- EL Que da su palabra está obligado
- a cumplirla y dar della honrosa cuenta,
- sopena de quedar siempre notado
- con eterna señal de torpe afrenta.
- Queda el valor y el crédito empeñado,
- hasta acabar el hombre lo que intenta,
- y quien de presto y sin mirar promete,
- a más que nadie piensa se somete.
- Obliguéme a tratar aquesta historia
- con el mejor estilo y más galano
- que pudiesse alcançar con mi memoria
- y con mi entendimiento humilde y llano.
- Obliguéme también a hazer notoria
- la narración y el cuento soberano
- que Lemante dexó, cuyo orden sigo
- por ser grave escritor y buen testigo.
- Y diera por no averlo començado
- quanto puedo sacar de averlo hecho,
- por serme a mí un trabajo desusado,
- poco el fruto y sin límite el despecho.
- Pero, pues me ofrecí, será forçado
- poner buen coraçón y hazer buen pecho,
- para dar fin devido a la alta historia,
- digna de nombre eterno y de memoria.
- Que ya que la humildad de mi talento
- no me conceda un don tan admirable,
- callará mi mendigo entendimiento
- con condición que el tiempo y fama hable,
- que, pues de nuestra España es todo el cuento,
- aunque no sea el estilo tan notable,
- avráse de sufrir hasta que venga
- quien lo ponga en la forma que convenga.
- Si bien os acordáys de aquesta historia
- y de lo que dexamos atrás hecho,
- ternéys del buen Sergesto ya memoria,
- de su esfuerço, destreza, astucia y pecho,
- y cómo, por ganar la inmortal gloria,
- de la corte salió con gran despecho,
- llevando al fuerte Andronio en compañía,
- príncipe de estremada valentía.
- Dixe también que en medio un monte umbroso,
- al encuentro dos bárbaros salieron,
- de aspecto horrible y cuerpo vedijoso (1),
- y que a los dos amigos envistieron.
- Cada qual, como fuerte y animoso,
- aun más de lo possible hazer quisieron,
- mas era, en tal sazón, inútil cosa,
- pensar les servirá fuerça animosa,
- porque quien estos cuentos (2) mueve y guía
- es una famosíssima hechizera
- con quien nada aprovecha valentía,
- gallardo pecho o diestra ayrada y fiera.
- Assí, la valerosa compañía,
- aunque mostrar su esfuerço bien quisiera,
- no pudo, porque aquélla lo ordenava
- de suerte que el ardid no aprovechava,
- que luego, los salvages poderosos,
- con cavallos y dueños se cargaron,
- y, por ásperos montes escabrosos,
- gran trecho a pesar suyo caminaron;
- entre ciertos peñascos tenebrosos,
- en una escura cueva se lançaron,
- yendo los héroes fuertes qual la oveja,
- que en la boca del lobo no se queja.
- Después ya de gran rato que avían ydo,
- tragando a cada passo ansiosa muerte,
- a un patio y corredores han salido,
- y allí en tierra quedaron, de la suerte
- que páxaro medroso y aturdido
- quando escapa del sacre o halcón fuerte,
- que se queda en la tierra rebolcando,
- al un lado y al otro bueltas dando.
- Desta suerte quedaron los valientes
- en el zaguán de aquel palacio hermoso,
- hasta que allí salieron varias gentes
- con trato comedido y amoroso.
- En dos ricos palacios competentes
- a tan alto valor les dan reposo,
- quedando aposentados hasta el día
- que ha de aver gran contento y alegría.
- Agora es bien digamos del sucesso
- de Brinaldo y de Cauro señalados,
- los quales un solemne voto expresso
- hizieron de acabar los mal mirados
- que, con loca osadía y baxo excesso,
- dos perversos ladrones desmandados
- cometieron robando a la donzella
- que en la corte propuso su querella.
- A justa demanda (3) se ofrecieron
- los guerreros gallardos y de cuenta,
- los quales, sin tardança, se salieron
- de la corte a vengar la aleve afrenta.
- Gran tiempo en busca dellos anduvieron
- hasta que, junto a un río, en una venta,
- hallaron los infames que buscavan,
- que ya a nuestros guerreros aguardavan.
- En la ribera del famoso río
- salieron a provar su esfuerço y pecho,
- queriendo en el combate y desafío
- allanar la verdad de su derecho,
- y, con gallarda muestra y raro brío,
- dividieron los quatro el justo trecho
- que era para el encuentro necessario
- y para combatir con su adversario.
- En hermosos cavallos alentados,
- muy loçanos, castizos y ligeros,
- de fuertes armas todos quatro armados,
- salen a se provar los cavalleros.
- Apenas estuvieron desviados (4),
- quando, a forma de lobos carniceros,
- partieron a envestirse con tal arte,
- que pusiera temor al fiero Marte.
- En medio la carrera se encontraron,
- en los escudos cóncavos se dieron,
- que, aunque las duras lanças se quebraron,
- ellos ningún mal golpe recibieron;
- antes, sin daño alguno, se passaron,
- mas con grande presteza rebolvieron (5),
- las espadas en alto, de tal suerte,
- que amenaça al contrario cruda muerte.
- Sobre la vida andava la contienda,
- pues matar o vivir se pretendía,
- y por quitarles la robada hazienda (6)
- tienen (7) los cavalleros la porfía.
- No ay dellos quien victoria no pretenda,
- que nadie por tan flaco se tenía
- que ser no pretendiesse tan dichoso
- quanto era su contrario belicoso.
- Anduvieron gran rato desta suerte,
- sin ventaja se ver de alguna parte,
- donde cada qual dellos como fuerte
- sustentava el rigor del bravo Marte.
- Mas, como no procura darlos muerte
- la que esto enrreda con su ciencia y arte,
- no quiso dilatar más la baraja (8)
- sobre la qual sin medio se trabaja,
- sino que los ladrones se fingieron
- débiles en las fuerças y cansados,
- las espaldas, sin más tardar, bolvieron,
- huyendo a rienda suelta apresurados.
- A un batel (9), apeados, se acogieron,
- que bien asido estava por los lados
- en la orilla del río caudaloso,
- donde era su morada y fiel reposo.
- Siguen los cavalleros con despecho
- a los torpes ladrones que assí huýan,
- teniendo por concluso todo el hecho
- (supuesto que del campo se salían),
- y cada qual entró luego derecho
- en el barco, en el qual hallar creýan
- ocasión de acabar los malhechores,
- con muerte digna a tales salteadores.
- Pero salió al revés su pensamiento,
- que, apenas al batel son entregados,
- quando, por un estraño encantamento,
- se sintieron travar por todos lados.
- Amansóse su furia y bravo intento,
- quedando de sus armas despojados,
- y sin se hablar palabra se miravan,
- atónitos del punto en que aora estavan.
- Esposas diamantinas los pusieron,
- y a la donzella, que con ellos vino,
- al batel, sin tardar más, la truxeron
- para que publicasse el desatino.
- "-Ves tus dos valedores -la dixeron-;
- bien puedes dar la buelta en tu camino,
- pues sólo pretendimos esta empresa
- en quien (10) tanta ganancia se interessa.
- Y dirás en la corte al rey Antero
- que sólo aqueste robo pretendía,
- el qual porné, con passo muy ligero,
- donde no servirá su valentía."
- Echaron fuera el hato (11) todo entero,
- sin nada le faltar de quanto avía,
- y, poniéndolo en salvo en la ribera,
- la donzella también sacaron fuera.
- Y deshaziendo el barco poderoso
- bogan (12) el agua abaxo con presteza,
- hasta que, entrando luego en mar furioso,
- caminaron con suelta ligereza.
- Y, cargando (13) en el puerto lastimoso
- do estavan los sepulcros de tristeza
- que Risambo y los otros fabricaron,
- sin detenerse más desembarcaron.
- Luego, el uno de aquéllos ha sacado
- a la playa los altos cavalleros,
- y sus armas y escudos los han dado,
- tratándolos como ínclitos guerreros.
- "-No entendáys -les ha dicho- que causado
- ha sido esto por hados bravos, fieros,
- ni por duro sucesso de ventura
- ni por caso contrario o suerte dura;
- que lo que avéys passado ha sido hecho
- para más honra vuestra y mayor fama,
- pues el ánimo fuerte y diestro pecho,
- el ocio debilita, el vicio infama.
- Todo resultará en vuestro provecho,
- que la ventura a suma alteza os llama,
- siendo sólo traýdos a esta parte
- para que buele más vuestro estandarte.
- Y no podrá ya el tiempo o la ventura
- un punto deslustrar vuestra grandeza,
- aunque con diligencia y diestra dura
- procura aniquilar vuestra destreza.
- En todo el alto cielo os assegura
- si, atendiendo al honor y a fortaleza,
- hiziéredes los hechos de tal suerte,
- que no pueda dañaros tiempo o muerte.
- Toda aquesta cautela fue ordenada
- por una sabia dueña generosa,
- donde es razón que vamos (14), si os agrada,
- antes de la tiniebla embaraçosa (15)."
- Ellos dieron principio a su jornada,
- incrédulos de ver tan alta cosa.
- Al fin, después de un rato que anduvieron,
- al edificio y casa real vinieron,
- donde, amorosamente recebidos,
- en conveniente sitio los dexaron,
- siendo con gran cuydado allí servidos
- de quanto largamente (16) imaginaron.
- Quédense por agora aquí metidos,
- pues tal amparo y tanto bien hallaron.
- Diremos del valiente Macrideno
- y de su íntimo amigo Palmireno,
- los quales, como fuertes y animosos,
- salieron a buscar su compañía,
- caminando continuo, desseosos
- de hallar en qué provar su valentía.
- Y yendo del sucesso cuydadosos,
- por ver que ningún lance se ofrecía,
- llegaron a una parte donde estava
- un castillo cercado de honda cava.
- En estremo no es grande ni pequeño,
- sino en buena medida y bien traçado.
- Un famoso tirano era su dueño,
- por tal en la comarca respetado.
- Hombre de rostro alegre y alagüeño,
- aunque de coraçón impío y malvado;
- astuto, falso, pérfido, engañoso,
- desleal, fementido y alevoso.
- Todo el ameno valle do vivía
- (de más de veynte millas de largura (17)),
- con sus bienes y haziendas le servía,
- temiendo su crueldad y diestra dura.
- A solas las mugeres perseguía
- sin respetar donayre y hermosura;
- antes, las más hermosas y agraciadas,
- eran por el jayán más maltratadas.
- Andavan sus vassallos ya avisados
- de que jamás muger fuera saliesse,
- porque estavan del mal certificados
- si, por desdicha, su señor la viesse.
- En todo lo demás eran tratados
- con mucha humanidad, sin que se hiziesse
- agravio a gente alguna de su tierra,
- en quanto el ancho valle tiene y cierra.
- Mas, fiando en su esfuerço y gran destreza,
- por todas las comarcas discurría,
- usando de crueldad y de fiereza
- con las míseras hembras que cogía.
- Y, con irremissible y gran braveza,
- mandava que, en el tiempo que él comía,
- en su presencia una muger sacassen
- y con duras culebras (18) la açotassen.
- Assí, todos los días justiciava
- la dama más gallarda y más hermosa,
- y para aqueste fin las procurava
- con una voluntad facinorosa.
- Y quien el impío hecho le afeava (19),
- le sugetava a cárcel tenebrosa
- donde, del bastimento (20) les quitando,
- los yva poco a poco assí acabando.
- Y, si era cavallero que quería
- defender por la espada ser mal hecho,
- con él de buena gana combatía,
- llevando lo mejor y el más provecho,
- porque era de estremada valentía,
- de coraje, de esfuerço, ánimo y pecho;
- y, al que quedava muerto en la aventura,
- privava de la honrosa sepultura;
- y, si vivo escapava en la pelea,
- luego en las vivas carnes le dexava,
- y a alguna muger vieja, hedionda y fea,
- con inhumanidad grande le atava,
- porque dize que el hombre que dessea
- servir damas, que en esto las pagava (21).
- Y, sin darles comida, desta suerte,
- podridos los rendía a suzia muerte.
- Pues de aquesta crueldad certificados
- los dos fuertes guerreros (de la gente
- que vive en sugeción de sus estados
- oprimida del pérfido valiente,
- en sola la justicia confiados),
- quisieron romper ley tan insolente
- o dexar vida y honra en una empresa
- donde tan claro nombre se interesa.
- Estando allí aguardando coyuntura
- en que viessen abierto el alto fuerte (22),
- salir vieron de en medio la espessura
- a Paíndro, de altiva, ufana suerte.
- Una donzella trae de alta hermosura,
- sugeta ya al rigor de amarga muerte,
- la qual, con tristes ansias y querellas,
- el cielo invoca y hiere las estrellas.
- Palmireno, feroz, salió al camino
- con denuedo gallardo y animoso,
- diziendo: "-¡Detestable, infiel, malino (23),
- a los hombres y dioses fiero, odioso!
- Desiste de tu horrible desatino,
- si no quieres provar fin afrentoso
- pagando de una vez tantas maldades
- como has hecho en aquestas soledades.
- Dexa la hermosa presa y abre el fuerte,
- soltando las que están aprisionadas,
- que no es razón se traten desta suerte
- las que han de ser servidas y adoradas.
- Si no quieres, serán, con ver tu muerte,
- de tus injustas obras bien vengadas,
- y en este fresco valle y sus riberas
- pasto quedarás hecho de las fieras."
- Paíndro, en viva cólera abrasado,
- le respondió: "-Si fueras valeroso,
- dexaras el hablar tan mal mirado
- con un hombre en las armas tan famoso;
- mas, pues vienes a muerte condenado
- o a passar otro trance más penoso,
- yo te quiero mostrar en este llano
- la pujança y destreza de mi mano."
- Y tomando distancia conveniente,
- se vienen a provar con raro brío,
- procurando mostrar su pecho ardiente
- cada uno en el dudoso desafío.
- Paíndro, presumiendo de valiente,
- tuvo en el dar su encuentro desvarío (24),
- y assí, rompió su lança en el escudo,
- que dar en otra parte apenas pudo.
- Mas el diestro y valiente Palmireno
- yva (25) más reportado y advertido;
- en medio el duro pecho dio de llano (26),
- dentro del qual la lança se ha rompido.
- A este tiempo, su amigo Macrideno
- andava en alboroto (27) y gran ruÿdo
- con la gente del bárbaro, mostrando
- quanto aborrece el detestable vando,
- porque, luego que vieron la rebuelta
- que su señor travó con el guerrero,
- quisieron escaparse a rienda suelta
- al castillo que estava allí frontero;
- mas convínoles presto dar la buelta,
- porque tras ellos se partió ligero
- Macrideno, gallardo y animoso,
- y assí, bolver sobre él les fue forçoso.
- Donde, dándole priessa y batería (28),
- con graves, fieros golpes le aquexavan,
- y, qual en dura yunque de herrería,
- sus animosos braços descargavan.
- Mas el diestro galán los respondía
- de tal suerte, que campo abierto davan,
- qual vemos javalí tirar reveses (29)
- cercado de lebreles irlandeses (30).
- Palmireno a Paíndro, del encuentro,
- le quitó la sabrosa, infame vida,
- porque la dura lança en lo más dentro
- del impío coraçón quedó rompida.
- El alma fuera echó del impío centro,
- y, con indignación de allí salida,
- sintiendo el mal sucesso y trance duro,
- a la región baxó del reyno escuro.
- Y, viendo a Macrideno tan cercado
- de la gente de aquel ladrón famoso,
- acudió como tygre encarnizado
- a dar favor al joven animoso.
- Los contrarios, que ven ser ya acabado (31)
- su amparo y capitán, fueles forçoso
- (dexando la batalla desta suerte),
- acogerse, huyendo, al alto fuerte.
- Mas, como su designio (32) conocieron
- los héroes, y el malvado, astuto intento,
- los talones con gran furor movieron (33),
- venciendo en ligereza al mesmo viento.
- El camino y los passos les cogieron,
- lo qual visto amaynó (34) su pensamiento
- de suerte que las armas abaxaron
- y ante ellos, sin desmán, se sugetaron.
- Arremetió al castillo Palmireno,
- porque vio que las puertas le cerravan,
- y de cólera honrosa y rabia lleno
- se opuso a quantos dentro dél estavan;
- la espada escondió al uno dentro el seno
- y rebolvió a los otros que ayudavan
- a cerrarle la entrada y ancha puerta,
- haziéndola quedar del todo abierta.
- Rendida pues la gente que allí avía
- para guarda y defensa de la tierra
- (que Paíndro, ladrón, dentro tenía
- con que a las tristes hembras hazía guerra),
- ahorcaron la falsa compañía (35)
- que dentro de su cerca el fuerte cierra,
- librando el valle y la comarca y gente
- de tan fiero tirano, y tan valiente.
- Y, mirando de espacio la donzella
- que Paíndro traýa maniatada,
- vinieron poco a poco a conocella,
- que era Labrisa, en gracias estremada.
- No se puede dezir el gozo de ella,
- viéndose del peligro y mal librada,
- en manos de tan altos cavalleros
- amigos de Risambo, y compañeros.
- Pues ella, del amor grande vencida
- de su Risambo ardiendo en viva llama,
- sin respeto de honra o de la vida
- ni del mal sonsonete (36) de la fama,
- de la corte salió sin ser sentida,
- con más esfuerço y brío que de dama,
- y al fin la truxo su ventura y hado
- a las manos de aquel ladrón malvado.
- Hiziéronla amigable acogimiento,
- mostrando mucho gozo en encontralla,
- dando por más famoso el vencimiento
- pues que, con él, vinieron a libralla.
- En el fuerte se entraron al momento,
- dentro del qual apenas hombre se halla,
- si no fue un pajezillo que, medroso,
- se puso en un retrete tenebroso.
- Y, siendo allí hallado, le halagaron,
- mostrando rostro afable y blando el gesto,
- con lo qual, fácilmente, le incitaron
- a que diesse las llaves de aquel puesto.
- A las escuras cárceles baxaron
- do estavan las mugeres en funesto
- lamento y en dolor esquivo y fuerte,
- esperando allí el trance de la muerte,
- que, viéndolos entrar, dixeron luego:
- "-Acabad de quitarnos ya la vida,
- que no puede ser duro el bravo fuego
- a quien tanto la tiene aborrecida.
- La muerte nos dará dulce sossiego,
- y la vida, en tal caso, no es perdida,
- pues muere de una vez nuestra tristeza
- acabando de ver tanta dureza."
- Las lágrimas piadosas les brotaron
- a los fuertes guerreros, en oyendo
- la triste petición en que rogaron
- las matasse (37), la muerte no temiendo.
- Los azerados yelmos se quitaron,
- los agraciados rostros descubriendo,
- y con blandas palabras amorosas
- consolaron las tristes y medrosas.
- Sueltan la muchedumbre aherrojada,
- sacándolas al claro, alegre viento.
- Después, con la quadrilla libertada,
- trataron del futuro regimiento,
- diziendo: "-Aquesta fuerça fue ganada
- por sólo nuestro ardid y vencimiento,
- matando al enemigo que aquí avía
- y colgando su injusta compañía;
- y, por riesgo de guerra y por derecho,
- queda el valle por nuestro, y el estado,
- si queremos gozar deste provecho
- en pago del valor que hemos mostrado.
- Pero el honroso ardor de nuestro pecho
- no busca tierras, porque a nadie es dado,
- si se precia de fuerte y de animoso,
- pretenda si no es nombre valeroso.
- Parécenos que, pues aquí ha vivido
- un bárbaro cruel, sanguinolento,
- y solas las mugeres ha ofendido
- con rabia desigual y desatiento,
- el fuerte, y todo el valle, sometido
- quede a mugeril mano y regimiento,
- y Labrisa, de oy más, sea la señora
- de lo que en el rendido valle mora.
- Y vosotros, pues fuystes prisioneros
- y al tablero tuvistes ya la vida (38),
- con ella quedaréys por sus guerreros,
- de suerte que de nadie sea ofendida.
- A todos los viandantes y estrangeros
- haréys buen hospedaje y acogida,
- a los malos contino (39) persiguiendo
- y siempre a las mugeres defendiendo.
- Aquí, Labrisa, quedaréys en tanto
- que buscamos los dos a vuestro amante.
- De señora tomad la insignia y manto (40)
- con lo demás que a reyna es importante.
- Esperamos de os ver tan sin quebranto (41)
- que no aya cruel fortuna que os espante,
- pues antes de bolver a vuestros ojos
- os traeremos al que es vuestros despojos (42)."
- Y, con la ceremonia que convino,
- por princesa y señora la juraron,
- y, atajando qualquiera desatino,
- en guarda de hombres justos la dexaron.
- Otro día (43) se ponen en camino,
- y mucho, en poco tiempo, se alejaron,
- hasta que, quando el sol se yva a poniente,
- vinieron a encontrar una gran fuente,
- la qual de entre peñascos procedía
- en abundancia tanta que espantava,
- y, por en medio un soto que allí avía,
- un caudaloso río se formava
- que por distante espacio se estendía
- y después en el mar se despeñava,
- tan poderoso de aguas, que era cosa
- no menos admirable que vistosa.
- Y sobre la alta roca y peña elada,
- una gallarda ninfa estava puesta,
- de costosos vestidos adornada
- y de admirables joyas bien compuesta.
- La madexa de Arabia, crespa, ondada,
- queda atrás si se iguala con aquésta;
- ni los rayos del sol, aunque más bellos,
- llegan a parecerse a sus cabellos.
- Los jóvenes quedaron admirados
- de ver tanto donayre y hermosura,
- embevidos en ella y trasportados,
- absortos en su gracia y beldad pura.
- Los pintores más diestros y afamados
- jamás hazer pudieron tal pintura;
- no se vio en lo criado alguna cosa
- que con ésta igualasse en ser hermosa.
- Con afabilidad les dixo luego:
- "-Cavalleros: si acaso os da contento,
- os suplico queráys tomar sosiego
- en un vezino alcáçar y aposento;
- pero, si no os convence ya mi ruego
- por ser desquilatado (44) mi talento,
- al menos lo aceptad porque os lo ruega
- una sabia princesa desta vega."
- Respondiéronla ser merced sobrada,
- que lo que le agradasse dispusiesse.
- Tocó la dura peña que, quebrada
- (dado que otra invención no interviniesse),
- descubrió una hermosíssima portada,
- y, sin que algún estorvo se ofreciesse,
- con la ninfa, a pie llano (45), ambos entraron,
- donde un rato a buen passo caminaron.
- Y saliendo a un zaguán de gran belleza,
- de piedras de colores fabricado,
- entraron en la insigne fortaleza
- do estava el aposento ya aprestado.
- Una dueña salió, de grave alteza,
- cuyo era este castillo que he contado,
- llevándolos al quarto en que estuvieron
- hasta que ciertas cosas sucedieron.
- Del príncipe de Angalia, Carbopía,
- es razón que ya trate nuestra historia
- y que celebre aquí la pluma mía
- sus hechos, sus empresas y memoria,
- que, aunque mi baxo estilo y poesía
- no pueda acarrearle tanta gloria
- quanta merece su valor y alteza,
- avréle de servir con mi pobreza,
- la qual a su valor sacrificada,
- y al de los más famosos deste cuento,
- al cabo llegaré con mi jornada,
- cumpliendo con su gloria y con mi intento.
- Y si una voluntad no interessada
- y tanta prontitud de entendimiento
- puede merecer algo en esta parte,
- ellas pido se miren y no la arte.
- Que si nombre se deve de famoso
- a quien, con blanca espada y fuerte pecho,
- en empresas de esfuerço valeroso
- hizo algún admirable y célebre hecho,
- Carbopía, no menos milagroso,
- merecerá ganar este provecho
- de quedar inmortal, por aver sido
- quien tanto ha nuestra España esclarecido.
- Assí, el sabio Lemante le ha dexado
- casi último en entrar la fortaleza,
- no por menos valiente y señalado,
- sino por el valor de su grandeza.
- Y ya que en el castillo (fabricado
- por mágico artificio y sutileza),
- estava la animosa compañía,
- viene el mago a tratar de Carbopía.
- Y, como de quien tanto se esperava
- avía de acontecer por sus hazañas,
- el lustre y la nobleza que mirava
- venir (46), por causa suya, a las Españas,
- más y más el estilo levantava
- a proezas decentes, tan estrañas;
- proezas que, aunque grandes no lo fueran,
- sí reduzirse a número pudieran.
- Mas, por no ser molesto a quien me aguarda,
- cometeré (47) al silencio las más cosas,
- hasta que desta esquadra tan gallarda
- refiera las empresas hazañosas
- que Fortuna (en premiar los hechos tarda),
- dispone sean eternas y famosas,
- pues tiene ya ordenado que las hagan
- los que a inmortalidad tributo pagan.
- Assí, que aquí me olvido con cuydado
- grandes hechos, por no ser enfadoso,
- queriendo antes de corto ser notado
- que de encarecedor supersticioso.
- Mas, en parte y lugar acomodado,
- doy mi fe (con el canto más sabroso
- que mi boz alcançare), hazer notoria
- del gallardo guerrero la memoria.
- Y tornando a añudar (48) el hilo y cuento
- (que es lo que nos importa en tal partido),
- digo que estuvo el príncipe de asiento,
- por algunas semanas detenido,
- donde en gusto passava, y buen contento,
- la vida hasta que fuesse el fin venido
- del tiempo señalado y profecía
- que del lago y la lança se dezía;
- que, si bien se me acuerda del sucesso,
- Carbopía de aquesto fue avisado,
- mandándole, con un precepto expresso,
- que sin ella no entrasse en estacado.
- Y assí, porque no huviesse algún excesso
- en caso tan dañoso (siendo errado),
- aguardara sazón y coyuntura
- en que dar buen principio a su ventura.
- Pues estando una noche a la ventana
- (como otras muchas vezes se ponía),
- sobre el agua una ninfa vio que, humana
- y con boz amorosa, assí dezía:
- "-Agora tu destreza y mano ufana,
- esse esfuerço animoso y valentía
- se tiene de mostrar, pues es cumplido
- el término tanto antes difinido (49).
- Mañana partirás de aquesta tierra,
- mas presto encontrarás la fatal (50) lança;
- conviénete ganarla en buena guerra
- del galán que la trae con gran pujança.
- No temas, que pues tanto en ti se encierra
- saldrás de aquesta empresa con bonança,
- y assi eternizarás, con solo un hecho,
- la alteza y gallardía de tu pecho."
- Acabando de hablar se ha zabullido
- en las fatales aguas prestamente.
- El guerrero, con ánimo engreýdo,
- se partió de aquel sitio el día siguiente.
- En unas grandes selvas se ha metido
- donde rastro ninguno vio de gente,
- hasta que al quarto día dio en un prado
- con mil diversidades adornado.
- Aquí, junto a una fuente caudalosa
- que entre mármoles blancos tiene asiento,
- un cavallero vio de muestra ayrosa,
- al parecer, y altivo pensamiento.
- Y, por ser tiempo y hora calurosa,
- sin el yelmo gozava el fresco viento,
- quando en zenith el sol puesto se avía,
- donde a los pies la sombra recogía.
- Estava el gran planeta del Oriente (51)
- sin aver ni una mínima ni un punto
- más a la escura parte de Ocidente,
- que al Ganges o que al Indo todo junto (52).
- La zigarra, sintiendo el sol ardiente,
- echava su pesado contrapunto,
- haziendo resonar el fresco prado
- con su música y canto destemplado.
- El guerrero, que estava descansando,
- luego que vio venir a Carbopía,
- del umbroso lugar se levantando,
- el yelmo se enlazó que allí tenía,
- y, desta suerte al joven aguardando,
- hizo una moderada cortesía,
- porque era moço altivo y arrogante,
- primo en fin del gallardo Clarimante.
- Y dixo a Carbopía: "-Cavallero:
- si quieres descansar en la floresta
- mientras passa el ardiente resistero (53)
- de la fogosa y destemplada siesta,
- gozar tu compañía gusto y quiero,
- pues no traes contra mí la lança inhiesta (54);
- mas, si no quieres paz (asió su lança
- y dixo), desta espero la vengança."
- Luego que vio su lança Carbopía,
- atónito quedó y embelesado,
- y respondió: "-Galán: aquéssa es mía,
- de la qual, sin justicia, fuy privado;
- que, con grande trayción y alevosía,
- Clarimante, perverso, infiel, malvado,
- hizo que la perdiesse malamente.
- Assí, que me la des pido al presente.
- Y, si no, sobre el caso en este llano,
- antes que de aquí un punto nos partamos,
- de batallar avremos, mano a mano,
- hasta que el uno al otro nos rindamos;
- que yo espero en el Jove soberano
- (en quien los hombres justos confiamos),
- que me ha de dar victoria, en recompensa
- del padecido agravio y suma ofensa."
- Respondió el cavallero: "-No es possible
- que aquesta hermosa lança tuya sea,
- ni agora es para mi trato sufrible
- a tal hombre achacar trayción tan fea;
- antes, mi triste cuerpo aquí insensible
- quedará, y destroçado, que tal crea
- ni que lleves la lança de mi mano,
- que me dio, por gran don, mi primo hermano;
- que yo espero en el Marte poderoso
- salir con la victoria de esta empresa,
- contra un hombre tan impío y alevoso
- que no dezir jamás verdad profesa."
- Carbopía, colérico y furioso,
- le dixo se aprestasse a mucha priessa,
- que no era justo el tiempo limitado
- gastar en persuadir a un mal mirado.
- Púsose en su cavallo en un momento,
- teniéndose, a su ver, por ofendido,
- y, con alborotado encendimiento,
- el campo entre los dos fue dividido (55).
- Dexan en ligereza atrás el viento,
- con que presto a juntarse han acudido,
- donde rompió su lança Carbopía
- mostrando bien su esfuerço y valentía;
- que el escudo y el peto ha penetrado,
- haziendo un fiero golpe en medio el pecho,
- por do la altiva sangre ha rebentado
- y a la tierra el licor baxó derecho.
- En el arçón postrero derribado (56),
- le llevó su cavallo largo trecho,
- ageno de sentido y de tal suerte,
- que llegó a los umbrales de la muerte.
- Mas no quedó el de Angalia muy gozoso,
- porque, si el rico peto tal no fuera,
- sin duda el bravo joven animoso
- en peligro mortal allí se viera.
- Mas el mago adevino y cauteloso
- por quien hecha la lança fatal era,
- conociendo este trance y coyuntura
- forjó con cierto temple esta armadura,
- porque, quando esta empresa se acabasse
- y el sucesso feliz de la laguna,
- aunque en lleno la lança le encontrasse
- no le pueda causar desdicha alguna.
- Y, porque en punto tal no peligrasse
- ni enemiga le fuesse la Fortuna,
- forjó el hierro azerado de la lança
- sin que en el duro peto haga mudança.
- Mas, con todo, fue tal el duro encuentro
- y golpe que le dio tan desusado,
- que, si no penetró la lança dentro,
- le dexó todo el cuerpo atormentado (57),
- y de lo más secreto de su centro,
- la sangre por mil partes ha brotado;
- mas, con la gran pujança de su brío,
- dio buelta a proseguir el desafío.
- El otro, que tornó en su acuerdo luego
- y vio el trance en que estava, y coyuntura,
- echando por los ojos vivo fuego
- blasfema de su dicha y su ventura,
- y con un infernal dessassossiego,
- causado del enojo y rabia pura,
- buelve riendas y rostro a Carbopía
- que a buscarle, también, ciego venía.
- Y, qual furiosos, indignados vientos,
- que con soplo y braveza no pensada
- mueven y desencasan los asientos
- sobre que la ancha tierra está fixada,
- y con descompasados movimientos,
- mostrando su estrañeza desusada,
- hazen temblar el monte y valle umbroso,
- respondiéndole el eco temeroso;
- desta suerte los ínclitos guerreros
- vinieron a encontrarse, y de tal arte,
- que si fueran dos tygres bravos, fieros,
- mostraran de rigor aun menos parte.
- Menester es tomar nuevos azeros
- para tan riguroso, ayrado Marte,
- que, según son los dos, flaco me siento,
- y requiere nuevo ánimo este cuento.
- CANTO XV
NOTAS:
(1) vedijoso: 'vedijudo', "el que tiene el pelo enredado o en vedijas" (Aut.). Vedija: "por extensión se llama el pelo enredado en qualquier parte del cuerpo del animal" (ibídem).
(2) cuento: "vale también desazón, pendencia o controversia con otro" (Aut.).
(3) demanda: "se toma assimismo por empressa" (Aut.).
(4) desviado: "lo arredrado, apartado" (Cov.). Alude a que los caballeros se habían separado lo suficiente para iniciar el combate.
(5) rebolver: 'revolver', "entre gente de a caballo es volver la rienda hacia la parte de donde ha corrido" (Cov.).
(6) hazienda: 'hacienda', "se llama también los bienes, possessiones y riquezas que uno tiene" (Aut.). En este caso, la 'robada hazienda' parece ser la doncella que les han secuestrado, y de la que se nos habla en el verso 87.
(7) tener: "vale también mantener y sostener" (Aut.).
(8) baraja: "en lenguaje castellano antiguo vale contienda, pendencia, confusión y mezcla, cual la hay en las pendencias y rehiertas de unos contra otros" (Cov.).
(9) batel: "un género de barco pequeño, dicho así o porque baten en él las olas del mar con ímpetu por la poca resistencia que tiene, o es nombre corrompido de bajel, navichuelo pequeño, dicho así porque con él se puede navegar por los bajíos y costas y mar baja" (Cov.).
(10) En la que.
(11) hato: "se toma muchas veces por muchedumbre de cosas" (Aut.). Se entiende aquí todos los aparejos del barco.
(12) bogar: "llevar la galera con los remos" (Cov.).
(13) cargar: "tratándose de las velas, cerrar o recoger sus paños, dejándolas listas para ser aferradas" (DRAE). Al llegar al puerto, recogieron las velas.
(14) vamos: 'vayamos'.
(15) tiniebla embaraçosa: la noche.
(16) largamente: "vale también cumplidamente, bastantemente" (Aut.).
(17) largura: "lo mismo que largueza o longitud" (Aut.).
(18) culebra: metafóricamente, con el valor de látigos o cuerdas.
(19) afear: "significa representar a alguno cuán malo y detestable sea algún pecado o delito que haya cometido, para que se confunda y enmiende" (Cov.).
(20) bastimento: "la provisión necesaria para comer" (Cov.).
(21) De esta forma recibía su castigo.
(22) fuerte: "fortaleza o sitio" (Cov.).
(23) malino: "vale mal intencionado, mal acondicionado, áspero y escabroso" (Cov.).
(24) encuentro: "el golpe que se da, encontrando con alguna cosa" (Aut.). En este caso, al enfrentarse en el combate. Desvarío: "dicho, acción o idea fuera de razón y de concierto" (ibídem).
(25) En el original, 'va'. Corrijo la errata, presente en el testimonio de Murcia de la Llana. Se regulariza, de esta forma, el endecasílabo.
(26) dar de llano: 'dar de plano'.
(27) alboroto: "pendencia entre muchas personas, con voces y estrépito" (Aut.). Lo mismo que 'ruydo' (vid. nota a II, 363).
(28) batería: "el estrago que en ellos [los muros] se hace con ella y con los asaltos" (Cov.). Aut. define 'batería como el agregado de algunas piezas de artillería puestas en la forma conveniente para batir alguna parte de la fortificación de una plaza". Aquí alude a la cantidad de golpes y al ataque continuo que ha de soportar Paíndro.
(29) revés: "se llama también al golpe que se da a otro con la mano vuelta" (Aut.). Describe de esta forma cómo se defiende el jabalí de la pujanza de los perros.
(30) lebreles irlandeses: "una casta de perros generosa que suelen traer a España de las islas septentrionales; son de ayuda y defienden a sus amos. También acometen las fieras y las embarazan de manera que puede el cazador llegar con seguridad a matarlas (...). Los más bien sacados y ceñidos son los que traen de Irlanda" (Cov., s. v. 'lebrel').
(31) acabar: "vale también morir" (Cov.).
(32) designio: "intención dissimulada o encubierta" (Aut.).
(33) Picaron espuelas a los caballos.
(34) amaynar: 'amainar', "metafóricamente vale remitir uno el fervor con que había empezado a proseguir una cosa" (Cov.).
(35) Se refiere a los seguidores de Paíndro.
(36) sonsonete: "por alusión vale el tonillo u modo especial en la risa o palabras, que denota desprecio o ironía" (Aut.). A Labrisa le importaba poco lo que la fama, irónicamente, pudiera pregonar acerca de ella.
(37) Tal vez sea más correcto 'matassen', pues el sujeto, aunque no está explícito, se intuye que es 'los guerreros', pues éstos son los libertadores de las doncellas.
(38) Cfr.: "Después de puesta la vida / tantas vezes por su ley / al tablero..." (Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre, en Poesía, edición de Jesús Manuel Alda Tesán, Madrid, Cátedra, 19806, p. 159). El sentido de arriesgar la vida, como si se la jugase en un tablero de ajedrez, es evidente.
(39) contino: 'continuo', "siempre" (vid. nota a IV, 300).
(40) Se trata de los atributos que han de señalar a Labrisa como señora del castillo. Insignia: "la señal que uno lleva para ser diferenciado de los demás" (Cov.).
(41) quebranto: "el dolor y aflición" (Cov.).
(42) Sin duda alude a Risambo de quien Labrisa está enamorada. Para 'despojo', vid. nota a IV, 211.
(43) otro día: "al día siguiente" (Fontecha).
(44) desquilatar: "en su riguroso significado vale baxar de quilates el oro, pero comúnmente se toma por hacer perder y disminuir su intrínseco valor a alguna cosa" (Aut.).
(45) a pie llano: "sin estropiezo" (Cov.).
(46) mirava venir: consideraba que vendría. Este tipo de construcción de infinitivo con valor de sustantiva de complemento directo es muy usual en todo el poema. Para 'mirar', vid. nota a VIII, 279.
(47) cometer: "vale dar uno sus veces a otro, y este acto se llama comisión" (Cov.).
(48) añudar: "anudar".
(49) difinido: "lo determinado" (Cov.). Se ha cumplido el tiempo determinado mucho antes.
(50) fatal: "cosa perteneciente al hado" (Cov.).
(51) Se refiere al sol que, como es sabido, nace por el Oriente.
(52) Como acaba de informarnos, el sol estaba en su cenit, por lo que la distancia desde él a Occidente es la misma que a Oriente, lugar donde se encuentran los ríos Ganges e Indo.
(53) resistero: "el tiempo de medio día hasta las dos, en el verano, cuando el sol hiere con mayor fuerza" (Cov.).
(54) inhiesta: "cosa levantada" (Cov).
(55) dividir el campo: lo mismo que 'partir el campo o el sol', "proporcionarse para reñir, de suerte que no ofenda el suelo ni el sol a ninguno de los competidores, sino que riñan sin ventaja de una parte a otra, ni en la luz ni en el plano que han de ocupar" (Aut.).
(56) El texto contiene aquí una errata y lee 'derrubado'. Corrijo en 'derribado' por parecerme que el sentido de la frase lo acepta mejor que 'derrumbado', la otra opción posible para subsanar el error que le pasó desapercibido a Murcia de la Llana.
(57) atormentar: "metaphóricamente vale ocasionar o hacer que otro padezca algún grave dolor, pena o aflicción en el alma o en el cuerpo" (Aut.). Tenía el cuerpo dolorido.