C A N T O XIV

 

 Sergesto y Andronio siguen su jornada, y ofréceseles cierta aventura, y son llevados al Castillo Encantado. Salen Brinaldo y Cauro contra unos ladrones, fueron presos ellos y llevados a un castillo encantado. Siguen Macrideno y Palmireno su viage y tienen batalla con Paýndro, enemigo de mugeres; matóle Palmireno y libró a Labrisa que llevava presa, a la qual hizieron señora del castillo. Partieron de allí Macrideno y Palmireno, y fueron puestos en el Castillo Encantado. Carbopía entra en batalla con quien llevava su lança fatal.

 

 

 

EL Que da su palabra está obligado
a cumplirla y dar della honrosa cuenta,
sopena de quedar siempre notado
con eterna señal de torpe afrenta.
Queda el valor y el crédito empeñado,
hasta acabar el hombre lo que intenta,
y quien de presto y sin mirar promete,
a más que nadie piensa se somete.
 
Obliguéme a tratar aquesta historia
con el mejor estilo y más galano
que pudiesse alcançar con mi memoria
y con mi entendimiento humilde y llano.
Obliguéme también a hazer notoria
la narración y el cuento soberano
que Lemante dexó, cuyo orden sigo
por ser grave escritor y buen testigo.
 
Y diera por no averlo començado
quanto puedo sacar de averlo hecho,
por serme a mí un trabajo desusado, 
poco el fruto y sin límite el despecho.
Pero, pues me ofrecí, será forçado
poner buen coraçón y hazer buen pecho,
para dar fin devido a la alta historia,
digna de nombre eterno y de memoria.
 
Que ya que la humildad de mi talento
no me conceda un don tan admirable,
callará mi mendigo entendimiento
con condición que el tiempo y fama hable,
que, pues de nuestra España es todo el cuento,
aunque no sea el estilo tan notable,
avráse de sufrir hasta que venga
quien lo ponga en la forma que convenga.
 
Si bien os acordáys de aquesta historia
y de lo que dexamos atrás hecho,
ternéys del buen Sergesto ya memoria,
de su esfuerço, destreza, astucia y pecho,
y cómo, por ganar la inmortal gloria,
de la corte salió con gran despecho,
llevando al fuerte Andronio en compañía,
príncipe de estremada valentía.
 
Dixe también que en medio un monte umbroso,
al encuentro dos bárbaros salieron,
de aspecto horrible y cuerpo vedijoso (1),
y que a los dos amigos envistieron.
Cada qual, como fuerte y animoso,
aun más de lo possible hazer quisieron,
mas era, en tal sazón, inútil cosa,
pensar les servirá fuerça animosa,
 
porque quien estos cuentos (2) mueve y guía
es una famosíssima hechizera  
con quien nada aprovecha valentía,
gallardo pecho o diestra ayrada y fiera.
Assí, la valerosa compañía,
aunque mostrar su esfuerço bien quisiera,
no pudo, porque aquélla lo ordenava
de suerte que el ardid no aprovechava,
 
que luego, los salvages poderosos,
con cavallos y dueños se cargaron,
y, por ásperos montes escabrosos,
gran trecho a pesar suyo caminaron;
entre ciertos peñascos tenebrosos,
en una escura cueva se lançaron,
yendo los héroes fuertes qual la oveja,
que en la boca del lobo no se queja.
 
Después ya de gran rato que avían ydo,
tragando a cada passo ansiosa muerte,
a un patio y corredores han salido,
y allí en tierra quedaron, de la suerte
que páxaro medroso y aturdido
quando escapa del sacre o halcón fuerte,
que se queda en la tierra rebolcando,
al un lado y al otro bueltas dando.
 
Desta suerte quedaron los valientes
en el zaguán de aquel palacio hermoso,
hasta que allí salieron varias gentes
con trato comedido y amoroso.
En dos ricos palacios competentes
a tan alto valor les dan reposo,
quedando aposentados hasta el día
que ha de aver gran contento y alegría.
 
Agora es bien digamos del sucesso
de Brinaldo y de Cauro señalados,
los quales un solemne voto expresso
hizieron de acabar los mal mirados
que, con loca osadía y baxo excesso,  
dos perversos ladrones desmandados
cometieron robando a la donzella
que en la corte propuso su querella.
 
A justa demanda (3) se ofrecieron
los guerreros gallardos y de cuenta,
los quales, sin tardança, se salieron
de la corte a vengar la aleve afrenta.
Gran tiempo en busca dellos anduvieron
hasta que, junto a un río, en una venta,
hallaron los infames que buscavan,
que ya a nuestros guerreros aguardavan.
 
En la ribera del famoso río
salieron a provar su esfuerço y pecho,
queriendo en el combate y desafío
allanar la verdad de su derecho,
y, con gallarda muestra y raro brío,
dividieron los quatro el justo trecho
que era para el encuentro necessario
y para combatir con su adversario.
 
En hermosos cavallos alentados,
muy loçanos, castizos y ligeros,
de fuertes armas todos quatro armados,
salen a se provar los cavalleros.
Apenas estuvieron desviados (4),
quando, a forma de lobos carniceros,
partieron a envestirse con tal arte,
que pusiera temor al fiero Marte.
 
En medio la carrera se encontraron,
en los escudos cóncavos se dieron,
que, aunque las duras lanças se quebraron,
ellos ningún mal golpe recibieron; 
antes, sin daño alguno, se passaron,
mas con grande presteza rebolvieron (5),
las espadas en alto, de tal suerte,
que amenaça al contrario cruda muerte.
 
Sobre la vida andava la contienda,
pues matar o vivir se pretendía,
y por quitarles la robada hazienda (6)
tienen (7) los cavalleros la porfía.
No ay dellos quien victoria no pretenda,
que nadie por tan flaco se tenía
que ser no pretendiesse tan dichoso
quanto era su contrario belicoso.
 
Anduvieron gran rato desta suerte,
sin ventaja se ver de alguna parte,
donde cada qual dellos como fuerte
sustentava el rigor del bravo Marte.
Mas, como no procura darlos muerte
la que esto enrreda con su ciencia y arte,
no quiso dilatar más la baraja (8)
sobre la qual sin medio se trabaja,
 
sino que los ladrones se fingieron
débiles en las fuerças y cansados,
las espaldas, sin más tardar, bolvieron,
huyendo a rienda suelta apresurados.
A un batel (9), apeados, se acogieron,
que bien asido estava por los lados 
en la orilla del río caudaloso,
donde era su morada y fiel reposo.
 
Siguen los cavalleros con despecho
a los torpes ladrones que assí huýan,
teniendo por concluso todo el hecho
(supuesto que del campo se salían),
y cada qual entró luego derecho
en el barco, en el qual hallar creýan
ocasión de acabar los malhechores,
con muerte digna a tales salteadores.
 
Pero salió al revés su pensamiento,
que, apenas al batel son entregados,
quando, por un estraño encantamento,
se sintieron travar por todos lados.
Amansóse su furia y bravo intento,
quedando de sus armas despojados,
y sin se hablar palabra se miravan,
atónitos del punto en que aora estavan.
 
Esposas diamantinas los pusieron,
y a la donzella, que con ellos vino,
al batel, sin tardar más, la truxeron
para que publicasse el desatino.
"-Ves tus dos valedores -la dixeron-;
bien puedes dar la buelta en tu camino,
pues sólo pretendimos esta empresa
en quien (10) tanta ganancia se interessa.
 
Y dirás en la corte al rey Antero
que sólo aqueste robo pretendía,
el qual porné, con passo muy ligero,
donde no servirá su valentía."
Echaron fuera el hato (11) todo entero,
 sin nada le faltar de quanto avía,
y, poniéndolo en salvo en la ribera,
la donzella también sacaron fuera.
 
Y deshaziendo el barco poderoso
bogan (12) el agua abaxo con presteza,
hasta que, entrando luego en mar furioso,
caminaron con suelta ligereza.
Y, cargando (13) en el puerto lastimoso
do estavan los sepulcros de tristeza
que Risambo y los otros fabricaron,
sin detenerse más desembarcaron.
 
Luego, el uno de aquéllos ha sacado
a la playa los altos cavalleros,
y sus armas y escudos los han dado,
tratándolos como ínclitos guerreros.
"-No entendáys -les ha dicho- que causado
ha sido esto por hados bravos, fieros,
ni por duro sucesso de ventura
ni por caso contrario o suerte dura;
 
que lo que avéys passado ha sido hecho
para más honra vuestra y mayor fama,
pues el ánimo fuerte y diestro pecho,
el ocio debilita, el vicio infama.
Todo resultará en vuestro provecho,
que la ventura a suma alteza os llama,
siendo sólo traýdos a esta parte
para que buele más vuestro estandarte.
 
Y no podrá ya el tiempo o la ventura
un punto deslustrar vuestra grandeza,
aunque con diligencia y diestra dura
procura aniquilar vuestra destreza. 
En todo el alto cielo os assegura
si, atendiendo al honor y a fortaleza,
hiziéredes los hechos de tal suerte,
que no pueda dañaros tiempo o muerte.
 
Toda aquesta cautela fue ordenada
por una sabia dueña generosa,
donde es razón que vamos (14), si os agrada,
antes de la tiniebla embaraçosa (15)."
Ellos dieron principio a su jornada,
incrédulos de ver tan alta cosa.
Al fin, después de un rato que anduvieron,
al edificio y casa real vinieron,
 
donde, amorosamente recebidos,
en conveniente sitio los dexaron,
siendo con gran cuydado allí servidos
de quanto largamente (16) imaginaron.
Quédense por agora aquí metidos,
pues tal amparo y tanto bien hallaron.
Diremos del valiente Macrideno
y de su íntimo amigo Palmireno,
 
los quales, como fuertes y animosos,
salieron a buscar su compañía,
caminando continuo, desseosos
de hallar en qué provar su valentía.
Y yendo del sucesso cuydadosos,
por ver que ningún lance se ofrecía,
llegaron a una parte donde estava
un castillo cercado de honda cava.
 
En estremo no es grande ni pequeño,
sino en buena medida y bien traçado. 
Un famoso tirano era su dueño,
por tal en la comarca respetado.
Hombre de rostro alegre y alagüeño,
aunque de coraçón impío y malvado;
astuto, falso, pérfido, engañoso,
desleal, fementido y alevoso.
 
Todo el ameno valle do vivía
(de más de veynte millas de largura (17)),
con sus bienes y haziendas le servía,
temiendo su crueldad y diestra dura.
A solas las mugeres perseguía
sin respetar donayre y hermosura;
antes, las más hermosas y agraciadas,
eran por el jayán más maltratadas.
 
Andavan sus vassallos ya avisados
de que jamás muger fuera saliesse,
porque estavan del mal certificados
si, por desdicha, su señor la viesse.
En todo lo demás eran tratados
con mucha humanidad, sin que se hiziesse
agravio a gente alguna de su tierra,
en quanto el ancho valle tiene y cierra.
 
Mas, fiando en su esfuerço y gran destreza,
por todas las comarcas discurría,
usando de crueldad y de fiereza
con las míseras hembras que cogía.
Y, con irremissible y gran braveza,
mandava que, en el tiempo que él comía,
en su presencia una muger sacassen
y con duras culebras (18) la açotassen.
 
Assí, todos los días justiciava
la dama más gallarda y más hermosa, 
y para aqueste fin las procurava
con una voluntad facinorosa.
Y quien el impío hecho le afeava (19),
le sugetava a cárcel tenebrosa
donde, del bastimento (20) les quitando,
los yva poco a poco assí acabando.
 
Y, si era cavallero que quería
defender por la espada ser mal hecho,
con él de buena gana combatía,
llevando lo mejor y el más provecho,
porque era de estremada valentía,
de coraje, de esfuerço, ánimo y pecho;
y, al que quedava muerto en la aventura,
privava de la honrosa sepultura;
 
y, si vivo escapava en la pelea,
luego en las vivas carnes le dexava,
y a alguna muger vieja, hedionda y fea,
con inhumanidad grande le atava,
porque dize que el hombre que dessea
servir damas, que en esto las pagava (21).
Y, sin darles comida, desta suerte,
podridos los rendía a suzia muerte.
 
Pues de aquesta crueldad certificados
los dos fuertes guerreros (de la gente
que vive en sugeción de sus estados
oprimida del pérfido valiente,
en sola la justicia confiados),
quisieron romper ley tan insolente
o dexar vida y honra en una empresa
donde tan claro nombre se interesa.
 
 Estando allí aguardando coyuntura
en que viessen abierto el alto fuerte (22),
salir vieron de en medio la espessura
a Paíndro, de altiva, ufana suerte.
Una donzella trae de alta hermosura,
sugeta ya al rigor de amarga muerte,
la qual, con tristes ansias y querellas,
el cielo invoca y hiere las estrellas.
 
Palmireno, feroz, salió al camino
con denuedo gallardo y animoso,
diziendo: "-¡Detestable, infiel, malino (23),
a los hombres y dioses fiero, odioso!
Desiste de tu horrible desatino,
si no quieres provar fin afrentoso
pagando de una vez tantas maldades
como has hecho en aquestas soledades.
 
Dexa la hermosa presa y abre el fuerte,
soltando las que están aprisionadas,
que no es razón se traten desta suerte
las que han de ser servidas y adoradas.
Si no quieres, serán, con ver tu muerte,
de tus injustas obras bien vengadas,
y en este fresco valle y sus riberas
pasto quedarás hecho de las fieras."
 
Paíndro, en viva cólera abrasado,
le respondió: "-Si fueras valeroso,
dexaras el hablar tan mal mirado
con un hombre en las armas tan famoso;
mas, pues vienes a muerte condenado
o a passar otro trance más penoso,
yo te quiero mostrar en este llano
la pujança y destreza de mi mano."
 
 Y tomando distancia conveniente,
se vienen a provar con raro brío,
procurando mostrar su pecho ardiente
cada uno en el dudoso desafío.
Paíndro, presumiendo de valiente,
tuvo en el dar su encuentro desvarío (24),
y assí, rompió su lança en el escudo,
que dar en otra parte apenas pudo.
 
Mas el diestro y valiente Palmireno
yva (25) más reportado y advertido;
en medio el duro pecho dio de llano (26),
dentro del qual la lança se ha rompido.
A este tiempo, su amigo Macrideno
andava en alboroto (27) y gran ruÿdo
con la gente del bárbaro, mostrando
quanto aborrece el detestable vando,
 
porque, luego que vieron la rebuelta
que su señor travó con el guerrero,
quisieron escaparse a rienda suelta
al castillo que estava allí frontero;
mas convínoles presto dar la buelta,
porque tras ellos se partió ligero
Macrideno, gallardo y animoso,
y assí, bolver sobre él les fue forçoso.
 
Donde, dándole priessa y batería (28)
con graves, fieros golpes le aquexavan,
y, qual en dura yunque de herrería,
sus animosos braços descargavan.
Mas el diestro galán los respondía
de tal suerte, que campo abierto davan,
qual vemos javalí tirar reveses (29)
cercado de lebreles irlandeses (30).
 
Palmireno a Paíndro, del encuentro,
le quitó la sabrosa, infame vida,
porque la dura lança en lo más dentro
del impío coraçón quedó rompida.
El alma fuera echó del impío centro,
y, con indignación de allí salida,
sintiendo el mal sucesso y trance duro,
a la región baxó del reyno escuro.
 
Y, viendo a Macrideno tan cercado
de la gente de aquel ladrón famoso,
acudió como tygre encarnizado
a dar favor al joven animoso.
Los contrarios, que ven ser ya acabado (31)
su amparo y capitán, fueles forçoso
(dexando la batalla desta suerte),
acogerse, huyendo, al alto fuerte.
 
Mas, como su designio (32) conocieron
los héroes, y el malvado, astuto intento,
los talones con gran furor movieron (33)
venciendo en ligereza al mesmo viento.
El camino y los passos les cogieron,
lo qual visto amaynó (34) su pensamiento
de suerte que las armas abaxaron
y ante ellos, sin desmán, se sugetaron.
 
Arremetió al castillo Palmireno,
porque vio que las puertas le cerravan,
y de cólera honrosa y rabia lleno
se opuso a quantos dentro dél estavan;
la espada escondió al uno dentro el seno
y rebolvió a los otros que ayudavan
a cerrarle la entrada y ancha puerta,
haziéndola quedar del todo abierta.
 
Rendida pues la gente que allí avía
para guarda y defensa de la tierra
(que Paíndro, ladrón, dentro tenía
con que a las tristes hembras hazía guerra),
ahorcaron la falsa compañía (35)
que dentro de su cerca el fuerte cierra,
librando el valle y la comarca y gente
de tan fiero tirano, y tan valiente.
 
Y, mirando de espacio la donzella
que Paíndro traýa maniatada,
vinieron poco a poco a conocella,
que era Labrisa, en gracias estremada.
No se puede dezir el gozo de ella,
viéndose del peligro y mal librada,
en manos de tan altos cavalleros
amigos de Risambo, y compañeros.
 
Pues ella, del amor grande vencida
de su Risambo ardiendo en viva llama,  
sin respeto de honra o de la vida
ni del mal sonsonete (36) de la fama,
de la corte salió sin ser sentida,
con más esfuerço y brío que de dama,
y al fin la truxo su ventura y hado
a las manos de aquel ladrón malvado.
 
Hiziéronla amigable acogimiento,
mostrando mucho gozo en encontralla,
dando por más famoso el vencimiento
pues que, con él, vinieron a libralla.
En el fuerte se entraron al momento,
dentro del qual apenas hombre se halla,
si no fue un pajezillo que, medroso,
se puso en un retrete tenebroso.
 
Y, siendo allí hallado, le halagaron,
mostrando rostro afable y blando el gesto,
con lo qual, fácilmente, le incitaron
a que diesse las llaves de aquel puesto.
A las escuras cárceles baxaron
do estavan las mugeres en funesto
lamento y en dolor esquivo y fuerte,
esperando allí el trance de la muerte,
 
que, viéndolos entrar, dixeron luego:
"-Acabad de quitarnos ya la vida,
que no puede ser duro el bravo fuego
a quien tanto la tiene aborrecida.
La muerte nos dará dulce sossiego,
y la vida, en tal caso, no es perdida,
pues muere de una vez nuestra tristeza
acabando de ver tanta dureza."
 
Las lágrimas piadosas les brotaron
a los fuertes guerreros, en oyendo 
la triste petición en que rogaron
las matasse (37), la muerte no temiendo.
Los azerados yelmos se quitaron,
los agraciados rostros descubriendo,
y con blandas palabras amorosas
consolaron las tristes y medrosas.
 
Sueltan la muchedumbre aherrojada,
sacándolas al claro, alegre viento.
Después, con la quadrilla libertada,
trataron del futuro regimiento,
diziendo: "-Aquesta fuerça fue ganada
por sólo nuestro ardid y vencimiento,
matando al enemigo que aquí avía
y colgando su injusta compañía;
 
y, por riesgo de guerra y por derecho,
queda el valle por nuestro, y el estado,
si queremos gozar deste provecho
en pago del valor que hemos mostrado.
Pero el honroso ardor de nuestro pecho
no busca tierras, porque a nadie es dado,
si se precia de fuerte y de animoso,
pretenda si no es nombre valeroso.
 
Parécenos que, pues aquí ha vivido
un bárbaro cruel, sanguinolento,
y solas las mugeres ha ofendido
con rabia desigual y desatiento,
el fuerte, y todo el valle, sometido
quede a mugeril mano y regimiento,
y Labrisa, de oy más, sea la señora
de lo que en el rendido valle mora.
 
Y vosotros, pues fuystes prisioneros 
y al tablero tuvistes ya la vida (38),
con ella quedaréys por sus guerreros,
de suerte que de nadie sea ofendida.
A todos los viandantes y estrangeros
haréys buen hospedaje y acogida,
a los malos contino (39) persiguiendo
y siempre a las mugeres defendiendo.
 
Aquí, Labrisa, quedaréys en tanto
que buscamos los dos a vuestro amante.
De señora tomad la insignia y manto (40)
con lo demás que a reyna es importante.
Esperamos de os ver tan sin quebranto (41)
que no aya cruel fortuna que os espante,
pues antes de bolver a vuestros ojos
os traeremos al que es vuestros despojos (42)."
 
Y, con la ceremonia que convino,
por princesa y señora la juraron,
y, atajando qualquiera desatino,
en guarda de hombres justos la dexaron.
Otro día (43) se ponen en camino,
y mucho, en poco tiempo, se alejaron,
hasta que, quando el sol se yva a poniente,
vinieron a encontrar una gran fuente,
 
la qual de entre peñascos procedía
en abundancia tanta que espantava, 
y, por en medio un soto que allí avía,
un caudaloso río se formava
que por distante espacio se estendía
y después en el mar se despeñava,
tan poderoso de aguas, que era cosa
no menos admirable que vistosa.
 
Y sobre la alta roca y peña elada,
una gallarda ninfa estava puesta,
de costosos vestidos adornada
y de admirables joyas bien compuesta.
La madexa de Arabia, crespa, ondada,
queda atrás si se iguala con aquésta;
ni los rayos del sol, aunque más bellos,
llegan a parecerse a sus cabellos.
 
Los jóvenes quedaron admirados
de ver tanto donayre y hermosura,
embevidos en ella y trasportados,
absortos en su gracia y beldad pura.
Los pintores más diestros y afamados
jamás hazer pudieron tal pintura;
no se vio en lo criado alguna cosa
que con ésta igualasse en ser hermosa.
 
Con afabilidad les dixo luego:
"-Cavalleros: si acaso os da contento,
os suplico queráys tomar sosiego
en un vezino alcáçar y aposento;
pero, si no os convence ya mi ruego
por ser desquilatado (44) mi talento,
al menos lo aceptad porque os lo ruega
una sabia princesa desta vega."
 
Respondiéronla ser merced sobrada,
que lo que le agradasse dispusiesse.  
Tocó la dura peña que, quebrada
(dado que otra invención no interviniesse),
descubrió una hermosíssima portada,
y, sin que algún estorvo se ofreciesse,
con la ninfa, a pie llano (45), ambos entraron,
donde un rato a buen passo caminaron.
 
Y saliendo a un zaguán de gran belleza,
de piedras de colores fabricado,
entraron en la insigne fortaleza
do estava el aposento ya aprestado.
Una dueña salió, de grave alteza,
cuyo era este castillo que he contado,
llevándolos al quarto en que estuvieron
hasta que ciertas cosas sucedieron.
 
Del príncipe de Angalia, Carbopía,
es razón que ya trate nuestra historia
y que celebre aquí la pluma mía
sus hechos, sus empresas y memoria,
que, aunque mi baxo estilo y poesía
no pueda acarrearle tanta gloria
quanta merece su valor y alteza,
avréle de servir con mi pobreza,
 
la qual a su valor sacrificada,
y al de los más famosos deste cuento,
al cabo llegaré con mi jornada,
cumpliendo con su gloria y con mi intento.
Y si una voluntad no interessada
y tanta prontitud de entendimiento
puede merecer algo en esta parte,
ellas pido se miren y no la arte.
 
Que si nombre se deve de famoso
a quien, con blanca espada y fuerte pecho,
en empresas de esfuerço valeroso 
hizo algún admirable y célebre hecho,
Carbopía, no menos milagroso,
merecerá ganar este provecho
de quedar inmortal, por aver sido
quien tanto ha nuestra España esclarecido.
 
Assí, el sabio Lemante le ha dexado
casi último en entrar la fortaleza,
no por menos valiente y señalado,
sino por el valor de su grandeza.
Y ya que en el castillo (fabricado
por mágico artificio y sutileza),
estava la animosa compañía,
viene el mago a tratar de Carbopía.
 
Y, como de quien tanto se esperava
avía de acontecer por sus hazañas,
el lustre y la nobleza que mirava
venir (46), por causa suya, a las Españas,
más y más el estilo levantava
a proezas decentes, tan estrañas;
proezas que, aunque grandes no lo fueran,
sí reduzirse a número pudieran.
 
Mas, por no ser molesto a quien me aguarda,
cometeré (47) al silencio las más cosas,
hasta que desta esquadra tan gallarda
refiera las empresas hazañosas
que Fortuna (en premiar los hechos tarda),
dispone sean eternas y famosas,
pues tiene ya ordenado que las hagan
los que a inmortalidad tributo pagan.
 
Assí, que aquí me olvido con cuydado
grandes hechos, por no ser enfadoso, 
queriendo antes de corto ser notado
que de encarecedor supersticioso.
Mas, en parte y lugar acomodado,
doy mi fe (con el canto más sabroso
que mi boz alcançare), hazer notoria
del gallardo guerrero la memoria.
 
Y tornando a añudar (48) el hilo y cuento
(que es lo que nos importa en tal partido),
digo que estuvo el príncipe de asiento,
por algunas semanas detenido,
donde en gusto passava, y buen contento,
la vida hasta que fuesse el fin venido
del tiempo señalado y profecía
que del lago y la lança se dezía;
 
que, si bien se me acuerda del sucesso,
Carbopía de aquesto fue avisado,
mandándole, con un precepto expresso,
que sin ella no entrasse en estacado.
Y assí, porque no huviesse algún excesso
en caso tan dañoso (siendo errado),
aguardara sazón y coyuntura
en que dar buen principio a su ventura.
 
Pues estando una noche a la ventana
(como otras muchas vezes se ponía),
sobre el agua una ninfa vio que, humana
y con boz amorosa, assí dezía:
"-Agora tu destreza y mano ufana,
esse esfuerço animoso y valentía
se tiene de mostrar, pues es cumplido
el término tanto antes difinido (49).
 
Mañana partirás de aquesta tierra,  
mas presto encontrarás la fatal (50) lança;
conviénete ganarla en buena guerra
del galán que la trae con gran pujança.
No temas, que pues tanto en ti se encierra
saldrás de aquesta empresa con bonança,
y assi eternizarás, con solo un hecho,
la alteza y gallardía de tu pecho."
 
Acabando de hablar se ha zabullido
en las fatales aguas prestamente.
El guerrero, con ánimo engreýdo,
se partió de aquel sitio el día siguiente.
En unas grandes selvas se ha metido
donde rastro ninguno vio de gente,
hasta que al quarto día dio en un prado
con mil diversidades adornado.
 
Aquí, junto a una fuente caudalosa
que entre mármoles blancos tiene asiento,
un cavallero vio de muestra ayrosa,
al parecer, y altivo pensamiento.
Y, por ser tiempo y hora calurosa,
sin el yelmo gozava el fresco viento,
quando en zenith el sol puesto se avía,
donde a los pies la sombra recogía.
 
Estava el gran planeta del Oriente (51)
sin aver ni una mínima ni un punto
más a la escura parte de Ocidente,
que al Ganges o que al Indo todo junto (52).
La zigarra, sintiendo el sol ardiente,
echava su pesado contrapunto,
haziendo resonar el fresco prado
con su música y canto destemplado.
 
El guerrero, que estava descansando,
luego que vio venir a Carbopía,
del umbroso lugar se levantando,
el yelmo se enlazó que allí tenía,
y, desta suerte al joven aguardando,
hizo una moderada cortesía,
porque era moço altivo y arrogante,
primo en fin del gallardo Clarimante.
 
Y dixo a Carbopía: "-Cavallero:
si quieres descansar en la floresta
mientras passa el ardiente resistero (53)
de la fogosa y destemplada siesta,
gozar tu compañía gusto y quiero,
pues no traes contra mí la lança inhiesta (54);
mas, si no quieres paz (asió su lança
y dixo), desta espero la vengança."
 
Luego que vio su lança Carbopía,
atónito quedó y embelesado,
y respondió: "-Galán: aquéssa es mía,
de la qual, sin justicia, fuy privado;
que, con grande trayción y alevosía,
Clarimante, perverso, infiel, malvado,
hizo que la perdiesse malamente.
Assí, que me la des pido al presente.
 
Y, si no, sobre el caso en este llano,
antes que de aquí un punto nos partamos,
de batallar avremos, mano a mano,
hasta que el uno al otro nos rindamos;
que yo espero en el Jove soberano
(en quien los hombres justos confiamos),
que me ha de dar victoria, en recompensa
del padecido agravio y suma ofensa."
  
Respondió el cavallero: "-No es possible
que aquesta hermosa lança tuya sea,
ni agora es para mi trato sufrible
a tal hombre achacar trayción tan fea;
antes, mi triste cuerpo aquí insensible
quedará, y destroçado, que tal crea
ni que lleves la lança de mi mano,
que me dio, por gran don, mi primo hermano;
 
que yo espero en el Marte poderoso
salir con la victoria de esta empresa,
contra un hombre tan impío y alevoso
que no dezir jamás verdad profesa."
Carbopía, colérico y furioso,
le dixo se aprestasse a mucha priessa,
que no era justo el tiempo limitado
gastar en persuadir a un mal mirado.
 
Púsose en su cavallo en un momento,
teniéndose, a su ver, por ofendido,
y, con alborotado encendimiento,
el campo entre los dos fue dividido (55).
Dexan en ligereza atrás el viento,
con que presto a juntarse han acudido,
donde rompió su lança Carbopía
mostrando bien su esfuerço y valentía;
 
que el escudo y el peto ha penetrado,
haziendo un fiero golpe en medio el pecho,
por do la altiva sangre ha rebentado
y a la tierra el licor baxó derecho.
En el arçón postrero derribado (56),
le llevó su cavallo largo trecho, 
ageno de sentido y de tal suerte,
que llegó a los umbrales de la muerte.
 
Mas no quedó el de Angalia muy gozoso,
porque, si el rico peto tal no fuera,
sin duda el bravo joven animoso
en peligro mortal allí se viera.
Mas el mago adevino y cauteloso
por quien hecha la lança fatal era,
conociendo este trance y coyuntura
forjó con cierto temple esta armadura,
 
porque, quando esta empresa se acabasse
y el sucesso feliz de la laguna,
aunque en lleno la lança le encontrasse
no le pueda causar desdicha alguna.
Y, porque en punto tal no peligrasse
ni enemiga le fuesse la Fortuna,
forjó el hierro azerado de la lança
sin que en el duro peto haga mudança.
 
Mas, con todo, fue tal el duro encuentro
y golpe que le dio tan desusado,
que, si no penetró la lança dentro,
le dexó todo el cuerpo atormentado (57),
y de lo más secreto de su centro,
la sangre por mil partes ha brotado;
mas, con la gran pujança de su brío,
dio buelta a proseguir el desafío.
 
El otro, que tornó en su acuerdo luego
y vio el trance en que estava, y coyuntura,
echando por los ojos vivo fuego
blasfema de su dicha y su ventura,
y con un infernal dessassossiego,
causado del enojo y rabia pura,  
buelve riendas y rostro a Carbopía
que a buscarle, también, ciego venía.
 
Y, qual furiosos, indignados vientos,
que con soplo y braveza no pensada
mueven y desencasan los asientos
sobre que la ancha tierra está fixada,
y con descompasados movimientos,
mostrando su estrañeza desusada,
hazen temblar el monte y valle umbroso,
respondiéndole el eco temeroso;
 
desta suerte los ínclitos guerreros
vinieron a encontrarse, y de tal arte,
que si fueran dos tygres bravos, fieros,
mostraran de rigor aun menos parte.
Menester es tomar nuevos azeros
para tan riguroso, ayrado Marte,
que, según son los dos, flaco me siento,
y requiere nuevo ánimo este cuento.
 
CANTO XV

 

NOTAS:

 

(1) vedijoso: 'vedijudo', "el que tiene el pelo enredado o en vedijas" (Aut.). Vedija: "por extensión se llama el pelo enredado en qualquier parte del cuerpo del animal" (ibídem).

 

(2) cuento: "vale también desazón, pendencia o controversia con otro" (Aut.).

 

(3) demanda: "se toma assimismo por empressa" (Aut.).

 

(4) desviado: "lo arredrado, apartado" (Cov.). Alude a que los caballeros se habían separado lo suficiente para iniciar el combate.

 

(5) rebolver: 'revolver', "entre gente de a caballo es volver la rienda hacia la parte de donde ha corrido" (Cov.).

 

(6) hazienda: 'hacienda', "se llama también los bienes, possessiones y riquezas que uno tiene" (Aut.). En este caso, la 'robada hazienda' parece ser la doncella que les han secuestrado, y de la que se nos habla en el verso 87.

 

(7) tener: "vale también mantener y sostener" (Aut.).

 

(8) baraja: "en lenguaje castellano antiguo vale contienda, pendencia, confusión y mezcla, cual la hay en las pendencias y rehiertas de unos contra otros" (Cov.).

 

(9) batel: "un género de barco pequeño, dicho así o porque baten en él las olas del mar con ímpetu por la poca resistencia que tiene, o es nombre corrompido de bajel, navichuelo pequeño, dicho así porque con él se puede navegar por los bajíos y costas y mar baja" (Cov.).

 

(10) En la que.

 

(11) hato: "se toma muchas veces por muchedumbre de cosas" (Aut.). Se entiende aquí todos los aparejos del barco.

 

(12) bogar: "llevar la galera con los remos" (Cov.).

 

(13) cargar: "tratándose de las velas, cerrar o recoger sus paños, dejándolas listas para ser aferradas" (DRAE). Al llegar al puerto, recogieron las velas.

 

(14) vamos: 'vayamos'.

 

(15) tiniebla embaraçosa: la noche.

 

(16) largamente: "vale también cumplidamente, bastantemente" (Aut.).

 

(17) largura: "lo mismo que largueza o longitud" (Aut.).

 

(18) culebra: metafóricamente, con el valor de látigos o cuerdas.

 

(19) afear: "significa representar a alguno cuán malo y detestable sea algún pecado o delito que haya cometido, para que se confunda y enmiende" (Cov.).

 

(20) bastimento: "la provisión necesaria para comer" (Cov.).

 

(21) De esta forma recibía su castigo.

 

(22) fuerte: "fortaleza o sitio" (Cov.).

 

(23) malino: "vale mal intencionado, mal acondicionado, áspero y escabroso" (Cov.).

 

(24) encuentro: "el golpe que se da, encontrando con alguna cosa" (Aut.). En este caso, al enfrentarse en el combate. Desvarío: "dicho, acción o idea fuera de razón y de concierto" (ibídem).

 

(25) En el original, 'va'. Corrijo la errata, presente en el testimonio de Murcia de la Llana. Se regulariza, de esta forma, el endecasílabo.

 

(26) dar de llano: 'dar de plano'.

 

(27) alboroto: "pendencia entre muchas personas, con voces y estrépito" (Aut.). Lo mismo que 'ruydo' (vid. nota a II, 363).

 

(28) batería: "el estrago que en ellos [los muros] se hace con ella y con los asaltos" (Cov.). Aut. define 'batería como el agregado de algunas piezas de artillería puestas en la forma conveniente para batir alguna parte de la fortificación de una plaza". Aquí alude a la cantidad de golpes y al ataque continuo que ha de soportar Paíndro.

 

(29) revés: "se llama también al golpe que se da a otro con la mano vuelta" (Aut.). Describe de esta forma cómo se defiende el jabalí de la pujanza de los perros.

 

(30) lebreles irlandeses: "una casta de perros generosa que suelen traer a España de las islas septentrionales; son de ayuda y defienden a sus amos. También acometen las fieras y las embarazan de manera que puede el cazador llegar con seguridad a matarlas (...). Los más bien sacados y ceñidos son los que traen de Irlanda" (Cov., s. v. 'lebrel').

 

(31) acabar: "vale también morir" (Cov.).

 

(32) designio: "intención dissimulada o encubierta" (Aut.).

 

(33) Picaron espuelas a los caballos.

 

(34) amaynar: 'amainar', "metafóricamente vale remitir uno el fervor con que había empezado a proseguir una cosa" (Cov.).

 

(35) Se refiere a los seguidores de Paíndro.

 

(36) sonsonete: "por alusión vale el tonillo u modo especial en la risa o palabras, que denota desprecio o ironía" (Aut.). A Labrisa le importaba poco lo que la fama, irónicamente, pudiera pregonar acerca de ella.

 

(37) Tal vez sea más correcto 'matassen', pues el sujeto, aunque no está explícito, se intuye que es 'los guerreros', pues éstos son los libertadores de las doncellas.

 

(38) Cfr.: "Después de puesta la vida / tantas vezes por su ley / al tablero..." (Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre, en Poesía, edición de Jesús Manuel Alda Tesán, Madrid, Cátedra, 19806, p. 159). El sentido de arriesgar la vida, como si se la jugase en un tablero de ajedrez, es evidente.

 

(39) contino: 'continuo', "siempre" (vid. nota a IV, 300).

 

(40) Se trata de los atributos que han de señalar a Labrisa como señora del castillo. Insignia: "la señal que uno lleva para ser diferenciado de los demás" (Cov.).

 

(41) quebranto: "el dolor y aflición" (Cov.).

 

(42) Sin duda alude a Risambo de quien Labrisa está enamorada. Para 'despojo', vid. nota a IV, 211.

 

(43) otro día: "al día siguiente" (Fontecha).

 

(44) desquilatar: "en su riguroso significado vale baxar de quilates el oro, pero comúnmente se toma por hacer perder y disminuir su intrínseco valor a alguna cosa" (Aut.).

 

(45) a pie llano: "sin estropiezo" (Cov.).

 

(46) mirava venir: consideraba que vendría. Este tipo de construcción de infinitivo con valor de sustantiva de complemento directo es muy usual en todo el poema. Para 'mirar', vid. nota a VIII, 279.

 

(47) cometer: "vale dar uno sus veces a otro, y este acto se llama comisión" (Cov.).

 

(48) añudar: "anudar".

 

(49) difinido: "lo determinado" (Cov.). Se ha cumplido el tiempo determinado mucho antes.

 

(50) fatal: "cosa perteneciente al hado" (Cov.).

 

(51) Se refiere al sol que, como es sabido, nace por el Oriente.

 

(52) Como acaba de informarnos, el sol estaba en su cenit, por lo que la distancia desde él a Occidente es la misma que a Oriente, lugar donde se encuentran los ríos Ganges e Indo.

 

(53) resistero: "el tiempo de medio día hasta las dos, en el verano, cuando el sol hiere con mayor fuerza" (Cov.).

 

(54) inhiesta: "cosa levantada" (Cov).

 

(55) dividir el campo: lo mismo que 'partir el campo o el sol', "proporcionarse para reñir, de suerte que no ofenda el suelo ni el sol a ninguno de los competidores, sino que riñan sin ventaja de una parte a otra, ni en la luz ni en el plano que han de ocupar" (Aut.).

 

(56) El texto contiene aquí una errata y lee 'derrubado'. Corrijo en 'derribado' por parecerme que el sentido de la frase lo acepta mejor que 'derrumbado', la otra opción posible para subsanar el error que le pasó desapercibido a Murcia de la Llana.

 

(57) atormentar: "metaphóricamente vale ocasionar o hacer que otro padezca algún grave dolor, pena o aflicción en el alma o en el cuerpo" (Aut.). Tenía el cuerpo dolorido.