C A N T O XIII

 

 Passa adelante la tormenta. Salen a salvo; Marpesia a una isla y Risambo a la playa, donde haze las exequias de los que se anegaron en la mar. Después fue llevado al Castillo Encantado, y lo mismo Trulo y Cario.

   

NEcio es quien fía del mar y su bonança
más que de la Fortuna varïable,
pues, quien pone en su rueda su esperança,
dará en algún sucesso miserable.
Y, porque de los vientos la pujança
no quiere dar lugar que desto se hable,
dilatarlo he para otra coyuntura
en que esté más tratable la ventura,
 
porque ellos dan tal priessa con su saña,
que no quieren me ocupe en otra cosa.
Los quales, con furor ardiente y maña,
mostravan su potencia valerosa;
retumba en torno y suena la campaña
con la brava rebuelta borrascosa,
sin aver en la playa sitio alguno
que no esté receloso de Neptuno.
 
La çoçobrada (1) gente se entregava
a la implacable muerte en tal comedio,
y, si alguno a la mar se encomendava, 
se sepultava en ella sin remedio.
Del todo ya el navío se anegava,
faltándoles la industria y justo medio.
Trulo y Cario, que al ojo (2) el morir vieron,
al último refugio se acogieron.
 
De un bastante tablón se han confiado,
porque un riesgo corriessen juntamente,
ora en felice (3) o en adverso hado,
que otra cosa su amor no les consiente.
El navío, del todo contrastado,
llevó dentro de sí la mejor gente,
dado que algunos dellos se salvaron,
que, en maderos, al mar se encomendaron.
 
Mas no es tratar de aquestos nuestro intento,
sino de aquellos tres fuertes guerreros,
y también de Marpesia, porque siento
que la maltrata el mar y vientos fieros.
Bolvamos a Risambo y a su cuento
hasta ver sus sucessos postrimeros,
que, si yo no me engaño, la ventura,
por dar con él al fondo, se apresura,
 
que, luego que en la tabla le vio puesto,
solicitó los vientos atrevidos
para que, con assalto más molesto,
se mostrassen contra él endurecidos.
Ellos la obedecieron luego en esto,
en nuevo ímpetu y cólera encendidos;
le dieron un encuentro riguroso
a contrastar un monte poderoso,
 
con el qual, cosa es cierta, peligrara,
según el gran tesón y la porfía
 de la acerba (4) Fortuna y dicha avara,
que tan sólo anegarle pretendía.
Mas, viendo ser injusto que quedara
rendido el nuevo Marte en la agua fría,
Júpiter ordenó que se librasse
y para bien del mundo se guardasse.
 
Fue el caso que, en el mar, las sacras diosas,
como la tempestad horrenda vieron,
con alboroto grande, temerosas,
todas al dios Neptuno juntas fueron.
Estava en sus moradas cavernosas,
y cuenta del sucesso y mal le dieron,
diziendo que su reyno se assolava
si, con tiempo, los daños no atajava,
 
pues ellas, en sus húmedas moradas,
no pudieron sufrir tan gran tormenta,
que las sobervias olas alteradas
con su divinidad no tienen cuenta (5);
y, si no fueren luego sossegadas,
recibe su persona en ello afrenta,
pues en su reyno, casa y proprio assiento,
se atreve a le inquietar el bravo viento.
 
Colérico Neptuno, y alterado,
manda yuncir su carro prestamente,
y, puesto en él, con curso apresurado,
a lo alto de la mar subió el potente.
Quedó el ayrado viento amedrentado
luego que vio assomar el gran tridente,
y quísose escapar, porque bien vía
la saña que el marino dios traýa.
 
Mas, como el gran Neptuno vio anegados
los que en el espumoso mar andavan, 
rotos ya los navíos y quebrados,
perdidos los tesoros que llevavan;
mira los cavalleros desdichados
que en frágiles tablones çoçobravan,
y que las turbias ondas, regoldando,
cuerpos muertos afuera yvan echando.
 
A compassión y a lástima movido,
los vientos llama, ayrado, a su presencia,
y díxoles: "-¿Qué furia os ha impelido
a turbarme mi reyno y mi potencia (6)?
Dezidme, esquadrón pérfido, atrevido,
¿por qué, con furor tanto y tal violencia,
avéys mi sacro imperio alborotado
y a muerte tantas gentes entregado?
 
¿Del linage (7) tenéys tal confiança
y de la antigüedad de los mayores,
que con tanto corage y tal pujança
alborotéys mi casa y moradores?
Haré, si os arrebato, tal vengança
qual conviene a tan impíos malhechores,
de suerte que se estienda en todo el mundo
y se oyga aun en las cuevas del profundo (8).
 
Bolad luego de aquí con gran presteza,
y dezí a vuestro rey (9) que no presuma
turbar la magestad de mi grandeza,
ni los mares me altere ni aun la espuma.
Allá, en sus altas rocas y maleza,
con vosotros se avenga; y digo, en suma,
que, si otra vez se atreve a molestarme,
 
que le tengo de hazer venga a soñarme (10)." 
Esto dicho, los vientos se partieron
contentos con se ver del dios librados;
el mar y bravas olas compusieron,
allanando del agua los collados.
Los dioses de la mar que allí vinieron,
de ella sacan los muertos anegados,
ayudando a los tristes cavalleros
que yvan sobre las tablas y maderos.
 
Y Neptuno apartó la noche escura
y pavellón (11) de nuves que allí avía,
llenando el ancho mar de la hermosura
que el ayre y tierra y cielo esclarecía.
Las perturbadas aguas assegura,
embiándolas un claro, alegre día,
quedando el espacioso mar salado
apazible, tranquilo y sossegado.
 
Marpesia caminó rumbo derecho
después de la tormenta ya aplacada,
la qual la avía llevado largo trecho
en la frágil barquilla maltratada.
Paró antes de llegar al sitio estrecho
donde el agua, de vientos alterada,
suele causar borrasca y alboroto
con el bóreas elado o leuconoto (12).
 
Aportó a cierta isleta que se hazía
no menos apazible que vistosa, 
la qual por buen espacio se estendía
siendo en todo agradable y deleytosa;
pero, quando dexarla atrás quería,
quedó el barco en la orilla peñascosa,
como si con amarra o corbo diente (13)
la fixara el piloto diligente.
 
Salió a tierra la dama, lastimada
de su duro contraste y desventura,
començando, con boz al llanto usada,
a lamentar su estado y suerte dura;
la madexa descoge bella, ondada,
sin respetar su angélica hermosura,
sino que, embevecida (14) en sus enojos,
arranca los cabellos a manojos.
 
Los gritos, los sollozos, los lamentos,
las ansias, los suspiros, acidentes,
las quexas, los disgustos, los tormentos,
hazen parar los ríos más corrientes;
y, si eran mugeriles movimientos,
pregúntenlo a sus ojos hechos fuentes,
que, en abundante vena y curso blando,
su cristalino pecho están bañando.
 
Quédese aquí Marpesia, que es forçoso
seguir por donde va Risambo el fuerte,
sugeto al duro mar tempestuoso
y ya casi en las manos de la muerte.
A tiempo conveniente y provechoso,
de Marpesia diremos y su suerte,
quando la gran jornada concluyamos
y a la felice España nos partamos.
 
Digo pues, que el gallardo enamorado, 
en su dulce madero o tabla asido,
esperava el sucesso desdichado
con que amenaza el mar embravezido.
Quiso arrojarse al agua y ver si, a nado,
sería de su fortuna socorrido,
ora la amada vida concluyesse,
ora en la seca arena el pie pusiesse.
 
Mas no puso en efeto el presupuesto (15),
aunque de aguas cubierto se mirava,
y, dado que el vivir le era molesto,
con todo a su ventura se arrimava.
Aplacóse la mar andando en esto,
saliendo el gran Neptuno de a do estava;
él quedó en medio el mar con esperança
que avría en sus desdichas más bonança.
 
Mas luego vio assomar, un largo trecho,
los miserables cuerpos sobreaguados (16);
el triste coraçón latiendo el pecho
dava nueva materia a sus cuydados.
No quedó el fiel amante satisfecho
hasta reconocer los anegados,
mas no lo acierta en esto, pues no sabe
el infeliz sucesso de su nave.
 
La Fortuna inconstante los (17) guiava
para arruynar el pecho del guerrero;
que sólo en le afligir se desvelava,
con su alevoso curso novelero (18);
qual fino oro en crisol le refinava
porque fuesse su nombre duradero,
y los contrarios casos le pusiessen 
donde jamás sus hechos pereciessen.
 
Los maltratados cuerpos van llegando
a visitar su antiguo y caro amigo;
privados de hablar le van hablando,
de su dolor haziéndole testigo.
Estánse de ventura querellando,
en quien jamás tuvieron justo abrigo,
pues les dio a la salida desta vida
tan amarga y tan triste despedida.
 
Los que antes en su nao vio alegres, sanos,
los ve dar bueltas en el agua fría;
ora sacan los pies, ora las manos,
ora todos el agua los cubría
los generosos miembros, y loçanos,
privados de su antigua gallardía:
la boca abierta, cárdenos los labios,
y mudos los discretos y más sabios.
 
La tabla de Risambo rodearon,
como si ellos tuvieran sentimiento
del soberano amigo que dexaron
y de su afable y dulce tratamiento.
Hasta el cabo del mar le acompañaron,
sirviéndole aun sin vida y sin aliento,
y dando muestras del amor subido
con que en vida y en muerte le han seguido.
 
Dos bultos sobreaguados venían luego,
un trecho atrás de aquestos que dezía,
a quien (19) el mar, con gran dessasossiego,
hazia do el moço está los mueve y guía.
Un súbito temor y un sutil fuego
el coraçón del joven encendía,
y, haziendo pie, aguardó hasta que viniessen
por ver si nuevas de su bien truxessen.
 
¡O inconstante Fortuna! ¡Y cómo tratas
a los que quieres dar males sin cuento (20)!
¡Cómo afliges, deshazes y maltratas
sin que pueda mudar nadie tu intento!
Derribas, hieres, rompes, desbaratas
y vences la paciencia y sufrimiento;
assí, que nada basta a resistirte
ni puede hombre mortal contradezirte.
 
¡No bastava, Fortuna, aver traýdo
a Risambo a tan duro trance y punto,
aviéndole mil vezes compelido
a procurar quedarse allí difunto,
sino que, con vayvén más desmedido,
has querido arrojar tu resto junto
y poner al amante en coyuntura
de buscar en las aguas sepultura!
 
Fue el caso que a más priessa caminavan
los dos cuerpos ya muertos y sin vida;
al amante infelice se allegavan
con presto passo y con veloz corrida.
Las lágrimas al joven no dexavan
mirar la amarga muerte y cruel salida
de aquéllos que viviendo le siguieron,
y, siguiéndole, siempre le sirvieron.
 
Al cabo de algún tiempo se allegaron;
más, ¿quién podrá dezir el ansia y pena
que los pálidos cuerpos le causaron,
viendo dellos la antigua gracia agena (21)?
A sus ojos, ¡ay Dios!, se presentaron
de amarillez su cara y de ansia llena;
el uno, de una dama y donzella era
que, entre las de su bien, fue la primera.
 
 Mas, si viniera sola, aunque causara
disgusto al triste amante, y sentimiento,
la devida paciencia no agotara
ni en lo último pusiera el sufrimiento;
pero la aya, la amiga estrecha y cara,
y la que era el regalo y el contento
de la hermosa Marpesia, allí venía,
dexando su sabrosa compañía.
 
Pues aun Fortuna, no contenta desto,
por provar más el pecho del mancebo,
puso toda su industria, echó su resto,
usando de una astucia y ardid nuevo:
que un joyel y un tocado bello, honesto,
con que ofusca Marpesia al roxo Febo
(el qual le dio Risambo), lo traýa
en la derecha mano que movía,
 
que de vela el zendal yva sirviendo,
y Fortuna la mano le levanta,
porque, quando a un galán va persiguiendo,
con mil suertes de enredos le quebranta.
Risambo, la señal reconociendo,
con sentimiento intrínseco (22) se espanta,
y más viendo quién trae la sacra toca
de aquélla que en amar le fue qual roca.
 
Turbado el miserable, y sin sentido,
las hermosas mexillas se arañava,
y su congoxa y llanto entristecido
por el mar espacioso derramava.
El lamento, el sollozo y el gemido,
a las marinas bestias provocava
a que sus justas quexas advirtiessen
y de sus desventuras se doliessen.
 
 "-¡O más que afortunados y dichosos
-dixo buelto a los muertos compañeros-,
los que, en trances tan duros y penosos,
gustastes ya los males postrimeros!
¡O más que yo felices, venturosos,
en todo bienandantes (23) cavalleros,
pues tragastes de un golpe, con presteza,
de la implacable muerte la aspereza!
 
¡O cielos, si tenéys dolor o pena,
o podéys recebir tristeza alguna,
mirad el grave mal a que condena
la varïable y pérfida Fortuna!
¡Quánto mejor me fuera en el arena
provar la dura suerte, e importuna (24),
que ver con mis cansados, tristes ojos,
de mis dulces amigos los despojos!
 
¡O fuego, si algún bien mío os moviera
y quisiérades verme en feliz puerto,
quánto más saludable a mí me fuera
de algún ardiente rayo quedar muerto;
y, si esto no, algún pez que me comiera
o algún peñasco oculto y encubierto,
que el navío en un punto quebrantara
y en las profundas olas me anegara!
 
¡O más que crudo y más que horrible viento,
de mi bien y consuelo descuydado!,
¿por qué, con repentino movimiento,
no me dexáys en la agua sepultado?
¡Solo voy al amargo salvamento,
al puerto de salud no desseado,
dexando ya rendida a muerte dura
la que es mi bien, mi gloria y mi ventura!
 
¡O mar, y mar de toda malandança!
¡Mar, y mar de mi daño y mi tristeza!
¡Mar, y mar do jamás hallé bonança!
¡Mar, y mar donde está tanta belleza!
¡Mar, y mar que assí tiene mi esperança!
¡Mar, y mar que me ha puesto en tal baxeza!
¡Mar de angustias y mar de mis enojos!
¡Mar que encubre la lumbre de mis ojos!
 
Bastáraos, elementos, verme puesto
en riesgo tal de la enojosa vida
(sin que echárades oy el impío resto,
anegando mi diosa y mi querida),
a quien es el vivir ya tan molesto,
ausente de su dama esclarecida;
no teníades por qué más molestarme
y tan sabidas señas oy mostrarme.
 
Que, si era muerta aquélla por quien vivo
y si estava mi vida ya sin ella,
llorara el mal con un lamento esquivo (25),
aunque con esperança, en fin, de vella.
Mas, ¿qué ha de hazer un mísero cautivo,
su ser y libertad llevando aquélla
que no espero más ver en este mundo,
hasta verla y gozarla en el profundo (26)?
 
¿Qué consuelo le queda a un desdichado
en un desmán (27) como éste que aora veo,
donde tanto es mayor mi infeliz hado
quanto miro más lexos mi desseo?
¡Llorad, coraçón mío, pues privado
estáys de vuestro bien y vuestro arreo,
 que yo procuraré poneros donde
vuestra gloria su luz hermosa esconde!
 
¿No bastava aver visto mis amigos
en miserable estado y dura muerte?
¡O dioses, de mis glorias enemigos!,
¡amigos de oprimir una alta suerte!
Si ponderáys los males, sed testigos
deste encuentro espantoso y golpe fuerte,
y cómo no me muevo a tan cruel caso
por ánimo covarde o pecho escaso (28).
 
Do queda mi Marpesia sepultada
yo también, es razón, sin vida quede;
en el profundo mar sea mi morada,
pues vivir fuera dél no se concede;
mi alma, en la infernal, ciega morada,
gozar de su descanso y gloria puede;
ya que en vida no pudo, pueda en muerte
y supla su desgracia desta suerte.
 
Recebid, sacras ondas, un ansiado
(llámoos sacras por quien en vos se encierra (29)),
que, pues tenéys mi bien allá encerrado,
vosotras me seréys sabrosa tierra (30)."
Arrojóse en el mar desesperado
y de las damas muertas luego afierra,
diziendo: "-De mi muerte sed testigos,
pues lo fuysteis de aquestos mis amigos.
 
Y, pues vistes (31) morir a mi señora,
cuyas señas mostráys abiertamente, 
mirad cómo la imito en esta hora,
si el sacrílego mar me lo consiente."
Salió Tetis del cóncavo en que mora (32),
doliéndose del caso y mal presente,
y, asiéndole de un braço, le ha tenido
sin que de ella escaparse aya podido.
 
Mas, ya que el no morir le fue forçoso,
buelto a la sacra diosa dixo luego:
"-¡Beneficio cruel, más que piadoso,
has usado comigo en este juego!
Que mucho mejor fuera, y más sabroso,
buscar con presta muerte algún sossiego,
que, muriendo, vivir vida tan larga,
quan dura a un triste amante, atroz y amarga.
 
Ya que todo mi bien pendiente estava
de aquélla que en el mundo sólo es una
(contra quien se mostró la furia brava
del cielo ayrado y la cruel Fortuna),
sólo este refugio me quedava,
que era, en medio de suerte assí importuna,
dar fin al lastimado pensamiento
y baxar al Elísio, amado assiento.
 
Mas, ya que mi enemigo cielo ordena
que viviendo yo muera lastimado,
avré de tolerar mi angustia y pena
y dar por leve, bueno, mi cuydado;
que, pues a tanto daño me condena
lo que está por los dioses decretado,
passaré por el mal como pudiere,
mientras otro remedio en él no huviere."
 
Tetis le respondió: "-Si tu tormento
con el postrer suspiro se acabara,
no saliera de mi húmedo aposento, 
que dar fin a la vida te dexara.
Mas no es justo seguir tal pensamiento
donde la perdición está tan clara,
que es obra de cobarde y de medroso
rendirse en el sucesso trabajoso (33).
 
No ay que llamar esfuerço y valentía
darse con propria mano dura muerte,
que es efeto de infame cobardía
fenecer sus trabajos desta suerte;
porque se ha de llevar con alegría,
con ánimo constante y pecho fuerte,
lo que ordena el preciso mandamiento,
del eterno, infalible ayuntamiento (34).
 
Assí, que no te engañes sospechando
que, muriendo, tu nombre se engrandece,
y que andarán tal obra celebrando
con gloria que en mil siglos no perece;
antes, te yrán de tímido infamando,
pues no puedes sufrir lo que te ofrece
la suerte opuesta en trance tan estraño,
do sobrepuja a tu valor el daño.
 
¿Pensavas visitar, aunque murieras,
a tu dulce Marpesia adonde estava?
Pues engañado estás, que no la vieras,
que en esta mortal vida se quedava.
Dos trabajos, en trance tal, tuvieras:
el uno, que tu vida se acabava;
el otro, que en el mundo y reyno triste
no pudieras gozar lo que perdiste.
  
De todos los que en Dorce (35) se embarcaron,
que fueron, como sabes, más de ciento,
solas veynte personas se escaparon
de la furia y rigor del bravo viento:
Trulo y Cario del agua se salvaron,
y algunos escuderos que no cuento,
y Marpesia salió, aunque fatigada,
en una fresca isleta despoblada,
 
donde aguarda el sucesso de Fortuna
y el justo disponer del alto cielo,
que no le harán mudança o mella alguna
quantos viven y habitan en el suelo;
que, aunque es muger, es entre muchas una,
cuya fama, con largo y feliz buelo,
correrá publicando su firmeza
en quanto fabricó Naturaleza.
 
Y quiérote avisar que no te alteres
por más mal que te avenga en esta vida,
que, con sólo que en Júpiter esperes,
tu tristeza terná gloria cumplida;
y, quando sin memoria della fueres,
teniéndola por muerta y por perdida,
entonces la verás con más contento
que tienes al presente de tormento.
 
Lo que agora te importa es que, llegado
al dulce puerto y tierra ya segura,
pongas sin dilación todo el cuydado
en dar a los difuntos sepultura.
En un túmulo aparte y señalado,
deposita las damas sin ventura;
y tú guarda essas joyas, que algún día
verás consiste en ellas tu alegría."
 
 Esto dixo la diosa, y mandó luego
a los grandes delfines le guiassen
y en puerto de salud y de sossiego,
sin que daño reciba, le dexassen
para que los amigos diesse al fuego
y en la orilla del lago no penassen,
los cien años andando en amargura,
por falta de la honrosa sepultura.
 
Llegado pues al puerto codiciado,
sacó del mar la amada compañía,
y, en un peñasco essento y levantado,
los puso todos juntos qual devía;
aparte las mugeres ha igualado
sobre una lisa roca y peña fría,
mas estava con ansia no pequeña,
por ver que le faltava el fuego y leña.
 
Estando en esto oyó tan gran ruÿdo,
como de muchedumbre que marchava,
a la parte de un monte bastecido
que a la banda (36) del cierço elado estava,
del qual, con brevedad, vio que ha salido
gran chusma (37) de salvages que baxava
hazia donde aguardava el animoso,
de cumplir las exequias desseoso.
 
En tropel muchos bárbaros venían,
cargados de madera y de troncones,
hazia la essenta playa decendían
para el bien de los ínclitos varones.
Después de aquesta gente se seguían
dos carros con su tienda y pavellones;
mueven quatro cavallos al primero
y quatro hermosos ciervos al postrero.
 
En uno de los carros que he contado,
seys hombres se mostravan bien apuestos (38),
con el trage y vestido acomodado
a oficios melancólicos, funestos;
en el otro, más rico y bien parado (39),
quatro dueñas de afables, graves gestos,
vienen a dar honrosa sepultura
a las que le faltó dicha y ventura.
 
Y, sin hablar palabra al cavallero,
comiençan el oficio en largo canto,
con un orden tan triste y lastimero
que a las selvas movían a duro llanto.
La chusma y vulgo bárbaro, ligero (40),
las hogueras fabrican entre tanto,
y a porfía las arman de manera
que más parece torre que no hoguera.
 
Las mugeres, aparte, usan (41) su oficio
sobre las mal logradas anegadas.
En tanto que ellas hazen sacrificio,
fueron las dos pirámides formadas;
luego, con sueltas manos y exercicio (42),
los salvages, en peñas levantadas,
hizieron dos retretes (43) do quedassen
las cenizas y huessos que sobrassen.
 
Sobre la leña al punto los pusieron, 
abrigando (44) la lumbre a todos lados,
y las máquinas (45) grandes encendieron
sobre que estavan puestos los cuytados.
Los maderos al fuego passo dieron,
siendo su poco a poco al furor dados
de la implacable llama tragadora,
que más y más se aumenta en cada un hora.
 
Crece el fuego y avívase la llama,
yendo de punto en punto más creciendo;
por todos los rincones se derrama
en su essencia la leña convirtiendo.
La tierra y blanca arena en torno brama
el furioso elemento no sufriendo,
y suben por los ayres las centellas
hasta tocar las cóncavas estrellas (46).
 
Digo, por concluyr, que en acabando
su oficio el vivo fuego, que cogieron
los mal quemados huessos, y, llorando,
en urnas convenientes los pusieron,
encima un liso mármol levantando;
en él los tristes nombres escrivieron,
haziendo más que eterna su memoria
de frágil, de caduca y transitoria.
 
La rústica canalla se ha partido
sin que fuesse más vista en aquel puerto.
Un venerable viejo esclarecido,
que parece mayor y más experto,
a Risambo se fue (que entristezido
estava de se ver en tal desierto 
sin armas, sin cavallo y vestidura,
del hado querelloso, y de ventura),
 
y díxole: "-Guerrero señalado
en quien ay tan subida fortaleza:
si nadie de nosotros te ha hablado,
fue por te acompañar en tu tristeza.
También, hasta que fuesse el vale dado
del funeral oficio, era baxeza
y poca humanidad gastar el tiempo
en pláticas de gusto y passatiempo.
 
Al hombre justamente entristezido,
antes que consolemos su fatiga,
hémosle de mostrar aver sentido
el rigor de la suerte su enemiga;
después, el buen consuelo es admitido,
porque el comedimiento les obliga
a recebir en todo el pío intento
del que mostró tristeza y sentimiento.
 
Cumplido está con quanto te obligava
la amistad que con estos profesaste,
y pues tu voluntad tanto se alaba,
el hecho, sentimiento y pena baste;
que, si fue la Fortuna en esto brava,
hasla de agradecer que te escapaste
para que a tu Marpesia viva veas
y gozes los amores que desseas.
 
En remuneración y justa paga
de lo que por tu causa avemos hecho,
aquesta voluntad se satisfaga
con venirte a mi casa y pobre techo;
allí vive una diestra y sabia maga
que podrá ser dexarte satisfecho,
y verás, te prometo, cosas tales,
que por bien empleados des tus males.
 
 Allí podrás saber de tus amigos,
y quiçá los verás en tu presencia,
teniéndolos delante por testigos
de la estraña aventura y maga ciencia.
También conocerás tus enemigos
y otras cosas de más valor y essencia,
las quales podrás ver más largamente
quando todo lo tengas ya presente."
 
En fin, determinó con ellos luego
yrse, en mucho estimando lo que oýa.
Al castillo llegando del sossiego,
salió la que al bien público atendía (47),
y, consolando al triste amante ciego,
le asseguró de quanto mal tenía,
prometiendo de darle a su señora,
por quien tan justamente gime y llora.
 
Assí, en el fuerte alcáçar, amparado
quedó, como otros muchos lo avían hecho.
Quédese agora aquí, que me es forçado
tratar de aquellos dos que en tal estrecho
los dexé, contrastando el mar ayrado
con bravo coraçón y osado pecho,
puestos al disponer de la ventura,
en trance de tan mísera apretura.
 
Trulo y Cario son estos de quien cuento,
los quales, sus estrellas violentando,
llegan al quarto día a salvamento,
el inquïeto mar los ayudando.
Apenas en la arena el fresco aliento
tomavan, la fatiga desterrando,
quando dos fieros pardos arribaron,
que, velozes, de allí los ausentaron.
 
 En una cueva escura los metieron,
llevándolos estrechos y apretados (48),
hasta que a un gran palacio en fin salieron,
do quedaron los dos aposentados.
No ay para qué contar lo que allí vieron,
que me aguardan mil pechos esforçados.
Pero ay que referir agora tanto,
que lo avré de dexar para otro canto.

 

CANTO XIV

 

NOTAS:

 

(1) çoçobrada: participio del verbo 'çoçobrar'. 'Zozobrar', "metaphóricamente es estar en gran riesgo y mui cerca de perderse el logro de alguna cosa que se pretende o que ya se posee" (Aut). Al referirse a la gente parece que esta definición es más válida que la recta, que alude directamente al peligro marítimo: "peligrar la embarcación a la fuerza y contraste de los vientos" (ibídem).

 

(2) al ojo: "cercanamente o a la vista" (Aut.).

 

(3) felice: "lo mismo que feliz. Es más usado en la poesía para ajustar los versos" (Aut.).

 

(4) acerbo: "metaphóricamente vale lo mismo que áspero, cruel, terrible, desapacible y riguroso" (Aut.).

 

(5) tener cuenta: 'tener cuenta con', "cuidar, hacer caso" (Fontecha).

 

(6) potencia: "se toma también por la autoridad, facultad u poder que uno tiene para executar, mandar y disponer alguna cosa" (Aut.).

 

(7) Se refiere aquí al linaje de los dioses.

 

(8) Seguramente aluda Martínez al mar.

 

(9) El rey de los vientos es Éolo. 'Dezí', "decid".

 

(10) soñarme: 'soñar a uno', "temblarle, acordarse de su venganza o castigo" (DRAE). Este pasaje en el que Neptuno recrimina su actitud a los vientos procede de los versos iniciales de la Eneida. Hemos analizado las concordancias entre ambos textos en las páginas correspondientes a la materia de Troya, en el capítulo tres de nuestro estudio.

 

(11) pavellón: 'pabellón', "por extensión figurada se llaman los emparrados, glorietas de los jardines, copas de los árboles y otras cosas semejantes" (Aut.). Aquí, la cobertura de nubes que ocultaba el cielo.

 

(12) bóreas: "viento septentrional, por otro nombre dicho Aquilo; es frío y seco" (Cov.). El Noto, como ya se dijo, es un viento del Sur. No hemos hallado referencias acerca de lo que aquí se denomina 'leuconoto'.

 

(13) diente: metáfora para referirse al ancla.

 

(14) embevecer: 'embebecer', 'embebecerse', "quedarse embelesado y pasmado mirando alguna cosa, sin echar de ver lo que se le pone y ofrece delante de los ojos" (Aut.). Marpesia actúa como si no tuviera capacidad de raciocinio.

 

(15) presupuesto: "lo que damos por concedido" (Cov., s. v. 'presuponer').

 

(16) sobreaguar: "andar o estar sobre la superficie del agua" (DRAE).

 

(17) A los cadáveres de los ahogados.

 

(18) novelero: "el que es amigo de traer nuevas" (Cov.).

 

(19) Sobre el uso de este relativo en singular, vid. el capítulo 10.1 del estudio preliminar.

 

(20) sin cuento: "sin número ni fin, o sin poderse hallar el fin" (Aut.).

 

(21) La gracia que les caracterizaba antes no está ya en sus cuerpos, les es ajena.

 

(22) intrínseco: "en el sentido moral vale cerrado o que no explica su ánimo o que se entiende consigo solo" (Aut.). Aquí parece querer decir 'callado', 'taciturno'.

 

(23) bienandante: "vale dichoso" (Cov., s. v. 'andar').

 

(24) Preferíría Risambo luchar en combate singular en el palenque contra un fiero adversario, que verse en la situación actual.

 

(25) esquivo: no es muy normal el uso de este adjetivo con sustantivos abstractos, por lo que habrá que entenderlo en sentido figurado, como 'desagradable'.

 

(26) El 'profundo' hace referencia al reino de los muertos, donde espera Risambo reeencontrarse con Marpesia, a la que cree muerta.

 

(27) desmán: "vale también desgracia o sucesso infausto" (Aut.).

 

(28) Parece referirse aquí a la intención de suicidarse, sólo frenada por lo que él mismo considera cobardía.

 

(29) La certeza de que su amada Marpesia ha muerto ahogada lleva a Risambo a sacralizar a las aguas que la cobijan.

 

(30) Me serviréis de sepultura.

 

(31) vistes: 'visteis'.

 

(32) Tetis es una de las nereidas (divinidades marinas) y, por lo tanto, habita en el mar (aquí 'el cóncavo').

 

(33) trabajoso: "que padece trabajo, penalidad o miseria" (DRAE). Así, este 'sucesso trabajoso' es un cúmulo de penalidades.

 

(34) ayuntamiento: en este caso, regimiento celestial, consejo de los dioses eternos.

 

(35) En el margen, junto a este verso se lee la palabra Escocia, como advertencia a la ubicación geográfica de Dorce. No hemos encontrado ningún topónimo en Escocia que se acerque a éste, por lo que hemos de interpretarlo como un lugar inventado por el autor.

 

(36) banda: "se toma también por lado o costado" (Aut.).

 

(37) chusma: "se toma también por la gente baxa, soez e inútil, quando se junta y congrega en número grande" (Aut.).

 

(38) apuesto: "vale algunas veces el aliñado, aprestado y bien puesto" (Cov.).

 

(39) parar: "vale también adornar, componer o ataviar alguna cosa" (Aut.).

 

(40) ligero: "se llama también el sugeto inconstante y que fácilmente muda de opinión" (Aut.).

 

(41) usar: "vale assimismo exercer o servir algún empleo u oficio" (Aut.).

 

(42) exercicio: "vale también oficio, ministerio, empleo, entretenimiento y ocupación" (Aut.). Actuaban con habilidad ('sueltas manos') y con 'oficio', con conocimiento de lo que estaban haciendo.

 

(43) retrete: "el aposento pequeño y recogido en la parte más secreta de la casa y más apartada" (Cov.). Cabe pensar que aquí se trata de dos pequeñas cavidades escondidas, como sepulturas.

 

(44) abrigar: "arropar, dar calor, favorecer, defender" (Cov.). La última de las acepciones señaladas parece la más apropiada a nuestro caso, pues lo que hacían era proteger el fuego para que no se apagara.

 

(45) máquina: 'máchina', "artificio de madera u de otra materia para executar alguna cosa" (Aut.).

 

(46) cóncavas estrellas: metafóricamente se refiere Martínez al cielo como 'el cóncavo' en más de una ocasión. En este caso se trata de una sinécdoque en la que las estrellas, por contigüidad, toman una característica del cielo en el que se encuentran.

 

(47) Se trata de la maga Flavisa, protectora de los caballeros que llegan al Castillo Encantado, los cuales, en realidad, son atraídos hacia allí por la propia maga.

 

(48) estrecho: "vale assimismo, por translación, corto de ánimo y espíritu, apocado, miserable y apretado" (Aut.). Apretado: 'lance, caso o trance apretado', "se llama el que pone a uno en grande confusión y aprieto, por lo arduo de sus circunstancias" (Aut.). Así pues, 'apretado' equivale a 'confuso'.