- ¿QUÉ no violenta Amor adonde llega?
- ¿A quién dexa su flecha con la vida? (1)
- A muertes, a qüestiones (2) mil entrega
- al que la libertad tiene rendida;
- abrasa el coraçón, el alma ciega,
- dando siempre passión entristecida;
- el más duro y mortal despeñadero
- le pone llano, fácil, hazedero.
- Como agora se ve en la heroyca gente
- que aguarda el premio de inmortal victoria:
- teniéndose cada uno por valiente
- y pensando llevar la dulce gloria,
- es la causa que el crudo amor ardiente
- les ofusca el sentido y la memoria,
- y assí, muchos que entienden ser más fuertes
- provarán rigurosas, tristes muertes;
- que el gallardo guerrero valeroso
- les pedirá razón y estrecha (3) cuenta
- del tener coraçón tan animoso
- que osen aventurarse a tanta afrenta.
- En el discurso se verá, espacioso (4),
- cómo mantiene el campo (5) y le sustenta
- hasta que la inconstante ciega diosa (6)
- trace en su disfavor contraria cosa.
- Este era el afamado Clarimante,
- señor de la Encantada y Fértil Sierra,
- nombrado del poniente hasta levante,
- y en todos los confines de la tierra.
- Sagaz, astuto, fuerte y arrogante,
- amigo de discordias y de guerra,
- aunque disimulava cautamente
- por cobrar fama honrosa entre la gente.
- Hijo era de Martelio, varón fuerte
- como atrás he contado, pero Antero,
- que era rey de Bretaña, le dio muerte
- en campo batallando. Este guerrero
- húvole en cierta dama cuya suerte
- os contaré adelante por entero.
- Agora sólo digo que tenía
- Clarimante una maga en compañía.
- Llamávase Menala la Furiosa,
- diestra en el infernal encantamento,
- propria y aparejada (7) a qualquier cosa,
- de más que de demonio el pensamiento.
- Ésta, del fuerte joven cuydadosa,
- no le pierde de vista ni un momento,
- siempre puesta a su lado, aunque invisible,
- toda ayuda le dando convenible.
- Entra, bizarro y bravo, por la parte
- que Rosania de frente le veýa,
- más alardoso (8) que el furioso Marte
- quando con los gigantes combatía (9).
- Era aquí menester más copiosa arte,
- más alta y más divina poesía,
- para poder contaros por entero
- lo tocante a este célebre guerrero.
- Los judiciosos (10) ojos rebolvieron
- los que en la plaça estavan, y tablados,
- y, atónitos y absortos, suspendieron (11)
- los sentidos, quedando embelesados.
- Pareceres diversos se dixeron,
- mostrándose a sus cosas inclinados,
- concluyendo en que aquel galán sería
- quien la dama y el reyno llevaría.
- Yva en un bel (12) cavallo que, brioso,
- tascava el freno (13) de oro del Oriente;
- llamávase Frisel, que en el vistoso
- vandálico vergel nació (14), en poniente.
- Cubiertas de un recamo más costoso
- que el que Aracne (15) labrava diligente,
- con la más estremada pedrería
- que en su fértil ribera el Ganges cría.
- Fórmanse unos florones (16) a la hechura
- de razimos de palmas y laureles;
- en medio de los lazos y verdura
- se ven las frescas rosas y claveles.
- A trechos se haze un cerco y ligadura
- repartida a manera de quarteles (17),
- y en el blanco que queda estava luego
- un roxo coraçón ardiendo en fuego.
- El fuego en que se ardía era de rosas,
- para dar a entender quién le causava,
- pues Rosania las ansias amorosas
- con su rara beldad le acrecentava.
- Lleva unas fuertes armas, y costosas,
- un yelmo que al más fino atrás dexava,
- y todo lo restante de armadura
- con riqueza no vista y hermosura.
- Acompañado viene el cavallero
- de otros doze famosos y valientes:
- de Aridano, de Escocia el heredero,
- hijo del rey, famoso en varias gentes,
- de Melante, su primo y gran guerrero,
- de Elier, de Mondevo, de Sarlientes,
- de Andúbar, Sarpendón y de Moronte,
- de Palego, de Marpo y Termodonte.
- El último, y primero en valentía,
- después de Clarimante el afamado,
- el gallardo Liberio allí venía,
- por príncipe de Irlanda ya jurado;
- a todos se aventaja en bizarría
- de quantos han salido al estacado (18),
- porque de dos, de seys, de diez, de ciento,
- él tiene singular merecimiento.
- Pues, con aquestos Martes poderosos
- entró por la gran plaça Clarimante,
- mostrándose engreýdos y alardosos
- en el trage, divisas y semblante;
- todos siembran suspiros amorosos
- por la joya que puesta ven delante,
- y nadie en la ancha plaça armado avía
- que de la merecer no presumía.
- No he querido nombrar las damas bellas
- que con la gran princesa agora estavan,
- pues servirá de poco el conocellas
- supuesto que por ellas no justavan.
- Haré mención después de algunas dellas
- que, aunque agora congoxas no causavan,
- verná tiempo en que pongan en contienda
- el reyno y que su fama se defienda.
- Ya la sonora trompa se sentía
- que a la empressa llamava guerreadores,
- y cada qual su lança apercebía (19)
- procurando emplearla en los mejores.
- Allí, por real mandato, una hastería (20)
- estava, para quantos justadores
- huviessen de mostrar su esfuerço y brío
- en el dudoso trance y desafío.
- No quiso Clarimante ser primero
- por dexar se apurassen (21) los mejores,
- fiado en que después, con el postrero,
- podría aventajar más sus loores.
- A la parte se puso en que frontero
- tuviesse la ocasión de sus amores,
- cobrando esfuerço nuevo y valentía
- con la divina luz que en su sol vía.
- Ripando fue el primero que ha salido,
- gallardo, aventurero, bien dispuesto,
- que al príncipe de Tracia avía seguido,
- poniéndose animoso y bravo al puesto.
- Palego al otro canto (22), embravecido,
- con ayroso semblante se le ha opuesto;
- en ligeros cavallos aguardando
- la señal que les yva priessa dando.
- La codiciada trompa sonó luego
- que robó la color del más osado,
- mas ellos, con mortal dessasossiego,
- del señalado puesto han arrancado.
- Al medio del camino, ardiendo en fuego,
- se dieron el encuentro desdichado,
- pues Ripando cayó en la tierra herido
- y Palego en mortal, eterno olvido.
- Mas con todo, Ripando, en ira ardiendo,
- se levantó a buscarle de la tierra,
- y viéndole en el suelo, arremetiendo,
- del enlazado yelmo y dél afierra,
- pero el pálido rostro mortal viendo,
- no tuvo que temer más de la guerra,
- pues vio a Palego, por la fiera herida,
- verter, entre la sangre, la alma y vida.
- El joven valeroso, aunque llagado,
- con animoso esfuerço al puesto vino,
- y Sarliente (23) se opuso apresurado
- con menos miramiento que convino;
- primo era de Palego y, lastimado
- de ver muerto su deudo en tal camino,
- quiso poner la vida a la vengança,
- confiando en su braço y fuerte lança.
- Arremeten los dos osadamente,
- haziendo sus encuentros bien de lleno.
- Detúvose Ripan (24) difícilmente,
- corriendo su cavallo suelto el freno;
- peor le ha sucedido a Sarlïente,
- aunque el escudo fue en estremo bueno,
- que, sin poder en trance tal valerse,
- huvo en el duro suelo de tenderse.
- Dio la vuelta Ripando, fervoroso,
- mas el otro, mirando donde estava
- el punto tan estrecho y peligroso
- que, si no se reporta, le aguardava,
- de tierra se levanta y, animoso,
- del azerado escudo se amparava,
- sacando la tajante, aguda espada (25),
- en tales aventuras siempre usada.
- Ripando se apeó, y ambos a una,
- de dos valientes (26) golpes se han herido,
- pero no avrá defensa o malla (27) alguna
- que resista a furor tan desmedido.
- Ygual estuvo un rato la Fortuna,
- mas poco assí han durado, pues venido
- al punto que ya estava en esto puesto,
- echó para acaballos todo el resto.
- Hirió Ripando al bravo Sarlïente
- de un golpe que amenaça mal sucesso,
- mas él, con fuerte braço y pecho ardiente,
- le començó a ofender con golpe espeso (28).
- Acertóle una punta en la ancha frente,
- por do el roxo licor, con grande excesso,
- salió, hallando en entrambos franca entrada
- la dura muerte y parca (29) encarnizada.
- Muertos los dos guerreros animosos,
- el puesto ocupa luego Numeriano,
- con penachos (30) y trages muy pomposos
- como bravo, arrogante lusitano.
- Quisieron muchos jóvenes briosos
- en este nuevo encuentro poner mano,
- pero el bravo Mondevo fue ligero
- y a la raya y señal (31) llegó el primero.
- Parten los dos a un tiempo y han quebrado
- las duras lanças en los fuertes pechos,
- y aunque el encuentro de ambos fue pesado,
- el uno por el otro van derechos.
- Los cavallos, al punto, han bolteado (32),
- no quedando del caso satisfechos,
- y con los dos alfanges se hirieron
- de los pesados golpes que se dieron.
- Metidos en sus cóncavos escudos
- hazen la dura guerra diestramente
- dándose y recibiendo golpes crudos,
- que cada qual, sin duda, era valiente.
- Los circunstantes todos, como mudos,
- aguardan el sucesso diferente (33);
- quién se inclina a esta parte, quién a aquélla,
- por el tácito influxo de su estrella (34).
- Mondevo dio un gran golpe a Numeriano,
- cogiéndole en el yelmo al descubierto,
- llevándole el cavallo por el llano
- sobre el arçón (35) tendido, como muerto.
- Mas, con mucha presteza, el lusitano,
- del peligroso sueño ya despierto,
- la rienda buelve y diole un golpe crudo
- abriéndole por medio el fuerte escudo.
- Hirióle de través, de una estocada
- que, aunque dada al soslayo, caló adentro,
- sacando, por encima de la hijada (36),
- la generosa sangre de su centro (37).
- Después, con un mandoble, en la celada
- descargó el diestro braço, y de un encuentro,
- del cavallo le arroja sangre echando
- y, entre ella, la heroyca alma vomitando.
- El lusino quedó tan mal herido,
- que no pudo aguardar en la estacada,
- por lo qual, del palenque (38) se ha salido
- cubierto de su sangre bien vengada.
- Luego, un joven bizarro, engrandecido,
- con muestra ayrosa y gracia aventajada,
- en el sitio se puso, a ver si huviesse
- quien a echarle del campo se atreviesse.
- Ricas, vistosas armas puestas lleva,
- costosas, bien labradas, donde avía,
- de su riqueza haziendo clara prueva,
- preciosa y nunca vista pedrería,
- sobrevista (39) bordada, de obra nueva,
- que aumenta más en él la gallardía
- de que el valiente joven se acompaña,
- honra de su nación, mas no de España.
- Este era primo hermano de Aridano,
- llamado el fuerte y bélico Melante,
- de Escocia natural, hijo de Angano,
- guerrero de gran prueva, bel semblante.
- Blandiendo la hasta en la derecha mano,
- en la yzquierda el escudo trae pujante (40)
- sobre un blanco cavallo que, brioso,
- trisca (41) con movimiento impetuoso.
- El príncipe de Angalia, Carbopía,
- al encuentro le sale denodado,
- que por diestro y valiente se tenía,
- en obras hazañosas señalado.
- Un arnés (42) de admirable bizarría,
- un yelmo qual granate colorado,
- un corvo alfange que ganó en su tierra
- haziendo con un monstruo cierta guerra.
- De altas plumas cubierta la celada,
- diferentes en traça y en colores;
- una lança en historias mil loada,
- la mejor que se ha visto en justadores:
- no puede en trance alguno ser quebrada
- siendo hecha por dos sabios, los mejores
- que huvo en su edad feliz, como veremos
- quando sus hechos a tratar lleguemos.
- Puestos los dos guerreros frente a frente,
- la señal aguardavan conocida;
- oyéndola salieron prestamente
- mostrando su virtud esclarecida.
- El encuentro se dieron diestramente,
- la lança de Melante bien rompida,
- mas la de Carbopía quedó entera
- como si en el diáfano ayre diera.
- Essentos (43) los dos jóvenes passaron
- sin hazer sentimiento, mas dan buelta
- donde sus dos alfanges desnudaron,
- que su lança el valiente angalio suelta.
- Poderosos, dos golpes descargaron
- trabando la más célebre rebuelta
- de quantas avían visto los presentes,
- entre los más famosos y valientes.
- El son de las espadas se oye y suena
- en los cóncavos valles; el estruendo
- de los golpes el ayre y fuego atruena,
- respondiendo con un retorno horrendo.
- No reciben los diestros Martes pena,
- aunque con raro ardid (44) se están batiendo,
- porque las finas armas resistían
- a la fuerça y vigor con que se herían.
- Ninguno en el batir tiene sossiego,
- sino que siempre crece el ardimiento (45),
- sacando de los yelmos bivo fuego
- con que encienden el blando, fresco viento.
- Andava en un compás el duro juego
- sin rastro se mostrar de vencimiento,
- sustentando el tesón y gran porfía
- hasta el ardiente sol de mediodía (46).
- Todos están suspensos, los presentes,
- admirados de ver tal fortaleza,
- nombrándolos por fuertes y valientes,
- al cielo levantando su grandeza.
- Mas Fortuna, contraria a los vivientes,
- amiga de desmanes y tristeza,
- quiso, quanto ganado avía Melante,
- lo pierda y lo desdore en un instante;
- no porque algún temor o covardía
- en el gallardo joven vista fuesse
- o porque del contrario la osadía
- en esfuerço al magnánimo excediesse,
- sino que el feliz hado a Carbopía
- ordenó aquel honor se atribuyesse,
- aunque, si bien se mira, nadie puede
- dezir que a su contrario en nada excede.
- Fue el caso que al herir de las espadas,
- quando andavan en más encendimiento
- y cubiertas de fuego las celadas,
- de colérica saña y fiero intento
- Melante, entrambas manos levantadas,
- yva a dar al contrario, y al momento,
- el cavallo torció el cuerpo brioso
- errando el fuerte golpe impetuoso.
- Al cavallo la espada dio en la frente
- (al suyo digo), el qual, embravecido,
- mostrándose alterado e impaciente
- del golpe y grave daño recebido,
- da cozes, a la espuela inobediente,
- y con su inquietud tanto ha podido
- que, dando bueltas a uno y otro lado,
- de la silla al guerrero ha desechado.
- Del suyo (47) saltó luego Carbopía
- y con Melante enviste, presuroso,
- de quien con prestas manos pretendía
- desenlaçar el yelmo poderoso.
- Viendo el hijo de Angano su alegría
- buelto en sucesso triste y fin penoso,
- ardiendo de coraje y rabia pura
- de los dioses reniega, y de ventura.
- Da bozes que no es justo ser privado
- de la gloria devida a su persona,
- pues fue de su cavallo derribado
- y el desastre no priva de corona.
- Pero ninguna cosa le ha bastado
- por más y más razones que amontona,
- sino que todos dieron el derecho,
- del de Angalia animoso, al fuerte pecho.
- Ya el Sol su medio curso avía corrido,
- distando el Ocidente lo que Oriente,
- quando el rey, sossegado aquel ruÿdo (48),
- comer quiso en presencia de su gente.
- Con él los cavalleros han comido
- y las gallardas damas, juntamente;
- el rey y cavalleros a una mesa,
- en otra están las damas y princesa,
- del famoso (49) torneo platicando,
- y del valor de aquellos justadores
- la virtud y destreza celebrando
- con palabras honrosas y loores.
- Melante, de corrido (50), está callando,
- por ser de los más raros guerreadores
- que la Escocia en su tiempo conocía,
- tenido por un Marte en valentía.
- Miravan los galanes a las damas
- que están enfrente de ellos como estrellas,
- ofreciendo a sus ojos vivas llamas
- con que difícilmente podían vellas (51).
- Aquí se van urdiendo ciertas tramas
- que sólo podrá el cielo deshazellas,
- porque un tierno mirar mal advertido
- roba la libertad, trueca el sentido.
- En esto, entró el Amor al aposento
- do están los animosos descuydados
- en plática gustosa y gran contento,
- sin miedo de engolfarse (52) en más cuydados.
- Mas hizo el ciego dios un embaymiento (53)
- qual no se vio jamás, pues namorados
- con sus ardientes flechas (54) oy quedaron,
- pero en el dulce amar no concordaron.
- Sin orden ni compás (55) los ha rendido,
- de suerte que al que aquesta dama quiere
- él por otra está muerto y sin sentido,
- y la otra por el otro pena y muere.
- No ay aquí amor concorde ni ay partido,
- que el atrevido Amor ordena y quiere
- que nadie se concierte, porque el mundo
- conozca su poder ser sin segundo (56).
- Clarimante a Rosania quiere y ama,
- Rosania por Bendalio se deshaze,
- Bendalio por Clarina, hermosa dama,
- a Clarina, Solino satisfaze,
- Solino está herido de la llama
- de Labrisa; a Labrisa (57) no la plaze
- porque ama a su Risambo, y él no quiere,
- que por Marpesia hermosa pena y muere.
- Ved qué embuste de Amor, que desta suerte
- quedaron ellas y ellos enredados,
- heridos de la flecha dura y fuerte,
- y sugetos a no ser bien pagados;
- con lo que unos padecen grave muerte,
- otros fueran a gloria levantados,
- pero no quiere Amor sino hazer cosas
- bravas, duras, atrozes, espantosas.
- ¡Qué gusto era mirar tan nuevo (58) engaño,
- sucesso tan rebuelto y sin concierto
- que no pueden negar su pena y daño!
- Aman donde su amor no tiene puerto,
- pero es el mayor mal y más estraño
- que viéndose morir al descubierto (59),
- por no ser sus amores aceptados,
- perseveran amando, los cuytados (60).
- Rosania a su Bendalio mira y quiere,
- y con los ojos se lo va mostrando,
- pero Bendalio, a quien Clarina hiere,
- su vista en su luzero está cevando.
- No mira si Rosania bive o muere;
- antes, con tierno amor se enagenando,
- bive en la hermosa luz de su Clarina,
- reputándola en todo por divina.
- Buelve el rostro Clarina, desdeñosa,
- por no ver a Bendalio que penava,
- y con halago y gracia milagrosa (61)
- a Solino le ofrece, que allí estava;
- Solino a su Labrisa, bella, hermosa,
- su altiva libertad sacrificava,
- mas la ciega (62) Labrisa le aborrece
- y el pecho hermoso a su Risambo ofrece.
- Qual suele piedra imán llevar colgados
- los anillos y láminas de azero,
- que si buelve la piedra a todos lados
- el segundo se cuelga del primero,
- assí los encendidos namorados
- andan, porque el rigor del golpe fiero (63)
- no los dexa parar, y están amando,
- en poco su amor tierno se estimando.
- Reclinado ya el Sol hazia el poniente,
- quando menos su ardiente luz fatiga,
- ocupó las estancias tanta gente
- que no avrá pluma que su suma diga.
- Carbopía, animoso y muy valiente,
- va a proseguir su suerte, en parte amiga.
- Maresio a se provar salió el primero,
- de nación (64) lusitano, gran guerrero.
- Matóle Carbopía, y otros luego
- que por no ser prolixo no los cuento.
- Assí, en catorze días, en el juego (65),
- venció el gallardo joven más de ciento.
- Clarimante salió encendido en fuego
- por ver pagar tan mal su pensamiento (66),
- y a Carbo, (67) que se muestra alegre, ufano,
- se le opuso el valiente mano a mano.
- Menala, que es la maga que os dezía
- que siempre en sus empressas le amparava,
- al tiempo de encontrar a Carbopía (68)
- la lança por un lado le apartava.
- Y, como a Clarimante él no hería
- siendo envestido dél con saña brava,
- dio con el yelmo en la anca del cavallo
- sin poder, aunque más quiso, estorvallo (69).
- Con todo, se endereça prestamente
- y, sacando con ánimo su espada,
- a Clarimante fue qual rayo ardiente,
- pensando de le dar paga doblada.
- La maga se le opone diligente
- y, con mágica traça endemoniada,
- el braço de tal suerte le entorpece
- que a todos estar manco les parece.
- Hiérele Clarimante sin reposo,
- aunque en viendo que no se defendía,
- cessó de su combate poco honroso
- echando del cavallo a Car[b]opía
- y del hecho mostrándose alardoso,
- dado que la maraña (70) él conocía.
- Al puesto se tornó, echando los ojos
- a quien le llevó el alma por despojos.
- Corimbato, que es príncipe de Andera,
- al encuentro le sale denodado,
- que de los más valientes él uno era,
- a sangrientas batallas siempre usado (71).
- La maga quiso hazer de la manera
- que con el que poco antes ha justado,
- mas salir con su intento nunca pudo
- por lo estorvar un poderoso escudo
- que tiene por virtud maravillosa
- impedir el malvado encantamento,
- impíos hechizos o arma ponçoñosa,
- aunque sea de fatal temperamento (72).
- Un espejo está en él, divina cosa,
- donde se ve qualquiera embaucamiento
- de infame encantador o maga diestra,
- del hado y de fortuna cruel, siniestra.
- Menala, viendo el caso y mal urgente,
- començó a aparejar otros conjuros.
- Entre tanto, los dos, osadamente,
- redoblan sin cesar los golpes duros.
- Confusa está, y atónita, la gente,
- que aun piensan, donde están, no estar seguros,
- según el nuevo orgullo y la braveza
- de su altiva, animosa fortaleza.
- Por la siniestra parte y diestro lado
- procuran dar entrada y franca puerta
- a la ciega Fortuna y duro hado,
- y a la implacable muerte que está alerta.
- Seys horas la contienda, en un estado (73),
- sin ser ventaja alguna descubierta,
- estuvo, martillándose de un arte
- que pusiera temor al fiero Marte.
- Dio el de Andera al contrario en descubierto
- (que cubrirse tan presto apenas pudo),
- llevándole el cavallo como muerto,
- de altivo fanfarrón quedando mudo.
- Mas luego Clarimante fue despierto,
- y cubierto del doble fuerte escudo,
- en llegando, tal golpe le dio en lleno (74),
- que soltó el rico escudo y dexó el freno.
- Vio la maga sazón qual convenía,
- pues entonces al joven le faltava
- el escudo fatal que le impedía
- y por quien su saber no aprovechava.
- Hizo lo que con Carbo (75) urdido avía,
- aunque quiso mostrar furia más brava,
- al cavallo tal saña le infundiendo,
- que del palenque se salió huyendo.
- El valeroso joven, viendo el hecho
- y quedando corrido y vergonçoso,
- con ansia desigual (76) y gran despecho,
- se ausentó del concurso (77) belicoso.
- Y pidiendo el escudo, por derecho
- dizen que le ha perdido, y más furioso,
- por no ver mayor mal que visto avía,
- de la ciudad se sale el mismo día.
- Dexémosle camine, que yo espero
- que le ha de ser la ausencia provechosa,
- porque, como es valiente cavallero,
- ocasión hallará de fama honrosa;
- en ella mostrará su pecho fiero
- y aquella inclinación tan generosa
- con que siempre aspiró a la eterna alteza
- que se adquiere por obras de grandeza.
- Quedó en la plaça y puesto Clarimante,
- del cielo y mar y tierra desdeñoso,
- sobervio, bravo, altivo y arrogante,
- viéndose enriquezido y vitorioso.
- El escudo embraçó (78) fuerte y bastante
- para qualquiera trance peligroso;
- mas, ¡ay dolor!, que el triste no se entiende,
- pues le saldrá al revés lo que pretende.
- Buelve los tiernos ojos a su diosa
- que de ver que él la mira rabia y muere,
- pues ya su voluntad y alma fogosa
- para sólo Bendalio ella la quiere.
- Clarimante la adora, pero no osa
- publicar su passión. Mas desespere
- de gozarla jamás, aunque venciesse
- y Fortuna a su gusto respondiesse.
- Los que aman a otras damas no pretenden
- justar con Clarimante ni querrían
- armarse ya, por ver que en ello ofenden
- a los hermosos ojos que servían.
- A sólo darlas gusto en todo atienden,
- ni a Rosania ni el reyno pretendían,
- que sus altos intentos van guiados
- a dar sabroso (79) fin a sus cuydados.
- Sarpe (que de la furia de Cupido
- como valiente, astuto y desdeñoso,
- escapó sin del arco ser herido
- ni sugetarse al trance y mal furioso),
- a ninguna se siente estar rendido
- ni le congoxa o saca de reposo
- la poderosa vista (80) y viva llama,
- con que ata el coraçón la bella dama.
- Estava, en cierto modo, aficionado (81)
- a Rosania por ver su gran llaneza,
- no porque se sintiesse enamorado,
- que no admite las cosas de terneza.
- Antes, en duros montes fue criado,
- por fragosos breñales y maleza,
- donde las bestias fieras molestava
- y a casa con vitoria se tornava.
- Era príncipe frigio y decendiente
- del fuerte Héctor y Harpálice (82) nacido,
- y entre el vulgo troyano y pobre gente
- su gran progenitor quedó escondido.
- Salió tan alentado (83) y tan valiente
- Sarpe, como de tales produzido (84),
- a quien por capitán suyo juraron
- los que el nombre troyano sustentaron.
- Éste vino a Bretaña a señalarse
- con los más valerosos que allí avía;
- porque no pretendió jamás casarse,
- que ni amor ni codicia le movía.
- Mas, como después oye publicarse
- la justa y lo que en ella se ofrecía,
- parecióle provar si su ventura
- subir a tanta alteza le assegura.
- Y assí, estava aguardando cautamente
- quién quedava a la postre victorioso,
- para provar con él su pecho ardiente
- y su esfuerço y denuedo valeroso;
- que con su discreción tantea y siente
- serle el trance, aunque duro, provechoso.
- Por do, viendo en el puesto a Clarimante,
- se le puso con ánimo delante.
- Fuertes armas azules, encantadas,
- lleva, como el contrario, a la batalla,
- con oro y ricas piedras adornadas.
- Espada cortadora, dura malla,
- sobrevista de cifras (85) recamadas,
- tan rica, que su ygual apenas se halla.
- Un escudo fortíssimo, azerado,
- vistoso yelmo, como el peto (86) orlado.
- Gruessa lança blandiendo, que la hazía
- juntar ambas las puntas. El membrudo
- cavallo, que Corvato se dezía (87)
- (que aver otro más bueno yo lo dudo),
- nacido de unicornio y yegua avía (88),
- por donde en la carrera es tan agudo
- que, con su ligereza y movimiento,
- atrás dexa la flecha y vence el viento.
- Los circunstantes ojos se bolvieron
- a mirar al gallardo cavallero,
- y sin le ver justar, luego dixeron
- ser de grande virtud y esfuerço entero (89).
- Cómo los dos valientes se avinieron (90)
- en el discurso (91) del combate fiero,
- sabrálo quien leyere este otro canto.
- Descansaré algún poco yo entretanto.
- CANTO III
(1) Estos dos primeros versos llevan signos de exclamación en el original, pero parece más adecuada la interrogación retórica, según el sentido de las frases.
(2) qüestión: "riña, pendencia, chimera o alboroto" (Aut.).
(3) estrecha: "Algunas veces significa exacto, puntual, riguroso, y en este sentido es mui usado en materias de cuentas, por lo que comúnmente se dice: La cuenta que hemos de dar a Dios ha de ser mui estrecha" (Aut.).
(4) discurso: "tratado o escrito que contiene varios pensamientos y reflexiones sobre alguna materia, para persuadir y ponderar algún intento" (Aut.). Espacioso: "Ancho, capaz, dilatado, extendido y vasto", pero también, "lento, pausado, tardío, reposado, flemático" (Aut.). En ambos sentidos hemos de entender a Martínez, pues su poema es un largo 'discurso' y, a la vez, su relato es reposado, lento.
(5) mantener: "ser el principal en la justa, torneo u otro festejo, esperando en el circo o palestra a los que huvieren de venir a lidiar o contender con él" (Aut.). El campo es "el sitio que se destina y escoge para salir a reñir algún desafío entre dos o más personas" (Aut.).
(6) Se refiere a la diosa Fortuna, entre cuyos rasgos se destaca que es ciega.
(7) proprio: "lo que es a propósito y conveniente para algún fin" (Aut.). Aparejado: "preparado, dispuesto, apercebido, prevenido" (Aut.). Es decir, la maga Menala está siempre preparada y es apropiada para cualquier cosa.
(8) alardoso: "lo que toca al alarde o que se hace con ostentación" (Aut.).
(9) Se refiere aquí el narrador a la guerra de los Gigantes contra los dioses del Olimpo, conocida como la Gigantomaquia y narrada por Hesíodo en su Teogonía. La guerra fue promovida por los Gigantes para vengar a los Titanes, encerrados en el Tártaro por Zeus. Para culminar con éxito la contienda, los dioses olímpicos necesitaron el concurso de un mortal, Hércules (Heracles en Grecia), cuya fuerza y astucia fueron cruciales.
(10) judiciosos: "lo mismo que juicioso, que es como oy se dice" (Aut.). Rebolvieron parece tener aquí el significado de volvieron, es decir; "volvieron [para mirar] los juiciosos ojos".
(11) suspender: "arrebatar el ánimo y detenerlo, con la admiración de lo extraño o lo inopinado de algún objeto o sucesso" (Aut.).
(12) bel: "sýncopa de bello (...), úsase sólo en la terminación masculina" (Aut.).
(13) tascar el freno: "phrase que vale morder los caballos o mover el bocado entre los dientes" (Aut.). Maxime Chevalier hace ver la semejanza entre estos dos versos y los siguientes de la Eneida: "...y allí está enjaezado de púrpura y oro, su caballo que muerde con ímpetu el espumante freno" (libro, IV, vv. 134-135, edición de Rafael Fontán Barreiro, Madrid, Alianza Editorial, 1998, p. 103). Vid. Maxime Chevalier, L'Arioste en Espagne, op. cit., p. 363, nota 141.
(14) Se trata de un caballo andaluz, de Vandalia, nombre poético de Andalucía, tierra ocupada por los vándalos cuando invadieron España. Posiblemente sea un caballo jerezano, de raza muy estimada, por la alusión al poniente como lugar de nacimiento. Por otro lado, Vandalia era también la tierra de la fingida amada del Caballero del Bosque, en el Quijote, la bella Casildea de Vandalia.
(15) Aracne retó a Atenea, la cual, para fomentar en ella la modestia, labró un tapiz en el que se veía a los dioses castigando a los mortales que les desafiaban. La joven, insistiendo en su reto, hizo otra tela que representaba los escandalosos amores de las divinidades. Atenea la castigó y Aracne se quiso ahorcar para evitar la humillación, pero la diosa la salvó y la convirtió en araña, condenándola así a hilar y tejer sin descanso.
(16) florón: "adorno artificioso, hecho a modo de una flor mui grande, con que se adornan las obras de pintura y architectura" (Aut.).
(17) quartel: "se llama en el blasón la quarta parte del escudo, dividido de qualquier modo" (Aut.).
(18) estacado: "es también el palenque, valla o plaza, llamada liza, que se hace para algún festejo público, y antes se hacía para los desafíos públicos y solemnes" (Aut., s.v. 'estacada').
(19) apercebir: "prevenir, disponer, aparejar, preparar lo necessario para qualquier cosa" (Aut.).
(20) hastería: es el lugar en el que se disponen las hastas. 'Hasta', según Aut., es "el palo donde se ponen los hierros de las lanzas, picas, chuzos, alabardas y otras cosas".
(21) apurar: "metaphóricamente es averiguar y llegar a saber de raíz y con fundamento alguna cosa" (Aut.). Aquí sería averiguar quiénes eran los mejores.
(22) canto: "se toma algunas veces por lado o parte opuesta, y lo mismo que cantón, pero es antiguo" (Aut.).
(23) La primera vez que es citado este caballero (vid. supra, v. 94) es llamado Sarlientes. Sin embargo, las siguientes menciones le nombran Sarliente, por lo que adopto esta forma, más empleada por Martínez, y sólo la mantengo allí por afectar a la rima, como sucede, al contrario, en el v. 173, infra
.
(24) Sin duda, Martínez apocopa el nombre de Ripando para ajustar el cómputo silábico de este verso.
(25) tajante espada: "la que tiene perfetos filos y fuertes aceros" (Cov., s.v. 'tajar').
(26) valiente: "grande u excesivo" (Aut.).
(27) malla: "las sortijitas de acero, encadenadas unas en otras, de que se hacen las cotas y otros reparos y defensas contra los golpes del contrario" (Cov.). Se define aquí, también, 'defensa', en el sentido de protección, en este caso del cuerpo del caballero.
(28) espeso: "continuado, repetido, freqüente" (Aut.). Hemos de entender aquí 'golpe' en sentido genérico, para lo cual nos apoyamos en la ausencia de determinante. Así, leeríamos: 'con golpes muy continuos o frecuentes'.
(29) parca: "voz que se significa la muerte, especialmente en la poesía, por alusión a la fábula de las tres hermanas Clotho, Lachesis y Atropos, a cuyo cuidado fingieron los antiguos gentiles estar la vida del hombre, hilando el estambre de ella la primera, devanándole la segunda y cortándole la tercera" (Aut.).
(30) penacho: "el manojo de plumas que suelen traer en los sombreros, especialmente los soldados, y en las celadas. Del nombre latino 'penna', que significa pluma" (Cov.).
(31) raya y señal: parece referirse al lugar destinado para las justas y al momento en que empiezan éstas, o, por otro lado, sólo al lugar, empleando una tautología.
(32) boltear: 'voltear', "dar vueltas a alguna cosa" (Aut.). Aquí significa dar la vuelta a los caballos, volver con ellos en sentido contrario. Cfr.: "...el Cavallero del Febo fue buelto luego en su acuerdo, y todo encendido en ira boltea el cavallo sobre él con tanta furia que parescía un trueno" (Diego Ortúñez de Calahorra, Espejo de príncipes..., op. cit., vol.V, p. 136).
(33) diferente: cabría entender que cada uno de los presentes espera un final diferente del combate, en función de sus simpatías hacia uno u otro contendiente. Sería como decir 'de manera diferente'.
(34) estrella: "figuradamente se toma por inclinación, genio, suerte, destino" (Aut.).
(35) arçón: 'arzón', "el fuste trasero y delantero de la silla de caballería, que sirven de afianzar al ginete para que no se vaya adelante ni atrás" (Aut.).
(36) hijada: 'ijada': "el lado del animal debaxo del vientre, junto al anca. Muchos escriben esta voz con aspiración; pero viniendo del latino ilia, -ium, se debe escribir sin ella" (Aut.).
(37) centro: "generalmente se llama assí lo que está más distante de la superficie, y también en qualquier cosa, lo más retirado, escondido, hondo u profundo" (Aut.). La sangre sale, pues, desde lo más profundo del cuerpo.
(38) palenque: "la estacada que se pone para cercar el campo donde ha de haber alguna lid o torneo. Díjose así porque se hace de estacas y palos hincados en tierra" (Cov.).
(39) sobrevista: "por encima de las armas o armaduras, el caballero vestía una túnica ligera adornada con colores arbitrarios o con los esmaltes propios de su escudo heráldico. En el Amadís de Gaula esta túnica recibe los nombres de sobrevista y de sobreseñales" (Martín de Riquer, "Las armas en el Amadís de Gaula", en Estudios sobre el 'Amadís de Gaula', Barcelona, Sirmio, 1987, p. 144). De obra nueva, parece indicar hecha recientemente.
(40) pujante: "vale poderoso" (Cov.).
(41) triscar: "hacer ruido con los pies o dando patadas" (Aut.).
(42) arnés: "armas de acero defensivas que se vestían y acomodaban al cuerpo enlazándolas con correas y hevillas, para que le cubriesse y defendiesse" (Aut.).
(43) essento: parece tener aquí un sentido figurado, dando a entender que no sufrieron ninguna herida importante en el encuentro, a partir de su significado de "eximido, exceptuado o libre de alguna carga", que recoge Aut.
(44) ardid: por el contexto parece claro que Martínez se refiere aquí al valor de los caballeros contendientes, por lo que el significado de 'ardid' habría que asimilarlo al de 'ardidmente' que, según Aut., significa "esforzada y animosamente, con ardimiento y valor". Así, el texto equivaldría a 'con rara valentía'. Vid. nota siguiente.
(45) ardimiento: "animosidad, extremado valor, intrepidez y ánimo resuelto y denodado" (Aut.). Vid. nota anterior.
(46) Es tendencia habitual de los libros de caballerías el prolongar hiperbólicamente los combates singulares durante horas. Martínez no será ajeno a esta práctica, como atestiguan estos versos.
(47) Sustituye al caballo de Carbopía. La última referencia directa a un caballo tuvo lugar en el verso 337.
(48) ruido: "se toma también por litigio, pendencia, pleito, alboroto u discordia" (Aut.).
(49) famoso: "se toma también por cosa buena, perfecta y que merece fama" (Aut.).
(50) corrido: "el confuso y afrentado" (Cov.).
(51) La belleza de las damas era esplendorosa y la luz que de sus rostros emanaba cegaba a quienes las miraban.
(52) engolfarse: "meterse en negocios arduos y dificultosos" (Aut.).
(53) embaymiento: "engaño, embuste, disfraz artificioso para ofuscar, pervertir, hacer creer por cierto lo que no es y por verdadero lo falso y aparente" (Aut.). 'El ciego dios', Cupido.
(54) Como es sabido, Cupido o Eros se representa con un arco y flechas con las que inflama los corazones.
(55) compás: "figuradamente se toma por regla, méthodo, nivel y orden" (Aut.).
(56) Es decir, nadie llega a tener el mismo poder que él tiene.
(57) He corregido el nombre de esta dama, que en este verso figura como 'la Brisa' en las dos ocasiones en las que se cita. Para ello he tenido en cuenta las siguientes apariciones del personaje, en las que se restituye el nombre que sin duda pensó Martínez, 'Labrisa' (vid. infra, vv. 437 y 439).
(58) nuevo: "lo que se ve o se oye la primera vez" (Aut.). Aquí hace referencia a que nunca antes se vio un engaño semejante.
(59) Parece aludir a que sus más íntimos secretos amorosos han quedado a la vista de todos.
(60) cuytado: "el que se lamenta de su miseria" (Cov.).
(61) Da a entender que la gracia de Clarina es sobrehumana, que excede los límites de la naturaleza.
(62) Ha de entenderse aquí en sentido figurado, pues Labrisa está ciega a causa del amor que siente por Risambo, que le impide ver la pasión que por ella abrasa a Solino.
(63) Se refiere aquí Martínez al golpe dado en ellos por el Amor con sus flechas.
(64) nación: "El acto de nacer. En este sentido se usa en el modo de hablar. De nación, en lugar de nacimiento: y assí dicen ciego de nación" (Aut.).
(65) Se refiere al torneo, a las justas.
(66) Sin duda alude a los desdenes de Rosania quien, como se dijo arriba (v. 425), se había enamorado de Bendalio.
(67) De nuevo Martínez apocopa un nombre propio para ajustar la rima. Vid. supra, v. 171.
(68) En el momento del encuentro bélico de Clarimante con Carbopía. Covarrubias dice "encontrarse con las lanzas como en las justas, torneos y en la guerra" (s.v. 'encontrar').
(69) Pasaje un tanto complejo, por la profusión de pronombres personales. El sentido parece ser que la magia de Menala desvía la lanza de Carbopía (v. 468), evitando el encuentro de éste con Clarimante, el cual, al no ser tocado, embiste con fuerza a Carbopía que, como consecuencia, cae de espaldas sobre la grupa de su caballo.
(70) maraña: "metaphóricamente significa el enredo, confusión y embuste con que cautelosamente se pretende enredar y descomponer alguna dependencia o negociado" (Aut.).
(71) usado: "lo que es de costumbre" (Cov.).
(72) temperamento: "se toma assimismo por providencia o arbitrio para templar o componer alguna cosa" (Aut.). Debemos entender que se trataría de armas fabricadas con la ayuda del hado (de ahí 'fatal'), para enfrentarse a cualquier peligro.
(73) estado: "la disposición u el término en que se halla alguna cosa o la constitución presente de ella" (Aut.). aquí, Martínez se refiere a que la batalla estaba igualada, en 'un mismo estado' para los dos caballeros.
(74) Locución adverbial que se puede asimilar a 'dar de lleno en lleno', definida por Covarrubias como "cuando se da en medio de la cosa que se hiere y es el golpe firme" (s.v. 'lleno').
(75) Nuevo apócope de Carbopía, como arriba, en el verso 463 de este mismo canto. Como en los casos anteriores, parece que está propiciado por el cómputo silábico. Un caso idéntico se da en La Araucana, donde el nombre de un guerrero, Tucapelo, es apocopado sin duda para facilitar el endecasílabo: "mas Tucapel la maza revolviendo...", mientras unos versos más arriba leemos: "Tucapelo, que estaba en un asiento..." (vid. Ercilla, La Araucana, ed. cit., pp. 336-337).
(76) desigual: "excesivo, extremado" (DRAE). Indica que es una forma anticuada.
(77) concurso: "el ayuntamiento de gentes a un lugar" (Cov., s.v. 'concurrir').
(78) embraçar: 'embrazar', "embrazar el escudo, acomodarle en el brazo izquierdo por las manijas" (Cov., s.v. 'brazo'). Los adjetivos que acompañan al verbo tienen un claro valor adverbial.
(79) sabroso: "por translación significa lo que es delicioso, gustoso y deleitable al ánimo" (Aut.).
(80) poderoso: "grande y excelente o magnífico en su línea" (Aut.). Vista: "figuradamente se toma por el objeto de la vista, especialmente cuando es ameno u divertido, u está presente o muy inmediato" (ibídem). Se refiere aquí a la magnífica y hermosa presencia de las damas, rechazada por Sarpe. En cuanto a 'viva llama' es evidente que se trata de una metáfora por 'amor'.
(81) aficionar: "ganar la voluntad de otros con su hermosura, con su virtud y buenas partes, atrayendo a sí las personas con quien trata" (Cov.).
(82) Héctor es el héroe homérico de la Ilíada, oponente egregio de Aquiles. En cuanto a Harpálice, se trata de una amazona, hija de Harpálico, rey de Tracia, huérfana de madre y educada por su padre en el manejo de las armas. No hay referencias clásicas a una relación entre ambos.
(83) alentado: "comúnmente se toma por animoso, valiente, resuelto, esforzado, denodado y, entre la gente popular, guapo y valentón" (Aut.).
(84) produzir: 'producir', "vale también engendrar o procrear" (Aut.).
(85) cifra: "modo u arte de escribir, dificultoso de comprehender sus cláusulas si no es teniendo la clave, el qual puede ser usando de characteres inventados o trocando las letras, eligiendo unas en lugar de otras, a que se suele añadir, quitar algunas letras y suplir su falta con números, como en lugar de a poner un 4 u otro número. También puede ser enlazando las letras, que muchas veces son las primeras de los nombres y apellidos de las personas, que gustan traherlos gravados, pintados o bordados en armas, carrozas, reposteros y en otras cosas" (Aut.). Hay así un deseo, por parte del caballero, de ocultar su personalidad. Recamadas, con recamos o bordados.
(86) peto: "la armadura del pecho" (Cov.).
(87) dezir: "se usa algunas veces por llamar o nombrar: Un hombre que se dice Juan" (Aut.).
(88) Cfr.: "Y algunos uvo que dixeron que este cavallo era engendrado de unicornio y yegua, lo qual se tiene por cierto..." (Diego Ortúñez de Calahorra, Espejo de príncipes... op. cit., vol. III, p. 188). Como se vio en el estudio preliminar, las conexiones entre La toledana discreta y la novela de Ortúñez son numerosas. Esta ascendencia de Corvato parece sacada de las palabras que hemos transcrito arriba. En cuanto a los unicornios, vid. estudio preliminar.
(89) entero: "se toma algunas veces por recio, riguroso, inflexible y tenaz de condición" (Aut.).
(90) avenirse: "concurrir, juntarse" (DRAE). Lo califica de anticuado.
(91) discurso: "se toma también por espacio que corre o passa de un tiempo a otro u de una cosa a otra" (Aut.).