C A N T O III
- UN coraçón de gloria desseoso,
- sin interés, por sola la honra pura,
- se atreve a qualquier trance peligroso,
- al caso más dudoso se aventura.
- No goza de quietud, huye el reposo,
- desprecia los regalos de hermosura
- hasta averse con fama aventajado
- rindiendo al enemigo en campo armado.
- Al valeroso Sarpe assí le avino (1),
- que más que su vivir la honra estimava.
- Assí, le pareció aquél buen camino
- para alcançar el nombre a que aspirava.
- Oyen los dos la trompa y, con buen tino
- (que cada qual victoria desseava),
- se vienen a encontrar, pero el primero
- Corvato llega, como más ligero.
- Dos diamantinas rocas deshizieran
- si con las gruessas lanças las tocaran,
- ambos a duras muertes se rindieran
- si las templadas (2) armas no estorvaran.
- Mas, como si en el ayre se hirieran (3)
- y en los petos las hastas no quebraran,
- se passaron los dos fuertes y essentos,
- sin se descomponer de sus assientos.
- Parece a cada qual duro el encuentro
- y diestro su enemigo, y alentado,
- pero con el ardor que incita dentro,
- dan la buelta a seguir lo començado.
- La tierra se apretó contra su centro,
- el pueblo se mostró tan admirado
- que respirar apenas se atrevía
- y, estando en sus tablados, aun temía.
- Las lanças en hastillas discurrieron
- por la región del ayre largo trecho
- y, después de algún tiempo, decendieron,
- el palo buelto en fuego y polvos hecho.
- Los guerreros, que assí sus lanças vieron,
- los troços arrojaron con despecho
- y en alto las espadas ambos llevan
- que no ay a quien no asombren y no muevan (4).
- Mas no era maravilla, que en fin eran
- de prueva estraña y rara fortaleza,
- y oponerse los dos muy bien pudieran
- a los más señalados en braveza;
- los poderosos braços deshizieran
- a quantos no alcançaran tal fineza
- en las templadas armas y en escudo,
- según que el golpe fue terrible y crudo.
- Hiérense por la yzquierda y diestra parte
- con fortaleza tanta y tanto tiento,
- que al bravo Alcides (5) o al furioso Marte
- bastara a amedrentar su movimiento.
- Vese en su punto aquí la bélica arte
- y la cólera puesta en su elemento,
- pues no pierden sazón los dos guerreros
- de darse, recibiendo, golpes fieros.
- Andan en fuego ardiendo y viva saña,
- sacando de los yelmos mil centellas;
- retumba el gran sonido en la campaña,
- respondiendo en su esfera6 las estrellas;
- cada qual, con ardid y presta maña,
- repara las heridas, que con ellas
- (si la fineza y temple no impidiera),
- el más esclarecido se rindiera.
- Sarpe, cuyo cavallo era ligero,
- hiere al contrario con mayor presteza,
- porque, como destríssimo guerrero,
- acude con más maña y más viveza.
- A Clarimante dio golpe tan fiero,
- que le dexó atronada la cabeça,
- en la mitad del día viendo estrellas,
- relámpagos, vislumbres (7) y centellas.
- Llévalo su cavallo sin sentido
- y arremetió el de Frigia presuroso,
- que del golpe segundo le ha herido;
- mas fue con poco tiento (8), aunque dañoso.
- Clarimante, tornando del olvido
- y viéndose en un trance tan dudoso,
- afirmando los pies en los estrivos,
- temblar hizo los muertos y los vivos.
- Arremete con ánimo sobrado,
- a dos manos alçó la aguda espada.
- Sarpe, baxo el escudo barreado (9),
- espera aquella furia arrebatada.
- Hirióle de un gran golpe por un lado
- del fuerte morrión (10) que, a yr governada
- la espada con más tiento (11) y menos saña,
- por suya se quedara la campaña.
- Con todo, fue de tan mortal pujança,
- que por ojos, narizes y por boca,
- sangre en copiosa vena fuera lança (12),
- que lástima y piedad mueve y provoca.
- A su acuerdo bolvió y tornó a la dança,
- hiriéndose ambos, como a fuerte roca
- quando los bravos vientos la hazen guerra
- sin la mover ni un punto de la tierra.
- Anduvieron gran rato de esta suerte,
- no aviendo entre los dos ventaja alguna,
- aunque el menos herido espera muerte,
- muerte que no les fuera ya importuna.
- La pujança de entrambos era fuerte,
- mas ývase cansando la fortuna,
- la qual quiso neutral fuesse la gloria
- y que nadie gozasse la victoria.
- A un punto levantaron los dos braços
- descargándolos ambos a un momento;
- pensaron dividirse en mil pedaços
- según fue de furioso el movimiento.
- Cessaron las contiendas y embaraços (13),
- que el uno, sin sentido y sin aliento,
- se quedó suspendido hazia delante,
- y éste fue el jactancioso Clarimante.
- En el postrero arçón Sarpe ha caýdo,
- entrambos los cavallos rodillaron;
- levantóse en el vulgo un alarido
- con que los tenues vientos se ocuparon.
- Sintióse, estando en esto, un gran ruÿdo,
- y fue que por la hermosa plaça entraron
- quatro hombres con la barba larga y cana,
- vestidos todos quatro a la africana.
- Tras ellos vienen luego seys donzellas
- a Venus despreciando en la hermosura,
- como si aparecieran seys estrellas
- en temporal nubloso y noche escura.
- Traen preciosas guirnaldas todas ellas
- con tanta gracia, ornato y apostura,
- que de los justadores más de ciento
- dexaron el primero alojamiento (14).
- Luego un hombre se sigue, y una dueña (15),
- sin cortesano trage ni primores,
- el vestido común, larga la greña (16),
- un cayado y çurrón, como pastores.
- Ella, de rostro y vista algo alagüeña,
- aunque no para dar pena de amores.
- Tras éstos, seys jayanes (17) fieros vienen
- que cuydado de un bello coche tienen.
- Bien ocho pies, y más, qualquier tenía;
- vestido de pellejos de las fieras
- que África en sus desiertos tiene y cría
- (como son pardos (18), hyenas y panteras),
- debaxo la armadura parecía (19)
- de fuerte azero y mallas estrangeras,
- y por dura celada y morrïones
- traen las fieras cabeças de dragones.
- Hachas y partesanas (20) en las manos,
- con semblante que causa espanto el vellos.
- Al parecer son bravos, inhumanos,
- passavan de los ombros sus cabellos.
- Tras aquestos se siguen dos enanos (21)
- en dos grandes frisones (22) y, como ellos
- eran tan pequeñitos, en tal guisa
- causaron en el pueblo estraña risa.
- Entró después el coche más hermoso
- que jamás vieron ojos en la tierra:
- la caxa (23) es de marfil y oro precioso
- que Ofir (24) en sus secretos senos cierra.
- Doze cavallos del vergel hermoso
- de la elysia (25) dehesa y fértil sierra;
- blancos quatro, sin mancha alguna o pinta,
- dorados quatro y quatro como tinta.
- Los frenos de puro oro fabricados,
- las riendas de oro y seda entretexido (26);
- por un diestro cochero governados
- y de ellos, donde quiera, obedecido.
- La cubierta y los dos hermosos lados
- de telas y brocado enriquecido,
- cubiertos yvan por de dentro y fuera,
- que a los ojos más reales (27) suspendiera.
- En medio, fabricado de diamantes,
- esmeraldas, rubíes y pedrería,
- que, a los ojos del cielo semejantes,
- la más obscura noche tornan día.
- Un trono, por la mano de Taumantes
- (mago de singular sabiduría),
- puesto está, donde viene una donzella
- que tiene la beldad invidia de ella.
- Cabello de oro, frente alabastrina,
- mexillas de purpúrea flor o rosa (28).
- Los labios de coral, donde se inclina
- y toma un nuevo ser la habla graciosa;
- en fin, toda parece más divina
- que no de aqueste mundo mortal cosa:
- las inmortales almas hiere y mata
- y los essentos pechos prende y ata.
- Al lado, en un cavallo overo (29), hermoso,
- un gallardo mancebo viene armado
- excepto el fino yelmo, que enfadoso
- le pareció para el camino usado.
- Un morado sombrero trae, vistoso,
- con diferentes plumas adornado,
- armas resplandecientes, encantadas,
- de azul, de oro, de perlas mil sembradas.
- Vienen ambos parlando en varias cosas:
- ya de sucessos proprios, ya de agenos;
- ora de las florestas deleytosas,
- de bosques, ora, fértiles y amenos;
- a vezes de batallas peligrosas,
- otras, del bravo mar y de sus senos.
- Assí entraron los dos con gran sossiego
- al público lugar del mortal juego.
- Llevaban a los dos fuertes guerreros,
- que, como en lo passado refería,
- quedaron, según ley de cavalleros,
- sin que entre ellos huviesse mejoría,
- hombres de la ciudad y forasteros,
- en triste y lamentable compañía;
- de la anchurosa plaça los sacaron
- y en el palacio real los albergaron.
- Ya el ardiente planeta apresurava
- su carrera al profundo mar salado,
- donde, de la fatiga que llevava,
- fuesse por bellas ninfas reparado (30).
- Al sabido lugar se trastornava (31),
- dexando el emisferio (32) sepultado
- en las tinieblas de la noche escura,
- que con ligero buelo se apresura,
- quando, do el rey estava se allegaron
- los venerables viejos que venían
- (que luego el tardo passo apresuraron
- para manifestar lo que querían);
- en presencia de quien se arrodillaron
- y, oyéndolo la corte, le dezían
- venir allí una reyna esclarecida,
- de la instable (33) fortuna perseguida.
- "-Es dama -dixo el uno- en quien se halla
- quanto buscar se puede en nuestra era (34),
- si dexassen los hados de acosalla
- y de tomar vengança de ella, fiera.
- Viene a pedir socorro, por batalla,
- que no puede reynar de otra manera,
- como, si das licencia, ¡o rey Antero!,
- ella lo explicará más por entero.
- Hija es de un rey famoso, engrandecido,
- de peregrino esfuerço y soberano,
- a quien por su destreza fue rendido
- el ancho, fértil reyno tolietrano (35).
- La historia es admirable, y assí pido
- que de buena amistad nos des la mano.
- Llevaremos respuesta a quien la aguarda,
- que no será, en pagarla, un punto tarda."
- Baxó el rey de los altos miradores,
- mostrando de su mal tener manzilla (36),
- de príncipes cercado y de señores
- y de la militar diestra quadrilla.
- Rosania, viva ardiendo en sus amores,
- también salió, a su tiempo, a recebilla,
- y porque ya el Sol se yva a do se encierra,
- mandó que alçassen mano de la guerra.
- Al palacio del rey fue acompañada
- de cavalleros, damas y princesa,
- y de gallarda y bella fue alabada
- entre los que a la ver venían apriessa;
- su gente en otra parte acomodada,
- que de alabar a Antero nunca cessa.
- En palacio el guerrero se ha quedado,
- aquél, digo, que siempre anda a su lado.
- Después que fue la cena concluýda,
- las mesas levantadas de su assiento (37),
- la dixo el sabio rey: "-Si soys servida,
- hermosa dama en quien mil gracias siento (38),
- contadnos la ocasión entristecida
- que os trae al bravo ysleño alojamiento,
- de clima tan remoto y fértil tierra
- al reyno elado, ardiendo en viva guerra.
- Que, aunque mi petición os sea cansada (39)
- no os lo aviendo primero yo servido,
- tanto en más la merced será estimada
- quanto con menos causas os lo pido.
- Puede ser seáys aquí desagraviada,
- ya que en otra región no lo ayáys sido,
- y obligaréysnos a que nos pongamos
- a daros el remedio que podamos.
- Cierta estad deste llano ofrecimiento,
- que ay tan alta y sin par cavallería
- en este reyno estrecho y frío assiento,
- que exceden toda humana valentía.
- Y más, que avéys venido a donde siento
- que se cifra (40) la ley de cortesía,
- porque de muchas partes ay guerreros,
- valientes hombres, fuertes cavalleros;
- que siendo, como fuy, tan belicoso,
- a las obras del bravo Marte dado
- con que gané el contorno poderoso
- deste isleño distrito y reyno elado,
- he querido que tenga por su esposo
- esta hija el guerrero más osado,
- porque siendo, como es, tan dado a guerra,
- pueda bien amparar su estado y tierra.
- Que aquí, del universo ha concurrido
- la gente más florida y valerosa,
- estando en este assiento recogido
- el lustre de la tierra ancha, espaciosa.
- Assí, no sin razón, princesa, os pido
- en público digáys la causa ansiosa (41)
- de tan larga jornada, que yo creo
- terná dichoso fin vuestro desseo."
- "-Aunque es cosa pesada y tan severa
- -dixo la humana diosa y sacra dama-,
- contar lo que sin duda no quisiera
- por ver corre peligro mi honra y fama,
- con todo, avré de hazer lo que no hiziera
- si el esfuerço y virtud que se derrama
- de ti, sagrado rey, y de tu gente,
- ánimo no me dieran al presente.
- Prestad justa atención, ¡o cavalleros!,
- veréys una maldad, la más provada
- que en los reynos cercanos ni estrangeros
- de mil años acá fue executada,
- embustes infernales, hechos fieros
- de una mala muger endemoniada,
- que siempre las mugeres, hallo, han sido
- las que el mundo hemos puesto en mal partido.
- En el riñón (42) de España residía
- mi padre, en la ciudad más populosa
- que en los ricos confines (43) de ella avía,
- llena de gente ilustre y generosa.
- El venturoso Andayro se dezía,
- de la estirpe troyana belicosa (44),
- que vino a sugetar la fértil tierra
- por riesgo puro de sangrienta guerra.
- Era afable, gallardo, comedido,
- magnánimo, discreto, a guerras dado,
- de sus proprios vassallos bien querido
- y de los estrangeros estimado.
- Quando los años veynte huvo cumplido,
- murió su heróyco padre alanceado,
- por trayción de sus fieros enemigos,
- sin ser parte (45) a ampararle sus amigos.
- El nuevo rey, mi padre, desseoso
- de su muerte vengar con cruda guerra,
- formó luego un exército copioso,
- de lo mejor que en su distrito encierra,
- y con el bravo estruendo sonoroso
- temblar hizo el contorno de la tierra,
- destruyendo los reynos comarcanos
- hasta los montañeses jacetanos. (46)
- Bolviendo con feliz, rara victoria,
- qual nunca en aquel reyno vista fuera,
- alçó ilustres trofeos de memoria
- en siglos mil y edades duradera.
- En ellos declarava bien su gloria
- y quántas fuertes gentes sometiera
- en vengança del padre a trayción muerto
- con infame, alevoso desconcierto.
- Llegando, pues, Andayro, a mediodía,
- al lugar donde Tajo caudaloso
- con lento passo y curso se movía
- con las guijas jugando en son gustoso,
- por más se solazar torció la vía
- gran trecho de su campo victorioso,
- emboscándose (47) alegre en la espesura,
- gozando de las flores y verdura.
- Yva armado del pie hasta la cabeça,
- quitado el fuerte yelmo, el qual llevava
- un escudero suyo, que gran pieza (48)
- atrás, aunque yva andando, se quedava.
- Lleva un cavallo de tan gran presteza,
- que al viento, en el correr, se aventajava,
- su espada y fuerte escudo, por si acaso
- se ofrece quien le impida el franco passo.
- Tanto se remontó (49) de sus guerreros,
- que dos millas, en breve, se ha emboscado,
- atónito de ver, en sitios fieros (50),
- uno de tanta y tal beldad dotado.
- Aquí los paxarillos más parleros (51),
- del vivo amor (en rato tan pesado) (52),
- tocados de la llama en que se ardían,
- sus encubiertas ansias descubrían.
- Oyó cerca de sí gente que hablava
- y fuese, poco a poco, avezinando,
- que el poderoso Amor priessa le dava,
- el valeroso pecho real labrando (53).
- Mas, quando vio que cerca ya llegava,
- de su veloz cavallo se apeando,
- hizo señas llegasse el escudero,
- que donde estava el rey llegó ligero.
- Y, dándole el cavallo por la rienda,
- enlaçándose el yelmo se ha emboscado
- por una mal trillada (54) oculta senda,
- yendo con passo lento y sossegado.
- Los ojos levantó, y en una tienda
- o hermoso pavellón (55) que estava armado,
- una donzella vio, la más estraña
- que conoció jamás la rica España.
- A su lado está puesto un cavallero,
- armado todo excepto la cabeça;
- hombre robusto, negrestino, fiero (56),
- de abominable gesto y vil torpeza.
- Requebrávala el pérfido guerrero
- diziéndola: 'Señora, tu belleza
- me ha puesto en un estrecho (57) tan penoso,
- que, aunque puedo gozarte, apenas oso.
- Dame licencia, Selisarda mía,
- (que assí mi triste madre se nombrava),
- que dé próspero fin a la porfía (58)
- que ante tus bellos ojos ves me acaba.
- Téngote en mi poder y no querría
- verte tan desdeñosa, altiva y brava,
- pues sabes bien te adoro más que la alma
- de quien tienes victoria y dulce palma'
- Ella, por cuyos ojos agraciados
- yvan perlas y aljófar destilando,
- '-no acabarás -le dixo- tus cuydados (59),
- mientras mi cuerpo el alma esté alentando;
- antes veré mis miembros destroçados
- y sangre por mil partes derramando,
- que a tu ruego bestial yo preste oýdo
- ni te acepte jamás por mi marido.
- Mis dulces padres, ¡o impío!, degollaste,
- mis parientes y hermanos destruýste,
- el pueblo, como fiero, saqueaste,
- en pavesa sus fuerças convertiste;
- a mí, violentamente me robaste (60)
- y a este lugar desierto me truxiste,
- a donde quieres, pérfido, forçarme,
- y a tu obsceno apetito provocarme.
- Antes permitiré quedar rendida
- a la sangrienta parca en este suelo,
- que a tu malvado intento sometida
- darte tan en mi afrenta esse consuelo;
- que, aunque no sea de humano socorrida,
- su favor me dará el benigno cielo,
- vengador de los pérfidos traydores
- y verdugo de torpes (61) violadores.'
- Mi madre al detestable esto dezía
- con rabia tanta y tal desemboltura,
- que, aunque fiero y bestial, no se atrevía
- a usar de la importante coyuntura,
- pero, como el amor más le encendía
- quanto más se alargava su aventura,
- intenta nuevos medios de amansarla,
- haziendo su poder para ablandarla.
- Mas, amorosas traças (62) no sirviendo
- (que siempre la vio firme en su demanda (63)),
- y ser tiempo perdido claro viendo,
- pues de ninguna suerte no se ablanda,
- en violencia los ruegos convirtiendo,
- con audacia la enviste, tan nefanda,
- que, vencido del torpe vicio, luego
- en fuerça buelve el manso, humilde ruego.
- Ya podréys entender quál estaría
- la triste Selisarda en tal partido,
- quando humano favor ni traça avía
- por donde se escapar del atrevido.
- Con lastimosa boz el cielo hería,
- mas el bárbaro estava empedernido,
- sus fuerças empleando, y su fiereza,
- en contrastar (64) la virginal firmeza.
- Mas mi padre, que estava ya prendado
- de la beldad de aquella dama hermosa,
- arremetió con passo apresurado,
- impidiendo la torpe fuerça odiosa.
- '¿Cómo -dixo-, perverso, has sido osado
- a intentar pretensión tan afrentosa,
- empleando tu bárbara violencia
- contra tan justa honesta resistencia?
- ¡Aquí has de morir, impío, qual conviene
- acabar quien tan vil maldad ha hecho!'
- El bárbaro, que en nada se detiene,
- la espada en mano y la rodela (65) al pecho,
- contra el valiente rey furioso viene
- apurando la cólera del pecho,
- sin memoria tener de su celada
- ni ver trae la cabeça desarmada.
- Mas siendo, con ser diestro, muy ligero,
- acudió con un presto, veloz salto,
- y assí, en el dar el golpe fue primero,
- más de destreza, que de esfuerço falto.
- Vino del yelmo a dar en el cimero (66)
- con rabia tanta y tanto sobresalto,
- que fue dando de manos por la tierra
- mi padre, y entendió no aver más guerra.
- Con otro ayrado golpe segundava,
- pero viendo quán mal era esperallo,
- al tiempo que la espada ya baxava
- Andayro determina de burlallo.
- La furia que traýa era tan brava,
- que, si fuera possible aquí explicallo,
- no huviera que temer. Digo que pudo
- apenas detener cuerpo y escudo.
- Mi padre, viendo tiempo conveniente,
- de un revés le rompió la infiel cabeça,
- puerta abriendo a una larga, roxa fuente,
- por do la alma salió con gran braveza;
- castigo, aunque templado (67), conveniente
- para quien quiso usar tanta baxeza
- con una triste infanta, en coyuntura
- que a sus padres dexava en sepultura.
- Con grande humanidad habló a la dama,
- diziéndola: '-Perdona mi tardança,
- que ya tu limpio honor y viva fama
- tienen de sus agravios la vengança.
- Mas mi fuego interior y ardiente llama
- no alcançan menos grados de pujança,
- aunque son de más justa, honrosa suerte,
- pues por muger codicio posseerte.'
- Al fin, hizo de modo que se fueron
- juntos hazia el exército y quadrilla,
- donde, quantos su gracia y beldad vieron,
- la reputaron siempre a maravilla.
- Las bodas en Tolietro (68) se hizieron
- con tal fiesta, que no podré dezilla.
- Digo, por concluyr, que se casaron,
- y en más de los diez años se adoraron.
- Huvieron luego un hijo que llevado
- fue al distrito del príncipe persiano (69).
- Vino nueva después que fue ahogado,
- por cierta desventura, en un pantano.
- Mi padre, yendo un día disfraçado
- al hermoso vergel de un lusitano,
- vio desnuda lavarse una donzella
- y quedó preso del donayre de ella (70).
- Hija era deste príncipe, y Medarda,
- la infame, torpe dama, se dezía,
- cuyo rostro y belleza tan gallarda
- el coraçón del rey arder hazía.
- Andayro no mirava a Selisarda
- con la amorosa gracia que solía;
- antes yva mostrando gran tibieza,
- zahareño (71) desvío y esquiveza.
- De mí estava preñada, que plu[g]uiera
- a los sagrados dioses que nacida,
- sin gozar deste mundo, muerta fuera,
- antes que ver maldad tan desmedida.
- Andava imaginando qué causa era
- la que hazerla pudiesse mal querida
- de su marido, siendo tan hermosa,
- y no aviendo el rey visto en ella cosa (72).
- Nunca podía alcançar cómo esto fuesse,
- mas, ¡ay dolor!, que luego se ha sentido
- que, sin que nadie el hecho descubriesse,
- se vio ser flecha ardiente de Cupido.
- Entra y sale mi padre si pudiesse
- ser de aquella alevosa recebido,
- dado (73) que era mi madre más hermosa,
- más gallarda, discreta, más graciosa.
- Pero como el Amor es niño y ciego,
- y no guarda respetos ni razones,
- vino a encender (74) su peligroso fuego
- en aquellos dispuestos corazones.
- Mi padre, el alma y vida ofreció luego;
- ella, con mil lascivas invenciones,
- tanto ha sabido hazer que le ha forçado
- a que a su (75) voluntad rinda su estado (76).
- Viendo, pues, ocasión qual desseava,
- le dixo, si de veras la quería,
- que avía de dar de mano a la que estava
- por reyna o de su amor le despedía.
- Andayro, que en sus ojos adorava,
- se ofreció de cumplirlo el mesmo día.
- Y assí, sin más tardar, mi ciego padre
- de Tolietro sacó a mi triste madre.
- Púsola en una fuerça (77) que apartada
- de la ciudad estava largo trecho,
- pero no paró aquí la infiel malvada,
- pues no era más de un medio para el hecho;
- antes, viéndose en alto levantada,
- con aquel mugeril, ventoso (78) pecho,
- no sossegava un punto, si no vía
- muerta la desterrada madre mía.
- En la prisión nací en este comedio (79),
- ¡o tarda muerte, o hado, o suerte dura!
- Y, pensando de hallar algún remedio,
- a mi padre avisó (80); mas no se cura
- con esto el grave mal, que ya no ay medio,
- ni podrá sossegar la infame y dura
- hasta que con nefanda, injusta muerte,
- al punto de maldad llegue su suerte.
- El rey embió un correo: que al momento,
- sin réplica le trayga a Sacridea
- (que assí me llamo yo), porque el contento
- suyo y de Selisarda se dessea.
- Mi madre (imaginad con qué tormento),
- sin dilación me embió, para que vea
- mi padre que ocasión ninguna tiene,
- de no tratar tal reyna qual conviene.
- Esto puso más sed a la malvada
- Medarda de acabarme, pero no osa
- declarárselo al rey, por ser pesada,
- abominable, horrenda y dura cosa;
- aunque, ya en la maldad bien industriada (81),
- se puso melancólica y llorosa
- quando el rey vino a do la infame estava,
- que sin ella un instante no se hallava.
- Dízela: '-¿Qué sucesso os ha venido,
- que assí os mostráys privada de alegría?'
- Colgóse de su cuello, no advertido
- de la maldad que demandar quería.
- Ella dixo: '-Si bien me avéys querido
- y si contento os dio la beldad mía,
- avéys de hazerme voto (82) y juramento
- de me cumplir lo que me dé contento.'
- Andayro, que ya estava tan en ella
- que sin ella no estima cosa alguna,
- respondió: '-¿Qué cosa ay, divina estrella,
- que se os pueda negar en tal fortuna (83)?
- Descubridme, bien mío, la querella (84),
- acabad, no os mostréys más importuna (85),
- que yo os juro por todos los del cielo
- de cumplir sin faltar vuestro consuelo.
- Aunque pidáys yo muera aquí al presente,
- por sabrosa terné muerte tan buena;
- ora sea justo, ora sea indecente,
- yo daré entero vado (86) a vuestra pena,
- que el verdadero amor no me consiente
- veros de la alegría y gusto agena.
- Y, si no pretendéys quede difunto,
- dezidme vuestro mal punto por punto.'
- Ella, con un semblante más gracioso
- y juntándose allí boca con boca,
- con un tierno donayre, poderoso
- a ablandar un diamante y dura roca,
- mostrando todo el término amoroso
- con que su voluntad le mueve y toca,
- le dixo... " Pero yo no puedo tanto,
- que la boz me ha estragado el largo canto.
- CANTO IV
NOTAS
(1) avenir: "vale lo mismo que acaecer, acontecer, suceder" (Aut.).
(2) templar: "se aplica también a los metales, y es darles aquel punto, delicadeza y fineza que requieren para su perfección" (Aut.).
(3) herir: "significa también golpear, dar con algo en alguna parte" (Aut.).
(4) mover: "significa también alterar o conmover" (Aut.).
(5) Alcides: otro de los nombres de Heracles o Hércules.
(6) esfera: "se toma comúnmente por el cielo u esphera celeste" (Aut.).
(7) vislumbre: "el reflejo de la luz o tenue resplandor a distancia de ella" (Aut.).
(8) tiento: aquí se debe entender como 'acción de tocar', como "ejercicio del sentido del tacto" (Aut.). Vid. infra, nota al v. 87.
(9) barrear: "atrincherarse" (DRAE). Lo considera anticuado. Con el mismo valor lo encontramos en Fontecha.
(10) morrión: "armadura de la parte superior de la cabeza, hecho en forma del casco de ella, y en lo alto dél suelen poner algún plumage u otro adorno" (Aut.).
(11) tiento: entiéndase como "consideración prudente, miramiento y cordura en lo que se hace o emprende" (Aut.). Vid. supra, nota al v. 76 para otra acepción de este vocablo.
(12) Cfr.: "Pero Niño tocó la blanca arena / bañándola de sangre en larga vena" (Ercilla, La Araucana, ed. cit., p. 183). Isaías Lerner, en nota a pie de página incluye, para vena, una de las definiciones de Aut.: "listas diversas y de varios colores que se hallan en algunas piedras y maderas". Tal vez haya que entender (al menos en nuestro caso) que la sangre salió abundantemente, como procedente de una vena muy cargada de ella, pues Martínez no alude a esa especie de listas que parece encontrar Lerner en el texto de Ercilla.
(13) embaraço: 'embarazo', "la cosa que impide y retarda" (Cov., s. v. 'embarazar').
(14) Se refiere a que muchos comenzaron a enamorarse de estas doncellas que entran, abandonando a sus anteriores enamoradas.
(15) dueñas: "mugeres viudas y de respeto que se tienen en Palacio, y en las casas de los señores, para autoridad de las antesalas y guarda de las demás criadas" (Aut.).
(16) greña: "el cabello enredado y revuelto, sin aseo ni compostura" (Aut.). Parece querer aludir aquí Martínez al largo tiempo del viaje de estos personajes, que les ha impedido cuidar su imagen; de ahí el uso de 'greña', palabra claramente despectiva, que quedaría fuera de lugar en tan solemne procesión.
(17) jayán: "el hombre de estatura grande, que por otro término decimos gigante" (Cov.). Afirma luego que "deste término 'jayán' usan los libros de caballerías". En efecto, la presencia de jayanes en la literatura caballeresca es habitual. Por lo general van asociados al mal y suelen tener comportamientos despreciables. Más adelante nos encontraremos con algún otro ejemplar de tan descomunal especie. Fiero, "grande".
(18) pardo: "es un animal fiero muy ordinario en África (...), tiene la piel olorosa y manchada con unos ojos" (Cov.). El mismo Covarrubias, s.v. 'onza' afirma que el macho de ésta "vulgarmente se llama pardo". Aut. recoge "animal lo mismo que tigre". DRAE lo asimila a leopardo, lo más apropiado a partir de la definición de Covarrubias.
(19) parecer: "aparecer u dexarse ver alguna cosa" (Aut.). Es decir, debajo de la armadura se veía el vestido hecho con las pieles de las fieras citadas en el verso anterior.
(20) partesana: "arma enastada y muy usada en los palacios de los reyes, para guarda suya, dicha por otro nombre alabarda. Díjose de los partos, por ser arma que ellos usaron" (Cov.).
(21) También son habituales los enanos en los libros de caballerías, donde aparecen generalmente caracterizados como traidores y servidores de los malos caballeros, lo que no obsta para que, en ocasiones, sean fieles a sus virtuosos amos (un ejemplo es Ardián, el enano de Amadís). Sobre los enanos, vid. Carlos Alvar, El rey Arturo y su mundo (diccionario de mitología artúrica), Madrid, Alianza, 1991, pp. 142-144.
(22) frisones: "los frisones son unos caballos fuertes, de pies muy anchos y con muchas cernejas; algunos son para silla y se huellan fuertemente, otros para los coches y carrozas, y por traerlos de Frisia se llamaron frisones" (Cov.).
(23) caxa: "la parte del coche donde entran los que van en él para ir sentados y a cubierto" (Aut.).
(24) Así se llamaba la tierra adonde iba la flota de Salomón en busca de oro y plata. Su situación ha sido muy discutida, pero lo más verosímil es que estuviera en la India, en la desembocadura del río Indo.
(25) Los caballos procedían del Elíseo, es decir, del mismo paraíso, según las creencias paganas.
(26) La falta de concordancia parece debida al hipérbaton que separa la palabra 'oro' de 'entretexido', y que está propiciado, tal vez, por la rima.
(27) Aquí hemos de entender 'ojos de reyes', acostumbrados a las riquezas.
(28) En el texto, 'flor, rosa'. Corrijo siguiendo el testimonio de las erratas. Es un caso de adjetivación entrelazada, en el que se intercala el sustantivo entre los dos adjetivos que lo complementan.
(29) overo: "lo que es de color de huevo. Aplícase regularmente al caballo" (Aut.).
(30) reparar: "significa assimismo tomar aliento o vigor, recuperarse o recobrarse de algún accidente" (Aut.). Las ninfas del mar eran las Nereidas.
(31) trastornarse: Fontecha recoge la forma con el significado de 'trasponerse' ("se dice también del sol u otros astros quando se ocultan a nuestro horizonte", según Aut.), empleado por Garcilaso: "Los rayos ya del sol se trastornaban, / escondiendo su luz..." (égloga III, vv. 273-274, ed. cit., p. 204).
(32) emisferio, 'hemisferio', "la mitad del globo terrestre y celeste, considerado de un punto como centro en cualquier parte que nos hallamos del mundo" (Cov.).
(33) instable: "inestable".
(34) era: "temporada larga, duración de mucho tiempo" (DRAE). Parece querer decir que es difícil encontrar otra dama igual en ese momento concreto, en su época.
(35) tolietrano: de Tolietro, nombre con el que Martínez alude en el poema a Toledo (vid. infra, v. 501). Según Alcocer, llegaron a Toledo "otros muchos griegos que assentaron en ella" y "viendo que aunque no era grande tenía lustre de cibdad, le pusieron nombre Ptolietron, que en su lengua quiere dezir cibdad pequeña, y esta manera y orden de edificación y población desta cibdad se començó, según verdadera cuenta, 1260 años antes del nacimiento de nuestro señor Jesu Christo..." (Alcocer, op. cit., fol. XII vto.). Por su parte, Antonio Martín Gamero nos dice que "escritores aficionados a la ciencia mitológica (...) suponen que el Hércules griego (...) fue el que echó los primeros fundamentos [de la ciudad], titulándola Ptoliethrom, palabra eólica, que significa pueblo importante" (Antonio Martín Gamero, Historia de Toledo..., op. cit., p. 87). Esta conexión con Hércules y su famosa cueva nos lleva al planteamiento inicial de Martínez (vid. "Dedicatoria"). En griego Ptolieqrov se usaba en poesía en lugar de Toli. Vid., también, el estudio preliminar en su apartado 6.1.
(36) manzilla: "se toma también por compasión y lástima" (Aut.).
(37) assiento: el lugar que ocupaban, por asimilación con la situación en la que se ubica una ciudad u otro tipo de población. Vid. nota a I, 134.
(38) sentir: "percibir con los sentidos las impresiones de los objetos" (Aut.).
(39) cansado: "se toma muchas veces por molesto, porfiado e impertinente" (Aut.).
(40) cifrar: "contener, incluir, juntar en una muchas y varias cosas" (Aut.).
(41) ansioso: "afligido, congojado, atormentado" (Aut.).
(42) riñón: "por semejanza se aplica también a lo interior o centro de un terreno, sitio o lugar" (Aut.). En estos versos se refiere a la ciudad de Toledo.
(43) confines: se debe entender aquí como los límites en los que se contiene un territorio, es decir, la ciudad estaba dentro de los límites de España, no en los límites, no en la frontera.
(44) Andayro (y, por tanto, también Sacridea) desciende de Héctor el troyano, como quedará claro en los cantos XXII y XXIII, cuando la maga Flavisa desvele la ascendencia de los caballeros que irá congregando en el Castillo Encantado.
(45) parte: "se toma por la persona o personas determinadas, a quien pertenece la disposición de ordenar, enviar, determinar o executar alguna cosa, o tienen interés en ella" (Aut.).
(46) En nota al margen, el original escribe 'de Iaca'. Siguiendo los criterios de edición, transcribo 'jacetanos' ('de Jaca').
(47) emboscarse: "entrarse en lo más espesso de un bosque" (Aut.).
(48) pieza: "se toma también por espacio o intervalo de tiempo" (Aut.).
(49) remontar: se utiliza aquí en sentido figurado, por apartarse o alejarse, por similitud con la caza "que acosada y perseguida se retira a lo oculto y montuoso" (Aut., s. v. 'remontar').
(50) fiero: "significa también áspero, intrincado y mui penoso" (Aut.).
(51) parlero: "se aplica también a las aves que cantan" (Aut.).
(52) Había dicho antes que era mediodía (v. 345), por lo que se trata de la hora de mayor calor del día.
(53) Amor le apresura para que pueda encontrarse con Selisarda, aunque él camina despreocupado. Labrar: "metaphóricamente vale disponer, formarse, instruir" (Aut.). Amor preparaba el pecho de Andayro para que recibiese la pasión por Selisarda.
(54) trillada: "camino trillado, el que es frecuentado de pasajeros" (Cov., s. v. 'trillar'). Así pues, se trata de una senda que ha sido poco transitada.
(55) pavellón: 'pabellón', "especie de tienda de campaña, de hechura redonda por abaxo y que fenece en punta por arriba. Sostiénela un palo gruesso que se hinca en la tierra y, extendiéndola por abaxo, se afirma con cordeles en unas estacas. Ordinariamente se hacen de lana u de lienzo mui gruesso, y sirve para que los soldados estén a cubierto en campaña, y los que caminan por despoblados" (Aut.).
(56) negrestino: "que tira a negro" (DRAE). Fiero: "se toma mui regularmente por la persona de horrible aspecto, feo en sumo grado" (Aut.).
(57) estrecho: "metaphóricamente vale aprieto, peligro, necessidad, riesgo, contingencia" (Aut.).
(58) porfía: "contienda u disputa de palabras tenaz y obstinada" (Aut.).
(59) cuidados: Cov., s. v. 'cuidar', "pensar, advertir; es nombre francés". Así, 'cuidados' se ha de entender como pensamientos. Aut. considera la voz como anticuada en este uso.
(60) robar: "vale también sacar alguna muger, violentamente o con engaño, de la casa y potestad de sus padres o parientes" (Aut.).
(61) torpe: "vale assimismo deshonesto, impúdico, lascivo" (Aut.).
(62) traça: "metaphóricamente significa el medio escogido en la idea, para la consecución y logro de algún fin" (Aut.).
(63) demanda: "se usa también por pretensión" (Aut.). El sujeto de 'vio' es el caballero, por lo que la demanda es también de él.
(64) contrastar: "vale también hacer oposición y frente, combatir y lidiar" (Aut.).
(65) rodela: "escudo redondo que cubre el pecho" (Cov.).
(66) cimero: 'cimera', "la parte superior del morrión, que se solía adornar con plumas u otras cosas que se ponían encima" (Aut.). El masculino empleado por Martínez parece obedecer a la rima, pues los diccionarios no recogen esta forma.
(67) templado: tal vez esté empleado aquí de forma irónica, con su valor de 'moderado' (vid. infra, nota a VII, 338). DRAE recoge como familiar la acepción "valiente con serenidad", que podría sernos útil en este contexto.
(68) Toledo. Vid. supra nota al verso 236.
(69) A Persia.
(70) Hay un cierto paralelismo en estos versos con la leyenda toledana de La Cava, ligada a la pérdida de España y al rey don Rodrigo, desvelador de los misterios encantados de la Cueva de Hércules (vid. n. 50 del Prólogo al Lector). En dicha leyenda, don Rodrigo queda prendado de la belleza de Florinda, la Cava, hija del conde don Julián, a la que veía bañarse desnuda en el Tajo desde su cercano palacio. Los amores posteriores del rey con la joven supusieron el enfado de don Julián, gobernador de las tropas fronterizas en el norte de África, que permitió el acceso de los árabes a la península, y así, la invasión de ésta. Más adelante veremos cómo Medarda, la bella desnuda que ve Andayro, supondrá en parte la perdición del reino tolietrano y el punto de partida de la vida errante de Sacridea, con lo que esto tiene de crucial para el desarrollo del poema. Sobre la leyenda de La Cava, vid. Olavarría, op. cit., pp. 45-53 y Antonio Delgado, Leyendas de la Ciudad del Tajo, op. cit., pp. 21-29.
(71) zahareño: "al hombre esquivo y rectado, que huye de la gente, y se anda esquivando de todos, llamamos zahareño" (Cov.).
(72) cosa: "nada" (Fontecha). El rey no tenía motivos para dudar de Selisarda.
(73) dar: "vale assimismo conceder, suponer, sentar, convenir en una proposición" (Aut.). Andayro quiere ser 'recibido' por Medarda a pesar de que queda demostrado, convenido que Selisarda era más hermosa.
(74) Transcribo 'encender', que es lo más coherente, a pesar de que en el original parece leerse 'entender'.
(75) Transcribo aquí correctamente el verso siguiendo los ejemplares que rectifican el error de BNM1, que lee: "a qeu à u voluntad...". Realizan la lectura correcta, entre otros, BPT1, BPT2, BNM3, Zabálburu, Munich, Lisboa... Nos encontramos ante otro caso de dos estados en la composición de un cuadernillo.
(76) estado: se refiere a sus dominios.
(77) fuerça: "se toma también por plaza murada y guarnecida de gente para su defensa, y también se suelen llamar fuerzas las mismas fortificaciones materiales" (Aut.).
(78) ventoso: "vano, presuntuoso, desvanecido" (DRAE). Lo considera anticuado.
79 comedio: "mediotiempo, intermedio o el espacio que media entre uno y otro tiempo. Es vocablo antiguo y digno de ser usado por su comprehensiva expresión" (Aut.).
80 El sujeto es Selisarda, la madre de Sacridea, que debe ser intuida en el nacimiento de ésta. En el verso 553, 'púsola' incluye en el pronombre también a Selisarda, a quien no se cita explícitamente desde los versos 547 y 548.
81 industriada: adiestrada, instruida. Vid. nota a I, 578.
82 voto: "se toma assimismo por juramento" (Aut.).
83 fortuna: "significa también borrasca, tempestad en mar o en tierra" (Aut.). Aquí, en sentido metafórico.
84 querella: "lo que llamamos queja" (Cov.).
85 importuno: "importuno, el porfiado" (Cov., s. v. 'importunar').
86 dar vado: "phrase translaticia que significa dar salida, disponer con expedición los negocios sin ahogarse ni en su muchedumbre ni en su dificultad" (Aut.).