Sale a la defensa de Oroncia Sarpe, desafiando a Arcendo, su contrario, a batalla sobre el caso; vese en gran peligro con unos leones. Solino, prosiguiendo su camino, se le ofrece una aventura en que mató a un tyrano y libró una dama, descercando después a (1) Labrisa, con quien se vio en la fortaleza.
- ¡EN qué trabajos vemos cada día
- la sagrada inocencia y fiel justicia!
- ¡Quán sugeto está el bueno a la osadía
- de la cruel y pérfida malicia!
- No ay seguro lugar de tyranía
- ni parte do no reyne la injusticia,
- y assí, vemos los justos oprimidos
- y honrados los perversos y atrevidos.
- ¿Quién se podrá escapar de los traydores
- que en sólo mal hazer gastan la vida,
- haziendo cruda guerra a los mejores
- con el disfraze (2) de la paz fingida?
- Vemos entre las bellas, frescas flores,
- la ponçoñosa vívora escondida,
- y debaxo del rostro más sereno,
- la furia brava del mortal veneno.
- Pudiera hazer una bastante historia
- de los que en tales obras se ocuparon,
- los quales, con maldad clara y notoria,
- muchos a duros trances entregaron.
- Mas de tales no es justo aya memoria,
- pues tan mal sus discursos emplearon;
- bástenos la experiencia que tenemos
- los que en tal tempestad visto nos hemos.
- El cuento desta hermosa y bella dama
- ayudará a dar crédito bastante,
- la qual veys derribada de la fama
- que es para la virtud tan importante.
- El vulgaço parlero la disfama,
- y su padre, teniéndola delante,
- levantando la mano y boz severa,
- la començó a dezir de esta manera:
- "-Ninguno, entiendo, avrá de los presentes,
- que quiera atribuyrme a desatino
- los actos de justicia tan decentes
- guiados por tal orden y camino:
- en las exorbitancias (3) insolentes
- se ha de obrar el castigo peregrino,
- y a nadie ha de dar pena ver al malo
- puesto por sus delitos en un palo (4).
- ¡Qué sospecha ha de aver de tyranía,
- viéndome que soy padre desdichado
- de esta furia infernal (aunque hija mía),
- en mal punto nacida, y triste hado!
- Su loco atrevimiento y osadía
- nos ha puesto a los dos en tal estado,
- que yo he de esecutar el sacrificio
- y ella avrá de pagar su maleficio.
- Mas tiene fuerça tanta y tanta alteza
- la sagrada justicia y el derecho,
- que aun hasta lo que amamos con terneza
- nos haze, en su defensa, sea deshecho.
- No ay magestad, no ay reyno, no ay grandeza,
- que no venga a acabarse en poco trecho,
- faltando lo que el ancho mundo aumenta
- y en sus divinos ombros le sustenta.
- Si era justo que amase yo y quisiesse
- esta infame, traydora y homicida,
- y que con gran razón la antepusiesse
- a mi contento proprio y propria vida,
- nadie lo dudará si no tuviesse
- la razón estragada (5) y corrompida,
- pues es claro de ver que ésta sola era
- de mi espacioso estado la heredera.
- Mas, ¡o dioses sagrados y benditos!,
- ¡cómo ordenáys las cosas de tal suerte,
- permitiendo que hijos tan malditos
- intenten a sus padres dar la muerte!
- ¡O estragados discursos y apetitos
- del pecho mugeril, que nada advierte,
- pecho de mil insultos siempre lleno,
- enemigo mortal de lo que es bueno!
- Público es, y notorio, lo que digo,
- y lo que dezir puedo bien se sabe;
- cómo ésta, con intento de enemigo,
- cometió el homicidio atroz y grave,
- y cómo ella, adunada con su amigo
- (el qual se me ha escapado en una nave),
- acabarme con tósigo (6) quisieron
- y por obra en efeto lo pusieron.
- Pensar que puede aver mentira en esto
- es imaginación y es gran locura,
- porque fue todo el caso manifiesto
- sabido por gran dicha y gran ventura:
- ella cogida a manos en el puesto
- y convencida en la maldad tan dura,
- de suerte que el delito y el pecado
- está bastantemente comprovado.
- ¡Qué se puede esperar en esta vida
- pues nuestros proprios hijos tal intentan!
- Deslustran la nobleza esclarecida
- y a sus antepassados los afrentan:
- no ay que esperar de edad tan corrompida,
- donde tantas maldades se acrecientan,
- en la qual las mugeres delicadas
- son en cosas tan graves tan osadas.
- Dime, ¿qué te movió al insulto infame?
- ¿Por ventura porque eras maltratada?
- ¿O porque tiernamente yo no te ame?
- ¿O queriendo con tiempo ser casada?
- No sé con qué razón hija te llame,
- pues no mereces ser assí llamada
- ni te puedo negar que no lo eres,
- aunque vil en tan viles pareceres.
- Pero tengo creýdo (y no me engaño),
- que los sagrados dioses te me dieron
- porque, con un sucesso tan estraño,
- vengarse de mí en esto pretendieron.
- Mas un tan grave mal (7) y tanto daño
- hasta la fin llevarlo no quisieron,
- sino sólo dar muestra y avisarme
- para que yo pudiesse mejorarme (8).
- Y pues tú para mal fuyste nacida,
- y no por mi heredera al mundo dada,
- conviértase mi mal contra tu vida
- y en ti mi adversidad quede acabada.
- Por lo qual, como infame y homicida,
- te damos desde aquí por condenada,
- y que luego te entreguen a las fieras,
- porque con crueldad, ¡o cruel!, mueras."
- Estava en esto Oroncia derramando
- aljofarados ríos y corrientes
- de sus hermosos ojos, que ablandando
- yvan la crueldad de los presentes,
- con graves juramentos afirmando
- estar libre de tales accidentes,
- sino que era invención de Arcendo el fiero,
- por ser en los estados heredero.
- Pero ninguna escusa es amitida (9),
- sino que sea entregada a muerte dura.
- Assí, fue sin tardar luego metida
- al enrejado y funeral clausura (10).
- Sarpe, con yra y cólera encendida,
- viendo la miserable coyuntura,
- salta de su cavallo y sube luego
- al cadahalso del injusto juego.
- A bozes dize ser maldad (11) probada
- y que era testimonio (12) conocido,
- porque nunca la dama intentó nada
- ni cosa de las hechas ha sabido,
- y que él defenderá con justa espada
- la justicia de Oroncia y su partido;
- donde no, que jamás consintiría
- tan grande traÿción y alevosía.
- Suspenso todo el pueblo se ha quedado,
- y da bozes que se oyga de justicia,
- y que Arcendo combata en estacado
- contra la que arguýa de injusticia.
- Entre tanto que andava alborotado,
- hizo señas Arcendo, con malicia,
- que a Oroncia al lugar dicho la metiessen
- y puerta franca a los leones diessen.
- Pusiéronlo por obra los sayones (13),
- porque al pérfido moço obedecían:
- abrieron la ancha puerta a los leones,
- que tres días avía que no comían.
- Oroncia está ligada con prisiones (14)
- que poder guarecerse la impedían;
- Sarpe estava ocupado y divertido (15),
- y assí, la dama andava en mal partido.
- Pero socorrió Dios (16) a la inocente
- quando el favor humano más faltava,
- y fue que alçó gran grita y boz la gente
- viendo que el un león ya se asomava.
- Al ruÿdo bolvió Sarpe, valiente,
- y, advirtiendo el negocio que passava,
- arremetió con ira no pensada
- y la reja rompió, aunque barreada.
- Entre el león se puso y la donzella (17),
- la espada en mano y la rodela al pecho,
- y començó con brío a defendella,
- queriendo que se viesse su derecho.
- Mas no tan presto salta la centella
- ni la encendida polvora en lo estrecho,
- como el fiero animal, con presto salto,
- a Sarpe arremetió por lo más alto,
- y con los duros dientes aferrando,
- el encantado yelmo deshazía,
- y con las fuertes garras se ayudando,
- en el duro metal las imprimía.
- Luego el otro león se alborotando,
- hizo a estotro amigable compañía,
- y fue dicha que entrambos se ocupassen,
- porque libre a la dama ambos dexassen.
- La gente socorrerle procurava,
- pesándoles de verle de tal suerte,
- pero el infame Arcendo lo estorvava,
- amenazando a todos con la muerte.
- Mas el gallardo Sarpe bien mostrava
- su osado coraçón y pecho fuerte,
- y, pues tan bien lo haze, aquí se quede,
- que Solino aguardar no me concede.
- El qual va pensativo y cuydadoso
- no sabiendo el designio de la maga,
- aunque siente aumentarse el amoroso
- pensamiento, y crecer la dulce llaga.
- Mas no puede entender que halla reposo
- en su pecho, no aviendo justa paga
- de parte de Labrisa, por quien muere,
- y sabe que ella a su Risambo quiere.
- Metido en el dudoso pensamiento
- caminava el galán al tercer día,
- desseando topar algún asiento
- do repare el cansancio que tenía.
- Mas a deshora parte como el viento,
- por medio de una fresca pradería,
- el ligero cavallo, sin que viesse
- el de Tracia a qué fin esto se hiziesse.
- Pero, dexando de yr por su camino
- con aquel movimiento començado,
- a dar con él después de una hora vino
- en un bosque de hayas bien poblado,
- por entre el qual, el príncipe Solino
- vio atravesar un esquadrón armado,
- que de cincuenta el número passava,
- y en medio, presa una muger llevava,
- la qual, como al traciano aventurero
- vio venir por enmedio (18) la espessura,
- "-socórreme -le dixo-, cavallero,
- y líbrame de aquesta desventura."
- Llegando cerca el singular guerrero
- a la infame canalla y gente dura,
- "-dexad la presa -dixo-, o dadme cuenta
- por qué a tan bella dama hazéys afrenta."
- Uno (que el mayor de ellos parecía),
- le respondió: "-A buen tiempo eres llegado
- para que satisfaga a la sed mía,
- haziendo un sacrificio desseado.
- A Palas ofrecer ésta quería,
- y a Marte tú serás sacrificado,
- porque me ayuden en la justa guerra
- que traygo por el mando de esta tierra."
- Solino, sin hablar, baxa la lança,
- arrima a su cavallo fino azero,
- el qual, con ligereza se abalança
- contra el injusto y pérfido guerrero.
- De la otra vanda sale a la vengança
- la mayor parte del esquadrón fiero,
- las lanças en el ristre (19) y con gran saña,
- estremecer haziendo la campaña.
- Ocho, y más, en el peto deshizieron
- los nudosos troncones y bien fornidos (20),
- mas no más mella en el de Tracia hizieron
- que en peñascos los vientos más crecidos.
- Pero dos que primero se opusieron
- quedaron a la muerte sometidos,
- en testimonio y evidente muestra
- de su animoso pecho y fuerte diestra.
- Los otros le cercaron, codiciando
- vengar la muerte de los dos guerreros;
- assí, por todas partes le apretando,
- descargan con gran fuerça los azeros:
- do salen unos, otros van llegando,
- pretendiendo el lugar de los primeros,
- y cada qual, con ánimo invencible,
- haze en esta contienda aun lo impossible.
- Qual avispas coléricas, ayradas,
- suelen acometer con son horrendo
- al que, incauto, deshizo sus moradas,
- el descuydado pie en ellas puniendo;
- o como las abejas alteradas,
- sus sabrosas casillas defendiendo,
- cercan en gran montón al que procura
- robarles sus trabajos y dulçura;
- no de otra suerte agora al tracio avino
- con la enemiga esquadra que he contado,
- la qual, con increýble desatino,
- le dan prisa por uno y otro lado (21);
- y, con el combatir duro y contino,
- descargan su furor tan desusado,
- siendo bien menester su fortaleza
- y dar muestras famosas de grandeza.
- Pero como es él uno de la esquadra
- que al mundo ha de poner terror y espanto,
- lo que al presente haze muy bien quadra
- con el don de destreza sacrosanto.
- Rompe, bruma, deshaze y mil taladra,
- embiándolos al reyno del quebranto (22),
- donde las nuevas cuenten por entero
- del esforçado y diestro cavallero.
- Mas, con todo, es tan grande la apretura
- en que la diestra gente le tenía,
- que, si no lo estorvara la armadura,
- sin duda fuera aquel el postrer día.
- Pero ordenólo el hado y la ventura,
- porque tanta destreza y valentía
- en semejante trance no acabasse,
- sino que en altas obras se empleasse.
- Assí, quanto más va, gana más tierra,
- exercitando el braço esclarecido
- y la heroyca virtud que en él se encierra,
- que le haze de los impíos ser temido.
- Dos horas avía ya la dura guerra
- con ánimo admirable sustenido,
- quando quiso la suerte y feliz hado
- que quedasse señor del estacado.
- Y fue que el capitán que allí venía
- se adelantó con su esquadrón y gente;
- fiado en su destreza y valentía,
- se opuso a nuestro príncipe valiente.
- Pero Fortuna, ya que no quería
- ser tutora del bárbaro insolente,
- ordenó que Solino le acertasse
- donde el cuerpo del alma desatasse (23).
- Abrióse franca puerta y ancha entrada
- a la enemiga parca y muerte dura,
- y con la rigurosa y fuerte espada
- se rompió el vital laço y atadura.
- La travaçón del cuerpo relaxada
- y buelta en amarilla la hermosura,
- dio el capitán en tierra un golpe horrendo,
- con súbito ruÿdo y grande estruendo.
- Qual vemos alto roble, y arraygado,
- a quien el leñador, con golpe espeso,
- hiere por el siniestro y diestro lado
- con la dura segur y agudo peso,
- aviendo al coraçón ya penetrado,
- él se cae con su mesmo grave peso
- y baxa por el monte bueltas dando,
- quanto delante encuentra destroçando;
- assí el joven valiente al suelo vino,
- con su roxo liquor (24) se humedeciendo;
- mas los suyos, con loco desatino,
- luego a todo correr parten huyendo.
- Por breve espacio, el ínclyto Solino
- los fue entre la espesura persiguiendo,
- mas presto, codicioso, dio la buelta
- al sangriento lugar de la rebuelta.
- Antes que allá llegasse, vio venía
- la donzella que, presa y maniatada,
- llevava la alevosa compañía
- quando fue de el de Tracia salteada.
- Ella, con mucha gracia y cortesía,
- le agradeció la libertad tornada,
- ofreciéndole en todo su servicio
- en pago de tan alto beneficio,
- y rogóle, también, con ella fuesse
- para empeçar a le servir el hecho
- y porque a su señora conociesse,
- de quien él quedaría satisfecho.
- Solino respondió que se hiziesse,
- pues todo redundava en su provecho;
- assí, partieron juntos por la vía
- haziéndose agradable compañía.
- Después de aver entrambos platicado
- sobre diversas cosas de floreo (25),
- el de Tracia a la dama ha suplicado
- dexasse satisfecho su desseo,
- contando, en el camino començado,
- por qué orden de Fortuna o qué rodeo
- la avía prendido aquella compañía,
- y quién era la reyna a quien servía.
- La dama començó su historia y cuento
- diziendo: "-Asme obligado de tal suerte,
- que, a trueco de te dar gusto y contento,
- de todo en todo avré de obedecerte.
- La reyna que govierna este ancho asiento,
- estoy cierta holgará de complazerte;
- ella te dará cuenta de su historia,
- que yo sé es harto digna de memoria.
- Lo que a mí toca, ¡o príncipe estremado!,
- es que, aviendo la reyna, mi señora,
- por medio de dos hombres alcançado
- el mando de la gente que aquí mora,
- un hijo del que de él (26) fue despojado,
- por su condición áspera y traydora,
- quiso cobrar por fuerça y mortal guerra
- el perdido castillo y fértil tierra.
- Luego cercó la fuerça estrechamente,
- poniendo a mi señora en tanto estrecho,
- que, sin valerle su animosa gente,
- llevava el impío joven el provecho.
- Assí, me despachó secretamente,
- para que cuenta diesse yo del hecho
- a un fuerte cavallero que vivía
- en un lugar de la señora mía.
- Mas, yendo descuydada en mi camino,
- de llegar a donde yva desseosa,
- el capitán que viste sobrevino
- con su canalla y gente belicosa.
- Yo, con gran turbación y desatino,
- me entré por esta selva tenebrosa,
- pero, como eran tantos, me alcançaron
- y con bravo furor me maltrataron.
- Mil géneros de ensayos han urdido
- para saber quién era o adónde yva,
- mas nunca la ocasión (27) de mí han sabido
- ni la sabrán en tanto que yo viva.
- Entre todos, en fin, han concluydo
- que me llevassen sin piedad cautiva,
- haziéndome poner con manos duras
- las ásperas prisiones y ataduras.
- Y ya me avían a muerte condenado
- para ofrecerme en duro sacrificio,
- por tener el sucesso desseado (28)
- en esta guerra y bélico exercicio,
- quando os truxo, señor, mi feliz hado,
- para hazerme tan alto beneficio
- como fue libertarme y dar la muerte
- al capitán que vistes ser tan fuerte."
- Yendo en aquestas cosas embevidos,
- al assomar de un áspero reqüesto (29)
- descubrieron los llanos estendidos
- donde el fuerte castillo (30) estava puesto.
- Los esquadrones vieron repartidos,
- haziendo el cerco grave y tan molesto,
- que en más de mes y medio nunca día
- dexó de darse asalto y batería.
- Pero la gente ya, del impío vando,
- se vio en esta sazón andar turbada,
- sabiendo el caso atroz y miserando (31)
- de su caudillo y gente destrozada;
- que algunos, como dixe, se escapando,
- llevaron a los suyos la embaxada,
- engrandeciendo el ánimo divino
- y la destreza del sin par Solino.
- Aquí quatro, allí diez, acullá treynta
- estavan en corrillos y en montones,
- con atención oyendo y con gran cuenta
- las tristes y llorosas narraciones.
- A este tiempo, el guerrero se presenta,
- rompiendo el hilo en sus lamentaciones,
- que no quedó persona a quien el miedo
- no robase la fuerça y el denuedo.
- Y, qual vanda de cisnes que en la orilla
- de Caystro o Meandro (32) caudalosos,
- por la menuda yerva en gran quadrilla
- se apacientan, de nada recelosos,
- si el águila caudal viene a envestilla (33)
- todos salen confusos y medrosos,
- y rebolando al uno y otro lado,
- huyen de aquel peligro no pensado;
- assí se vio la gente en este día,
- que, luego que al guerrero descubrieron,
- sin aguardar (34) amigo o compañía
- todo su bien en el huyr pusieron,
- y, sin más se acordar de valentía,
- al infame temor se sometieron,
- y, en los ligeros pies sólo fiando,
- fueron el gran castillo descercando.
- Solino, como vio lo que passava,
- arrimando al cavallo el fino azero
- al usado exercicio le incitava,
- el qual, sin más tardar, salió ligero,
- y, llegando al lugar que desseava,
- el animoso príncipe guerrero
- se metió por el campo y pavellones,
- desamparados ya de los varones.
- Pero adelante passa el animoso
- siguiendo el duro alcance (35), de tal suerte
- que el pecho liberal y generoso,
- en cruel y sangriento le convierte;
- no reservó del punto lastimoso
- persona a quien no diesse cruda muerte,
- perseverando en ello hasta que el día
- su limitado curso fenecía.
- Entonces, de cansado ya y molido,
- frenó el furor y cólera alterada,
- y, por donde el alcance avía seguido,
- tornó a seguir la senda ensangrentada.
- Entre tanto que aquesto ha sucedido,
- la dama que por él fue libertada
- al castillo llegó, donde ha contado
- quanto con el guerrero avía passado.
- La reyna (que es Labrisa), oyendo aquesto,
- sintió dentro de sí cierto acidente,
- que le quitó la flor del bello gesto
- y qual yelo dexó la sangre ardiente.
- Un no sé qué le da dolor molesto
- y una gran turbación dentro en sí siente,
- sin saber por qué causa aquello fuesse
- ni quién a tales cosas la moviesse.
- Pero, disimulando lo que avía (36),
- mandó que, sin tardar, saliesse luego
- su belicosa gente y compañía,
- y en el campo se diesse el saco ciego.
- Con la codicia que a esto les movía,
- ardiendo en el celoso y dulce fuego,
- salieron sin tardar al campo bello,
- no aviendo en él quien pueda defendello.
- Repártense a la yzquierda y la derecha
- con repentino y presto movimiento,
- más velozes que el dardo y mortal flecha
- y más que el presto rayo, y más que el viento.
- De la ocasión cada uno se aprovecha
- sin guardar amistad o miramiento,
- pues aviendo provecho y pretensiones
- no ay mirar a respetos ni razones.
- Fuera (37) de plata, de oro y pedrería,
- de mueble rico y cosas de entre casa (38),
- huvo damas de rara gallardía,
- cuya vista los ánimos abrasa.
- Cada qual a su gusto allí escogía,
- sin que se les pusiesse medio y tassa,
- porque ellas eran tantas y tan bellas,
- que un reyno merecía la menor de ellas.
- Pero mandó Labrisa que llevassen
- todas las que allí avía a su presencia,
- y que ninguna de ellas ocultassen
- sopena de la muerte sin clemencia;
- mas, porque los soldados se allanassen,
- les dio a todos después franca licencia
- para llevar cada uno dos mugeres
- con que cumplir su gusto y menesteres (39).
- Sobró un número grande de prisiones,
- mugeres, niños, moços y soldados,
- que dentro del cercado y pavellones
- quedaron encubiertos y ocultados;
- a todos, con blandíssimas razones,
- consoló de los casos disgustados,
- y los destribuyó por sus lugares
- haziéndolos mercedes singulares.
- Mas ya que el gran planeta recogía
- el freno a sus cavallos, y baxava
- a donde la gran diosa residía
- que su venida y vista desseava,
- Labrisa (que en el ánima sentía
- un blando no sé qué que la inquietava),
- viendo que se tardava ya Solino,
- embió quien le guiasse en su camino.
- Salieron diez guerreros señalados,
- pláticos en la tierra grandemente,
- los quales, unos de otros apartados,
- hizieron la jornada conveniente.
- Mas, antes de estar mucho desviados,
- entre unas peñas, junto de una fuente,
- al animoso príncipe encontraron
- y la cortés demanda le intimaron (40).
- Con semblante gracioso ha recebido
- el provechoso y grato ofrecimiento,
- y, sin tardar, con ellos se ha partido,
- embuelto en su amoroso pensamiento.
- De los cuerdos guerreros ha inquirido
- el nombre de la reyna del asiento:
- Labrisa, le dixeron se llamava,
- que poco tiempo avía que reynava.
- Alteróse Solino el nombre oyendo,
- y preguntó de dónde la reyna era.
- El uno, a la pregunta respondiendo,
- dixo ser cierta dama aventurera
- que, en busca de un galán suyo viniendo,
- de prisión fue librada, y muerte fiera,
- por dos altos guerreros que allí, un día,
- los sacaron de injusta tyranía.
- La historia de Paýndro le contaron,
- enemigo mortal de las mugeres
- porque siempre en amor le maltrataron,
- siguiendo sus altivos pareceres.
- "-Con lo qual, de tal suerte le enfadaron,
- que era su contento y sus plazeres
- atormentarlas todas, sin que alguna
- se pudiesse escapar de su fortuna.
- A la qual sinrazón yva rendida
- Labrisa quando fue, en sazón dichosa,
- de aquellos cavalleros socorrida
- y puesta en libertad dulce y sabrosa.
- Al tyrano privaron de la vida
- y también de la tierra deleytosa,
- la qual a nuestra reyna se la dieron
- por el mucho valor que en ella vieron."
- Desta suerte los dos le yvan contando
- varias cosas tocantes a la dama,
- en sus blandas entrañas avivando
- el dulce foguezuelo y viva llama;
- cada punto se le yva acrecentando
- el amor que en su pecho se derrama,
- aunque más le atormenta y desespera
- el ver que era Labrisa tan austera.
- Con estos alborotos y acidentes,
- al cerrar de la noche concluyeron
- el camino, y llegaron diligentes
- al lugar do la tarde antes salieron.
- Con hachas como el Sol resplandecientes,
- las escuras tinieblas deshizieron
- saliendo los criados a la puerta,
- la qual de par en par le estava abierta.
- La reyna no sabía qué guerrero
- tan valeroso fuesse, y esforçado,
- si no es de donde estava el rey Antero
- alguno huviesse por allí aportado (41).
- Assí, le quiso ver ella primero
- desde un lugar secreto y apartado,
- mandando que su yelmo le quitassen
- antes que a lo más alto le llevassen.
- Entró en la fortaleza el buen Solino;
- haziéndole un sobervio acogimiento,
- y con la cortesía que convino,
- cumplieron de la reyna el mandamiento.
- Desenlaçóse el yelmo peregrino
- sin por ello mostrar desabrimiento (42),
- porque, como era firme enamorado,
- de nada se mostrava disgustado.
- Labrisa conoció luego al traciano,
- siendo quien más la amava y la servía.
- En este punto, el ciego dios tyrano
- puso una dura flecha en puntería (43),
- y, traspassando el pecho soberano,
- la estampa en el borrón (44) que antes avía,
- porque estava Risambo ya empleado
- en quien la vida y alma le ha llevado.
- Tiembla su bello cuerpo de repente
- y un elado sudor le va cubriendo,
- latir el coraçón y el pecho siente
- e ýrsele las entrañas derritiendo.
- Assí, llamó una dama diligente
- para que, al ancho patio decendiendo,
- de su parte a Solino saludasse
- y luego a su aposento le llevasse.
- Solino se turbó con la embaxada (45)
- que de parte de aquélla le venía
- que con afanes su alma trabaxada,
- y con desassossiegos mil tenía.
- Con el nuevo sucesso, alborotada
- la imaginación lleva y fantasía (46),
- y apenas a dar passo (47) acierta agora,
- temiendo el gran rigor de su señora.
- Mas Amor le ayudó en aqueste punto
- y le dio nuevo esfuerço en la subida,
- porque, si no lo hiziera, yo barrunto
- que el de Tracia acabara con su vida.
- Pero luego echó el resto todo junto
- la Fortuna (hasta entonces desabrida),
- y la rueda bolvió (48), favoreciendo
- al que anduvo continuo persiguiendo.
- Al resplandor de antorchas y lumbreras
- que al valeroso moço acompañavan,
- y de otras que por patios y escaleras
- la temerosa noche ahüyentavan,
- Labrisa sale, amando ya de veras
- al que tantas grandezas ilustravan,
- por no ser disfamada ni tenida
- por dama zahareña y sacudida (49).
- En una rica sala, y espaciosa,
- vinieron los amantes a encontrarse,
- creciendo más la herida venenosa
- quanto más se entretienen en mirarse.
- La ya rendida dama no reposa
- ni Solino ya puede reportase,
- ni yo tengo más ánimo ni aliento
- para llegar al cabo el dulce cuento.
- CANTO XXVII
NOTAS:
(1) El cuadernillo signado Nn presenta dos estados que, en este caso, plantean una lectura correcta y otra errónea, pues en los ejemplares que no coinciden con el nuestro se lee 'desques a'. Contienen este error los ejemplares BPT2, BNM2, BNM6, BNM7, RAE, Zabálburu y Boston.
(2) disfraze: "disfraz". La misma forma se recoge en La Araucana, canto XXX, estrofa 49: "el disfrace y la máscara quitada" (ed. cit., p. 818).
(3) exorbitancia: "una cosa extraordinaria, que va fuera de camino, hecha con arrogancia, soberbia y singularidad" (Cov.).
(4) poner en un palo: "phrase que vale lo mismo que ahorcar o castigar con otra pena de muerte, o poner a la vergüenza en la argolla" (Aut., s. v. 'palo').
(5) estragada: "cosa estragada, cosa perdida" (Cov., s. v. 'estragar').
(6) tósigo: "el veneno" (Cov.).
(7) En el original, 'mas un tan grave'. Corrijo la errata siguiendo los preliminares.
(8) mejorarse: "ponerse en lugar o grado ventajoso al que antes se tenía" (Aut.). Quiere decir que con los avisos que le dieron, él podría ocupar una mejor posición, menos peligrosa.
(9) amitida: "admitida".
(10) Si nadie lo remedia, la jaula con los leones será la sepultura de la desgraciada joven.
(11) Rectifico aquí el original, que lee 'mal', siguiendo las correciones de los preliminares.
(12) testimonio: "vale también impostura o falsa atribución de alguna culpa. Dícese regularmente falso testimonio" (Aut.).
(13) sayón: "vale verdugo. Éstos eran unos ministros viles del ejército, que andaban vestidos de sayal" (Cov.). No es del agrado de Valdés esta palabra: "sayón, por verdugo, se usa mucho, pero es mejor vocablo verdugo" (Valdés, p. 130).
(14) prisiones: "los grillos y cadenas que echan al que está preso" (Cov.).
(15) divertido: 'distraído'. Vid. nota a VII, 129. Cfr.: "...y aunque parezca que me divierto algo de la materia que tratamos..." (Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, ed. cit., p. 114).
(16) Martínez olvida que sus personajes son paganos y adoran a los dioses de la antigüedad. No es muy normal que se produzcan estos lapsos en el narrador, que siempre tiene muy en cuenta el tono religioso del poema.
(17) Ya hemos hablado en otra ocasión de la importancia que tienen los combates entre leones y caballeros en toda la literatura caballeresca. Vid. estudio preliminar.
(18) En el texto se lee 'por medio'. La errata, recogida por Murcia de la Llana, aparece en el documento firmado por éste como situada en el folio 274, cuando en realidad se encuentra en el 284.
(19) ristre: "es un hierro que el hombre de armas injiere en el peto, a la parte derecha, donde encaja el cabo de la manija de la lanza, para afirmar en él" (Cov.).
(20) Muy probablemente sobre la conjunción copulativa que convierte el verso en dodecasílabo.
(21) 'la qual (...) le dan prisa...', hay una extraña concordancia en estos dos versos, que podría producirse entre 'esquadra' (v. 266), antecedente de 'la qual', y el verbo 'dan', atendiendo al carácter colectivo del sustantivo, que sugiere por sí solo la pluralidad.
(22) A la muerte.
(23) desatar: "metaphóricamente vale desunir y soltar, aun las cosas que no son materiales" (Aut.).
(24) liquor: "el cuerpo líquido y fluido, como el agua, vino, leche, etc." (Aut.).
(25) floreo: "conversación vana y de pasatiempo" (DRAE).
(26) Este pronombre parece referirse al reino o al territorio, implícito en la expresión 'la gente que aquí mora', del verso 364.
(27) ocasión: "vale también causa o motivo por que se hace alguna cosa (Aut.).
(28) Los ejemplares que leen siguiendo el segundo estado del cuadernillo Nn recogen aquí, 'el sucesso desso desseado'. Vid. nota 1 del presente canto.
(29) reqüesto: 'recuesto', "lo que tiene un poco de cuesta" (Cov., s. v. 'recuesta').
(30) Una nueva variante se produce a causa de los dos estados que presenta este cuadernillo, ofreciendo la lectura 'donde el el fuerte castillo', los ejemplares que difieren del nuestro. Vid. nota 1 de este canto.
(31) miserando: "digno de miseración" (DRAE).
(32) Caystro (Caistro) es un río de la antigüedad, ubicado en Lidia (Asia Menor), que desemboca en el mar Egeo, cerca de Éfeso. En la actualidad se llama Kuchuk-Meinder. Meandro es un río del Asia Menor, célebre por lo tortuoso de su recorrido. Ambos son citados en la Ilíada (canto II, v. 463 y v. 868, respectivamente).
(33) Los ejemplares que se ajustan al segundo estado de este cuadernillo leen 'viene ha envestilla'. Vid. nota 1 de este canto.
(34) En el original, 'sin aguar'. La errata está recogida en los preliminares.
(35) seguir el alcance: "es perseguir los vencedores a los vencidos, o a los enemigos que huyen o se retiran, para acabarlos de deshacer y extinguir" (Aut., s. v. 'alcance').
(36) Disimulando lo que tenía.
(37) fuera: "significa también además. En esta acepción siempre se junta con la preposición de" (Aut.).
(38) Parece referirse a todo tipo de enseres domésticos, de los que suele haber dentro de una casa.
(39) menesteres: "se llaman también las necessidades corporales, precisas a la naturaleza" (Aut.). Aquí, concretamente parece claro que se trata de necesidades sexuales.
(40) intimar: "publicar o hacer notoria alguna cosa" (Aut.).
(41) Estos dos últimos versos parecen contener algún tipo de error o elisión. Tal vez tendría que decir: 'si no es que de donde estava el rey Antero...', pero esta construcción convertiría el verso en dodecasílabo.
(42) desabrimiento: "disgusto" (Cov., s. v. 'desabrido').
(43) poner en puntería: DRAE recoge 'poner puntería', "apuntar con un arma arrojadiza o de fuego" (s. v. 'puntería').
(44) Hay que entender en sentido metafórico este 'borrón', que alude a la mancha que en el corazón de Labrisa había dejado su amor no correspondido por Risambo.
(45) Se inician aquí las variantes que corresponden a los dos estados del cuadernillo Oo, sin duda el que más diferencias presenta. Salvo los ejemplares BNM1 (que manejamos para esta edición), Palacio y UCM, el resto de los colacionados se ciñen al segundo estado y leen 'la estampa en el borrò'.
(46) En el original, 'la embaxa'. Se trata de otra variante de este cuadernillo, que hemos sustituido por la forma correcta, presente en los ejemplares que se ajustan al segundo estado. Vid. la nota anterior.
(47) fantasía: "vale lo mesmo que imaginación" (Cov.).
(48) Nueva variante que volvemos a corregir con los ejemplares del segundo estado. En nuestro ejemplar se lee 'y apenas ha dar passo". Vid. supra nota 44.
(49) Se registra aquí otra variante. En nuestro ejemplar 'bolvió' está escrito con la i invertida. Corregimos con los ejemplares del segundo estado. Vid. nota 44 de esta canto.
(50) sacudido: "el despegado" (Cov., s. v. 'sacudir').