C A N T O XII

  Ofrécesele al Fénix una aventura y ficción mágica en que queda cerrado en un castillo encantado. Ámanse de nuevo Risambo y Marpesia, y prosiguen su navegación. Padecen una grave tempestad en que se apartaron los dos amantes.

 

 

 

AYuda a los osados la Fortuna,
a los que se acobardan siempre ofende,
pone sobre los cuernos de la Luna
al que, con su valor, subir pretende,
jamás gloria terná ni fama alguna
quien, ocioso, al futuro bien no atiende,
que, en fin, el que en la empresa fuere osado,
sentencia es que será inmortalizado.
 
Dezir que el atreverse es gran locura
procede de un covarde y baxo pecho,
amigo de regalo y de blandura (1),
a las cosas del ocio infame hecho.
No quiero yo dezir que no es cordura
ponderar bien los daños y el provecho,
pero digo que aquello es covardía
que el vil temor y la imprudencia guía.
 
Ay muchos que se llaman esforçados,
siendo más temerarios y atrevidos
que no de coraçones levantados,
pues que de la razón no son regidos.  
Conviene ser a tiempos reportados (2)
si quieren por valientes ser tenidos,
porque, quien de prudencia no haze cuenta,
con infamia saldrá de quanto intenta.
 
Mirad la gran princesa, heroyca dama,
en la difícil prueva que aora cuento,
que ni el peligro, el fuego, el humo y llama
la pudieron mudar su pensamiento,
porque aspira al difícil nombre y fama,
pero con gran prudencia y mucho tiento,
de suerte que, si en ella no estribara,
la célebre aventura no acabara.
 
Mas, como se guardava para aquélla
que en pecho mugeril su ygual no ha avido,
procuró un fin honroso a la querella
que tan alto valor ha merecido.
Assí, con el esfuerço digno de ella
para tal coyuntura concedido,
por la sala se entró de a do salía
el misterioso ardor que afuera avía.
 
Del pecho de una dama más hermosa
que jamás posseyó la suerte humana,
sale la viva llama impetuosa,
de cuyo coraçón y entrañas mana.
Nuestra Palas, en caso tal piadosa,
atónita de ver tan soberana
hermosura y beldad en la donzella,
allegó, poco a poco, a hablar con ella.
 
La qual, con un suspiro lastimoso
arrancado del alma, dixo luego:
"-¡O Roanisa feliz! Hado dichoso
es quien te dará al cabo un gran sossiego; 
un fin terná tu mal, maravilloso,
mas no podrá acabarse el duro fuego
que tu pecho atormenta, hasta que veas
en estremo mortal al que desseas.
 
En tal riesgo le has puesto y coyuntura,
que, si en tu humanidad no halla remedio,
primero gustará la muerte dura
que su dolor ansioso acepte medio.
Humánese essa alteza de hermosura,
pues lo merecerá en este comedio
aquel humano Marte. En mí escarmienta,
que, por dura, estoy puesta en tal afrenta.
 
Pero, porque me des crédito entero,
escucha cómo vine al mal presente,
que no es vana fición, mas verdadero
caso, como se ve en mi llama ardiente."
Quédense agora aquí, porque el guerrero
y lastimado joven no consiente,
ya que de su señora el mal le aquexe,
que mi pluma también sólo le dexe.
 
Acordaos que atrás dixe que quedava
emboscado en un monte espesso, umbroso,
quando la blanca Aurora començava
a hermosear el ayre tenebroso.
Digo pues que, indignado, priessa dava
al cavallo veloz que, presuroso
y bolando, le aparta de la parte
donde ofendió a su diosa el fiero Marte.
 
Assí que, con la priessa más que pudo,
tanto aquexó al cavallo, que ha venido
a dar donde, con ronco son y mudo,
corre un arroyo de agua bastecido.
Aquí le apretó tanto el dolor crudo
que en la tierra, sin ánimo, ha caýdo,
quedando en la florida selva y prado 
vivo en su pena y muerto en su cuydado.
 
Buelve al cielo sus flacos, tristes ojos
(si ojos son y no dos copiosas fuentes),
por donde manifiestan sus enojos
las furias del amor bravas, ardientes.
El infierno en que se arden los despojos
robados a los míseros pacientes,
y la gran desventura en que se vía,
llora el valiente Fénix noche y día.
 
Pide al cielo vengança de sus daños
y quéxase del dios tirano ciego,
sus embustes publica, sus engaños,
su desdén, su braveza, su arco y fuego.
Recopila el dolor de tantos años,
las ansias, penas, mal, dessasossiego,
en que absorto y suspenso estuvo tanto
que la noche tendió sobre él su manto.
 
La escuridad no alivia su tormento,
pues el bello retrato de su diosa
bastava a esclarecer el turbio viento
y dar luz a la tierra tenebrosa.
Sólo asido a su vago pensamiento,
en un lugar ni en otro no reposa,
tornando a discurrir por las jornadas
y ciegas desventuras ya passadas.
 
Estando, pues, de esta arte embelesado,
en mil varios discursos impedido,
hazia el lugar más áspero y cerrado
sintió un estruendo grande y gran ruÿdo,
del qual, el fiero Marte, alborotado,
puesto en pie y al peligro apercebido,
la maça en mano, la rodela al pecho,
aguardó en qué paraba el ruydo hecho.
 
Quanto más se aguardava, más cercana 
la grita y el tropel estar sentía,
y, como el rostro bello de Diana (3)
en todo el ancho cielo no luzía,
era cosa espantosa y más que humana
que qualquier coraçón turbar podía,
si no es el del donzel, cuya grandeza
siempre sobrepujó toda braveza.
 
Estando assí suspenso, vio de enfrente
assomar diez blandones (4) encendidos
a los lados de un coche (5) trasparente,
donde quatro cavallos van yuncidos (6).
A pie, doze jayanes, fiera gente,
de poderosas armas guarnecidos,
que el coche yvan guardando, en que venían
dos que a la escura noche esclarecían:
 
el uno es un galán cortés, gracioso,
y una dama sin par en la belleza
(aunque lleva el semblante y cielo hermoso
cubierto de profunda y gran tristeza (7)).
Baxan al hondo valle que el copioso
arroyo fertiliza sin pereza,
a dar vienen do está el del Fénix puesto
con bélico semblante y bravo gesto.
 
Ya que el coche a igualar casi llegava  
con el puesto en que aguarda el cavallero (8),
oyó que su Roanisa le llamava
con lastimoso grito y dolor fiero;
en lágrimas bañada, le rogava
la librasse del trance y fin postrero,
por yr presa en las manos de un tal hombre
que ganaría en vencerle eterno nombre.
 
No se vio jamás rayo impetuoso
salir con fuerça tanta y tal presteza,
en noche escura y temporal nubloso,
impelido (9) de la alta fortaleza (10),
qual el presto denuedo, y animoso,
el semblante, el coraje, la braveza,
con que a la boz de su señora parte
el joven animoso y fiero Marte.
 
Los membrudos jayanes acudieron
a la defensa de los dos amantes;
al del Fénix bravoso se opusieron
descargando sus hachas ellos antes.
Sobre el cóncavo escudo todos dieron,
mas no fueron tan duros y bastantes
que pudiessen hazer daño al mancebo,
cuyo heroyco valor al mundo es nuebo;
 
antes, alçando la ferrada (11) maça,
les començó a tratar de tal manera
que en la espaciosa vega y ancha plaça
dexavan largo espacio y gran carrera; 
y, dándoles apriessa mate (12) y caça,
los retruxo hasta el fin de la ribera:
mas todos en el agua se metieron,
que sufrir sus bravezas no pudieron.
 
Aquí abivó el cochero, más cuydoso,
con el temido açote (13) los cavallos,
que parten con açoro (14) impetuoso
sin que aya para qué más ostigallos.
En el suyo cavalga el animoso,
con ansia y gran congoxa de alcançallos;
mas, ¡ay!, que no se entiende que es fingido,
sin saber a qué parte va impelido.
 
Con todo, labra apriessa las hijadas
al ligero cavallo, que bolava,
y por escuras sendas y cañadas
sigue a quien su señora le llevava;
a la luz de las hachas (15) encantadas
(luz que siempre algún rastro le dexava),
camina el animoso enamorado,
de cordura y sentido enagenado.
 
Ya la gallarda hermana del Titano (16)
el matiz vergonçoso descubría
para suplir la ausencia del hermano  
que en el profundo mar se detenía;
y ya el soto alegrava, el valle, el llano,
donde el bello donzel se deshazía,
ayudándole, humana, con su lumbre,
por darle su congoxa pesadumbre;
 
quando, después de averse desviado
gran trecho del lugar do avían partido,
salieron a un vistoso, ameno prado,
de variedad de flores revestido,
de cristalinas fuentes regalado,
con enredo gracioso enriquezido,
que con el manso y delicado viento
a la vista y oýdo dan contento.
 
A poco espacio que por él corrieron
(según la mucha priessa que llevavan),
un famoso castillo descubrieron
donde aquellos jayanes habitavan;
los quales, en el punto que sintieron
que los prestos cavallos se alexavan,
el arroyo passaron sin pereza,
mostrando la ficción en la presteza (17).
 
Y, con ser el cavallo tan ligero,
el amante jamás los ha alcançado,
por lo qual yva el fuerte cavallero
en cólera encendido y abrasado.
Al castillo se entraron, y el guerrero,
por presto que a la cava (18) se ha llegado,
halló levado (19) el puente y ya cerrada
la puerta, sin que huviesse alguna entrada.
 
Por una y otra parte discurría,  
dando bueltas furioso, por si huviesse
quien, en tan duro trance y agonía,
entrada al gran castillo dar pudiesse,
o, ya que el dulce don que pretendía
concederle Fortuna no quisiesse,
a lo menos poder ver a su estrella
y provar si es fingida su querella.
 
Mas no le era en tal caso concedido
hasta que más su amor se quilatasse;
antes, de quando en quando, hería su oýdo
una boz como boz que se quexasse,
diziendo: "-¡O cavallero esclarecido!
No permitas que tal afrenta passe,
sino pon tu valor y date prisa
en salvar el honor de tu Roanisa."
 
Assí era muchas vezes incitado
a que entrar procurasse do ella estava
y libre la pusiesse en el estado,
en el estado libre en que triunfava.
Con esto, el cavallero, alborotado,
una vez y otra vez le rodeava,
creyendo, a cada buelta, que hallaría
por do se pueda ver con su alegría.
 
Qual suele hircana tygre (20), despojada
de sus amados hijos, yr furiosa
a la pastoril choza y vil majada
do el astuto ladrón duerme y reposa,
mas, con cuydado, hallándola cerrada,
si siente sus hijuelos, presurosa
buelve y rebuelve, atiende y da otra buelta
con presto passo y con carrera suelta;
 
no sucedió al galán de otra manera
en el castillo do su diosa estava,
y más quando, con boz que enterneciera
un áspide, favor le demandava.
La vida y muchas vidas ofreciera
por la favorecer, pero estorvava
la honda y ancha cava su camino,
y querer vadearla es desatino.
 
Cincuenta passos de ancho, y más, tenía,
y de profundidad aun más de ciento,
llena de agua en contorno, que ceñía
aquel fuerte lugar y hermoso assiento;
que el arroyo que el valle humedecía
tiene en una alta roca el nacimiento
sobre la qual está el castillo hermoso,
y desta agua se llena el ancho foso.
 
Sola estava una puente, fabricada
de tal manera y con tan gran destreza
que sin dificultad es levantada
venciendo qualquier vista su presteza.
No ay otro passo alguno ni otra entrada
a la bella y sobervia fortaleza;
assí, era gastar tiempo andar buscando
puerta por do vencer al impío vando.
 
Largas horas anduvo el animoso
buscando algún alivio a su tormento,
qual el hambriento lobo cuydadoso
busca caça con suelto movimiento.
Pero a nuestro guerrero le es forçoso
en esta coyuntura el sufrimiento,
que, quando menos piense, hallará entrada
para el castillo y mágica morada,
 
porque lo que aquí passa es devaneo (21)
 y ficción que dispone un adevino (22)
para llegar al cabo su desseo,
que es prosperar del moço el gran destino.
El del Fénix, al cabo, según creo,
terná para su dama otro camino;
assí que no ay razón de tanta prisa
por la bella y gallarda Roanisa.
 
Pero, con todo, digo que el gracioso
cuello la blanca Aurora descubría,
dexando el cielo claro, el suelo hermoso,
con la nueva del ya vezino día.
El carro que a Faetón fue tan costoso (23)
por la puerta de Oriente ya salía,
quando entre dos almenas vio una dueña
que le estava haziendo cierta seña.
 
El qual (24), como el halcón que acude luego
al manojo de plumas, ha corrido,
porque el amor atiza tanto el fuego,
que le priva a las vezes del sentido.
Acudió con gran furia y sin sossiego,
como quien sólo aquello ha pretendido;
acercándose un poco hazia la cava
la dixo, mansamente, qué mandava.
 
Ella le respondió: "-Insigne guerrero:
si codicias gozar lo que más quieres,
un don de tu persona sólo quiero,
por el qual haré yo quanto quisieres.
Es, que no has de salir un mes entero
 del oculto lugar donde estuvieres,
después del qual te ofrezco franca entrada
para el sitio en que está tu bella amada.
 
Y, después de passado un punto estrecho
(importante al rigor de tu ventura),
haré que se le ablande el fiero pecho
de aquélla que al presente está tan dura.
Si quedas de lo dicho satisfecho,
abriráse la puerta y cerradura;
donde no, desespera de gozalla;
¿qué digo de gozar?, y aun de miralla."
 
El Fénix respondió: "-Brava sentencia
fulminas (25) contra un alma lastimada,
sin darme apelación ni justa audiencia,
sino que he de cumplir lo que te agrada;
más me vale sufrir un mes de ausencia
que tener larga vida y desdichada.
Hágase lo que quieres, que yo fío (26)
que tú te dolerás del dolor mío."
 
En esto la ancha puente descolgaron
y la puerta de par en par abrieron.
Mil damas y la dueña acompañaron
al del Fénix, y a lo alto le subieron;
las azeradas armas le quitaron,
pero acabar con él jamás pudieron
que de otros adereços se vistiesse
ni que en cama mullida entrar quisiesse.
 
Assí quedó de damas bien servido (27)  
(aunque por todo estremo disgustado
de verse a tal estrecho reduzido
que por fuerça estuviesse encarcelado).
Dexémosle, que agora está molido,
hasta que aya algún tanto descansado,
y de otros cavalleros cuenta demos,
que a su tiempo a buscarle bolveremos.
 
A Risambo dexé alegre, embarcado
con su amada Marpesia; agora digo
que el viento al navegar les ha ayudado
mostrándose amoroso, afable, amigo.
A una pequeña isleta han aportado,
donde hallaron alvergue y dulce abrigo,
al catorzeno día que dexaron
la mal segura costa a que arribaron.
 
Marpesia, a mediodía, codiciosa
de ver el sitio isleño, se ha salido,
y anduvo un largo trecho, cuydadosa
por descubrir lo oculto y escondido.
Vino a dar a una parte sola, umbrosa,
el suelo de mil flores revestido,
donde vio una coluna levantada,
en que estava esta letra entretallada (28):
 
"Princesa que al sabroso, dulce assiento,
has llegado ordenándolo ventura:
ama al que te acompaña y muda intento,
y de lo por venir está segura;
no te precies tener el pecho essento,
altiva con el don de tu hermosura,
pues no le pagarás con mil estados
los trances que por ti le están guardados."
 
 Al punto se sintió en otra mudada,
presa de libre y al amor cautiva;
dessea del amante ser amada
la que era entre millares dura, esquiva.
De essenta se conoce aprisionada,
hállase ya mortal la que era viva,
un súbito temblar la fue bañando,
en nuevo amor el desamor trocando.
 
Ya teme de Risambo su firmeza,
ya los celos la embisten denodados,
ya no estima los dotes de belleza,
ya tiene los sentidos alterados,
ya desprecia los humos (29) de su alteza,
ya se mudan en otros sus cuydados,
ya duda, ya recela, ya confía,
ocupando en amor su fantasía.
 
Dio buelta hazia las naves, triste, ansiosa
por ver quien la cautiva el pensamiento,
y, con habla más blanda y amorosa,
le dio bien a entender su nuevo intento.
Al fin, la recibió por dulce esposa,
haziéndose un secreto casamiento,
y dándose palabra de futuro
contrato llano y término seguro (30).
 
Después de algunos días se partieron,
y en los ricos baxeles (31) se embarcaron,
las encogidas velas descogieron
y al zéfiro amoroso las fiaron;
los largos remos en el mar sumieron,  
que de la blanca espuma se bañaron,
haziendo largos cercos en las ondas
qual vemos lunas llenas y redondas.
 
Los dos nuevos amantes caminavan
con todo aquel contento que podían,
en dulce amor mirándose arraygavan,
con mil tiernas blanduras que dezían.
Si no es para dormir, no se apartavan,
porque con un vivir ambos vivían;
mas, ¡ay, suerte enemiga, quán de presto
quieres echar en su contraste (32) el resto!
 
¡Quán poco el venturoso estado dura
y cómo se agua el punto más dichoso!
¡Quán de presto se anubla la ventura
cubriendo el resplandor del bien gustoso!
Mezcla horribles ensayos de amargura
quanto nuestro contento es más sabroso,
nunca se nos mostrando tan amiga
que algún mal, tras sus bienes, no se siga.
 
Quando viéremos sernos favorable
guiando nuestro intento a do queremos,
consejo es, sobre todos, saludable,
que de su condición menos fiemos,
porque es ciega, inconstante, deleznable,
y, quando su trayción menos tememos,
entonces nos enviste más furiosa,
siéndonos la caýda más dañosa.
 
¡Quién dixera a estos dos de amor tocados
el sucesso (33) infeliz de sus amores,
y que todos sus gustos desseados
se avían de dilatar con mil dolores!
 Bien seguros están de duros hados,
sin temor de perder tantos favores
como el Amor a entrambos tiene hechos
poniendo un coraçón en sus dos pechos.
 
Mas aguarden un poco, que ellos dieran
por no averse a las olas ofrecido,
la máquina del mundo si pudieran,
porque ha de ser el trance desmedido;
en alguna manera consintieran
que el bien se les huviera diferido,
a trueque de no verse en la apretura
que ordena el duro hado y suerte dura.
 
Ya la esposa del viejo (34), avergonçada
de averse detenido con él tanto,
se mostrava encendida, arrebolada,
quitando el triste horror del negro manto.
El Sol quería empeçar su gran jornada,
a desterrar la pena y el quebranto
que causava la noche con su gesto
triste, escuro, arrugado, mal compuesto,
 
quando los dos amantes, mano a mano,
salieron a gozar de la frescura
que al abundoso mar quïeto y llano
arrojava de sí la Aurora pura.
Sentáronse a la popa tan temprano,
por serles enojosa, horrenda y dura
la ciega noche, que, aunque fue serena,
les figuró entre sueños su gran pena.
 
Risambo dixo luego: "-¡Qué enfadosa,
quán lóbrega me ha sido, y quán pesada,
la nocturna quietud, con una cosa
que entre sueños me fue representada!
Parecióme que el agua procelosa, 
con los furiosos vientos inquietada,
la nave en que aora vamos deshazía
y el alterado mar se la sorbía.
 
¡Ved qué pena mayor puede pensarse,
si no fuera éste sueño y devaneo,
y qué pena infernal podía ygualarse
para mi coraçón do siempre os veo!
No podrá mi ventura ya anublarse
con hecho tan atroz, tan baxo y feo;
mas, con todo, ha tratado desta suerte
y, con veras burlando, me dio muerte.
 
Puédoos certificar (35), señora mía,
que, quando desperté del sueño horrendo,
que se me figuró que ya sentía
del alterado mar el bravo estruendo.
Dígolo por doblar el alegría
que tengo de me ver por vos muriendo,
y para que entendáys no encubro nada
de mi imaginación enamorada."
 
"-¡Ay -respondió Marpesia-, que esse sueño
algunos días ha que le he soñado,
y fue quando, en el puesto y valle isleño,
topé con el letrero enmarañado (36)!
Pero no avrá algún mal, grande o pequeño,
que contraste (37) mi pecho al vuestro dado,
pues en el reyno y sombra del olvido
os reconoceré por mi querido."
 
Assí, los dos amantes confirmavan
el casto amor que unánimes tenían, 
aunque atiento (38) su mal pronosticavan
y los duros sucessos que temían.
Las velas, poco a poco, se hinchavan
y las quïetas ondas se movían,
començando un sereno y blando viento
a mostrar algo vivo el movimiento.
 
Las alcïonias aves (39), por la orilla,
dan principio a su canto lastimoso,
declarando con ansia su manzilla,
causada un tiempo por el mar furioso;
las parleras cornejas, en quadrilla,
con su triste chillido, y temeroso,
por la arenosa playa discurriendo,
yvan los marineros advirtiendo (40).
 
Ya los grandes delfines se sumían
a sus profundas cuevas y moradas,
porque la tempestad dura sentían,
en ver las claras aguas alteradas.
Los soplos, poco a poco, más crecían,
y las velas, del todo desplegadas,
en sus senos recogen el solano (41),
que de alterar el mar tomó la mano.
 
Visto los marineros lo que andava,
quisieron amaynar, mas no pudieron,
que los soplos del viento que mandava,
para lo efetuar lugar no dieron.
Con bravo movimiento y fuerça brava,
en su ayuda otros vientos mil vinieron,
de suerte que en un punto, en un momento,
removieron el húmedo elemento.
 
Súbito discurrió un temblor elado
por los pechos de todos los presentes,
que el más fuerte, animoso, denodado,
del estraño temor batía los dientes.
El natural color tienen mudado
conforme a los sucessos y acidentes,
y tal era la angustia que sentían,
que el daño de los otros no advertían.
 
Sólo los dos amantes se miravan
por el último vale (42) y despedida,
que de muerte escaparse no esperavan
vista la turbación tan desmedida.
Su daño con los sueños confirmavan
en que la tempestad les fue advertida;
assí, lloran los dos: él, el mal de ella;
ella, del joven la infelice estrella.
 
En tal sazón, el ímpetu del viento
levantó el agua y olas hazia lo alto,
y, con furioso brío y movimiento,
dio al mísero navío un crudo assalto.
Un monte de altas olas, al momento,
a Risambo cubrió, y él dio un gran salto.
Abraçado a una tabla se ha arrojado
al disponer de su enemigo hado.
 
 Las maromas y cuerdas rechinavan,
los gritos y las bozes y alaridos
de los que en la tormenta çoçobravan
tienen los duros vientos convencidos,
los quales, de piedad, ya se amansavan.
Mas luego, en nueva cólera encendidos,
cobrando fuerça nueva y nuevo brío,
envistieron con ímpetu al navío.
 
La luz del claro sol quedó eclipsada,
buelto en lóbrega noche el claro día,
y la agua de la mar, más alterada,
el covarde temor crecer hazía.
La gente miserable y desdichada,
sin sentido ni acuerdo discurría,
trayendo en su presencia, aun el más fuerte,
la fiera imagen de la horrible muerte.
 
Ya deste lado, ya de la otra parte,
bate el ayrado mar el navichuelo (43),
faltando, en tal sazón, la industria y arte
(por no la aver contra el furor del cielo).
El mar en muchas partes se reparte
y se entra al centro y cóncavo del suelo,
otras vezes se sube a las estrellas,
con el mástil tocando la luz dellas.
 
Cada punto los ya indignados vientos
soplan con nuevas fuerças y acometen,
desencasando el mar de sus assientos,
con que a la nave mísera arremeten.
Braman los dos mezclados elementos,
en el cielo las turbias olas meten;
los truenos, los relámpagos crecían,
y las aguas al cóncavo subían.
 
 Los montes de altas olas se levantan
con un sonido triste y bravo estruendo,
en las rocas y peñas se quebrantan,
de blanca espuma en torno las cubriendo.
Los remolinos en el mar espantan,
los quales cada instante van creciendo;
la arena hierve y sale desde el suelo,
subiendo a ver la máquina del cielo.
 
Relámpagos y truenos y alaridos,
olas, vientos y bozes van mezclados
con los bravos estruendos y estallidos
de los gruesos tablones desclavados.
Viéndose ya del todo estar perdidos,
echaron los dos barcos por los lados,
y, en entrando Marpesia bella en uno,
le apartó del navío el dios Neptuno (44).
 
Assí, sola partió, sin compañía,
la gallarda donzella maltratada,
aunque el mayor trabajo que sentía
es de su dulce amor verse apartada.
El viento a compassión no se movía
ni se rinde a la dama enamorada;
antes, con más esfuerço y más braveza,
procura contrastar su gran belleza.
 
El austro y sus consortes son aquestos
que del meridional quizio soplavan (45),
los quales, con sus ímpetus molestos,
el arenoso mar desconcertavan.
Mas luego, ábrego y zéfiro (46) (que opuestos
y contrarios a estotros se mostravan),
parten del Ocidente presurosos,  
moviendo torvellinos espantosos.
 
Viniéronse a juntar con tal denuedo
que el mar por medio el ayre discurría,
la gente, aporreada y sin remedio,
ninguna cuenta de la vida hazía.
El navío ni un punto estava quedo,
arrojarse a la mar nadie podía,
porque ya no era mar ni avía ver cosa
que horrible no les fuesse y espantosa:
 
que los contrarios vientos, alterados,
sobre (47) mostrar su esfuerço y fortaleza,
se davan encontrones desusados
haziendo prueva allí de su braveza.
Mas, ¡ay de aquellos tristes que ocupados
los tiene la Fortuna en tal tristeza!,
que lo que más y más les aquexava
era ver que la muerte se tardava.
 
Aunque ya no es possible mucho tarde,
según la agua que coge en sí el navío
y la muestra enemiga y fiero alarde
que los vientos oy hazen de su brío.
Mas, quien el fin quisiere, un poco aguarde
hasta que cobre esfuerço el verso mío,
porque, con boz más viva y más aliento,
cumpla con vuestro gusto y con mi intento.
 

 CANTO XIII

 

NOTAS:

 

(1) blandura: "significa assimismo floxedad y negligencia" (Aut.).

 

(2) Quizá sería más correcto: 'conviene ser a tiempo reportados', es decir, ser reportados en el momento idóneo, oportuno; a su tiempo.

 

(3) Diana: la Luna. "fingen los poetas tener tres rostros (...); llamáronla con tres nombres: Luna en el cielo, Diana en la tierra y Proserpina en el infierno" (Cov., s. v. 'luna').

 

(4) blandón: "hacha de cera para alumbrar" (Aut.).

 

(5) coche: "carro cubierto y adornado, de cuatro ruedas, que le tiran caballos o mulas" (Cov.).

 

(6) yuncir: "juntar una cosa con otra, pero particularmente se dice de las mulas o los bueyes cuando los yungen en el carro" (Cov., s. v. 'uñir').

 

(7) Este paréntesis, presente en el original, parece referirse más bien al coche y no a la dama que en él viaja. Así lo atestigua la expresión 'cielo hermoso', que muy bien podría hacer referencia al llamado 'cielo del coche': "por semejanza se suele llamar también assí la parte interior del tejadillo del coche" (Aut.). El semblante podría aludir a la apariencia del carruaje, según leemos, también, en Aut. Todo ello, unido al paréntesis, parece indicar el deseo del autor de distinguir esta parte de la descripción de la del cortejo humano que se acerca.

 

(8) En el original se lee: 'con el puesto en que agardava el cavallero'. La evidente errata que figura en este verso lo hace dodecasílabo, aun si la restauramos por la forma más lógica: aguardava. Sin embargo, es posible que el error del impresor halla producido la metátesis de la grafía u (que transcribimos v), colocándola al final de la palabra y confundiendo así al componedor, que añadiría luego otra a creyendo que debía escribir aguardava y no aguarda como parece más adecuado para el cómputo silábico.

 

(9) En el original, 'impedido'. Corrijo el texto ateniéndome a la fe de erratas de Murcia de la Llana.

 

(10) la alta fortaleza: el cielo.

 

(11) ferrado: "part. pass. del verbo 'ferrar'. Lo assí guarnecido u señalado con hierro" (Aut.).

 

(12) dándoles mate: acorralándoles, por similitud con el lance del ajedrez.

 

(13) açote: 'azote', "una correa ancha del lomo del cuero de la vaca con que se castigan los delincuentes" (Cov.). Por extensión, cualquier instrumento que sirva para azotar, en este caso a los caballos.

 

(14) açoro: 'azoro', "azoramiento" (DRAE).

 

(15) hacha: "puede significar la antorcha de cera con que se alumbran" (Cov.). Valdés prefiere "antes antorcha que hacha" (Valdés, p. 150).

 

(16) De nuevo el impresor confunde el nombre de Titono (Titón en otros versos) y, además, muy probablemente sea aquél también el responsable de la errata que hace a éste hermano de la Aurora y no esposo, como en realidad debió de escribir Martínez, hombre como es sabido versado en la mitología clásica. La confusión puede estar motivada por la presencia, dos versos más abajo, del nombre 'hermano'. La lectura correcta sería: 'ya la gallarda esposa del Titono'. El hermano que se detenía 'en el profundo mar' (verso 196) es Febo, el Sol. Es decir, la Aurora se muestra al mundo en tanto que su hermano, el Sol, termina su reposo nocturno, en lo hondo del mar de Oriente. No cabe descartar, empero, que el autor escribiera 'Titano' para facilitar la rima con 'hermano'.

 

(17) La rapidez con que actuaron demostró que todo era fingido, cosa de encantamiento.

 

(18) cava: "alrededor de las fuerzas suelen hacer unas cavas o fosas hondas, y en muchas partes las hinchen de agua para más seguridad, y lo que está de la otra parte de la dicha cava o foso, hacia el campo" (Cov.).

 

(19) levado: levantado, participio de 'levar', "elevar" (DRAE).

 

(20) hircana tygre: es muy usual en los textos contemporáneos la alusión a los tigres de Hircania (país de la Asia antigua) para subrayar la fiereza de las personas por medio de la comparación con estos animales. Cervantes empleó la expresión con un tono burlesco en dos de sus Novelas ejemplares (La Gitanilla y Rinconete y Cortadillo), aludiendo a los 'tigres de Ocaña' (vid. Cervantes, Novelas ejemplares, edición de Juan Bautista Avalle Arce, Madrid, Castalia, 1982, 3 vols., vol. I, pp. 53 y 258).

 

(21) devaneo: "disparate, delirio, phantasía" (Aut.).

 

(22) Es decir, todo lo que le ha ocurrido en este episodio al Caballero del Fénix es fruto de un encantamiento obrado por un mago.

 

(23) Faetón o Faetonte fue hijo de Helio (el Sol) y de la oceánide Clímene. Cuando se enteró de quién era su verdadero padre, Faetonte (que creía ser hijo del rey etíope Mérope, con quien se casó Clímene), pidio al Sol que le dejase conducir una vez su carro, pero cuando se acercó a los signos del zodíaco, éstos le asustaron y Faetonte perdió el control del carro, produciendo diversos estragos (como la formación de la Vía Láctea o la desertización del Ecuador). Zeus, enfadado, eliminó a Faetonte con un rayo.

 

(24) El antecedente es el Caballero del Fénix, sólo presente en el contexto, pero nombrado en los últimos versos.

 

(25) fulminar: "fulminar un proceso, vale lo mismo que causarle, cerrarle y concluirle, estando sustanciado para sentenciar" (Cov.). El vocablo guarda relación con la jerga judicial que está empleando el del Fénix y que se extiende por los tres primeros versos de esta estrofa.

 

(26) fiar: "tener opinión de que no le han de engañar" (Cov.).

 

(27) Recuerdo evidente del romance de Lanzarote: "Nunca fuera cavallero / de damas tan bien servido / como fuera Lançarote / cuando de Bretaña vino, / que dueñas curavan dél, / donzellas del su rocino" (El Romancero, edición de Giuseppe Di Stefano, Madrid, Narcea Ediciones, 1978, p. 185). Cervantes también recordó después este romance cuando hizo armar caballero a don Quijote (I, 2).

 

(28) entretallar: "cortar y tallar por entre el gruesso de alguna cosa sólida y maciza, socavando y rebaxando para hacer obras de media talla o de medio relieve" (Aut.).

 

(29) humos: "por translación significa vanidad, altivez y presunción" (Aut.).

 

(30) El matrimonio secreto está muy extendido en la literatura de los Siglos de Oro y, en especial, en los libros de caballerías. Así, el rey Perión de Gaula y la reina Elisena, padres de Amadís, se entregan el uno al otro como esposos ante los ojos de Dios, y su palabra es suficiente y tan importante como el contrato matrimonial. Lo mismo ocurre aquí con Risambo y Marpesia.

 

(31) baxel: 'bajel', " nombre genérico a cualquier nave que ande en la mar" (Cov.).

 

(32) contraste: "vale también contienda, oposición , encuentro y combate entre unas y otras personas o cosas" (Aut.). La 'suerte dura' se esfuerza en oponerse a los dos amantes.

 

(33) sucesso: 'suceso', "éxito, resultado, término de un negocio" (DRAE).

 

(34) La Aurora, esposa de Titono. Vid. nota a X, 172.

 

(35) certificar: "hacer cierta una cosa" (Cov.).

 

(36) enmarañado: 'enmarañar', "translaticiamente significa confundir, turbar, descomponer y enredar, haciendo difíciles y trabajosas las cosas" (Aut.). Las letras, de carácter mágico, sembraron la confusión en la joven doncella.

 

(37) contrastar: "contradecir, refutar" (Cov.).

 

(38) atiento: 'a tiento', "cuando alguna cosa se hace sin mirar ni considerar en ella, atentado, como el que va por la escuridad" (Cov.).

 

(39) alcionias aves: Martínez alude al 'alción', "avecilla que hace su nido en la arena junto al mar, y esto en medio del invierno, como dicen san Basilio y san Ambrosio; y en siete días calienta y empolla los huevos, y en otros siete los saca y cría hasta que pueden volar. Y en estos catorce días, milagrosamente, jamás se levanta la mar ni se alteran sus olas, como lo tienen notado los marineros" (Cov.). La presencia de estas aves y de su 'canto lastimoso' vaticina la tempestad, tras los días de calma que ha durado el proceso de cría, tal y como se ve en los versos siguientes. DRAE asocia al alción con el martín pescador.

 

(40) La simbología de la corneja es may variada, y aquí se alude a la capacidad de esta ave para anunciar el temporal: "la corneja anuncia la pluvia, dando muchas voces y revolcándose en la arena, y corriendo por ella de una parte a otra" (Cov.). Toda esta estrofa está, en gran parte, imitada de Virgilio quien, al describir los síntomas que presagian la tempestad, escribe: "...non tepidum ad solem pennas in litore pandunt dilectae Thetidi alcyones..." ("...tampoco los alciones, queridos de Tetis, despliegan sus plumas al tibio sol en la playa...") y, más adelante: "...tum cornix plena pluviam vocat improba voce et sola in sicca secum spatiatur harena..." ("...la infausta corneja, por su parte, invoca la lluvia a voz en grito y se pasea solitaria por la playa seca..."). En Virgilio, Geórgicas, traducción y edición bilingüe de Jaime Velázquez, Madrid, Cátedra, 1994, pp. 102-103.

 

(41) solano: "viento que corre de donde el sol sale" (Cov.).

 

(42) el último vale: "el trance de la muerte, como que es la última despedida y, por extensión, se dice de otras cosas quando se acaban" (Aut.).

 

(43) navichuelo: "nao pequeña" (Cov.). El diminutivo contribuye a acrecentar el contraste de la embarcación indefensa con el 'ayrado mar'.

 

(44) Neptuno: dios romano de las aguas, identificado con el griego Poseidón.

 

(45) Austro: viento del Sur, llamado Noto por los griegos. Sus consortes son los demás vientos sureños.

 

(46) Ábrego: "nombre de un viento que corre de África, entre el austro y el céfiro" (Cov.). El 'céfiro' sopla del poniente.

 

(47) sobre: "vale también lo mismo que además de" (Aut.).