Prosigue Flavisa la narración y cuento del linage de Héctor por la vía del Fénix, y declara ser hermano de Sacridea, decendiente de Pentesilea. Cuenta los decendientes de Harpálice, y muéstrales las historias en unos doseles y tapizes. Cuenta la ninfa a Clarimante en qué tierra está y quién la possee (1). Descúbrese ser ella Thetis, madre de Achiles. Llega a la corte a pedir al rey favor y justicia una dama de Hibernia, señalándose Marpo y Melante para su defensa.
- ¿QUÉ cosa ay más rebuelta y entricada
- que el linage y origen de la gente,
- que apenas ay quien de la edad passada
- con claridad lo sucedido cuente?
- Assí, ay dificultad nunca allanada
- en poder discurrir distintamente,
- por ser de tantos años lo que digo
- y aver sólo un auténtico testigo.
- Al mágico Lemante voy siguiendo,
- como autor de la historia esclarecida,
- por sus mesmas palabras discurriendo,
- aunque va su eloqüencia más subida.
- "En el cuento de Andayro procediendo (2),
- digo que en Selisarda engrandecida
- huvo un hijo, la luz del universo,
- a quien no pudo el hado ser adverso.
- A este tiempo huvo en Persia un rey famoso,
- a la mágica ciencia aficionado.
- Llamábasse Sebastes, valeroso,
- en los scithas y asyrios afamado.
- No tuvo sucessión y, desseoso
- de saber lo dispuesto por el hado,
- juntó todos los magos que tenía
- en su espacioso reyno y monarquía.
- Herodio estava entre ellos el primero,
- los quales (3), empleando su talento,
- hallaron moriría sin heredero
- que tuviesse de él proprio el nacimiento;
- mas que avía de nacer un cavallero
- que fuesse para gloria y ornamento
- de todo su linage, si sacado
- fuesse del español remoto estado.
- Y que avía de casar con su sobrina,
- hija del rey assyrio, y que, de esta arte,
- ella sería tenida por divina
- y él temido en el orbe como un Marte.
- Y que de otra manera avría ruyna
- en su florido imperio parte a parte,
- quedando después de él con mil señores
- de sus ricos estados possessores.
- Dio Sebastes fe entera y gran creencia
- al acuerdo y consejo provechoso,
- despachando con suma diligencia
- un privado prudente y cauteloso,
- el qual cumplió a la letra la obediencia
- del rey de Persia, con efeto honroso,
- llevándole el donzel, no de tres años,
- atraýdo con dixes (4), por engaños;
- que, fingiendo en España ser tratante (5),
- en la corte de Andayro siempre estava,
- aguardando sazón en que el infante
- cogiesse, como siempre desseava.
- Fortuna (que en un caso semejante,
- que tanto a tantos reynos importava,
- quiso favorecer), dio coyuntura
- en que huviesse a sus manos la criatura.
- A un hermoso vergel la ama ha salido,
- llevando el tierno niño en compañía,
- la qual, sentada en un jazmín florido,
- mirava una gran fuente que corría;
- con esto, al dulce sueño se ha rendido.
- Pero el sagaz persiano no dormía (6);
- antes se llegó al niño que, ocupado
- con un perrico, estava hazia el un lado,
- y, con mil niñerías y blandura,
- le cogió entre sus braços al momento.
- Ayudado del hado y su ventura,
- al fin salió con él a salvamento,
- y, cuydoso en seguir la coyuntura,
- le puso sano en el persiano asiento,
- ganando en recompensa del cuydado
- ser en todo el imperio adelantado (7).
- No me sirve dezir el gran ruÿdo,
- el alboroto, estruendo y diligencia
- para buscar al príncipe perdido
- luego que se entendió su triste ausencia,
- y cómo después de esto fue sabido,
- y en Persia se le ha hecho resistencia,
- diziendo que el muchacho quedó muerto
- en el hondo pantano de un desierto.
- Veysle aquí, cavalleros -señalando
- al del Fénix-; él es el valeroso
- a quien mil profecías van cantando
- y su tiempo es tenido por dichoso.
- Ved cómo la Fortuna, rodeando (8),
- al punto le ha traýdo venturoso
- en que está con su hermana Sacridea
- y con Roanisa, que es quien más dessea.
- De oy más, señoras damas, no aya zelo,
- sino seguridad y amor ardiente;
- pues oy ha descubierto el alto cielo
- una historia tan rara y excelente.
- Con brevedad y presuroso buelo,
- de la reyna amaçona y del valiente
- troyano he dicho; agora es justa cosa
- que de Harpálice trate belicosa;
- la qual, como ya dixe, (9) aviendo dado
- traça para se ver con el famoso,
- (llevando todo el traje demudado
- por la ley y preceto peligroso (10)),
- su intento honroso aviendo ya alcançado
- (que fue tener un fruto valeroso),
- se puso a governar su campo y gente
- por ser la principal y más valiente.
- Disimuló gran tiempo el embaraço,
- ora fingiendo estar no bien dispuesta,
- ora que era hinchazón del duro baço
- u opilación (11) del hígado molesta;
- ocultávalo bien con el regazo (12)
- y nunca se mostrava manifiesta,
- hasta que al mundo diesse la riqueza
- que tomó de la hectórea fortaleza.
- Mas sucedió que estando ya cercana
- al fuero riguroso de Lucina (13),
- tocaron a rebato (14) una mañana,
- con bravo estruendo y prisa repentina.
- Pero no se vio pardo o tygre hircana
- acudir tan ligera a la marina
- tras el que sus hijuelos dulces lleva,
- como Harpálice sale oy a la prueva.
- Repartida en tres vandas va su gente,
- con los nervosos arcos en las manos
- y todo el adereço competente
- para postrar los griegos inhumanos;
- mas el último punto y accidente
- no permite salir con los troyanos
- a la estremada Harpálice rabiosa,
- por verse en ocasión tan afrentosa.
- Los dolores la aprietan más cada hora,
- marchan sus esquadrones adelante
- y seguirlos no puede la señora
- por el parto prolixo (15) e importante.
- Llegando do la pobre gente mora
- aquexada de un caso semejante,
- determinó, fingiendo otro accidente,
- encomendarse a aquella pobre gente.
- Y, entrando en una casa donde avía
- comodidad para el presente caso,
- descargó aquel tesoro que traýa
- guardado en el secreto, oculto vaso.
- Era una hermosa niña, en quien se vía
- el poder de los dioses nada escaso,
- pues en ella cifró, sin faltar nada,
- quanto la pudo hazer más que afamada.
- Encomendó el secreto y el cuydado
- de sí y de la dichosa criatura,
- prometiendo sería gratificado
- si la ayudasse el hado y la ventura,
- y declaró ser de Héctor, señalado (16),
- por si en aquel encuentro y coyuntura
- muriesse, dando seña tan notoria
- que despierte el troyano su memoria.
- Con esto se partió luego a la guerra
- no reparando en cosas de presente,
- y llegó quando toda la ancha tierra
- cubierta estava de enemiga gente,
- contra la qual con sus esquadras cierra
- mostrando su valor y pecho ardiente;
- mas la parca enemiga, con presteza
- atajó su valor y fortaleza.
- Que con osado pecho peleando,
- a los ayrados griegos resistiendo,
- fueron sus esquadrones mejorando,
- siempre más adelante se metiendo.
- Mas no se supo quál del otro vando,
- una fornida lança despidiendo,
- por el cortado pecho (17) la ha metido,
- penetrando el lugar más escondido.
- Luego de la batalla la sacaron
- las que eran de su esquadra y compañía,
- y al alcáçar de Troya la llevaron,
- por ver si algún remedio se hallaría.
- Mas las fuerças y vida le faltaron
- en la vasca postrera y agonía,
- y despidió el espíritu animoso,
- quedando el cuerpo en el mortal reposo.
- A la niña llamaron Hectorina
- los que siempre a su cargo la tuvieron,
- y en una isla secreta en la marina,
- viendo el troyano mal, se recogieron.
- Y passada la furia repentina
- con que a Troya los griegos destruyeron,
- a los que en aquel sitio se quedaron
- el caso de la infanta relataron.
- La qual fue siempre amada y fue servida
- como la más legítima heredera,
- del tronco y casa de Héctor produzida
- y de tan famosíssima guerrera.
- Y llegando a sazón y edad cumplida,
- porque linage tal no feneciera
- con un joven gallardo fue casada,
- y por señora y reyna fue jurada.
- Hectóreo fue el primero que ha nacido
- y luego otros seys hijos señalados,
- que por diversas partes han salido
- a buscar nuevos reynos y ditados.
- Sólo Daulias Hectóreo se ha sabido;
- de Daulias, dos mancebos señalados:
- el uno murió luego, dicho Orbante,
- el otro fue llamado el fuerte Enante.
- Este tuvo a Alcaudón por heredero,
- y Alcaudón a Nemesio, valeroso,
- que, fuera de aver sido gran guerrero,
- en la mágica ciencia fue famoso.
- Nemesio huvo seys hijos, y al primero
- Crisonio le llamó por ser hermoso (18),
- el qual huyó de la troyana vega
- y se fue donde el Tygris tanto riega.
- El otro Bibitelia fue llamado,
- que heredó la troyana monarquía.
- Su hijo fue Numesio, que ha ensalçado
- la olvidada destreça y valentía.
- Tuvo a Sarpe, que siempre fue criado
- en cosas de trabajo y montería,
- hasta que el valeroso padre muerto
- fue a la ciudad traýdo del desierto.
- Crisonio, que a la Asiria fue huýdo,
- tuvo cerca de Nínive (19) morada.
- Allí Laurelio sólo le ha nacido
- y una hija de gracias mil dotada.
- El rey de los asirios lo ha sabido,
- la qual (20) con él fue luego desposada,
- de quien la bella Roanisa vino,
- dotada de un espíritu divino.
- Los demás cavalleros que aquí estamos (21)
- (aunque distintamente no lo cuento),
- de la mesma nación nos derivamos
- teniendo en el gran Héctor nuestro asiento.
- Y, porque claramente la (22) veamos,
- quiero que vays a ver un aposento
- donde en unos doseles y pintura
- veréys que lo que he dicho es verdad pura."
- Gozosos todos la siguieron,
- estimando la nueva parentela,
- y todo debuxado allí lo vieron
- en tapizes de rica y nueva tela.
- Después que desto se satisficieron,
- les habló la famosa vejezuela,
- diziendo: "-Aun otra cosa me olvidava
- que mucho a vuestras honras importava:
- y es que el gran Felisandro (assí se llama
- el que Fénix continuo avéys nombrado),
- trate modestamente con su dama
- sin atreverse al pasto que es vedado;
- ella también procure por su fama
- no dar lugar al bello enamorado
- hasta que a Tolietro, en fin, lleguemos,
- donde las dulces bodas celebremos."
- Lo mesmo advirtió, y más, a Carbopía,
- porque tiene consigo Claveliana
- una guarda terrible noche y día,
- que le castigará con furia insana.
- Pueden tomar contento y alegría
- con la conversación honesta y llana,
- que presto gozarán abiertamente
- lo que se les prohíbe de presente.
- "A todos los demás enamorados
- daremos el remedio que importare;
- sólo quiero que todos adunados,
- al enemigo vando se repare (23):
- que, aunque ellos son famosos y alentados,
- quando alguna ocasión se atravesare
- os pido que sigáys todos a una
- el próspero ordenar de la Fortuna.
- Bien los conoceréys, porque esculpido
- tienen un gran león y una serpiente,
- que en sangriento combate cruel, reñido,
- está cada uno de ellos impaciente;
- en lo alto del escudo, y más subido,
- un fénix se divisa que en ardiente
- fuego su vida acaba, de manera
- que lo traen en escudos y vandera.
- Un águila caudal Héctor traýa,
- y la mesma será la seña cierta
- con que diferenciéys la compañía
- en qualquier alboroto y gran reyerta.
- Todos avéys sabido aqueste día
- vuestra generación bien descubierta;
- en sazón oportuna os diré cosas
- no menos admirables que gustosas.
- Conviene que mañana nos partamos
- para la rica España sin tardança,
- porque, si en esta tierra más estamos,
- perdemos la ocasión de buena andança.
- Mas, antes que del reyno nos salgamos,
- algunos han de hazer con feliz lança
- las cosas importantes a su gusto
- y las fundadas en intento justo.
- Adereçad lo necessario agora
- por que no se dilate la partida,
- que luego, en descubriéndose la Aurora,
- haremos la jornada y despedida."
- Quédense ellos aquí con la señora,
- que a mí no me es licencia concedida
- para estarme callando mientras parten
- y por diversos sitios se reparten.
- Yo me los buscaré cuando convenga
- tratar de su partida y aventura,
- porque no da lugar que me detenga
- Clarimante, metido en la espessura.
- Ya os acordáys la plática y harenga,
- contando su jornada y aventura,
- que tuvo con la ninfa que salía
- en busca de la casta compañía,
- y cómo preguntó que dónde estava,
- qué tierra y qué provincia aquélla fuesse,
- qué rey aquel imperio governava;
- que por le hazer merced se lo dixesse.
- Quando la caçadora començava
- la respuesta, fue justo yo acudiesse
- a tratar otras cosas de importancia;
- mas ya buelvo a buscarlos con constancia.
- "-Con brevedad -la ninfa dixo-, pienso
- satisfazerte en esta coyuntura,
- porque pensar dezirlo por estenso
- pudiera atribuýrseme a locura.
- Este reyno espacioso y sitio inmenso
- que tiene tantas leguas en anchura,
- es el Peloponeso, de do fueron
- los que la antigua Troya destruyeron (24).
- Está en nueve provincias dividido,
- y entre muchos señores se reparte
- el antiguo valor algo perdido,
- aunque siempre aquí reyna el fiero Marte.
- El ameno lugar donde has salido,
- en que agora has gustado recrearte,
- el promontorio Araxo le llamamos
- los que aquestas marinas habitamos.
- El sesgo (25) mar que con angosto seno
- se encorpora (26) en la tierra en braço estrecho,
- comunmente es llamado mar Cyleno (27),
- que para todo el reyno es de provecho.
- El destrito (28) anchuroso que está lleno
- de famosas ciudades largo trecho,
- tiene Achaya (29) por nombre; fértil tierra
- y poderosa gente para guerra.
- Govierna la esforçada y diestra gente,
- dicha epeos (30), Arbistes valeroso,
- del invencible Talpio decendiente,
- que en Troya se mostró tan poderoso (31);
- insigne capitán y muy pariente
- de un Achiles, que cuentan por famoso,
- y tiene bien reñida guerra agora
- con uno que en aqueste bosque mora.
- Como quinze mil passos, apartado
- está de aquí un castillo inexpugnable,
- donde vive un jayán desemejado,
- al cielo odioso, al mundo abominable;
- roba gentes, haziendas y ganado,
- con codicia y con sed tan insaciable,
- que no dexa en la tierra cosa viva
- que a su poder no venga a ser cautiva.
- Por precio incomparable después vende,
- en las islas y reynos comarcanos,
- las miserables gentes que el cruel prende
- con perniciosas y atrevidas manos;
- mas, aunque a tantos mil daña y ofende
- tratándolos con actos inhumanos,
- con todo, a las mugeres bien las trata
- y por su intercessión muchos no mata.
- Pero aquesto se entiende con hermosas;
- que con viejas y feas es estraño,
- porque dize que no son provechosas,
- antes hazen al mundo inmenso daño:
- las quales (32), con cautelas perniciosas,
- siempre andan con enrredo y torpe engaño,
- zizañando (33) y urdiendo enemistades,
- adulterios, hechizos y maldades.
- Y, pues servir no pueden aumentando
- el mundo, por estar ya envejezidas,
- es razón que, el lugar desocupando,
- queden luego a la muerte sometidas.
- Y la razón que da del otro vando,
- de las mugeres feas y podridas,
- es que en abominable rostro y pecho
- se verá por milagro algún provecho.
- Las que de afable gracia son dotadas
- estima en mucho y trata cortesmente,
- aunque a su voluntad están guardadas
- para siempre que alguna le contente.
- Y las que fueron dél antes gozadas,
- las divide y reparte entre su gente,
- procurando que nadie las ofenda,
- dándolas dote grande y gran hazienda.
- Arbistes a Gorgonio le haze guerra
- (que assí el monstruo se llama que te digo),
- porque a toda la gente de su tierra
- persigue como pérfido enemigo.
- Mas el bravo jayán todo lo atierra,
- sin que le aya quedado al rey abrigo
- para se defender de la braveza
- de aquella sobrehumana fortaleza.
- Pero, dexando aparte aqueste cuento,
- ya que lo que mandaste he yo cumplido,
- te ruego me declares de qué asiento
- o en qué región del mundo eres nacido;
- y también el honroso pensamiento
- que por estas regiones te ha traýdo;
- que, según lo que veo en ti, imagino
- que tu linage deve ser divino."
- Contóle Clarimante largamente
- su tierra, padres, suerte y coyuntura,
- hasta llegar al término presente,
- aportando en aquella selva escura;
- y cómo era de Achiles decendiente
- y sólo parecérsele procura,
- por lo qual, desseoso de honra, vino
- una jornada tal y un tal camino.
- La ninfa dixo: "-El fin que os mueve es bueno,
- y no es possible ser desamparado;
- que yo sé bien está este reyno lleno
- de parientes de Achiles, señalado.
- Esforçá el coraçón y ensanchá el seno (34),
- y dad lugar a la Fortuna y hado;
- que en vuestra mano está la fama y gloria
- para inmortalizar vuestra memoria.
- ¿Qué trabajos pensáys no padecieron
- los que ilustres renombres nos dexaron?
- ¿A qué aventura y mal no se pusieron?
- ¿Qué peligroso trance no provaron?
- Con esto, eterno nombre merecieron,
- y tanto su grandeza levantaron
- que cada qual se precia ser pariente
- de algún varón ilustre y excelente.
- Mas yo os miro con ojos, cavallero,
- que no se manchará por vuestra parte
- la fama eterna y nombre duradero
- del singular Achiles, fiero Marte.
- Procurad vos, con obras de guerrero,
- igualaros con él por esta parte,
- que yo no os faltaré en vuestra jornada,
- como madre de Achiles señalada."
- Dicho aquesto, ocultó su rostro bello,
- esparciendo un olor como divina,
- y de alto a baxo la cubrió el cabello,
- dándola una hermosura peregrina.
- Apressuróse el joven a tenello (35),
- mas quanto más se allega y avezina,
- tanto más la figura se rebuelve
- y en un viento sutil se torna y buelve.
- "-¡O agüela! -dixo el joven-. Justo fuera
- tratar al descubierto aquí comigo,
- y que desde el principio conociera
- eras mi defensora y dulce abrigo.
- Pero aunque, sacra Thetis, aora muera,
- confío de tenerte por testigo
- en quanto obrare aqueste braço mío
- en aventura, en guerra o desafío."
- Enlaza el fuerte yelmo sin tardança,
- el ligero cavallo luego enfrena,
- y, tomando la gruessa y dura lança,
- se mete por la selva más amena.
- Lleva firme y segura confiança
- de tener su jornada alegre y buena,
- y, aunque no sabe él donde ha de guiarse,
- no dexa a toda furia de emboscarse.
- Al tramontar del sol al Ocidente,
- vino a dar en un valle deleytoso,
- donde vio grande número de gente
- en un duro combate sanguinoso.
- El rumor de las fieras armas siente
- en medio del gran monte cavernoso,
- y la gran barahúnda oyó de lexos
- y vio del claro azero los reflexos.
- Águila no se vio con más presteza
- abatirse a la corça descuydada
- que, en medio de las flores y belleza,
- en las entresacar está ocupada;
- como el guerrero, con sin par braveza,
- llevado de su furia arrebatada,
- hizo a Frisel medir el campo raso
- con menudo galope y suelto paso.
- Y llegando al lugar de la batalla
- donde con tal rigor se combatía,
- quando quiso encenderla y avivalla,
- turbóse sin saber adónde yría.
- Pero con atención mirando halla
- lo que en tal ocasión le convenía.
- Después diré qué disensión es ésta,
- porque otra nueva cosa me molesta,
- que es ver la petición y diferencia (36)
- que al rey Antero dixe que ha traýdo
- una dama de lustre y excelencia
- y dos que acompañándola han venido.
- La qual, teniendo ya del rey licencia
- y aviendo sossegádose el ruÿdo,
- con amorosa boz y gracia bella,
- ante todos propuso su querella,
- diziendo: "-El claro nombre y alta fama,
- esclarecido rey, de tu justicia,
- que por tan largo espacio se derrama,
- de venir ante ti nos dio codicia;
- porque una gran princesa y sacra dama,
- oprimida y quexosa de injusticia,
- confïando el favor darás devido,
- hazerte su jüez oy ha querido.
- Y porque sea su causa más notoria
- (si no te diere enfado o pena alguna),
- repetiré una breve y cierta historia
- que no será pesada ni importuna;
- nunca jamás se ha visto diesse gloria
- sin dar contrapeso la Fortuna,
- ni dio adarme o libra (37) de contento
- que no lleve una arroba de tormento.
- De Hibernia somos todos, bien sabida
- y cercana a este reyno memorable,
- donde huvo una princesa esclarecida
- de quien la fama es justa cosa que hable.
- Fue su padre privado de la vida
- por un cierto sucesso lamentable,
- y la madre murió en un breve espacio,
- quedando la princesa en el palacio.
- De los grandes del reyno fue criada
- hasta que a edad llegó y sazón madura,
- en que con Acisclanio fue casada,
- pobre de estado y rico de ventura.
- Haziéndose la reyna dél preñada,
- al mundo embió una bella criatura;
- mas el parto fue tal, y de tal suerte,
- que sugeta quedó a la dura muerte.
- Vivió Montisa, infanta y heredera,
- en poder de su padre, y diciplina,
- pero el gallardo rey no persevera
- en la biudez, que enfada y amohina;
- assí, de una provincia forastera
- una señora truxo peregrina,
- aunque su bella gracia y gentileza
- claramente descubren su nobleza.
- En ella tuvo el rey un hijo amado
- que Livonio por nombre le fue puesto,
- a quien su padre el rey ha desseado
- dar el copioso reyno y todo el resto.
- Pero toda la tierra ha procurado
- encaminarle en la justicia de esto;
- mas cosa a le mudar no aprovechava,
- sino que en su sentencia siempre estava.
- Començó a apercebir secretamente
- las cosas importantes a la guerra,
- para poderse hazer violentamente
- absoluto señor de aquella tierra.
- Sus intentos caló la noble gente
- y de las armas sin tardar afierra (38),
- que en número infinito se juntaron
- y la casa del rey impío cercaron.
- De tyrano traydor todos le llaman,
- tirando flechas y armas enhastadas,
- y con muchas afrentas le disfaman,
- hundiendo el alto alcáçar a pedradas.
- Las bozes por el ayre se derraman
- de las gentes que están alborotadas,
- lo qual viendo Acisclanio luego avisa,
- por medio de los suyos, a Montisa.
- La qual, viendo la grita y el ruÿdo
- que por su causa y bien se ha levantado,
- a los hablar a todos ha salido
- con rostro alegre y pecho sossegado,
- y tanto, en fin, con ellos ha podido,
- que quedó todo el pueblo sossegado
- con que el rey del alcáçar se saliesse
- y en una condición justa viniesse.
- Y fue que dos guerreros señalasse
- de los más escogidos de su tierra,
- y con un mensagero los embiasse
- a este reyno sin par de Ingalaterra,
- donde (39), si por desgracia no se hallasse
- quien los venciesse en buena y campal guerra,
- que Livonio, su hijo verdadero,
- fuesse de aquellos reynos heredero.
- Mas, si favoreciesse la ventura
- a Montisa, y algún varón famoso
- mano a mano venciesse, en dura guerra,
- de aquestos el orgullo valeroso,
- gozase ella del reyno y coyuntura,
- y el vencedor quedasse por su esposo,
- y luego el rey del reyno se saliesse
- y a sus antiguas tierras se bolviesse.
- Vino de buena gana en el partido
- Acisclanio, teniendo confianza
- de éstos en el valor esclarecido,
- que han de bolver al reyno con bonança.
- Assí, del alto alcáçar se ha salido,
- lugar dando a su suerte y mala andança,
- hasta que la Fortuna lo ordenasse,
- y al cetro, o a su tierra, se tornasse.
- Veys aquí, valerosos, mi demanda,
- y la que traen comigo estos guerreros,
- porque el sobervio rey lo quiere y manda,
- siguiendo sus injustos desafueros (40).
- Librad de tyranía tan nefanda
- (pues es propio de ilustres cavalleros),
- a la hermosa Montisa, despojada
- del patrio reyno y magestad sagrada."
- Suspenso quedó Antero, y pensativo
- a todos los guerreros ha mirado,
- a ver si ay quien el término excesivo
- quiera vengar del rey desmesurado.
- Melante, con donayre y rostro altivo,
- se ha opuesto (41), a la vengar determinado,
- movido de aquel reyno y de la fama
- que tiene antes de agora de la dama.
- También Marpo se puso a la vengança,
- porque era de Melante amigo estrecho,
- y por sentir en sí tanta pujança,
- que esperava llevar honra y provecho.
- Luego todos quisieran, sin tardança,
- con armas reduzirse a punto estrecho;
- mas en ello no vino (42) el rey prudente,
- sino que se dilate al día siguiente.
- Assí quedó entre todos aplaçado
- el áspero combate al otro día.
- El rey a los guerreros ha hospedado
- conforme a su grandeza y cortesía;
- en la bella floresta se ha quedado
- hasta que ya el planeta decendía
- a bañar su cabeça y carro ardiente
- en las escuras aguas de Ocidente.
- A la ciudad bolviendo se ha ofrecido (43),
- al descubrir de un llano, un gran guerrero,
- de relucientes armas guarnecido,
- hechas de oro de Arabia y fino azero;
- un escudo en que el sol tiene esculpido;
- cavallo, al parecer, bueno y ligero;
- gruessa y fornida lança trae en la mano
- con gracia singular, ayre galano.
- Todos ponen en él la vista clara,
- mirándole del pie hasta la cabeça,
- y en lo que el ayre y brío les declara,
- echan de ver su singular braveça.
- Bien pueden estimar su virtud rara,
- porque es de gran valor y suma alteza,
- lo qual tiene con muchos ya provado,
- de quien nombre famoso ha recobrado.
- Sabiendo que era el rey el que venía,
- quitó de su cabeça el yelmo hermoso,
- y, con humilde muestra y cortesía,
- del cavallo se baxa el animoso;
- y, llegando la ilustre compañía
- adonde estava el joven valeroso,
- se arrodilló ante el rey, diziendo quanto
- os pienso referir en otro canto.
CANTO XXIV
NOTAS:
(1) El texto transcribe 'en qué tierra este, y quién la possea'. Creo más coherente la lectura que ofrezco, y considero una errata la que se presenta en el original.
(2) Iniciamos este verso con comillas por ser la continuación del relato de la maga Flavisa, que se extiende hasta el verso 292 de este mismo canto.
(3) El antecedente son 'los magos' (v. 23).
(4) dixes: 'dijes', "las cositas de oro, plata, coral, cristal, sartales, piedras y las demás menudencias que cuelgan a los niños ordinariamente al cuello para acallarlos y alegrarlos; y aun dicen también que para divertir a los que los miran para que no los aojen si les están mirando el rostro de hito en hito" (Cov.). He corregido el verso sustituyendo la expresión 'ha traýdo'(que considero una errata), por 'atraýdo' que se ajusta mejor a la frase.
(5) tratante: Cov., s. v. 'tratar', "negociar comprando y vendiendo mercadurías, de donde se dijo tratante".
(6) En el texto, 'que no dormía'. La errata es rectificada por Murcia de la Llana, aunque con una foliación equivocada.
(7) adelantar: "preferir a alguno o aventajarle en honores o premios" (Aut.).
(8) rodear: "hacer rodeos y andar a la redonda" (Cov.).
(9) Corrijo, siguiendo el testimonio de erratas, el original, donde se lee: 'como dixe'. La foliación citada por el corrector es errónea.
(10) Las amazonas sólo podían unirse sexualmente una vez al año con hombres extranjeros y, además, ya se nos dijo arriba que "en tiempo de guerra era vedado / admitir el deleyte desseado" (canto XXII, vv. 567-568).
(11) opilación: "obstrucción y embarazo en las vías y conductos por donde passan los humores" (Aut.). Cov. dice que es una "enfermedad ordinaria y particular de doncellas y de gente que hace poco ejercicio".
(12) regazo: "las faldas de la saya que se recogen y hacen seno sobre el vientre o barriga" (Cov.).
(13) Para Lucina, vid. nota a I, 139.
(14) rebato: "se llama también la convocación popular por algún acaecimiento repentino" (Aut.).
(15) prolixo: "largo, dilatado y extendido con excesso" (Aut.).
(16) señalado: "es el hombre valeroso, o por armas o por letras, o por gran virtud y sanidad, etc." (Cov., s. v. 'señal').
(17) Vid. nota a XXII, 520.
(18) Tal vez por el vocablo griego cruseoz , que significa dorado, brillante, precioso.
(19) Nínive, ciudad asiria en la margen izquierda del Tigris. Fue destruída en 612.
(20) El antecedente es 'una hija', v. 220.
(21) La propia maga se incluye en el número de los caballeros, aunque no como tal, sino como integrante de esa descendencia de Héctor que ha venido relatando. Se produce una asimilación en función de la mayoría que representan los caballeros con respecto a quienes no lo son.
(22) Parece sustituir a 'la nación' (v. 227) o a la descendencia ilustre.
(23) reparar: "vale assimismo atender, considerar o reflexionar" (Aut.).
(24) Da la impresión de que Martínez asimila el Peloponeso a toda Grecia, pues es sabido que Aquiles, principal héroe de la guerra de Troya vivió en Tesalia, bastante más al norte.
(25) sesgo: "vale también sereno y sossegado, sin turbación o alteración" (Aut.).
(26) encorporar: "incorporar" (Cov.).
(27) Vid. nota a XXI, 576.
(28) destrito: "distrito".
(29) Achaya: Acaya, región al noroeste del Peloponeso.
(30) Los epeos son un pueblo que habitaba en la Élida, al noroeste del Peloponeso. Reciben el nombre de su rey, Epeo, hijo de Endimión y de una náyade, según la mitología clásica.
(31) Talpio fue, junto a su hermano Anfímaco, uno de los guerreros señalados que entraron en Troya dentro del caballo de madera.
(32) El antecedente es 'viejas y feas', en el verso 362.
(33) zizañar: 'cizañar', "sembrar o meter cizaña, disensión o enemistad" (DRAE).
(34) Las formas de los imperativos en -á, se deben a la necesidad de cuadrar el endecasílabo.
(35) tener: aquí se asimila a detener. Vid. nota a X, 526. El joven pretende detener el proceso que se ha iniciado y que concluye con la desaparición de la ninfa. Los versos siguientes confirman esta definición.
(36) diferencia: "diferencias, se llaman frecuentemente las controversias, contrariedades y oposiciones de las personas entre sí" (Aut.).
(37) adarme: "es la mínima parte de una onza" (Cov.). Libra: "es peso comúnmente de doce onzas, pero éstas se varían a más o a menos, conforme el uso de la tierra y la calidad de las cosas que se pesan" (ibídem).
(38) aferrar: "aferro, afierro" (Fontecha).
(39) Este 'donde' tiene un valor relativo, equivalente a 'en cuyo caso'.
(40) desafuero: "es agravio, tuerto, fuerza o injusticia que se hace contra las leyes y fueros del reino o contra la razón" (Cov.).
(41) oponer: "ponerse en contra de otro" (Cov.). Melante se opone a los guerreros que son contrarios a la causa de Montisa.
(42) venir: "metaphóricamente vale assentir, reducirse o sujetarse al dictamen u parecer de otro, u convenir en alguna cosa, especialmente quando antes ha habido dificultad o repugnancia" (Aut.).
(43) ofrecer: "significa assimismo manifestar y poner patente alguna cosa, para que todos la vean" (Aut.).