Sale Roanisa, por consejo del mago, a cierta aventura; encuentra tres cavalleros que llevan presa una donzella; mátalos, y embía la dama a Laurisa, a avisar que otro día acometa la muralla. Sale el Fénix del Castillo Encantado y acude a la conquista y asalto de Brama.
- NO ay que desconfiar en los sucessos
- que vienen por Fortuna encaminados,
- pues, quando nos parecen más aviesos,
- entonces suelen ser más acertados;
- y los que, con sus ásperos excesos,
- están más advertidos y enseñados,
- nos avisan que no desconfiemos
- ni por casos contrarios desmayemos;
- que con facilidad buelve la rueda
- y con un solo revés trastrueca el juego,
- en su devanear (1) no estando queda
- ni admitiendo un instante de sosiego.
- Dispone, manda, ordena, rige y veda
- con una confusión y trato ciego,
- encumbrando los míseros caýdos,
- derribando los altos y engreýdos.
- Assí, que no ay perder la confiança
- aunque más la Fortuna nos persiga,
- pues viene tras el mal la buena andança,
- el codiciado honor tras la fatiga.
- Bolvamos a la historia sin tardança,
- porque una hermosa dama nos obliga
- a que tratemos de ella y su ventura,
- que se ha mostrado hasta este punto dura.
- Ésta es la que el gran campo que os dezía
- sobre aquella ciudad tiene plantado,
- en vengança de cierta alevosía
- con que su padre fue a la muerte dado;
- pero acabarse el trance no podía
- sin la oriental princesa y sin su amado.
- Ésta era la aventura que, dudosa,
- aguardava su mano valerosa.
- Lemante soleniza aquesta historia
- con estilo gallardo y deleytoso,
- diziendo: "-Mi sentido y mi memoria
- se ocupen en un caso tan famoso,
- y corra de Roanisa el nombre y gloria
- en quanto cerca el sol y carro hermoso (2),
- llegando hasta las sombras del profundo (3),
- sin dexar ni un rincón del ancho mundo;
- que los divinos hados han querido
- ordenar esta guerra de tal suerte,
- que, con su ánimo y braço esclarecido,
- a los más que alevosos dé cruel muerte,
- y su heroyco valor, do fuere oýdo
- se tenga por nivel de raro y fuerte (4);
- de quien sola (y no hablando de otra dama),
- publique la parlera, ilustre Fama.
- Porque, aunque aya mugeres atrevidas,
- a perversos insultos inclinadas,
- queden con su virtud favorecidas
- y por respeto de ella sean honradas;
- aunque las alevosas y perdidas,
- con Roanisa serán más deslustradas,
- pues, junto de un contrario, el que es su opuesto
- queda más descubierto y manifiesto.
- Con todo, les es gloria que aya avido
- princesa tan famosa y señalada
- que a tan alto lugar aya subido
- la mugeril flaqueza, en tierra hollada.
- Atención nueva y nuevo aliento pido
- para historia hasta el cielo levantada,
- que yo procuraré tratarla de arte
- que, asido de Minerva, siga a Marte."
- Estando la princesa codiciosa
- de entender qué era el campo que allí avía,
- el sabio la llamó y, con boz sabrosa,
- la dixo: "-Ya es llegado el claro día
- en que al mundo serás la más famosa
- que cupo en alta historia y poesía,
- y serán, las ilustres que ay en ellas,
- como ante el sol las mínimas estrellas.
- Ya ves la escura diosa (5), que cubriendo
- el suelo viene con su negro manto,
- por el ancho emisferio (6) descogiendo
- sus alas de tristeza y de quebranto.
- Conviene que, tus armas te vistiendo,
- rompas por estas selvas, entretanto
- que un poco más el mundo se escurece,
- para emprender mejor lo que se ofrece.
- Y, quando ayas andado un largo trecho,
- suelta el freno al (7) cavallo y dale rienda,
- que yo lo ordenaré que a tu provecho
- salga qualquier encuentro y gran contienda.
- Muestra a la varia diosa (8) osado pecho,
- y no temas te dañe o que te ofenda,
- que sólo empece a gente acobardada
- y que no se aventura a emprender nada.
- Y encomiéndote mucho que, en hallando
- claridad del negocio que desseas,
- que buelvas luego aquí, porque, en llegando,
- demos el justo corte en las peleas,
- y, con maduro acuerdo lo ordenando,
- el desseado fin en todo veas,
- pues no podrás gozar tu amor cumplido
- hasta aver esta empresa concluýdo."
- Partió luego Roanisa, codiciosa
- de verse ya en el trance y aventura,
- y de saber quién fuesse la famosa
- que estuvo en lo mayor de la apretura.
- Assí, de su sucesso sospechosa (9),
- se entró por la más áspera espessura,
- confïando en la plática del viejo,
- dando fe a su advertencia y buen consejo.
- La noche se aclaró, porque la luna
- ocupó el bello sitio de su hermano
- sin que huviesse nublado o cosa alguna
- que su rostro ocultasse, soberano.
- El cavallo paró (que la Fortuna,
- de hazerla aquí favor tomó la mano),
- y la dama quedó brava, orgullosa,
- por verse en qué mostrar su diestra honrosa.
- En medio de los campos puesta estava,
- en triángulo (10) digo, hazia el un lado,
- y de la gran ciudad tanto distava
- quanto de donde el campo está alojado.
- Alerta a todas partes escuchava
- por si oyesse el ruÿdo desseado,
- que tanto su braveza más crecía
- quanto más el efeto (11) lexos vía.
- A desora (12) sintió cierto ruÿdo
- como de alguna gente alborotada,
- a bueltas (13) desto oyó un mortal gemido,
- qual de muger opresa y maltratada;
- luego puso en alerta el cauto oýdo,
- por no ser de su intento defraudada,
- y vio asomar hazia do el campo estava,
- tres guerreros con ayre y muestra brava.
- Las armas como el sol resplandecían,
- heridas de los rayos de la diosa (14),
- y las vislumbres de ellas ofendían
- la vista de la dama generosa.
- En medio de los tres, presa traýan
- una donzella en todo estremo hermosa,
- que sobre un palafrén venía llorando,
- yéndola todos tres amenaçando.
- La princesa, en la mano requiriendo (15)
- la dura y gruessa lança que traýa,
- al galope al encuentro fue saliendo
- a la alardosa, fuerte compañía.
- Al passo de los tres se interponiendo,
- con muestra de estremada valentía
- les dixo: "-Cavalleros: a una vanda,
- hasta satisfazer a mi demanda;
- que nadie passará del fresco prado
- hasta dezir quién es essa donzella,
- y por qué va su rostro deslustrado
- con la muestra evidente de querella.
- Y dezidme; este camino que sitiado
- tiene aquella ciudad tan grande y bella,
- ¿cúyo es? Y, si dezirlo no os contenta,
- a mi lança daréys estrecha cuenta."
- Uno que era en hablar más atrevido,
- y menos esforçado en todo, y fuerte
- (que siempre el coraçón más mal sufrido
- reyna donde ay vileza y poca suerte),
- dixo: "-¿Quién a este sitio te ha traýdo
- a quedar sepultado (16) en dura muerte,
- en pago de tu loco atrevimiento,
- de tu ciega ambición y humoso intento?
- Y, porque en ti conozcas lo que has hecho,
- pagando con la muerte tu osadía,
- toma luego del campo tanto trecho
- quanto basta a tu loca frenesía;
- que no estará mi honor bien satisfecho
- hasta que esta nudosa lança mía
- penetre en tus costados de tal suerte,
- que presa haga en ti la acerba muerte."
- La dama que llevavan los tres presa,
- viendo el grande socorro no pensado,
- bolvió su humilde ruego a la princesa
- con llanto entristezido y rostro ansiado,
- diziéndola: "-Pues tanto se interesa
- en vengar un agravio tan provado
- como éstos en mí intentan, haz de modo
- que a tu valor se rinda el suyo todo."
- La princesa la anima, y, apartando
- los cavallos el trecho que justo era,
- sobre las fixas sillas estribando (17),
- parten con presta y desigual carrera;
- y, los hijares sin piedad labrando
- a los cavallos, yvan de manera
- que al viento más veloz atrás dexaran
- y la saeta en su correr passaran.
- Llegaron a tentar los duros petos,
- mas fueron los encuentros desiguales,
- y desiguales fueron los efetos
- de los gallardos braços en los tales.
- La princesa escondió, en los más secretos
- senos del hondo pecho, los mortales
- hierros de la dura hasta, de manera
- que brotaron el alma y vida fuera;
- y, sacando la lança de la herida,
- acometió a los dos con tal pujança,
- que al segundo quitó la dulce vida
- con el golpe espantoso de su lança.
- En él quedando rota la homicida,
- la aguda espada ofrece a la vengança,
- pretendiendo acabar con el tercero,
- como al segundo hizo y al primero.
- Mas era el más valiente y esforçado
- de quantos la ciudad tiene y encierra,
- por tal entre los suyos siempre honrado,
- hecho su general en la ardua guerra.
- Bien en el gran combate lo ha mostrado,
- no perdiendo una mínima de tierra,
- sino haziendo en sus obras tales cosas
- que se podrán tener por milagrosas.
- Y, si con la princesa no encontrara
- (cuyo valor y esfuerço es sin segundo),
- aunque con diez guerreros se provara,
- los hiziera vezinos del profundo (18).
- Mas, dado que su diestra es alta y rara,
- famosa con razón en todo el mundo,
- poco aprovechará, pues su fortuna
- le encontró con la que es en el mundo una.
- Con todo, viendo rota ya su lança,
- de la espada aferró con tal braveza
- que, de dos graves golpes que la alcança,
- la forçó a que humillasse la cabeça.
- Mas Roanisa, apurando su pujança,
- de tal suerte a batirle (19) el yelmo empieça
- qual los herreros en la yunque dura
- o presto leñador en la espessura.
- Y, aunque se defendió varonilmente,
- le aprovechó tan poco quanto ha hecho,
- que Roanisa, con ánimo valiente,
- rompió de una estocada el fuerte pecho.
- El guerrero, que ya faltarle siente
- la vida, puesta en un tan cierto estrecho,
- quiso salvarse huyendo, pero el hado
- cortó el hilo, y cayó muerto en el prado.
- La princesa, que vio ser ya acabada
- la contienda y combate tan reñido,
- bolvióse a la bel dama aprisionada,
- atónita de ver lo sucedido,
- y díxola: "-Donzella: si os agrada,
- en pago del servicio recebido,
- venir donde os llevare mi ventura,
- podéys yros comigo bien segura,
- porque cerca de aquí tengo mi gente
- y me estará por puntos aguardando;
- y assí, tardança alguna no consiente
- el amor, ni es razón que estén penando.
- En tanto que allá vamos, brevemente,
- os ruego vays por orden relatando
- algunas cosas que saber desseo
- de la ciudad y exército que veo."
- Ella la respondió que lo haría
- como su beneficio la obligava,
- y su entero querer satisfaría
- según que su saber corto alcançava.
- Con esto, ambas tomaron la ancha vía
- por donde su cavallo les guiava.
- A la tienda llegaron, do, apeadas,
- fueron del sabio viejo regaladas (20).
- Luego la fiel donzella hizo su oficio
- en lo que la gran reyna (21) desseava,
- diziendo: "-Justo es te haga este servicio,
- pues me libraste de la fuerça brava;
- que aquéllos, con perverso maleficio (22),
- quando menos tal cosa imaginava,
- salieron a prenderme, como viste
- quando con tu valor me socorriste."
- Relatóla también, distintamente,
- la historia de Laurisa y su sucesso
- hasta el estado y término presente
- (que fue narración larga y gran processo).
- Después dixo: "-Vencido aquel valiente
- que, con malvado trato y poco seso,
- a mi señor mató, quiso Solino
- acompañar la dama en su camino,
- y, llegando a esta rica, fértil tierra,
- se rebeló contra ella alborotada (23),
- donde, con el rumor de dura guerra,
- se vio la paz común toda turbada.
- La gente más famosa que en sí encierra
- la inquïeta nación mal governada,
- se puso en armas, sin querer rendirse
- ni a la justa obediencia reduzirse.
- Era su capitán más señalado
- el que mataste el último guerrero,
- tenido por valiente y esforçado,
- y de aquesta provincia el heredero,
- sobrino de Brumoldo, aquel malvado,
- y su amigo especial y consejero;
- assí, la gente y pueblo mal regido,
- por su señor al punto le ha elegido.
- En esta empresa ha hecho tales cosas,
- que bien mostró la alteza de su pecho
- venciendo dos batallas espantosas,
- rodando la Fortuna a su provecho.
- Aunque algunas ciudades poderosas,
- mirando la justicia y gran derecho
- que Laurisa tenía, se rindieron,
- y a su mando y querer se sometieron.
- Entre ellas es aquesta que miramos
- la mejor desta tierra, dicha Brama,
- de cuyos moradores nos fiamos
- por tener justo nombre y buena fama.
- De guarnición mil hombres les dexamos
- y prosiguió adelante nuestra dama
- a conquistar la gente rebelada,
- ora de bien a bien (24) o por la espada.
- Adrasto (que es el último guerrero
- que mataste), en hallando coyuntura,
- como era aventajado aventurero,
- mil hombres desvió por la espessura,
- y con passo hazia Brama fue ligero,
- sin entenderlo humana criatura,
- do por un viejo muro se ha metido
- que del gran (25) tiempo estava ya caýdo.
- A la sazón que suelen los soldados,
- después de larga vela y pesadumbre (26),
- estar en vino y sueño sepultados,
- antes que Febo asome por la cumbre,
- él, con sus animosos y esforçados,
- que tenían en vencer larga costumbre,
- arremetió en tropel a la muralla
- començando una dura y cruel batalla.
- Y como la ciudad se confiava
- de la gente de guerra que allí avía,
- con quien de día y noche descuydava,
- a sueño suelto (27) en gran plazer dormía.
- Assí, Adrasto, con una muestra brava,
- al muro fue, donde sin gran porfía
- desbarató la gente de tal arte
- que fixó en la muralla su estandarte.
- Mató muchos soldados que quisieron,
- por la defensa, aventurar su vida;
- otros, medio dormidos, los prendieron;
- otros se han escapado en la huÿda.
- Lo qual con brevedad tan grande hizieron,
- que, quando la ciudad, poco advertida (28),
- se quiso defender, era escusado
- por estar ya el alcáçar ocupado.
- En fin, los ciudadanos, sometidos
- al duro disponer de su ventura,
- se dieron luego al punto por vencidos,
- huyendo de la muerte atroz y dura.
- Adrasto y sus soldados engreýdos,
- viendo ya la ciudad estar segura,
- metieron nueva gente fuerte y diestra,
- belicosa, atrevida y muy maestra (29).
- Y tanto el joven hizo, que ha bolcado (30)
- la ciudad a que siga su partido
- (porque era afable, franco, bien criado,
- tratable, alegre, manso (31) y comedido).
- En fin, de todo en todo han olvidado
- a Laurisa, y a Adrasto han prometido
- de le favorecer, y francamente (32)
- le darán armas, bastimento y gente.
- Lo qual, con un solene juramento,
- han pequeños y grandes confirmado,
- alçándole por rey, con firme intento
- de guardar la palabra que le han dado.
- Fortaleció los muros, hizo asiento
- repartiendo la gente a cada lado,
- proveyó la ciudad de tal manera
- que por hambre o por armas nadie muera.
- Laurisa, que oyó el caso, embió a Solino,
- que con el medio campo yva allanando (33)
- la rebelada gente, que convino
- yrles por hierro y armas sossegando;
- luego torció y dio buelta su camino,
- y con suma presteza fue marchando;
- y, juntada la gente de Laurisa,
- caminaron a Brama a mucha prisa.
- Adrasto, como supo la venida
- del poderoso campo que marchava,
- determinó salir de arremetida (34),
- como que su poder desestimava.
- Por Solino la treta fue advertida
- y, ordenando la gente fuerte y brava,
- resistió a los de Brama de tal suerte
- que muchos se rindieron a la muerte.
- En fin (por abreviar), ha muchos días
- que pusimos el cerco tan estrecho,
- pero nuestro trabajo y las porfías
- nos han salido al cabo sin provecho.
- Hannos certificado las espías
- que tienen tanto esfuerço y tanto pecho,
- que no es cosa possible, sin más gente,
- poder rendir ciudad tan eminente.
- Cerca de aquí está un tío de Laurisa
- que tiene quatro fuerças en la sierra,
- al qual me embió ayer tarde a toda prisa
- (pensando no saberlo ni aun la tierra (35)),
- diziendo que la causa está indecisa,
- pero que no avrá (36) fin la injusta guerra,
- si con su gente y armas no viniere,
- porque su dicha el término difiere (37).
- Adrasto, que sintió lo que se urdía,
- ora por ser en guerra gran soldado,
- ora que le dio aviso alguna espía
- o que se lo dixesse el feliz hado,
- salió de Brama al despuntar el día,
- de los dos que venciste acompañado,
- y aguardóme en un passo, do fui pressa
- y metida en la umbrosa selva espessa.
- Y ya que mi ventura descuydada
- me puso en duro trance y estrechura,
- fuy por tu fuerte braço libertada
- y puesta en salvamento y paz segura.
- Aquesta es la tragedia y la jornada
- que tiene a mi Laurisa en apretura,
- si no das el remedio con tu lança
- rindiendo su desdicha a tu pujança."
- Roanisa, que el tardar la molestava,
- hizo que la donzella se partiesse
- y, pues la escura noche assegurava,
- aviso a su señora luego diesse.
- "Y que, en amaneciendo -la avisava-,
- que en orden sus guerreros dispusiesse,
- para dar un assalto al fuerte muro,
- y que de la victoria la asseguro."
- La donzella partió, aunque temerosa,
- recelando qualquiera inconveniente.
- Al fin llegó do estava congoxosa
- Laurisa con la guerra y mal presente.
- Cuéntale la batalla rigurosa
- del esfuerço animoso y pecho ardiente,
- y cómo la libró con gran provecho
- del agravio que Adrasto la avía hecho.
- Díxola cómo ha muerto en franca guerra
- a los tres que cautiva la llevavan,
- quedando en la sangrienta, dura tierra,
- aunque animosamente peleavan.
- La destreza refiere que en sí encierra,
- con que, a los que por fuertes se nombravan,
- rindió a furiosa muerte ante sus ojos
- cargándose de prósperos despojos.
- Laurisa la escuchava cuydadosa,
- mostrándose del hecho algo turbada;
- no porque su donzella en la fragosa
- selva de la prissión fuesse librada,
- sino por la tardança peligrosa
- puesta en la conclusión de la embaxada
- que a su tío, con ella, embiado avía,
- en quien su confiança consistía.
- Mas alegróse, en parte, por la muerte
- del valeroso Adrasto y compañeros;
- porque él era un varón gallardo y fuerte,
- y ellos señaladíssimos guerreros.
- Confía se querrá trocar su suerte,
- aunque esto por caminos y senderos
- que no alcança ni sabe, pero espera
- hasta llegar al fin desta carrera.
- Mandó llamar al príncipe Solino,
- aunque ya el medio curso avía passado
- la hermana del Titano en su camino,
- y lo mesmo avía hecho el estrellado (38).
- Contóle todo el caso como avino
- en que Adrasto sin vida avía quedado;
- también que les mandava aquel guerrero
- se diesse a la ciudad asalto fiero,
- mas que le parecía cosa dura,
- aviendo tanta gente en la muralla,
- se fiassen del todo en la ventura,
- procurando por fuerça contrastalla;
- y que, aviendo tenido por locura
- sin más gente querer dar la batalla,
- por un solo varón no conocido
- mudar el parecer en tal partido.
- Solino respondió: "-Bella señora:
- no puedo yo creer que éste sea laço (39),
- pues tu aleve fortuna se mejora,
- lo qual no podrá ser por mortal braço (40).
- Conviene, pues, que al punto, instante y hora,
- sin que aya más tardança ni embaraço,
- se cumpla el provechoso mandamiento.
- Éste es mi sano (41) voto y lo que siento."
- La princesa entendió que convenía
- seguir el parecer y la sentencia
- del guerrero, que sólo pretendía
- acabar de una vez la gran pendencia.
- Assí, con más contento y alegría,
- sin hazer a su voto resistencia,
- se resolvió se diesse la batalla
- y poderoso assalto en la muralla.
- Fue Solino a ordenar lo necessario
- y poner en concierto los soldados,
- que ya del cerco y del trabajo vario
- estavan grandemente fatigados.
- Y, para desmentir (42) a su contrario,
- manda todos sin falta estén armados
- para, luego que venga el claro día,
- se comience el assalto y bozería.
- El padre de Faetón (43), en el Oriente
- sus cavallos y carro aparejava,
- Aurora, con mirar resplandeciente,
- a ver si era sazón se apresurava,
- y la lóbrega noche, al Ocidente,
- huyendo de la luz, se retirava (44),
- quando el fuerte Solino, cuydadoso,
- puso en orden su exército famoso.
- Reparte en tres copiosos esquadrones
- la quadrilla animosa y gente esperta,
- poniendo los más bélicos peones (45)
- para que arremetiessen a la puerta,
- en tanto los demás, por tres cantones,
- la muralla assaltassen descubierta,
- batiendo la ciudad por cuatro lados
- y mostrando sus ánimos osados.
- En la ciudad algún descuydo avía
- por ver que Adrasto, el rey, andava fuera;
- de do, aunque centinela se hazía (46),
- más era por cumplir que verdadera.
- Assí, se assegurava mejoría
- a los que governava la vandera
- del príncipe de Tracia, fuerte y diestro,
- en la militar arte gran maestro.
- Dexémoslos agora disponiendo
- lo más al duro assalto necessario,
- porque avían de topar, según yo entiendo,
- resistencia increýble en su contrario.
- Es menester para el encuentro horrendo
- (por un orden y modo extraordinario),
- buscar algún socorro de otra parte,
- que en la braveza iguale al fiero Marte.
- Bien avréys, según pienso, ya advertido
- cómo aquellos guerreros del Tyrreno
- (excepto Carbopía), se han venido
- al mágico edificio y bel terreno;
- Trulo, Cario, Sergesto esclarecido,
- Andronio, Corimbato, Palmireno,
- Sarpe, Cauro, Risambo el de Galacia,
- Macrideno también, de mucha gracia.
- Al número de aquestos señalados
- aquel nuevo guerrero se añadía;
- nuevo por su edad poca y duros hados,
- aunque a todos en armas excedía (47).
- Todos estos estavan ya ayuntados (48),
- pero el uno del otro no sabía;
- otros también faltavan, que bien presto
- los veremos llegar al mago puesto.
- La noche, pues, que aquella gran guerrera
- mató los tres famosos que he contado,
- apenas la mitad de su carrera
- el veloz primer moble (49) avía passado,
- quando la memorable embustidera (50),
- señora de aquel sitio señalado,
- sola al solo aposento se venía
- donde el Fénix cuydoso residía.
- Aunque su media buelta el alto cielo,
- con tácito silencio, avía ya hecho (51),
- el animoso joven sin consuelo
- y sin dormir estava con despecho,
- porque el hijo de Venus, ceguezuelo (52),
- labrava sin cessar el fuerte pecho,
- dándole instancia nueva y nueva prisa (53)
- con la imagen divina de Roanisa.
- Mirava que la hermosa y casta Luna
- casi su entero curso avía acabado,
- desde que sin noticia estava alguna,
- en aquel fuerte alcáçar sepultado.
- Assí, andava quexoso de Fortuna,
- trayendo el pensamiento derramado (54),
- dormir un solo instante no pudiendo,
- su encubierto dolor se lo impidiendo.
- Estava en estas cosas embevido,
- y de tal suerte absorto y tan sin tiento,
- que, aunque al abrir, la maga hizo ruÿdo,
- no sintió quien entrava en su aposento;
- antes, como una piedra, sin sentido,
- perdió en esta sazón el sentimiento,
- pues el alma que vida y ser le dava,
- más con Roanisa que con él estava.
- Por sus hermosos ojos despedía
- dos arroyos de perlas orientales,
- con que el labrado (55) suelo humedecía
- ablandando los duros pedernales;
- en sola una palabra descubría,
- con boz baxa, la causa de sus males,
- "¡ay mi diosa y mi bien!" siempre diziendo,
- esto mesmo mil vezes repitiendo.
- Llegó en esta sazón la sabia maga,
- llevando un gran carbunco (56) por candela,
- y conociendo ser mortal la llaga,
- conforme al gran dolor que le desvela,
- ordenó su remedio y justa paga.
- Asiéndolo del braço y escarcela (57)
- (que estava armado entonces), hizo tanto
- que le bolvió del sueño del quebranto.
- Tornado en sí del éxtasi (58) penoso,
- desta suerte la sabia le ha hablado:
- "-¿Qué es ésto, cavallero valeroso,
- cómo de mí estáys desconfiado?
- Bien veo que este aprieto es peligroso
- (digo el de vuestro pecho enamorado),
- mas, ¿para qué os dotó Naturaleza
- de esfuerço tan gallardo y tanta alteza?
- El nombre no merece de valiente
- sino el que es crisolado (59) en cosas duras;
- que nadie oy se reputa por prudente,
- si cuerdo no se muestra en desventuras.
- Assí, parece en vos obra indecente
- las lágrimas, suspiros y ternuras,
- porque arguyen un pecho acobardado
- y estrecho coraçón poco alentado.
- Sólo, en esta sazón, puede salvaros
- ser efeto de amor ardiente y puro,
- que venido ha por puntos a apuraros,
- hasta os poner en el rigor más duro.
- Pero podréys de oy más ya consolaros
- y de vuestro remedio estar seguro,
- pues la sazón llegó, y la coyuntura,
- en que a lo alto lleguéys de la ventura.
- Aunque os veréys en trance tal primero,
- que vos desconfiaréys de vuestra vida,
- la qual, por un famoso aventurero,
- a buen punto os será restituýda.
- Descubriros agora más no quiero,
- porque no me es licencia concedida
- de los sagrados dioses, que me han hecho
- guía y amparadora de esse pecho.
- Conviene que partáys sin mas tardança
- a dar favor a un caso peligroso,
- que, sin el gran poder de vuestra lança,
- no podrá aver efeto venturoso;
- aunque avrá otro guerrero de pujança,
- de esfuerço raro y pecho valeroso,
- él solo no es possible, ni hallo modo,
- que lo pueda acabar de todo en todo.
- Sólo quiero avisaros una cosa
- (que en cumplirla sin falta os va el contento);
- que dentro en la batalla rigurosa
- no os paréys (60) con ninguno en cumplimiento,
- y, quando en aquella hora trabajosa
- (en que os veréys en lo último que siento (61)),
- os diere libertad un gran guerrero,
- que uséys de cumplimientos aun no quiero,
- sino dadle esta piedra y joya rica
- en señal de la vida que os ha dado,
- y sabed que en estremo os califica (62)
- obedecer en todo a mi mandado.
- Y, porque vuestro honor se perjudica
- (después del duro trance rematado),
- en deteneros punto en aquel juego,
- quiero que a este lugar os tornéys luego.
- Lo qual podréys hazer cómodamente,
- si con este librico poderoso
- al cavallo tocáys el pecho y frente,
- con que verná alentado y presuroso.
- Mostrad oy vuestro ser como valiente
- y descubrid el coraçón fogoso,
- hasta rendir la gente, que es la causa
- que vuestro mal horrible no haga pausa (63),
- porque allí está la dama detenida
- y no la podréys ver si no es venciendo;
- mas, aquesta aventura concluýda,
- sin duda la veréys, según yo entiendo.
- Por esso, aventurad la amada vida,
- ninguna cosa en trance tal temiendo,
- que el premio es cierto y cierta la victoria
- con que eternizaréys vuestra memoria.
- Veníos comigo, y daros he armadura
- bastante a resistir lo que os espera,
- que antes de se passar la noche escura
- os avéys de partir de esta ribera."
- Ambos van a una torre, cuya altura
- parece toca en la encendida esfera (64),
- llena de armas diversas, encantadas,
- para fuertes guerreros reservadas.
- Y, quitando al del Fénix valeroso
- las que puestas entonces él tenía,
- le dio un arnés tan fuerte quanto hermoso,
- orlado con vistosa pedrería.
- El yelmo le ha dexado, poderoso
- a resistir en toda gran porfía;
- el negro yelmo digo, no el do estava
- el fénix que al guerrero nombre dava.
- Diole grebas, manoplas (65) y braçales,
- y todo lo demás que era importante
- para, en tal ocasión y trances tales,
- llevar su nombre y crédito adelante.
- Diole espada y escudo, que otros tales
- no se verán del Indio al mar de Atlante;
- aunque lleva el escudo la divisa
- diferente de aquél que vio Roanisa,
- porque era un fiero grifo batallando
- con una águila real en campo verde;
- un letrero en el qual se va mostrando
- ganar mucho el que en dulce amor se pierde (66).
- Con esto le despide, no cessando
- de encargarle, cuydosa, que se acuerde
- del precepto de no hablar a hombre vivo,
- si no quiere vivir en llanto esquivo.
- Y saliendo con él hasta la puerta,
- un hermoso cavallo a punto estava.
- Luego le embió por una senda incierta,
- por do el cavallo fue con priessa brava.
- Aun la Aurora no estava descubierta,
- que el viejo gruñidor no la dexava (67);
- assí, tuvo lugar de yr a la parte
- do encender más pudiesse el fiero Marte.
- A esta sazón, Solino no dormía,
- antes, como animoso y esforçado,
- de un esquadrón en otro discurría,
- aviendo lo importante ya ordenado.
- Y, para mover más la compañía
- al duro riesgo y trance desusado,
- puesto en medio de todos dixo quanto
- verá quien escuchare estotro canto.
- CANTO XVIII
NOTAS:
(1) devanear: "decir desconciertos, por el movimiento causado en la cabeza de algún accidente" (Cov.).
(2) Es decir, en todo el mundo. El carro, como ya se ha dicho, es uno de los atributos del dios Febo, identificado con el Sol.
(3) Se hace referencia a los reinos de los muertos, ocultos en las profundidades de la tierra, aunque también puede referirse al mar, donde se oculta el sol, también identificado con lo profundo.
(4) El valor de los guerreros que participarán en esta guerra se ha de considerar como modelo de fortaleza y de extrañeza, tan grandioso y extraño que nadie lo pueda igualar, y se convierta en el nivel más alto.
(5) Nicte, vid. supra, nota a XVI, 610.
(6) emisferio, vid. nota a III, 214. Aquí parece señalar, más bien, la parte celeste del hemisferio, por donde la noche se va desplazando.
(7) He corregido el texto, en el que se lee 'el' en lugar de 'al', por parecerme un error evidente, pero no hay que descartar que se trate de una construcción de complemento directo sin preposición, muy común en todo el poema.
(8) Fortuna.
(9) sospechoso: "se toma también por el que sospecha, especialmente si es con alguna facilidad o freqüencia" (Aut.).
(10) Roanisa, el campo y la ciudad formaban los tres vértices de un triángulo, como se ve en los versos siguientes.
(11) efeto: 'efecto', "significa también fin" (Aut.). Roanisa se iba embraveciendo con la presencia del fin al que se dirigen sus esfuerzos.
(12) a desora: 'a deshoras', "de cualquier cosa que suceda a caso y súbitamente sin esperarla, decimos haber sucedido a deshoras" (Cov.).
(13) a bueltas: 'a vueltas', "vale también con otra cosa u con inclusión en ella, aunque fuera del intento principal" (Aut.). Es decir, 'además de'. Con este valor hemos recogido un ejemplo en La Araucana: "la muerte con rigor les prometían; / y a vueltas desto, flechas peligrosas / los enemigos arcos despedían..." (Ercilla, La Araucana, ed. cit. pp. 180-181).
(14) La diosa es Selene, la Luna. No olvidemos que la escena transcurre de noche (v. 105).
(15) requerir: "vale también reconocer o examinar el estado en que se halla alguna cosa" (Aut.). Carmen Fontecha recoge la expresión 'requerir la espada' y la definición correspondiente: "ver si está pronta para servir". El mismo caso es el que nos ocupa, sólo que en esta ocasión lo que se requiere es la lanza.
(16) No olvidemos que Roanisa va armada como un caballero, por lo que todos los que se la encuentran creen que es un hombre.
(17) estribar: "hacer estribo y fuerza en alguna cosa que apoya" (Cov.).
(18) Los enviaría al reino de los muertos.
(19) batir: "golpear" (Cov.).
(20) regalar: el valor polisémico de este vocablo hace que se le puedan aplicar, en este contexto, varios significados. Uno de ellos sería: "agasajar o contribuir a otro con alguna cosa, voluntariamente o por obligación". Por otro lado, también sería válido "halagar, acariciar o hacer expressiones de afecto y benevolencia" (ambas definiciones en Aut.) Tal vez cabría inclinarse por la última.
(21) Como es sabido, Roanisa no es reina, sino sólo princesa.
(22) maleficio: "daño o perjuicio que se causa a otro" (Aut.).
(23) El alboroto de la guerra se produjo cuando la doncella llegó allí con Solino. La tierra (sus habitantes) fue quien se rebeló.
(24) bien a bien: "de buen grado, sin contradicción ni disgusto" (DRAE).
(25) gran: 'grande', "abundante, numeroso" (DRAE). Lo considera anticuado.
(26) vela: "se llama assimismo la centinela o guardia que se pone por la noche en los exércitos u plazas" (Aut.). Pesadumbre: "significa también riña o contienda con alguno, que ocasiona dessazón u disgusto" (ibídem).
(27) a sueño suelto: "modo adverbial que vale dormir sin cuidado alguno" (Aut.).
(28) advertido: "estar advertido, estar prevenido y avisado" (Cov.).
(29) maestro: "se llama por semejanza el que es inteligente en alguna materia y la sabe manejar con primor, sin embarazarse en sus dificultades" (Aut.).
(30) En el original, 'voleado'. Corrijo la errata atendiendo a las enmiendas de Murcia de la Llana. Bolcar: 'volcar', "metaphóricamente vale hacer mudar de parecer a alguno a fuerza de persuasiones u razones" (Aut.).
(31) manso: "benigno, blando, tratable y dulce" (Aut.).
(32) francamente: "liberalmente, con generosidad y franqueza" (Aut.).
(33) campo: "campos se llaman los ejércitos en campaña, y así decimos el campo nuestro y el de los enemigos" (Cov.). Allanar: "allanarse es convencerse y ajustarse a la voluntad de otro" (Cov.).
(34) arremeter: "arremeter a los enemigos es entrarse en ellos. 'Arremetida', la tal entrada" (Cov.).
(35) Parece referirse a que nadie sabía los planes de Laurisa y Solino, ni siquiera los de la tierra.
(36) aver: 'haber', "tener" (Cov.).
(37) Frase confusa cuyo significado podría ser ambiguo: o bien quiere decir que aún resisten gracias a su suerte (la dicha difiere el final, que podría ser catastrófico para sus ejércitos), o bien que la felicidad o tranquilidad del tío de Laurisa impide que se halla terminado ya la guerra, pues no ha enviado a sus ejércitos.
(38) Hesíone, la hermana del Titano (de nuevo el nombre aparece erróneamente por Titono) no guarda relación con los acontecimientos atmosféricos que rigen el día y la noche; por lo tanto, o se trata de un error y, en lugar de 'hermana', leemos 'esposa' (con lo que se estaría refiriendo a la Aurora) o, por el contrario, la frase carece de sentido desde el punto de vista mitológico. Me inclinaría a pensar en la primera posibilidad como la más válida. De esta forma, Martínez quiere decir que el día estaba ya amaneciendo, pues la Aurora ha recorrido la mitad de su camino, acompasadamente con el 'estrellado' (el firmamento propiamente, según Aut.) que representaría a la noche que ya va dando paso al día.
(39) laço: 'lazo', "en sentido moral vale engaño, assechanza, tropiezo y ardid" (Aut.).
(40) Es decir, el mejoramiento de la fortuna de Laurisa tendrá que provenir de alguien semidivino o inmortal.
(41) sano: "se toma también por el hombre sincero y de buena intención" (Aut.). Por enálage, las cualidades del personaje (Solino) se contagian a su opinión ('voto').
(42) desmentir: "se toma también por vencer o exceder compitiendo en alguna acción o perfección, hacer verdad en sí lo que, o fabulosamente o por ponderación, se atribuye a alguna cosa o sugeto" (Aut.). Lo que pretende Solino es hacer ver a sus adversarios que ellos pueden ser superiores y derrotarles.
(43) El padre de Faetón es el Sol, que se preparaba para dar principio al día. Sobre Faetón, vid. nota a XII, 301.
(44) Estos versos desmienten lo que habíamos aventurado en la nota al verso 452 (supra), pues parece ser que es ahora cuando en realidad está amaneciendo. Tal vez se refiriera antes a la Luna, pero no hemos hallado ninguna relación familiar entre ésta y Titono.
(45) peón: "el soldado de a pie, dicho infante" (Cov.).
(46) hazer centinela: "velar, guardar el campo, la muralla u otro sitio importante" (Aut.).
(47) Está hablando del Caballero del Fénix.
(48) ayuntar: "congregar" (Cov.).
(49) moble: "lo mismo que móbil" (Aut.). 'El primer móbil', "se llama aquella esphera superior que se considera estar más alta que el firmamento, la qual, moviéndose continuamente de levante a poniente, hace un torno entero en veinte y quatro horas, llevándose consigo todas las demás espheras inferiores, por cuya razón se llama este movimiento diurno y también rapto" (Aut.). Para los 'movimientos raptos', vid. nota a VII, 232.
(50) embustidor: "embustero, tramposo" (Aut.). Se refiere aquí a la maga Flavisa, señora del Castillo Encantado, a la que califica así por ser una maestra en las artes mágicas y, por tanto, capaz de engañar a todos con ellas.
(51) Había pasado ya la mitad de la noche.
(52) El hijo de Venus es Cupido.
(53) prisa: "aprieto, conflicto, consternación, ahogo" (DRAE). Lo considera anticuado.
(54) derramado: "el divertido en muchas cosas" (Cov.). El pensamiento se hallaba divagando en los varios temas que le preocupaban.
(55) labrar: "vale assimismo desbastar, pulir y perficionar" (Aut.). El suelo estaba labrado, pulido.
(56) carbunco: "una piedra preciosa que tomó nombre del carbón encendido, por tener color de fuego y echar de sí llamas y resplandor, que sin otra alguna luz se puede con ella leer de noche una carta y aun dar claridad a un aposento" (Cov.).
(57) escarcela: "el armadura que cae desde la cintura al muslo" (Cov.).
(58) éxtasi: "es un arrebatamiento de espíritu que deja al hombre fuera de todo sentido, o por la fuerza de una vehemente imaginación o por alguna súbita mudanza de un placer repentino o no temido pesar" (Cov.).
(59) crisolar: 'acrisolar', en sentido figurado, "purificar, apurar" (DRAE). El buen caballero es el que ha pasado por el filtro de las aventuras arriesgadas y duras.
(60) pararse: "significa assimismo estar pronto y aparejado o exponerse a algún peligro" (Aut.).
(61) Parece aludir a las últimas cosas que puede predecir la maga.
(62) calificar: "vale assimismo ennoblecer, ilustrar, acreditar alguna persona o cosa" (Aut.).
(63) Se puede entender que la causa de sus males es el no combatir en la batalla pues, como inmediatamente se nos dice, allí, en la guerra, se encontrará con la dama y se resolverán sus preocupaciones.
(64) La torre está tan alta que casi roza al Sol.
(65) manopla: "es armadura de la mano y pieza del arnés" (Cov.).
(66) Esta frase es un lema o mote de los que solían llevar los caballeros a la hora de entrar en combate. Suele tener un carácter sentencioso y va inscrito generalmente en los escudos. Cov. define el 'mote' como "una sentencia dicha con gracia y pocas palabras"
(67) El 'viejo gruñidor' es Titono, el esposo de la Aurora. Vid. nota a X, 172.