persona viviente no pudiera
- apaziguar mi cólera encendida,
- sino que todos quantos oy topara,
- al tenebroso infierno los embiara.
- Pero el sagrado Jove omnipotente
- a mi diosa mandó que me avisasse
- que, en esta coyuntura y mal presente,
- el ímpetu furioso refrenasse,
- y que la fortaleza, con su gente,
- sin dañarlos en cosa los dexasse,
- castigando al que sólo fuesse hallado
- en semejante caso estar culpado.
- Ya pagaron los impíos malhechores
- y yo he quedado, en parte, satisfecho;
- sólo resta avisaros seays mejores,
- escarmentando en lo que aquí se ha hecho:
- que los eternos dioses vengadores,
- amigos de justicia y de derecho,
- no permiten que cosa semejante,
- sin castigo exemplar passe adelante.
- Aquí os queda Mergelia por señora
- -que assí la hermosa dama era llamada-,
- de quanto en esta tierra vive y mora,
- y quiero por princesa sea jurada.
- Y, aunque de aquí me véys que parto agora,
- presto daré la buelta en la jornada,
- y quien la huviere en algo deservido (37)
- veréys a qué castigo es sometido."
- Todos, sin resistirle, confirmaron
- lo que el bello donzel avía propuesto;
- el castigo del príncipe aprovaron
- como de hombre traydor y deshonesto.
- A Mergelia, también, todos juraron
- con prompta voluntad y alegre gesto,
- quedando cada qual bien satisfecho
- de la razón con que era todo hecho.
- Roanisa y el Fénix los rogaron
- que buscassen las armas que faltavan,
- y unos y otros, cuydosos, las buscaron,
- porque servir a entrambos desseavan.
- Después de largo rato las hallaron,
- a los dos las trayendo que aguardavan,
- y, armada la princesa, se partieron
- aquellos dos que iguales no se vieron.
- Roanisa va cuydosa y pensativa,
- rabiosa de su olvido en lo importante,
- y más su gran dolor y pena aviva
- la que muestra llevar su fino amante.
- Yendo los dos por una sierra arriba
- vieron un cavallero viandante,
- con buen donayre y cuerpo bien tallado (38),
- de unas armas finíssimas armado.
- Bolvió a mirar los célebres guerreros
- que, alçadas las viseras, caminavan
- y, con passos cuydosos y ligeros,
- al través por el monte se emboscavan.
- Mas, por provar su fuerça y sus azeros
- y por saber también adónde estavan,
- calando las viseras buelta dieron
- y al passo (39) al cavallero se pusieron.
- Pero, quando el guerrero cerca vino,
- conoció Felisandro su cavallo;
- assí, determinarse le convino,
- por mal o bien, tratar de recobrallo.
- Llegando el cavallero peregrino,
- el Fénix començó a desengañallo,
- pidiendo su cavallo le tornasse
- o que sobre tal cosa perdonasse (40).
- "-Quisiera -respondió- tener licencia
- para os poder servir graciosamente (41),
- sin venir a las armas y violencia
- por defender el animal presente;
- mas Amor me ha rendido a la obediencia
- de una dama divina, aunque inclemente."
- De lo qual trataré en estotro canto,
- que no puedo dezir de una vez tanto.
CANTO XXXI
NOTAS:
(1) Rectifico la errata del original, que lee 'sus', siguiendo el testimonio de Murcia de la Llana.
(2) Con el nombre de Aruncio hemos hallado a un historiador latino del tiempo de Augusto que imitaba a Salustio, pero no hay constancia de que llevara una vida depravada. Mirra es un personaje mitológico: fue hija de Cíniras, rey de Pafos, y, según otros, de Tías, rey de Asiria. Se unió carnalmente a su padre y concibió a Adonis. También se la conoce como Esmirna. Dido fue la amada de Eneas, que tras la partida de éste se arrojó a una pira ante el horror de no volver a verle y gozar de su amor. Para lo referente a Artajerjes, vid. nota a XXV, v. 31.
(3) Tieste es un personaje mitológico, hijo de Pélope e Hipodamia. Al parecer tuvo relaciones ilícitas con su cuñada Aeropea, con quien estaba conjurado para arrebatar el poder a su hermano Atreo. Hipermestra es una de las Danaides y la única que, ante el amor que siente hacia su marido Linceo, no le mató en la noche de bodas, como había previsto su padre, Dánao.
(4) Valeria es un personaje mitológico. Fue hija de Valerio, con quien mantuvo relaciones íntimas de las que nació Egipán.
(5) Algunos de los Tolomeos (reyes de Egipto en los cuatro siglos anteriores al nacimiento de Cristo) observaron una conducta sexual poco edificante, como Tolomeo VIII, que se casó con su sobrina y, en segundas nupcias, hizo lo propio con la hija de aquélla, o como Tolomeo XIV y su hermano Tolomeo XV, casados ambos con su hermana, la célebre Cleopatra. Tucia o Tuccia fue una vestal que, acusada de haber violado su voto de virginidad, probó su inocencia llevando agua en una criba desde el Tíber al templo de Vesta, según la leyenda. Agripina es Julia Agripina, hija de Germánico y Agripina y esposa del emperador Claudio. Se caracterizó por su ambición y su conducta disoluta.
(6) Alcibíades, político y militar ateniense (450-404 a. C.). Era sobrino de Pericles y discípulo de Sócrates. Destacó como guerrero. Publio Clodio Pulcro fue un político romano. De él se cuenta que logró entrar disfrazado de mujer en una fiesta prohibida a los hombres, con la ayuda de su amante Pompeya, la esposa de Julio César. Valeria Mesalina (15-48) fue la tercera mujer del emperador Claudio y se caracterizó por llevar una vida dedicada al sexo y a todos los vicios con él relacionados.
(7) Como es sabido, la guerra de Troya se origina por una mujer, Helena, la esposa de Menelao raptada por Paris.
(8) Ya nos hemos referido en otra ocasión a la pérdida de España, provocada por los amores ilícitos del rey don Rodrigo, el último godo, y Florinda la Cava, hija del conde don Julián quien, enfadado por lo que considera una traición del rey, deja entrar en la península a los árabes. Vid. nota a III, 512.
(9) robar: "metaphóricamente vale atraher, con eficacia y como violentamente, el afecto u ánimo" (Aut.).
(10 jubón: "vestido justo y ceñido que se pone sobre la camisa y se ataca con las calzas" (Cov.).
11 Se refiere a los pechos de la doncella, que se entreven a través del cendal que apenas los cubre, como se dice en los versos siguientes. El 'niño crudo' es el recién nacido, que aún no está maduro y que, además, se alimenta y 'toma reposo' en los pechos de la madre.
12 Metafóricamente alude a los pezones, que realzan la silueta de la doncella.
13 espumagoso: 'espumajoso', "lleno de espuma" (Aut.). Alude a la imagen del perro rabioso, que echa espuma por la boca, como símil de la actitud de Anolino, cuyos instintos han templado su apetito sexual ante la visión delas lindezas de Roanisa. Ya arriba se refirió el narrador a la rabia como una característica de este caballero (v. 86).
14 Hay una variante que obedece a la existencia de dos estados en este cuadernillo. Nuestro texto lee 'ni en otro repoasva' (lo mismo que los ejemplares BPT1, BNM4, BNM5, RAE, Palacio, UCM y Lisboa). Corregimos con el resto de los ejemplares que, siguiendo el otro estado, leen correctamente.
15 Hipérbole muy común en toda la literatura clásica, por medio de la cual se pondera el dolor de alguien, capaz de hacer brotar lágrimas en forma de arroyos.
16 El verso, en el original, lee 'será cosa impossible'. La errata (que produce un verso de trece sílabas) es recogida por Murcia de la Llana, pero con una referencia equivocada, ya que lo sitúa en el segundo verso del folio, cuando, en realidad, se halla en el vigésimo tercero.
17 El original repite, tras 'morir', el adverbio 'antes', que suprimo siguiendo la fe de erratas de los preliminares.
18 encogido: "algunas veces vale ser corto y no osar decir ni hacer lo que querría" (Cov.).
19 Corrijo el original siguiendo el testimonio de las erratas, y transcribo 'pues nos falta' en lugar de 'pues no falta', como figura en el texto.
20 caso: "algunas veces significa lance, ocasión y coyuntura" (Aut.).
21 destemplar: "destemplar la bebida, ponerla al fuego para que pierda su rigor" (Cov.). La vieja hechicera ha preparado un bebedizo a Roanisa que le ha de producir un profundo sueño.
22 amaestrado: "enseñado y adestrado en alguna arte, ciencia o habilidad" (Aut.).
23 lanterna: "la torrecilla de hojas de cuerno o de láminas de vidrio o hoja de lata, adonde llevamos encendida luz y encerrada, porque el aire no nos la mate" (Cov.).
24 Extraña concordancia no por eso menos usual en el poema. Aunque cabría la posibilidad de una errata (no muy clara, pues rompería la rima consonante), me inclino a creer que Martínez ha considerado como una unidad plural 'los dos secretos', por referirse metafóricamente al 'blanco pecho' (v. 273).
25 El 'señor de Delo' es el dios Apolo quien, entre otros atributos, fue adorado como dios de la poesía, la música y las artes. De ahí que la pluma que ha de describir, inútilmente, la belleza de Roanisa pudiera ser cortada por este dios
26 potencias: "por antonomasia se llaman las tres facultades del alma de conocer, querer y acordarse, que son entendimiento, voluntad y memoria" (Aut.). Vicio: "se toma también por el hábito malo, como opuesto a la virtud" (ibídem). Este último vocablo ha de entenderse en sentido figurado.
27 camisa: "la vestidura de lienzo que el hombre trae debajo de la demás ropa, a raíz de las carnes" (Cov.).
28 al ojo: "cercanamente" (Aut.).
29 sin ser en su mano: lo mismo que 'no ser en su mano', "ser imposible" (Fontecha).
30 ampará: "amparad".
31 dado que: 'dar', "conceder, suponer, sentar, convenir en una proposición" (Aut.). Entendemos aquí que se da por supuesto que buscaron las armas con intención de encontrarlas ('de intento').
32 soterráneo: "lugar debajo de tierra" (Cov.).
33 avían muerto las luzes: 'habían matado las luces'; 'matar', "por apagar el fuego o la luz, como matar las velas" (Cov.).
34 presumir: "sospechar alguna cosa" (Cov.).
35 La laguna Estigia, a las puertas del infierno, según la mitología clásica. Vid. nota a XXV, 219.
36 seguirsse: 'seguirse', "se toma también por originarse o causarse una cosa de otra" (Aut.). La forma con doble s en el pronombre enclítico es a todas luces errónea, pues no corresponde a un tipo de pronunciación que afectara al fonema en esta posición.
37 deservir: "contrario de servir; cuando en lugar de dar contento, se da enojo" (Cov.).
38 bien tallado: "se dice de la persona que tiene airoso y bien compuesto el cuerpo y talle" (Aut.).
39 al passo: "vale también al encuentro" (Aut.).
40 perdonar: "se usa también para pedir cortesanamente licencia de decir o hacer alguna cosa en que pudiera haber reparo sin ella, o para excusarse de hacerla" (Aut.). La licencia pedida en este caso es la de combatir con el caballero.
41 graciosamente: "vale también sin premio ni interés alguno, phýsico o moral" (Aut.).