C A N T O XXII

 Encuentra Clarimante en una soledad y bosque una ninfa, a quien pregunta qué tierra sea aquélla. Desafíansse Bendalio, portugués, y Liberio de Irlanda en la corte del rey Antero, y, saliendo armados al desafío, los despartió Achiles, que se les apareció en una nuve. Cuenta Flavisa el linage del Fénix.

 

 

 
NUNCA faltó socorro al que procura
exercitarse en señaladas cosas,
porque siempre acompañan la ventura
a empresas alentadas, valerosas.
Y no ay imaginarse coyuntura
ni trances ni sazones peligrosas,
en que no se le ofrezca al esforçado
el próspero socorro desseado;
 
que, quando piensa el hombre aver venido
al último desmán y paradero,
y entiende que Fortuna le ha traýdo
por sus puntos a un gran despeñadero,
entonces, sin pensar, es socorrido,
y se halla más honrado que primero (1);
porque en la adversidad se prueva el hombre
y se ensalça o derriba el claro nombre.
 
Tantos como en los libros oy leemos
en el último trance y agonía,
favorecidos de los dioses vemos
que amparavan su pecho y valentía.  
Y, si a cosas passadas no creemos,
ved lo que os contará la historia mía,
y mirad que el valor tanto merece
que a le ayudar qualquiera dios se ofrece.
 
Dixe que Clarimante avía acudido
a ver por qué el cavallo se alterava,
y que en esta sazón se le ha ofrecido
no se qué, en un bosque que allí estava.
Aquí quedé cansado ya y molido
de lo mucho que avía que cantava;
mas, ya que esfuerço nuevo he recobrado,
bolver quiero al discurso començado.
 
Vio de entre la arboleda deleytosa
una ninfa salir con gran donayre,
bella en estremo y en ygual graciosa,
la madexa de Arabia suelta al ayre,
la ropa de una tela verde hermosa,
levantada hazia arriba con desgayre;
mas descuydo no vi tan cuydadoso
ni desgayre que fuesse más gracioso.
 
Con borceguí (2) a la media pantorrilla
de vistosas labores esmaltado,
lo demás, hasta encima la rodilla,
de sola su hermosura está adornado.
Jugava el viento allí con la faldilla,
ondeándola al uno y otro lado,
y descubriendo, en esta coyuntura,
pedaços de cristal y nieve pura.
 
Un arco de marfil y de oro puro,
en él puesta una aguda y dura flecha,
y, para se ayudar en su camino,
lleva sin embaraço la derecha. 
La aljava (3) echada al ombro cristalino,
de plata y de mil perlas ricas hecha,
mostrándose la diosa soberana
qual si fuera una ninfa de Diana (4).
 
Mirando a todas partes cuydadosa,
como que algo buscava, se ha mostrado,
saliendo de la selva montuosa
al espacioso sitio y fresco prado;
y, tendiendo la vista poderosa
hazia do Clarimante estava armado,
encendiendo el color y gracia pura,
dixo con singular desemboltura:
 
"-Dezidme, aventajado cavallero;
¿avéys visto, por dicha, esta mañana,
siguiendo un javalí cerdoso y fiero
alguna de las ninfas de Diana?"
"-A nadie he visto -respondió el guerrero-,
¡o dama bella y diosa soberana!;
pues muger no es possible sea del suelo
la que en gracias excede al mismo cielo.
 
Mas, ora seas mortal o seas divina,
o de la casta diosa compañera (5),
en este escuro bosque me encamina,
que de tierra y región soy estrangera;
tierra es que al norte elado se avezina
en el gran mar y athlántica ribera,
y, de un honroso término movido,
a esta parte mi suerte me ha traýdo.
 
Que me digáys codicio, ¡o gran señora!, 
a qué reynos me ha echado la ventura,
qué gente y qué nación vive aquí y mora,
pues vienes a tan buena coyuntura." (6)
"-No traygo tanto espacio -dixo- agora,
mas, por ver tu valor y virtud pura,
brevemente diré lo que supiere
y quanto a tu pregunta conviniere."
 
Pero quédense aquí, que soy forçado
a acudir a mil partes de la historia,
que con algún descuydo me he olvidado
de la corte del rey y su memoria;
que desde aquel combate señalado
y desde la batalla tan notoria
de Roanisa y el Fénix, he seguido
su derrota (7) y camino entristezido.
 
Y, pues ya tan contentos los tenemos,
gózense, mientras de otros valerosos,
soltando a mi barquilla vela y remos,
hechos publico al mundo milagrosos.
La corte de guerreros llena vemos,
los quales, con esfuerços generosos,
procuran señalarse de manera
que gozen de aquel reyno y su heredera.
 
Quien más a esta sazón se señalava
era el famoso príncipe de Irlanda (8),
que, con quantos guerreros peleava,
adelante llevava su demanda,
y, aunque ser compañero no negava
de la florida y generosa vanda  
del joven Clarimante, pretendía
llevar lo que al más fuerte se ofrecía.
 
Verdad es que Melante y Aridano,
y algunos de los otros sus amigos,
no provaron con él la diestra mano,
sino que sólo estavan por testigos.
Sucedió que Bendalio, el lusitano,
y Liberio quedassen enemigos
y tan mal de palabra se tratassen,
que a desafío público llegassen.
 
Y para proceder distintamente,
quiero desde el principio declararos
el primer fundamento (9) desta gente,
que podrá ser en esto contentaros.
El príncipe Bendalio era valiente,
y de los más gallardos y más raros
que en la corte de Antero se hallavan,
pues todos sin desdén lo confessavan.
 
Mas era altivo un poco, y jactancioso,
sin que a nadie igualdad reconociesse,
con lo qual dio principio a ser odioso
y que por menos grave se tuviesse.
Liberio el irlandés es valeroso,
quitado (10) de altiveza y de interesse,
discreto, comedido y conversable,
llano, franco, magnánimo y afable;
 
con lo qual era siempre respetado
y de los otros príncipes querido;
que, si no era más alto en el estado,
hazíale su valor esclarecido.
Bendalio, desto andava algo picado 
y dio principio a un nuevo y gran ruÿdo,
tanto que, si este fuego no cessara,
el vando de los doze peligrara.
 
Estando, pues, los más en una huerta,
festejando las damas que allí avía,
dio una dama principo a la reyerta,
no entendiendo que tanto mal hazía.
Díxole al portugués que estava cierta,
y que de muchos grandes lo sabía,
que eran los portugueses inferiores
a los septentrionales guerreadores;
 
que las damas también no eran hermosas (11),
y atrás, en discreción, mucho quedavan
respeto de infinitas milagrosas
que en todo el mar de Athlante se criavan.
Sintió tanto Bendalio aquestas cosas,
y más viendo que todos lo aprovavan,
que, frenético y fuera de sentido,
desta suerte a la dama ha respondido:
 
"-Si, como soys muger descomedida,
fuérades hombre digno de mi mano,
os hiziera perder luego la vida
en vengança del nombre lusitano;
y si de algún presente os fue traýda
essa nueva, mintió como villano,
y estoy determinado a hazerlo cierto
dexándole en batalla campal muerto;
 
que no es la Lusitania alguna tierra
de silvestres montañas rodeada
como vemos a Irlanda e Inglaterra,
y la Hibernia (12) fragosa y despoblada;
antes es donde todo el bien se encierra, 
de mil grandes provechos ilustrada,
hermosas damas y célebres galanes,
fuertes guerreros, diestros capitanes.
 
¿Cómo es cosa possible aver belleza
en tierras de lo más menesterosas,
cuya gente es criada con pobreza,
con grosseras vïandas y dañosas?
Todo vemos que es sierras y aspereza
y fragas (13) y quebradas montuosas,
donde más el sustento se procura
que la alta discreción y la hermosura.
 
Y quien en este caso se atreviere
de quantos hombres ay aquí delante,
si por diestro y valiente se tuviere,
en señal de batalla alçe este guante (14)."
Liberio, que de rabia se arde y muere,
respondió: "-Altivo eres, y arrogante,
y, para te preciar de esclarecido,
no eres, no, bien mirado y comedido.
 
No trato si las damas son hermosas
ni pongo en los guerreros mi censura,
pero por tus palabras afrentosas
aceto el desafío y guerra dura;
que agena de personas generosas
ha continuo de estar la desmesura;
la qual siempre se halla en baxos pechos,
no en coraçones, no, a grandezas hechos.
 
Yo vengaré las damas injuriadas,
y veremos si son descomedidas;
el filo y el valor de las espadas 
las dexará en su honor restituýdas,
las quales a los hombres fueron dadas
para el bien y descanso de las vidas,
y quien las haze injuria es gran baxeza,
pues no puede vengarlo su flaqueza;
 
y quien toma con ellas la pendencia,
es indicio notorio y evidente
hazerlo porque ve no ay resistencia
de parte del estado desta gente.
Mas yo tomo (15) el hazerte en su presencia
conocer ser altivo y no prudente,
y desde aqueste punto, como digo,
te terné por contrario y enemigo."
 
Nunca se vio alacrán bolver tan presto
a picar, quando le hizo daño alguno,
ni áspide, al que le fue grave y molesto,
con curso le siguió tan importuno,
como Bendalio, con ayrado gesto
y sin juÿzio y término ninguno,
arrancando la espada dixo: "-¡Aquesta,
Liberio, te dará justa respuesta!"
 
Al mesmo tiempo, el irlandés gallardo
la suya y manto (16) opuso a la defensa,
y de Bendalio (que en herir no es tardo),
de aquella suerte aver vitoria piensa.
Aridano, ligero como un pardo,
se puso entre los dos con ira inmensa,
diziendo: "-¡Afuera, afuera, cavalleros,
que no es término aqueste de guerreros!" 
 
Otros muchos también se atravessaron
diziendo que la riña se dilate. 
En fin, de los dos fuertes alcançaron
para después quedasse aquel combate.
Entre todos allí determinaron
que la causa otro día se remate
delante el rey y corte, en desafío,
mostrando cada qual su esfuerço y brío.
 
Veys aquí la quadrilla dividida;
porque unos a Bendalio favorecen
y, en su favor y ayuda, la honra y vida
y su valor y lo que son le ofrecen;
otra parte a Liberio está atenida,
y su opinión y causa fortalecen
con dezir que en justicia va fundado
como príncipe cuerdo y esforçado.
 
Viendo el rey el gran mal que començava
si no ponía remedio en lo presente,
con unos y con otros procurava
desarraygar la dissensión reciente.
Mas poco su cuydado aprovechava
ni ser tan sabio, cuerdo y tan prudente,
porque nunca Bendalio ha consentido
en traça que aya dado ni en partido.
 
Assí, Antero, mohino y fatigado,
dio lugar al furioso desafío,
encomendando a la Fortuna y hado
guiassen el negocio a su alvedrío.
Para el siguiente día fue aplaçado
el fin del más que loco desvarío;
ambos se sossegaron con aquesto,
saliendo a la ancha plaça al tiempo puesto (17).
 
De armas fuertes, cargadas de riqueza,
y cubierta de plumas la celada,
con gran donayre y singular braveza 
se muestra cada qual en la estacada.
Vales acompañando la nobleza
que en la corte del rey está ayuntada,
donde se echó de ver que repartidos
están, entre los dos, los escogidos.
 
Hecha la necessaria diligencia
por los sabios padrinos y allegados,
se apartaron a ver la diferencia,
arrimándose todos por los lados.
Los cavallos, haziendo gran violencia,
romper quieren los límites vedados,
y, tascando, los frenos manotean,
y de esta a la otra parte se pompean (18).
 
La temerosa trompa se oyó luego
con tarda pausa y son enrronquecido,
al qual, con un mortal dessasossiego,
arremeter los dos han pretendido;
mas, aunque ellos están ardiendo en fuego,
menear los cavallos no han podido,
no obstante que les abren los costados
hasta correr la sangre por los lados.
 
Desházense y rebientan por juntarse
los coléricos príncipes furiosos,
mas no pueden del puesto menearse,
aunque ponen mil medios peligrosos.
En fin, determinaron de apearse
para provar sus braços valerosos,
y, ya que con cavallos no podían,
a pie vengar su injuria pretendían.
 
Pero ni de esta suerte se han juntado,
sino que están como antes en el puesto,
que jamás de la raya el pie han passado
por mucho que han echado en ello el resto.  
El circunstante pueblo está admirado;
entiende ser encanto manifiesto,
mas nunca los guerreros lo advirtieron
ni dexar su propósito quisieron.
 
Duró por largo rato el desatino,
y ruego ni otra cosa aprovechava;
tanto el impío coraje repentino
de la justa razón los apartava.
Un ayre impetuoso sobrevino
que a todos su braveza amedrantava,
alterándose allí los elementos
con la indómita furia de los vientos.
 
Vino en esto un nublado tenebroso
que a quantos allí estavan causó miedo,
y, puesto sobre el círculo espacioso (19),
sin de allí se mover ha estado quedo.
Luego un trueno se oyó, tan espantoso,
que con toda verdad deziros puedo
no aver quedado alguno que allí huviesse,
que de su estado en tierra no cayesse.
 
Abrióse el gran nublado de repente,
y dentro un cavallero se ha mostrado
con traça y con donayre de valiente,
desde el pie a la cabeça todo armado.
El rostro descubrió resplandeciente,
de singular belleza acompañado;
un escudo gallardo en la siniestra
y desnuda la espada trae en diestra.
 
Suspensos se quedaron todos luego,
y en esto dixo aquél que allí venía:
"-¿Qué saña es ésta y movimiento ciego
el que en ira os enciende, ¡o, sangre mía!?
Si no ay paz entre vosotros, y sossiego, 
¿de qué os ha de servir la valentía
si no de miedo cierto y de instrumento
para vuestro destroço y perdimiento?
 
¡Bolvé, bolvé (20) el rigor de las espadas
y vuestro gran valor y fortaleza
en contra de las águilas doradas (21),
puestas en tanto punto y tanta alteza!
A las gentes con ellas ufanadas
procurad derribarles la braveza,
con ánimo siguiendo (22) y osadía
los hechos de grandeza y valentía.
 
Y, pues yo derribé con esta diestra
el orgullo del príncipe troyano
quando estava la suerte más siniestra
del exército griego y vando insano (23);
qué mucho que vosotros déys oy muestra
de que soys decendientes desta mano,
y que, si ella os dio el ser y os dio la gloria,
en las vuestras reviva oy su memoria."
 
Deshízose la nuve dicho aquesto,
con el mesmo alboroto que truxo ante (24),
y tal coraje a todos les ha puesto
como se mostrará bien adelante.
Mudaron el furioso presupuesto
los dos guerreros en el mesmo instante,
y, de más que mortales enemigos,
no dexaron jamás de ser amigos.
 
La quadrilla, concorde, se ha juntado
con singular contento y alegría,
y todos desde allí se han conjurado
de arruynar la contraria compañía.
Halos el sabio Antero combidado
a su palacio real el mesmo día,
haziéndoles vanquete sumptuoso
por el caso y sucesso prodigioso.
 
Bien que el astuto rey pondera y mira
lo que suceder puede, el tiempo andando,
conforme al gran coraje, saña e ira
que los nuevos guerreros van mostrando.
Échase bien de ver que todo tira
a dar por tierra con el teucro (25) vando,
lo qual hecho, está claro y manifiesto
avía de ser aquello al rey molesto.
 
Mas muestra, como cuerdo, osado pecho,
un ánimo quïeto y no rendido;
antes dava a entender que, por lo hecho,
su magestad y reyno avía crecido,
y que todo cedía en su provecho,
declarando el milagro sucedido (26)
a que él era también del vando griego
que a Troya consumió en ardiente fuego.
 
Ya aquel (27) largo vanquete era acabado
y que alçavan la mesa sumptuosa,
se abrió por lo más alto el gran tejado
sin que cayesse polvo ni otra cosa.
En la sala un enano se ha mostrado,
de rostro afable y gracia no enfadosa,
con un cestico de una fruta lleno, 
cogida en el Elíseo bosque ameno.
 
Y dixo: "-Cavalleros escogidos:
la madre del famoso Clarimante
os embía estos frutos nunca oýdos
ni vistos desde el Tajo hasta levante,
los quales se han de dar a los unidos
al célebre Aridano y a Melante
y a los demás que siguen la pendencia
de la bella princesa y de su herencia.
 
Y la causa porque esto aquí se advierte
es por tener la fruta tal tempero (28)
que rinde al punto a lastimosa muerte
al que fuere contrario aventurero,
pero da esfuerço nuevo y nueva suerte,
un grande brío y ánimo de azero,
a los que el otro vando persiguieren
y siempre a su señor obedecieren."
 
Con esto se partió de allí el enano,
dexando el canastillo y fruta nueva,
el qual llevado fue de mano en mano
para hazer la costosa y mortal prueva.
Mas solos los que siguen a Aridano
(sin que otro a la tocar sólo se mueva),
la comieron con ánimo gozoso
de verse en un estado tan dichoso.
 
Lo qual les ha durado hasta la muerte,
sin que cosa a ninguno sucediesse
que, con ánimo osado y pecho fuerte,
por propia cada qual no la tuviesse.
Assí se sustentaron desta suerte,
porque donde no reyna el interesse
todo crece y se aumenta y multiplica,
y haze la gente afable, honrosa y rica.
 
Por ellos está el puesto y el partido,
y no ay quien sus intentos contradiga,
porque el vando contrario todo es ydo
y ausente está la gente su enemiga;
pero no ay que fiar del fementido
disponer de Fortuna (doble amiga),
que nunca supo dar algún contento
sin mezcla de amargura y de tormento.
 
Sucedió que, saliendo el rey un día
a passear en un ameno prado,
con toda la estremada compañía
de la alta juventud que os he contado,
también otra quadrilla allí salía
por quien todo en la corte anda turbado,
que es la bella Rosania y otras damas
de gracia singular y grandes famas.
 
Apenas han llegado al sitio hermoso,
quando vieron venir dos cavalleros
armados y con término brioso,
en que muestran que son grandes guerreros.
Todo el ayuntamiento (29) belicoso
bolvió a mirar los dos aventureros
y una dama, también, que allí venía
a tratar con el rey cierta porfía.
 
Aguardaron a ver lo que buscavan
y diéronles lugar a que llegassen,
y el pleyto y diferencias en que andavan
al magnánimo Antero declarassen;
el qual, como entendió que desseavan
hablarle, dio licencia que le hablassen,
y los dos a la dama han avisado,
que la mano en dezir luego ha tomado.
 
 Mas perdónenme agora, porque quiero
(según que la razón lo ordena y quiere),
a la historia de atrás bolver primero,
porque pierde sazón si se difiere.
Dexamos al fenicio cavallero
(según que el gran Lemante lo refiere),
a Flavisa, a Herodio y Claveliana,
y la demás quadrilla soberana.
 
Aviendo la comida ya acabado
y suspensos estando los presentes,
la discreta Flavisa ha començado
a descubrir la trama a los oyentes,
diziendo: "-Largo tiempo he codiciado,
bellas damas y príncipes valientes,
verme en esta sazón que aora me veo,
tan conforme a mi fama y buen desseo.
 
Mas doy muchos loores y agradezco
a los divinos dioses lo que han hecho,
que, aviendo tantos años que padezco,
han, al cabo, a mi intento satisfecho.
Y, aunque por causa mía no merezco
gozar de gloria tanta y tal provecho,
por vosotros entiendo me ha venido
lo que no he, por mi parte, merecido.
 
Bien pudiera con solo Carbopía
hazer lo que importava a mi ventura,
pues todo mi linage consistía
en su merecimiento y virtud pura;
mas a todos vosotros ofendía
si dexara passar tal coyuntura
en que veréys misterios escondidos,
que fueran perniciosos no entendidos.
 
¿Quién, famosos guerreros, nos dixera
que de un mismo linage procedemos,
y que el principio y línea verdadera 
desde Héctor el troyano lo traemos?
Mas, porque no entendáys soy novelera
tratando remotíssimos estremos,
escuchad el discurso de la historia,
digna de eternizarse en la memoria.
 
En la Scythia (30), a la orilla deleytosa
de Tanais (31), de aguas claras bastecido,
vive y vivió una gente belicosa
qua amazonas (32) tuvieron apellido.
No eran dadas a trato y vida ociosa
ni al lacivo descanso apetecido,
ni sujetar su pecho a la blandura
ni a tratar de belleza y de hermosura.
 
Todo era procurar, con brava guerra
y con obras de heroyca fortaleza,
sujetar el contorno de la tierra
con un ánimo grande y real alteza.
Entendiendo que sumamente yerra
la que rinde al marido su cabeça,
nunca en toda su vida se casavan,
porque del matrimonio abominavan.
 
Mas, porque abiertamente conocían
averse de acabar de aquesta suerte,
por un tiempo abreviado permitían
el dulce ayuntamiento de algún fuerte,
y si caso muchachos les nacían,
luego los entregavan a la muerte,
y si niñas, consigo las criavan 
y los pechos derechos las quemavan (33).
 
Vinieron a rendir con mano armada
mucho de Asia mayor, sin que hombre huviesse
que a su bélica furia arrebatada
con felice sucesso se opusiesse.
Assí, fueron la gente más nombrada
y menos pretensora (34) de interesse
que en la anchurosa tierra y mar avía,
porque sólo mostrarse pretendía (35).
 
Pentesilea (36), reyna belicosa,
el estendido imperio governava
quando en Troya la guerra peligrosa
con más engrandecida suerte andava,
y viniendo a entender por cierta cosa
que de troyana gente ella baxava (37),
determinó ayudar con sus legiones
a los fuertes hectoreos (38) esquadrones.
 
Y escogiendo seys mil, las más guerreras
y que eran entre todas señaladas,
debaxo de estandartes y vanderas
las baxó a las regiones ya nombradas (39),
donde, qual bravas tygres y onças fieras,
hizieron altas obras alentadas,
que de una en una agora yo no os cuento 
por no cortar el hilo de mi intento.
 
Traxeron por su reyna y capitana,
y por universal governadora,
Pentesilea, bella y soberana
como el ardiente sol y clara aurora;
pero no menos diestra ni galana
viene por su tiniente (40) otra señora,
Harpálice (41) llamada, que, en su ausencia,
tuvo todo el govierno y preeminencia.
 
Luego que a la gran Frygia se acercaron,
antes que en el estado pie pusiessen,
al rey Príamo y a Héctor avisaron
para que de su entrada dispusiessen,
los quales de tal suerte lo ordenaron
que, sin que mal del griego (42) recibiessen,
arribaron a Troya en salvamento,
aviendo de ambas partes gran contento.
 
La reyna se prendó de la grandeza
que en Héctor, desdichado, siempre avía,
considerando aquella real alteza
que sobre los mortales le subía.
Assí, dio entrada y passo a la terneza,
tan agena del cargo que traýa;
pues en tiempo de guerra era vedado
admitir el deleyte desseado.
 
Mas como Amor no guarde miramiento
ni se sujete a leyes ni a otra cosa,
avivó el provechoso ayuntamiento (43)
para generación tan milagrosa. 
Harpálice, con alto entendimiento,
una cautela urdió maravillosa,
para dexar alguna decendencia
del gran piélago y centro de excelencia (44).
 
Y fue que, con el traje y aparato
de la reyna, aguardó a quien pretendía,
con quien ocultamente estuvo un rato
hasta que ya asomava el claro día.
Púdolo bien hazer por el recato
que de parte la reyna en esto avía,
por la ley que os he dicho, tan guardada
en la presente edad y en la passada.
 
La reyna tuvo un hijo, el más hermoso
que jamás se vio en Troya ni en su tierra,
y, por ser el negocio peligroso
por el bravo bullicio de la guerra,
a Cyrcense le embiaron, rey famoso
de quanto Licia en su comarca encierra,
cuyo hijo, que Glauco se dezía,
a la sazón en Troya residía (45).
 
Túvole el sabio rey con la criança
que a sus hijos y nietos procurava,
mas, quanto yva creciendo en la pujança,
a todos los demás se aventajava.
Lo que a Héctor le avino, y mala andança
de la reyna y Harpálice la brava,
yo lo diré algún día largamente
por no impedir la narración presente.
 
Llamóse aqueste príncipe estremado
Nicandro, el qual fue al mundo un gran luzero. 
Tuvo un hijo, Brisénico llamado,
que pareció al agüelo en ser guerrero.
Los dioses a Brisénico le han dado
un valeroso y célebre heredero
que llamaron Livonio, el qual fue un hombre
que estendió en muchas partes su renombre.
 
Éste, oyendo la fama que corría
de la española tierra y su riqueza,
y que él, con los troyanos, decendía
de aquesta ilustre sangre y su nobleza (46),
con una muy copiosa compañía
dotada de invencible fortaleza,
determinó emprender la gran jornada
y bolver a la patria desseada.
 
Porque dizen que un rey llamado Brigo (47),
de pensamientos altos y gran pecho,
de estender su memoria siendo amigo,
hizo un ilustre y memorable hecho;
que la gente mejor que avía consigo
embió a que dilatasse el reyno estrecho,
y que en la Asia Menor pueblos fundasse,
los quales de su nombre los llamasse.
 
Assí, brigios primero se dixeron
(lo qual por largo (48) tiempo han retenido),
hasta que con los tiempos corrompieron
parte de el nombre proprio y apellido,
y a llamarse después phrygios vinieron,
de quien han los troyanos procedido.
De suerte que, si bien consideramos,
ser proprios españoles los hallamos.
 
 Pues bolviendo a Livonio, al cabo vino
a la fértil España, y abundosa,
y por el medio della abrió camino,
aunque halló que era gente belicosa.
Mas, con esfuerço y pecho peregrino,
llegó a aquella comarca deleytosa
que Tajo, de oro lleno (49), riega y baña,
haziéndola famosa en toda España.
 
Llamávanse estos pueblos carpentanos (50),
vezinos de los ínclytos vaceos (51),
y en las vegas de Tajo y en sus [l]lanos,
los frygios fenecieron (52) sus desseos.
Y, como eran magnánimos y llanos,
sin insultos ni casos otros feos,
fácilmente Livonio los reduxo
y a su querer y voluntad los truxo.
 
Dos hijos solamente el rey traýa,
que el mayor Tolietro se llamava,
Hypo el más pequeñuelo se dezía,
a quien más tiernamente el padre amava.
El qual (53) yva creciendo cada día,
y tanto que Livonio procurava
que aquel menor sus reynos heredasse
y con la casa y títulos quedasse.
 
Una ciudad el rey ha edificado 
que Hipo la llamó, del hijo amable, (54)
quiriendo allí quedasse eternizado
en mil siglos de siglos memorable.
Mas, como la sentencia que da el hado
por todo estremo sea irrevocable,
no pudo contrastarse su sentencia
ni hazer a su mandato resistencia;
 
cortó la dura parca el hilo y vida
del hijo regalado (¡ay, dura suerte!),
y Livonio, con ansia desmedida,
en poco espacio se entregó a la muerte.
Assí, toda la herencia enrriquezida
a Tolietro le vino, varón fuerte,
jurándole por rey los comarcanos:
los ólcadas (55), vaceos y carpentanos.
 
En una montañeta levantada
(la qual Tajo con curso (56) presuroso
tiene por las tres partes bien cercada,
quedando el otro lado deleytoso),
hizo una población fortificada
poniéndola su nombre claro, honroso,
que es la ciudad mejor de aquella tierra,
propria para el bullicio de la guerra (57).
 
A Tolietro sucedió Sapino,
no de menos valor que sus passados,
al qual Geranio el fuerte sobrevino (58),
que sujetó los reynos alterados.
 Caliastro a reynar después de él vino,
a quien sus enemigos, conjurados,
a trayción le mataron cierto día
codiciando su reyno y monarquía.
 
Mas Andayro, su hijo, felizmente
venció y mató sus crudos adversarios,
destruyendo con ánimo valiente
quantos le fueron al reynar contrarios.
Bolviendo vencedor de tanta gente
con batallas, encuentros, casos varios,
con Selisarda bella se ha encontrado,
y por muger y reyna la ha tomado.
 
Lo que al rey sin ventura ha sucedido
por causa de Medarda perniciosa,
con mucha claridad lo avéys ya oýdo,
y assí, callo por no os ser enfadosa.
De Selisarda un hijo le ha nacido
y Sacridea, igual a qualquier diosa."
Mas para yo tratar cosa tan alta,
el ánimo, el aliento y boz me falta.
 
 
CANTO XXIII

 

NOTAS:

 

(1) primero: "usado como adverbio, vale lo mismo que primeramente" (Aut.).

 

(2) borceguí: "bota morisca con soletilla de cuero, que sobre él se ponen chinelas o zapatos" (Cov.).

 

(3) aljava: 'aljaba', "el carcaj donde se llevan las saetas" (Cov.).

 

(4) Diana es la diosa romana de la naturaleza y de la caza.

 

(5) La diosa Ártemis (la Diana de los griegos) se caracterizaba por haber guardado intacta su virginidad, por lo que Clarimante se refiere aquí a ella como 'la casta diosa'.

 

(6) Todo este pasaje en el que se recrea el encuentro de Clarimante con Tetis tiene como base el episodio inicial de la Eneida en el que Eneas se encuentra con su madre, Venus, y también le pregunta a qué lugar ha llegado. Vid. el apartado dedicado a la materia de Troya en el estudio preliminar.

 

(7) derrota: "el viaje que hacen los navíos por la mar (...). Úsase deste término también cuando se camina por tierra, aunque impropiamente" (Cov.). Por el doblete que emplea Martínez, 'derrota y camino', hemos de entender que se trata, efectivamente, del viaje de los héroes citados.

 

(8) Se trata de Liberio, de quien nos habla más abajo (v. 118).

 

(9) fundamento: "por semajanza significa raíz, principio y origen de alguna cosa no material, en que estriba y tiene su mayor fuerza" (Aut.).

 

(10) quitar: "se tomaba en lo antiguo por libertar u desembarazar a uno de alguna obligación" (Aut.).

 

(11) El 'también' engloba la negación posterior; es lo mismo que 'tampoco eran hermosas'.

 

(12) Hibernia: nombre antiguo de Irlanda.

 

(13) fraga: "especie de zarza más tierna que la común, que tiene las espinas más pequeñas y lleva un fruto algo mayor que la zarzamora, mui agradable al gusto y suavemente oloroso, el qual estando perfectamente maduro es de color bermejo" (Aut.).

 

(14) Recoger el guante arrojado por otro caballero significaba aceptar el desafío y entrar en combate.

 

(15) tomar: "vale también aplicarse a algún empleo u oficio" (Aut.).

 

(16) manto: "antiguamente fue la cobertura o capa de los nobles, y así se han quedado hoy día con él las órdenes militares" (Cov.).

 

(17) poner: "vale también establecer y determinar" (Aut.).

 

(18) pompearse: "es ir con pompa y gravedad" (Cov.).

 

(19) Se entiende aquí el estacado, el terreno dispuesto para los combates.

 

(20) "Volved, volved...".

 

(21) Elemento heráldico del bando enemigo capitaneado por el Caballero del Fénix.

 

(22) En el original, 'siguiendo con ánimo'. Esta alteración, rectificada por Murcia de la Llana, modificaba la acentuación del endecasílabo, haciéndole más difícil.

 

(23) Aquiles alude a su combate con Héctor el troyano y la consiguiente muerte de éste, episodios narrados por Homero en el canto XXII de la Ilíada.

 

(24) ante: "vale lo mismo que antes (...). Está antiquado" (Aut.).

 

(25) teucro: "troyano".

 

(26) Se refiere a la aparición e intervención de Aquiles narrada en los versos anteriores.

 

(27) No habría que descartar una errata en estas palabras, pues parecería más adecuado decir: "ya que el...". Mantengo el original, aunque creo que la corrección que propongo es más ajustada al contexto.

 

(28) tempero: "vale sazón y templanza de tiempo, vocablo antiguo" (Cov.).

 

(29) ayuntamiento: "junta, congresso, concurrencia de dos, tres o más personas o cosas, que se juntan o las juntan para diversos usos y fines" (Aut.).

 

(30) La Escitia (Scythia) es el nombre que antiguamente se daba a las regiones del nordeste de Europa y del noroeste de Asia, aunque Ptolomeo sólo consideraba Escitia a la parte asiática.

 

(31) Tanais es el nombre antiguo del río Don, considerado por Estrabón y Ptolomeo el límite oriental de Europa.

 

(32) Las amazonas son un pueblo de mujeres guerreras que, en sus orígenes, vivieron "en la Scythia, cerca de las riberas del Tanai..." (Cov.). Sobre ellas y las mujeres guerreras, vid. el estudio preliminar.

 

(33) Las amazonas, según la tradición más extendida, cortaban o quemaban el pecho a sus descendientes para que pudieran manejar mejor el arco y la lanza. En griego, su nombre significa 'sin senos'.

 

(34) pretensor: "lo mismo que pretendiente" (Aut.).

 

(35) mostrarse: "portarse correspondientemente a su oficio, dignidad o calidad, u darse a conocer en alguna especie" (Aut.). El singular de 'pretendía' concuerda con el nombre colectivo 'gente', del verso 525.

 

(36) Pentesilea era la reina de las amazonas, hija de Ares y de Otrere. Como se nos dice después, participó en la guerra de Troya y fue muerta por el propio Aquiles quien, tras haberla matado, se enamoró de ella.

 

(37) baxar: aquí en el sentido figurado de descender genealógicamente.

 

(38) De Héctor.

 

(39) Se refiere a Troya, donde tiene lugar la guerra, citada arriba (v. 531).

 

(40) tiniente: "teniente" (Fontecha).

 

(41) Acerca de Harpálice, vid. nota a II, 594.

 

(42) Hemos de entender que alude a Aquiles y los demás sitiadores de Troya.

 

(43) ayuntamiento: "lo mismo que cópula carnal, la junta de hombre y muger" (Aut.).

 

(44) Este verso tiene un valor metafórico con el que se pretende ensalzar la grandeza de Héctor. Quizá haya que entender 'piélago', en su sentido de abundancia, como algo insuperable.

 

(45) En realidad, Glauco era hijo de Hipóloco. Participó en las guerras de Troya al mando de las tropas licias del lado de Príamo.

 

(46) Sobre la ascendencia española de los troyanos, vid. el prólogo al lector y las notas correspondientes.

 

(47) Acerca de Brigo, vid. nota 19 del prólogo al lector.

 

(48) En el original, 'lo qual largo'. Corrijo ateniéndome al testimonio de erratas.

 

(49) Desde muy antiguo se decía que las arenas del río Tajo eran de oro. En lo referente a la similitud de estos versos con la égloga III de Garcilaso, vid. el estudio preliminar en su apartado de contexto literario.

 

(50) carpentano: 'carpetano', de la antigua región de la Carpetania, en la España central, que se extendía por el reino de Toledo.

 

(51) vaceos: 'vacceos', pueblo antiguo que ocupaba una parte de la Tarraconense, en una franja que se extendía a lo largo del río Duero.

 

(52) fenecer: "del verbo latino finire, acabar" (Cov.).

 

(53) En el original, 'lo qual'. La errata está corregida por Murcia de la Llana.

 

(54) Al margen, junto a estos versos está escrito: Oreja, junto a Colmenar. Oreja es un pequeño municipio de la provincia de Toledo, casi en el límite con la de Madrid, al norte de Ocaña y al suroeste de Colmenar de Oreja.

 

(55) ólcadas: 'ólcades', pueblo prerromano que se asentó al este de la Carpetania.

 

(56) En el original, 'con su curso'. Errata detectada por el corrector y señalada en los preliminares.

 

(57) En esta estrofa describe la ubicación de la ciudad de Toledo.

 

(58) sobrevenir: "acaecer o suceder alguna cosa de nuevo" (Aut.). Aquí quiere decir que Geranio fue el nuevo rey, llegó nuevo tras el reinado de Sapino.