Prosigue el desafío el Fénix con el guerrero no conocido. Descubrióse el guerrero ser dama bellíssima, y sálese de la corte, y el Fénix queda grandemente sentido del sucesso, por ser ella la que él avía amado en Oriente. Sálese en su busca de la corte. Llega Roanisa (1) a la Cueva del Amor y entra por el fuego.
- UN pecho de justa honra codicioso,
- que en público se ve ser injuriado,
- no puede en cosa alguna hallar reposo
- hasta de su enemigo estar vengado,
- ni mira al duro trance peligroso
- y ciego disponer del impío hado,
- que más quiere perder la amada vida
- que sin mucha razón verla ofendida.
- Exemplo ay claro y muestra muy notoria,
- si se considerare atentamente,
- en el nuevo discurso de la historia,
- que para abono de esto está presente.
- Aspira cada qual a la victoria
- codiciando, con ánimo valiente,
- privar de honra y de vida a su contrario,
- pues para su vengança es necessario.
- Clara muestra dan de ello las espadas,
- movidas con tan raro entendimiento
- que las gentes más lexas (2) y apartadas
- aun temen su braveza y movimiento,
- porque el nuevo furor de cuchilladas
- ensordece el diáfano elemento (3),
- y a los sagrados dioses espantara,
- si hasta el empíreo (4) trono el son llegara.
- No, si rayos del cielo decendieran
- por la mano de Júpiter embiados,
- estruendo tal ni tal rumor hizieran
- como el que hazen los dos Martes ayrados;
- ni truenos que hasta el cielo ensordecieran
- pueden ser con aquéstos comparados,
- ni los cycoplas quando, en yunque dura,
- forjan al dios sangriento el armadura (5).
- No ay pensar que el temor y vil flaqueza
- tengan algún lugar ni hallen entrada,
- porque tanto más crece su destreça
- quanto la oculta rabia es más cendrada.
- Parece que el combate agora empieça,
- según que anda la saña quilatada,
- y de sí ellos están maravillados
- de ver, con tal rigor, no estar cansados.
- De medio a medio, en medio el cielo estava
- el ardiente planeta y carro hermoso (6),
- que el reñido combate contemplava
- no menos admirado que gozoso,
- quando vio que el del Fénix descargava
- sobre el contrario un golpe tan furioso
- que los fieros cavallos que le oyeron,
- espantados, el passo atrás bolvieron.
- Alterados passando en su carrera,
- la cabeça bolvían de quando en quando,
- por ver si la batalla y riña fiera
- por uno de los dos yva afloxando.
- Mas no es este valor de la manera
- del de otros cavalleros, que provando
- se van en quanto abarcan los dos polos,
- pues, entre los demás, estos son solos (7).
- El poderoso golpe que avía dado,
- como dixe, con saña impetuosa,
- el animoso Fénix al osado
- émulo, no sirvió de alguna cosa;
- antes, más desabrido (8) y más ayrado,
- con furia nueva y saña impetuosa,
- assí le respondió, que dio bien muestra
- ser la mejor del mundo su alta diestra.
- En los cóncavos montes y quebradas
- quedan por largo espacio los acentos (9)
- de las descomunales cuchilladas,
- llevadas por los ya ofendidos vientos.
- Mas, como eran las armas tan provadas (10),
- resisten a los bravos movimientos
- de aquellas fuertes diestras do se encierra
- la grandeza y valor que ay en la guerra.
- ¡Ay Fénix! ¡Quántas vezes, con despecho,
- lágrimas verterás más que a millares
- por lo que en el combate agora has hecho
- mostrando bien tus fuerças singulares!
- Quiera Dios saques dello algún provecho,
- aunque temo, si en ello imaginares,
- que has de culpar tu dura, amarga suerte,
- y sin provecho llamarás la muerte.
- Ya que en el mar de Atlante entrar quería
- el encendido Febo y Sol hermoso
- (que del largo cansancio pretendía
- tomar con la gran diosa algún reposo (11));
- quando apenas media hora no ay de día,
- quiso el hado que huviesse un prodigioso
- y admirable remate en la contienda,
- que sirviesse a los dos de justa enmienda.
- Y fue que ambos los braços levantaron
- a un punto y a una mesma coyuntura;
- en el mesmo compás los descargaron
- mostrando su braveza y fuerça pura;
- sobre los finos yelmos la mostraron,
- los quales (por traçarlo assí ventura),
- de las bellas cabeças se cayeron
- y a la tierra, con ímpetu, vinieron.
- El guerrero encubierto que aquí estava,
- era la más gallarda, hermosa dama,
- que en la anchurosa tierra se hallava
- y en todos los archivos de la fama;
- en su pecho el amor se aposentava,
- el ardor refinando de su llama;
- y el mesmo, aunque era amor, de amor vencido
- anda a su voluntad preso y rendido.
- Aquí, quanto esparció naturaleza,
- el primor descubriendo de su mano,
- se ve en punto tan alto y tanta alteza
- que huella y dexa atrás todo lo humano:
- gracia sobre las gracias, gentileza
- qual la acostumbra a dar la eterna mano (12),
- con que enlaça las almas y las ata,
- sugeta, oprime, vence, prende y mata.
- Madexa (13) más que el sol y el cielo hermosa,
- y más que lo que el Sur y Arabia envía (14),
- más bella, más ondada (15), más lustrosa
- que del quicio oriental la pedrería (16).
- El celoso Titón no vio en su esposa (17)
- cabello que se yguale al de este día,
- pues los ojos dichosos que le vieron,
- parias, avassallados, le ofrecieron (18).
- Frente qual de cristal, espejo ondado
- que deslumbra cegando a quien le mira,
- donde el pecho más libre y más osado
- preso queda si el tal no se retira.
- Matiz lustroso, bello y agraciado,
- entre agraciadas frentes puesto, admira,
- donde escrive su nombre el más valiente
- dexando su despojo en esta frente.
- Dos poderosos arcos (19); de Cupido
- uno, de Febo el otro, bien traçados,
- con un mesmo nivel ambos salidos,
- entrambos con el mesmo rematados;
- los que el cielo nos muestra, de vencidos
- se encubren en sus húmedos nublados,
- y destos el dios ciego se aprovecha
- sirviéndole de red, de fuego y flecha (20).
- Baxo de ellos dos perlas se veýan
- qual en serena noche dos estrellas,
- que, quando las de acá se descubrían,
- vencidos de esta luz se encubren ellas (21);
- son joyeles (22) que el alma enriquezían,
- tesoro de riquezas sacras, bellas,
- que causan ceguedad y vista nueva
- haziendo prodigiosa y rara prueva (23).
- Las mexillas, qual fresca rosa fina
- con los granos de aljófar esmaltada
- o qual suele la estrella matutina
- mostrarse en el Oriente avergonçada.
- La nariz sale luego, más divina
- que de mortal artífice (24) traçada,
- entre mexillas y ojos va saliendo
- con gran compás su punto feneciendo.
- Africano coral la hermosa boca,
- más que de massa humana, (25) parecía,
- que al diamante más duro y fuerte roca,
- con sólo los tocar vencer podía.
- La compasada barba (26), que ni en poca
- ni en mucha cantidad de aquí pendía,
- guardando su medida y nivel tanto
- que a quien la considera causa espanto.
- El cuello qual coluna bella estava
- de nevado alabastro o mármol fino,
- sobre el qual la cabeça se assentava;
- él, sobre el blanco pecho cristalino.
- Por aquí (27) lo encubierto se sacava,
- no siendo lo demás menos divino,
- antes cifra en que está como abreviado
- quanto se ve en el mundo derramado.
- Esto quedó a los ojos descubierto
- por el último golpe riguroso,
- y, qual suele el de sueño ya despierto
- atónito quedar y pavoroso (28),
- assí quedó el del Fénix como muerto,
- herido de aquel arco poderoso
- que el atrevido Amor, con flecha ardiente,
- antes avía terciado (29) en el Oriente.
- A su diosa conoce, y bella dama,
- creyendo, sin error, que fuesse aquélla
- que nunca de valiente tuvo fama
- ni su esfuerço jamás provó con ella.
- Arde en la confusión que le disfama,
- pues dio justa ocasión a tal querella,
- mas sospechar no puede qué hombre fuesse
- el que su nuevo amor dicho la huviesse.
- Pero razón le falta al gran guerrero,
- porque el que nombre busca de constante
- cosa no ha de admitir que su primero
- amor le borre y quite de delante.
- La dama, con ayrado rostro fiero,
- le dixo: "-¡Vil traydor! Desde el levante
- en tu busca he venido desta suerte,
- por darte, con mi mano, horrible muerte.
- Y, si el sumo hazedor me concediera
- que estos ojos te vieran ahí tendido,
- alegre a mis estados me bolviera,
- quedando tú qual deve un fementido.
- Mas a Júpiter pido yo no muera
- hasta verte al rigor de ésta rendido
- -levantando su espada-, y te dé el pago
- con que a mi brava ofensa satisfago."
- Tomando luego el yelmo, y enlaçado,
- se salió del palenque presurosa,
- dexando al rey y pueblo aficionado
- en verla tan valiente quanto hermosa.
- Mudos todos y absortos se han quedado,
- que ninguno alentar apenas osa,
- latiéndole en el pecho al más valiente
- el vivo coraçón con furia ardiente.
- Qual si fuera Belona la donzella,
- ansí todos quedaron embevidos (30),
- levantándose en pie por más bien vella,
- cevando en contemplarla los sentidos.
- Gustaran grandemente conocella,
- de su honrosa fatiga condolidos;
- fatiga que en mugeres tanto puede
- quanto a todas las ansias se concede.
- De otra suerte al donzel famoso avino,
- que quedó de sí mesmo (31) enagenado;
- como el que de un furioso remolino
- suele absorto mostrarse, y elevado,
- assí, con gran desmayo y desatino,
- de su propria persona ya olvidado,
- del cavallo cayó, rabioso y mudo,
- que tan grave dolor sufrir no pudo.
- Un ay continuo y un dolor le aquexa
- sin darle ni un instante de sosiego,
- tomar el fresco aliento no le dexa
- la furia desigual del nuevo fuego.
- De sí mismo, el ansiado forma quexa,
- que, dado que el dolor le ha buelto ciego,
- al descubierto ve su falta y mengua (32),
- y de ella es pregonera aquí su lengua.
- Unos y otros guerreros le sacaron
- de la plaça do estava, el lastimado,
- y a su persiana tienda le llevaron,
- quedando todo el pueblo alborotado.
- Eficaces remedios le aplicaron,
- mas poco le han, al cabo, aprovechado,
- porque la hermosa dama le llevava
- lo mejor que su vida sustentava.
- Buelto en sí, fue sus ansias desfogando,
- y, con tiernos suspiros, su tormento,
- las mortales querellas arrojando
- por el ayre templado, ciento a ciento.
- Mas, quando su dolor lugar fue dando
- para que la razón tomasse assiento,
- libre ya del bullicio y compañía,
- desta suerte, en quexosa boz, dezía:
- "-¡O cielos que miráys mi desventura!
- Ayudadme a llorar tan triste suerte
- (mi suerte digo), adversa, estraña, dura;
- dura, más que el encuentro de la muerte.
- La muerte para mí fuera ventura,
- pues la ventura agora está tan fuerte,
- tratándome mis hados de manera
- que ganancia el morir aora me fuera.
- Si esta alma miserable se arrancara
- por curso natural o por violencia,
- alegre, sabe el cielo, que acabara,
- sin hazer de mi parte resistencia
- más que dixe mirando oy a la clara (33)
- que fulmina la brava, cruel sentencia,
- contra mi vida, mi honra, mi alma y fama;
- aquélla que es mi vida, mi honra y dama.
- ¡O braço riguroso y vengativo,
- más duro para mí que espada o lança!
- ¿En qué razón hallaste que al cautivo
- tratasses con tan áspera vengança?
- Por ti sola conozco que estoy vivo,
- en ti vive mi gloria y bien andança,
- pues, ¿por qué me maltratas de tal modo
- que me quieres dexar de todo en todo?
- ¡O más que el sol y más que el cielo hermosa,
- pues ellos participan tu belleza!
- ¡O más brava, más dura y rigurosa
- que el líbico (34) león en la maleza!
- ¡O más afable, mansa y amorosa
- que quanto fabricó Naturaleza!
- ¡O más estraña, estando tú enojada,
- que tigre de sus hijos despojada!
- ¡O celestial donzella! ¿Cómo has hecho
- una muestra tan grande de odio puro?,
- ¿cómo esforçaste el delicado pecho
- a sufrir el combate y trance duro?
- Si por vista llevaras tu derecho (35)
- y dexaras las armas, yo asseguro
- que, con sólo mirarme, concluyeras
- quanto a tu voluntad mandar quisieras.
- ¡O destino infelice y riguroso
- de mi desigual suerte y duro hado!
- ¡Caso a toda nación tan prodigioso
- quanto a mis pensamientos desdichado!
- ¡Trance duro, sucesso lastimoso,
- combate, aunque sin sangre, ensangrentado!
- ¡O princesa, tan diosa en la belleza
- quanto ayrada leona en la braveza!
- ¿Qué furia me engañó que no supiera,
- antes que en la refriega dura entrara,
- aqueste aventurero de adónde era
- y su patria y designios preguntara?
- Que, si su sacro nombre mi alma oyera,
- de tal suerte a sus pies se sugetara
- que humanara el rabioso, ardiente brío,
- con que tanto apetece el daño mío.
- ¿Cómo pudo abaxar mi diestra dura,
- ayrada, a maltratar mi altiva diosa?
- ¡Tanto pudo ordenar la desventura
- en favor de mi suerte desdeñosa!
- ¡Quién se viera en la horrenda sepultura
- antes que en ocasión tan lastimosa,
- donde, si por desgracia la ofendiera,
- sin nadie lo estorvar, yo feneciera!
- Mas bien avía de ver que tal destreza
- sólo en su heroyco braço se encerrava,
- y que tanto donayre y gentileza
- para sólo mi dama se guardava.
- ¡Ay de mí, que mi mal agora empieça
- y todo mi consuelo y bien se acaba,
- no quedándome puerto o traça alguna
- donde pueda salvarme en tal fortuna!
- No es razón viva yo en el vario mundo
- faltándome la gracia de mi amada:
- aquí la buscaré o en lo profundo (36),
- hasta que su braveza sea aplacada.
- Y si, con odio insano y furibundo,
- mi sana voluntad es despreciada,
- no tengo que aguardar ventura o vida,
- que es ganancia dexarla assí perdida.
- Mas hago espreso voto al alto cielo
- de no echar sobre mí otra vestidura
- y dormir en la tierra y duro suelo,
- sin buscar más regalo ni blandura.
- A la nieve, al granizo, al agua, al yelo,
- lloraré mi fatiga y suerte dura;
- jamás comeré en mesa ni assentado,
- ni entraré con mi espada en estacado,
- pues no es razón que la que fue atrevida
- a tocar la cabeça de mi dama,
- quiera ser de ninguno ya homicida
- ni buscar en combate otra más fama:
- quedará desde aquí por ofrecida
- a aquélla a quien mi pecho adora y ama,
- sin que salga de oy más, de ninguna arte,
- en exercicios del sangriento Marte."
- Negras armas se puso, en que mostrava
- el horrible dolor de que moría;
- maça de agudas puntas, do pensava
- hallar sabroso amparo y compañía.
- En fin, quando la noche declinava,
- antes de se mostrar el claro día,
- de su tienda salió con furia y prisa
- buscando a la magnánima Roanisa.
- Y, por donde el rigor de su destino
- le mueve y le encamina, se ha emboscado,
- sin hazer distinción de algún camino
ni mirar si va bien ni si va errado.
- Acusa su furioso desatino
- en no aver a su dama preguntado,
- antes de la batalla, de adónde era,
- y no salir si el nombre no dixera.
- Por lo qual, con solene juramento,
- propuso de no alçar la diestra mano
- sin saber del combate el fundamento,
- y no salir no estando aquesto llano.
- El coraçón le abrasa el sentimiento
- de aver, con animoso pecho insano,
- herido el cuerpo bello y gracia pura
- de la que es un abismo de hermosura.
- No se enxugan sus ojos derramando
- arroyos de pesar por lo que ha hecho;
- su lengua no haze pausa lamentando
- la saña de aquel bello, ayrado pecho;
- su coraçón va al fuego esfuerço (37) dando,
- con lo qual ha llegado a tanto estrecho (38)
- que si no se da corte al mal que tiene,
- morir es lo mejor que le conviene.
- Quanto puede al veloz cavallo aquexa
- arrimándole el hierro (39) a los costados,
- con que de la ciudad rica se alexa,
- mas no del torcedor (40) de sus cuydados.
- Buélvese a renovar la llaga vieja
- de los tiernos amores ya olvidados,
- el fuego reviviendo, que encubierto
- en su alma estava sin estar aun muerto.
- Entre varios amores, los primeros,
- (y a los a que en niñez nos entregamos (41)),
- suelen ser sobre todos duraderos
- y los que en ningún tiempo desechamos;
- dígalo el coraçón de estos guerreros
- (el de él digo, no el de ella), en quien hallamos,
- aunque el amor primero avía olvidado,
- con soplo tan pequeño ha despertado.
- No piensa en otra cosa, aquí imagina,
- da, toma, buelve y anda sin que cesse,
- esto le pone aliento y desatina,
- dale esfuerço y desmayo el interesse (42).
- Mas, ya quando la estrella matutina
- mirava si era tiempo el sol saliesse,
- esparciendo en el blanco pecho y cuello
- el tesoro de su húmedo cabello,
- vino a entrarse en un monte, que poblado
- estava de mil árboles hojosos,
- y, tomando una senda al diestro lado,
- se emboscó en unos valles tenebrosos.
- Yva de sus sentidos tan privado,
- que ni advierte a las sierpes ni a los osos
- que la horrible espessura en sí criava
- y por sus hondas cuevas albergava;
- antes busca el lugar más escondido
- creyendo que allí estava su señora,
- y que a lugar secreto avía huýdo
- por no ser de hombre humano vista agora.
- Andando desta suerte el afligido,
- las puertas del Oriente abrió la Aurora
- bolviendo su alegría al triste suelo
- y dando beldad nueva al claro cielo.
- Dexémosle y sigamos tras la dama
- que salió del palenque tan furiosa,
- a ver si el ciego Amor sopla su llama
- tocándola con flecha poderosa;
- que, si es cierto entre amantes que aquél que ama
- no puede al que bien quiere negar cosa,
- quien tan vivo amor tiene no es possible
- que no le dé congoxa el mal terrible.
- Digo, pues, que salió con gran presteza,
- tanto que no la sigue ni un criado,
- y, con ira y sobrada ligereza,
- gran trecho en poco tiempo se ha alexado.
- A la selva fue a dar, de tal belleza,
- que en sólo la adornar parece ha echado
- Naturaleza el resto y mano bella,
- según que resplandece el arte en ella.
- Por la qual caminó casi dos días
- levantando hasta el cielo sus querellas,
- mas, en fin, descubrió unas caserías
- para donde torció a informarse en ellas.
- No era gente enfrascada en mercancías
- ni les mueve a tal trato sus estrellas,
- ni menos cortesana o maliciosa,
- ni saber qué es descanso o vida ociosa;
- antes, eran comunes labradores
- (aunque de entendimientos avisados),
- en sólo sus haziendas y labores
- y en aumentar sus vacas ocupados;
- no sirven al amor ni allí ay amores,
- porque están de sus leyes ya esentados (43);
- entienden en forçar la dura tierra,
- sin que dexen la paz ni busquen guerra.
- Aquí llegó y, aviendo ya comido
- (sólo por divertir su dolor fiero
- y por si al sentimiento endurecido
- diesse algún breve alivio Amor artero (44)),
- en preguntar mil cosas se ha metido
- de labrança, ganados y de apero,
- admirándose el vulgo y llana gente,
- acudiendo a la ver confusamente (45).
- Y, tratando del sitio de la tierra
- (siendo por las más partes muy fragoso,
- más que quanto aquel ancho reyno encierra
- y más que lo que baña el mar furioso),
- uno vino a dezir que, en cierta sierra
- combatida (46) de un río caudaloso,
- estava una gran cueva, cuya entrada
- por no sé quién se dize estar guardada,
- y que bravos guerreros que venían
- a provar su magnánima destreza,
- sin la amada victoria atrás bolvían,
- admirados de ver tal estrañeza;
- y que los que en la empresa se querían
- señalar con más ánimo y braveza,
- y a fuerça de sus braços dentro entravan,
- muertos al tercer día los hallavan,
- porque tiene a la puerta una escritura
- de peregrinas letras, de manera
- que, esculpida en la roca y peña dura,
- declara el que ha de hallar allí carrera.
- Dícese que se guarda esta aventura
- para una heroyca reyna forastera,
- assí, nadie acabar la empresa puede,
- pues sólo a aquella dama se concede.
- Gran desseo ocupó su ayrado pecho
- de provar si ella fuesse aquella dama
- que con tan admirable y célebre hecho
- alcançasse inmortal renombre y fama;
- y, ya que esto no salga a su provecho,
- con muerte acabará la viva llama
- que la aquexa y maltrata noche y día,
- sin que aya algún descanso en su agonía.
- Una guía llevando en su camino
- que visto avía el lugar de la aventura,
- con presagio partió casi divino
- estando de su daño y mal segura.
- En breve a descubrir el puesto vino,
- donde vio que, por orden de Natura,
- una roca tan alta se mostrava
- que con las pardas nuves ygualava,
- en una estrecha puerta mal labrada,
- siempre abierta y echando vivo fuego,
- no aviendo otro camino ni otra entrada
- si no era por la llama y humo ciego.
- No se muestra por esto acovardada
- la Belona animosa y sin sossiego,
- antes, con nuevo esfuerço y valentía,
- salir con la alta empresa proponía.
- Sólo dificultava (47) allá en su pecho
- el entrar por el humo y fuego estraño,
- pues antes de passar un breve trecho
- ha de ser desigual y bravo el daño.
- Los esforçados ojos cierra al hecho,
- porque, si en tal empresa no ay engaño
- y a fuerça se ha de hazer, bien se assegura
- de dar honroso fin a la aventura.
- Un famoso letrero en lo alto estava
- con solas siete letras, que dezían
- para quién la victoria se guardava.
- Mas pocos los misterios entendían,
- porque, como la empresa no tocava (48)
- a los que fenecerla pretendían,
- no podían alcançar la verdad dellas,
- pues no era dado a nadie el entendellas.
- Las letras que allí estavan eran éstas: R.R.V.EE.D.R.
- Letras que ya costavan tantas vidas,
- porque no eran, cifradas, manifiestas (49),
- causando tantas muertes no entendidas.
- En fin, las penetró, porque eran puestas
- para ella, y a su esfuerço dirigidas.
- Mas, antes de arrojarse a la porfía,
- otro escudo leyó que assí dezía:
- "Qualquier braço valiente, enamorado,
- que codicia provar esta aventura,
- si del primero amor no se ha mudado,
- la llama le será puerta segura;
- mas, si huviere en amar desvarïado,
- la llama le será una muerte dura,
- sin permitir que dentro dé ni un passo
- ni el fuego tolerar por tiempo escasso.
- Mas, quando el vivo amor le permitiere
- romper (50) por medio el fuego y dura entrada,
- luego que al primer patio el tal viniere,
- no intente proseguir con su jornada;
- que, si a entrar adelante se atreviere,
- no podrá guarecer (51) la vida amada,
- porque a aquesta aventura y gran empresa
- ha de dar fin dichoso una princesa."
- La generosa dama, en tal estado,
- confusa se detuvo y cuydadosa,
- no sabiendo si aquello era guardado
- para su fuerte diestra victoriosa,
- y preguntó si a entrar avía provado
- la cueva alguna dama belicosa.
- "-Muchas (52) la han intentado -la dixeron-,
- mas, aunque valerosas, nada hizieron."
- "-Pues dado que esta empresa para dama
- se guarda -respondió la alta donzella-,
- por ser donde aventuro tanta fama,
- no tengo de dexar de acometella;
- que pues, a quien bien quiere, el fuego y llama
- no pueden empecer ni hazerle mella,
- yo me precio de amar perfetamente
- a quien me fuerça al riesgo y mal presente.
- Aguardaréysme aquí, porque si es cosa
- que para otra grandeza esté guardada,
- será presta mi buelta, y presurosa,
- pues detenerme allá no sirve nada.
- Mas, si fuere mi suerte tan dichosa
- que aguarde a mi destreza esta jornada,
- y viéredes que tardo los tres días,
- bolveos a vuestras casas y alquerías."
- Con esto despedida de la gente,
- se apeó del cavallo que ha traýdo,
- por en aquel peligro y mal presente
- ser el entrar cavallo prohïbido.
- Con passo largo y coraçón valiente,
- por medio de las llamas ha rompido,
- las quales, hechas globos y furiosas,
- son crisol (53) de passiones amorosas.
- Qual si fuera por senda hecha de flores,
- assí por la espantosa cueva ha entrado,
- sin que el fuego (¡gran gloria de amadores!)
- molestia o pena alguna le aya dado.
- Libre de todo estorvo y de ofensores,
- al primero zaguán (54) presto ha llegado,
- por donde el bravo fuego sale afuera
- sin verse su principio de dónde era.
- Apenas puso el pie en la ardiente cueva,
- quando los elementos se alteraron
- y, con horrible muestra y furia nueva,
- el fragoso contorno alborotaron,
- en notoria señal que la alta prueva
- donde tantos famosos peligraron,
- estava reservada para aquélla
- que sola su virtud podía vencella.
- La puerta se cerró por do salía
- el amoroso fuego, de manera
- que rastro ni señal no parecía,
- más que si tal portada allí no huviera;
- en fin, se fabricó para aquel día
- en que avía de acabar la gran guerrera
- los ocultos misterios y los hechos
- con que han de escarmentar los duros pechos.
- La gente, como absorta y sin aliento,
- a sus casas bolvió tan admirada
- que la historia famosa deste cuento
- fue por toda Bretaña divulgada:
- el sitio peñascoso y raro assiento
- mostravan, do la cueva enamorada
- tuvo la humosa puerta y la abertura
- en medio de la roca y peña dura.
- La dama, que al zaguán avía llegado
- de donde el bravo incendio procedía,
- se detuvo, cuydosa en sumo grado,
- por no poder pensar (55) lo que sería.
- Mas de un divino anillo se ha acordado
- que le dio cierta maga el mesmo día
- que salió de su reyno en seguimiento
- de Fénix, que la lleva el pensamiento;
- el qual es apropiado para cosas
- que por encantamento eran tramadas;
- que, por más encubiertas y espantosas,
- con él quedan al punto sosegadas,
- y, quando ya del todo son dañosas,
- con su rara virtud son mejoradas,
- de suerte que no ay cosa de tal fuerça
- que no se le avassalle, mude y tuerça.
- Acordándose dél, le sacó luego
- del lugar donde está depositado,
- lo qual hecho, se fue metiendo el fuego
- hazia el sitio en que está reconcentrado.
- Ella, por el camino humoso y ciego,
- se abalançó con passo acelerado,
- hasta llegar a un patio cuya hechura
- excede al disponer de architectura.
- Por una ancha escalera decendía
- la llama, por la qual subió al momento
- siguiendo apriessa el fuego, que huýa
- para su lugar propio y propio assiento.
- Al fin, llegó a una sala do nacía,
- y entra tras él sin más detenimiento,
- donde encontró las cosas que yo pienso
- contar en otro canto por extenso.
CANTO XII
NOTAS:
(1) En el original figura el nombre de Rosania, la hija del rey Antero, pero por el desarrollo de las aventuras que aquí se relatan (además de la referencia directa del verso 352 de este canto), quien protagoniza el episodio es Roanisa, la doncella guerrera. Rectifico, pues, la evidente errata y restituyo el nombre que, sin duda, había escrito Martínez.
(2) lexas: 'lejas', "lejanas. Úsase casi únicamente en la expresión de lejas tierras" (DRAE).
(3) El aire.
(4) empíreo: "celestial, supremo, divino" (DRAE).
(5) Los cíclopes, hijos de Úrano y Gea, fueron expulsados del cielo y encadenados en el Tártaro por su propio padre. Liberados en dos ocasiones de este cautiverio (primero por Crono, que volvió a encadenarlos más tarde, y luego por Zeus), los cíclopes, agradecidos al padre de los dioses, forjaron las armas de todos los moradores del Olimpo y proporcionaron a Zeus el rayo y el trueno. El 'dios sangriento' es Marte.
(6) El Sol.
(7) solo: "único en su especie" (Aut.).
(8) desabrido: "el de condición áspera" (Cov.).
(9) acento: "sonido, tono" (DRAE).
(10) provado: 'probado', "acreditado por la experiencia" (DRAE). Puede ser interesante, además, la expresión 'probar las armas', "phrase que vale tentar y reconocer la habilidad y fuerzas de los que las manejan" (Aut.).
(11) De entre los múltiples amores que se le atribuyen a Apolo (Febo) no hay ninguno que tenga que ver con divinidades relacionadas con el mar, el atardecer o la noche, como aquí parece sugerirse. Cabría interpretar que el reposo al que se refiere Martínez se ha de producir gracias a 'la gran diosa' que sustituirá a Febo en el cielo, esto es; Selene, la Luna: Febo pretendía tomar algún reposo mientras ésta alumbraba el mundo.
(12) Hace referencia a la mano de la divinidad.
(13) madexa: "por semejanza se llama el cabello" (Aut.).
(14) Alude aquí el autor al famoso oro de Arabia, lugar común de la literatura contemporánea, tal como se puede ver en el siguiente ejemplo: "Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía" (Quijote, I, 16, ed. cit., p. 159).
(15) ondada: 'ondeada', de 'ondear', "formar ondas los dobleces que se hacen en alguna cosa, como pelo, vestido, ropa blanca, etc" (Aut.).
(16) Todas las piedras preciosas de Oriente.
(17) Corrijo el original, que lee "esposo", atendiendo aquí al testimonio de las erratas. Titón: Titono, el anciano esposo de la Aurora. Vid. nota a X, 172.
(18) parias: "el tributo que paga un príncipe a otro, en razón de reconocimiento y mayoría" (Cov). Avassallado: "rendido y sujeto" (Aut.).
(19) arcos: "llaman los poetas las cejas de las damas, porque, siendo arqueadas, agracian y hermosean la frente" (Aut.).
(20) En estos versos parece referirse al arco iris que es mostrado por el cielo. 'El dios ciego' es Cupido.
(21) La concordancia exige 'vencidas' en lugar de 'vencidos', pues parece evidente que el sustantivo complementado es 'estrellas': cuando la doncella abría sus ojos (las 'dos perlas'), las estrellas, vencidas, se encubrían.
(22) joyel: "joya pequeña que a veces no tiene piedras" (Aut.).
(23) Estos dos últimos versos son un poco enrevesados. Quizá haya que entender que la luz intensa de los ojos de la dama cegaba y daba nueva vista al mismo tiempo, ejecutando de esta forma una demostración o razonamiento de su sin par belleza.
(24) Por el contexto sería más correcto 'de inmortal artífice'. Posiblemente fuera eso lo que Martínez escribiera en su manuscrito.
(25) Rectifico, siguiendo el testimonio de las erratas, la mala lectura del original, "más que massa humana".
(26) barba: "se toma también por toda aquella parte inferior que cae debaxo del labio y boca" (Aut.).
(27) En el texto, "porque". Nuevo error recogido en el testimonio de Murcia de la Llana.
(28) pavoroso: "el temeroso" (Cov., s. v. 'pavor').
(29) terciar: aplicado a la lanza, equivale a "empuñarla de manera que no haga más peso a una parte que a otra" (Fontecha). En este caso, cabría entender que Amor hizo algo similar con el arco que emplea para herir al del Fénix. La alusión a Oriente se debe a que aquél y la doncella guerrera recién descubierta se enamoraron en Persia, donde ambos crecieron.
(30) embever: con valor pronominal, 'embeberse': "metaphóricamente vale transportarse, divertirse y, en cierto modo, cebarse y complacerse tanto en alguna cosa, que con dificultad se sabe dexar, a semejanza del que está embelesado y como enajenado y fuera de sí" (Aut.).
(31) En el original, "quedó de simesmo". Corrijo ajustándome al segundo estado del cuadernillo correspondiente, localizable en todos los ejemplares que hemos colacionado.
(32) mengua: "translativamente se dice 'mengua' la afrenta, por ser menoscabo de la honra" (Cov.).
(33) El Caballero del Fénix alude de este modo a la doncella ('la clara', la 'ilustre') y afirma que su resistencia no será superior a la que opuso ante ella en el combate.
(34) líbico: de Libia y, por extensión, africano.
(35) Si hubiera defendido su causa con su sola presencia ('vista', vid. nota a II, 583).
(36) profundo: "algunas veces significa lo muy escondido y misterioso" (Cov.).
(37) esfuerço: 'esfuerzo', "el ánimo, brío y valor" (Cov.).
(38) estrecho: "estar puesto en estrecho, estar en necesidad y en peligro" (Cov.).
(39) hierro: "se toma muchas veces por todo el instrumento que sirve para herir, como la espada, puñal, etc." (Aut.). Aquí, las espuelas.
(40) torcedor: "metaphóricamente se llama qualquier cosa que ocasiona freqüente disgusto, mortificación o sentimiento" (Aut.).
(41) Sin duda sobra una de las dos preposiciones. En el contexto de la frase, parece más lógico que la sobrante sea la primera.
(42) interesse: 'interese', "el provecho, la utilidad, la ganancia que se saca o espera de una cosa" (Cov.).
(43) essentado: 'exentado', participio de 'exentar', "libertar, eximir, hacer libre y franco de alguna obligación, carga u otro qualquier gravamen" (Aut.).
(44) artero: "astuto, mañoso y artificioso" (Aut.).
(45) confusamente: "desordenada y atropelladamente, sin concierto ni conformidad, con tropelía y confusión" (Aut.).
(46) combatir: "se dice de las cosas inanimadas quando entre sí contienden, se encuentran y se oponen, como combatir los vientos las olas del mar" (Aut.).
(47) dificultar: "poner dudas y embarazos" (Cov., s. v. 'difícil').
(48) tocar: "vale pertenecer, y así decimos rústicamente 'Ni me toca ni me atañe" (Cov.).
(49) cifrar: "recopilar una cosa y reducirla a pocas razones" (Cov.). Las letras, al estar cifradas, no eran manifiestas, no estaba claro su mensaje.
(50) romper: "abrir espacio suficiente para pasar por el sitio o paraje ocupado de gente u obstruido de otro modo" (DRAE).
(51) guarecer: "vale escapar del peligro en que cada uno está y también guarecer y amparar a otro" (Cov.). Aquí se debe entender en el segundo sentido, pues es la 'vida amada' lo que se ha de guarecer.
(52) En el original, "muchos". El sentido de la frase y la concordancia con "valerosas" en el verso siguiente, reclaman aquí la forma femenina.
(53) crisol: "vaso de cierta tierra arenisca, hecho a forma de medio huevo, en que los plateros funden el oro y la plata (...) 'Haber una cosa pasado por el crisol' es haberla apurado y purificado" (Cov.). Así, las pasiones amorosas que aquí se citan han sido purificadas por el fuego. El desarrollo del episodio nos aclarará estas palabras.
(54) Atendiendo a la fe de erratas, corrijo aquí el original que lee "laguan".
(55) pensar: "es imaginar o revolver alguna cosa en su memoria" (Cov.).