GENEALOGÍA
DE LA TOLEDANA

DISCRETA(1).

 
Primera Parte (2).
 
COMPUESTA POR EUGENIO
Martínez, natural de la Ciudad de Toledo.
Dirigido a la mesma Ciudad.
 
 
Año [grabado que representa a un rey en su trono] 1604.
 
 
CON PRIVILEGIO.
Impresso en Alcalá de Henares, en casa de Juan
Gracián que sea en gloria.
 
 
 
 EL REY
 
POR quanto por parte de vos, Eugenio Martínez, natural de la ciudad de Toledo, nos fue fecha relación vos avíades compuesto un libro intitulado Genealogía de la Toledana discreta, en que avíays ocupado mucho tiempo con mucho trabajo y estudio, suplicándonos le mandásemos aprovar y daros licencia para le poder imprimir y privilegio por veynte años o como la nuestra merced fuesse; lo qual visto por los del nuestro Consejo, y como por su mandado se hizieron las diligencias que la premática (3) por nos últimamente fecha sobre la impressión de los libros dispone, fue acordado que devíamos mandar dar esta nuestra cédula para vos en la dicha razón y nos tuvímoslo por bien, y por la presente os damos licencia y facultad para que por tiempo de diez años primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha desta nuestra cédula, podáys imprimir el dicho libro que de suso se hace mención por su original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado y firmado al fin dél de Christóval Núñez de León, nuestro secretario de cámara de los que en el nuestro Consejo residen, con que antes que se venda le traygáys ante ellos juntamente con el original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado como dicho es, para que se vea si la dicha impressión está conforme a él, o traygáys fe en pública forma cómo por corrector nombrado por nuestro mandado se vio y corrigió la dicha impressión por el original. Y mandamos al impressor que assí imprimiere el dicho libro, no imprima el principio y primer pliego dél ni entregue más de un solo libro con el original al autor a cuya costa se imprimiere, ni otra cosa alguna para efeto de la dicha corrección, hasta que antes y primero el dicho libro esté corregido y tassado por los del nuestro consejo, y estando hecho, y no de otra manera, pueda imprimir el principio y primer pliego, y seguidamente ponga esta nuestra cédula y previlegio, y la aprovación, tassa y erratas, sopena de incurrir en las dichas penas contenidas en la dicha premática y leyes de nuestros reynos. Y mandamos que persona alguna, sin vuestra licencia, no lo pueda imprimir ni vender, sopena que el que lo imprimiere o vendiere aya perdido y pierda todos y qualesquier libros, moldes y aparejos que de los libros tuviere, y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís cada vez que lo contrario hiziere; la qual dicha pena sea la tercia parte para la nuestra cámara, y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para la persona que lo denunciare. Y más, a los de nuestro Consejo, presidentes y oydores de las nuestras Audiencias, alcaldes y alguaziles de la nuestra casa y corte y chancillería, y a todos los corregidores, assistente, governadores y alcaldes mayores y ordinarios, y otros juezes y justicias, y qualesquier de todas las ciudades y villas y lugares de los nuestros reynos y señoríos, assí a los que agora son como a los que serán de aquí adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cédula y merced que assí vos hazemos, y contra su tenor (4) y forma no vayan ni passen, ni consientan yr ni passar en manera alguna, sopena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra cámara. Dada en san Lorenço, a siete días del mes de noviembre de mil y seyscientos y tres.

YO, EL REY.

 
Por mandado del rey nuestro señor,
 
Juan de Amezqueta (5) .
 
 
 
 
APROVACIÓN
 
POR mandado de V. Alteza, he visto este libro intitulado La discreta Toledana, compuesta en octava rima por Eugenio Martínez, natural de la ciudad de Toledo, y me parece que, assí por no tener cosa que ofenda como por ser agradable y entretenida poesía de apazible y buen verso, y tocar cosas curiosas y de ingenio, se le puede por su trabajo al autor dar la licencia y privilegio que supli[ca]. En Valladolid, a veynte y cinco de octubre 1603.
El secretario, Thomás Gracián Dantisco (6)
 
TASSA (7)
 
YO, Alonso de Vallejo, escrivano de cámara del Rey nuestro señor, doy fee que, aviéndose visto por los señores dél un libro intitulado Genealogía de la toledana discreta, que compuso Eugenio Martínez, natural de la ciudad de Toledo, que con su licencia fue impressa, le tassaron a tres maravedís cada pliego. El qual tiene noventa y nueve pliegos, que, al dicho respecto, suma y monta dozientos y noventa y siete maravedís en papel. Y mandaron que al dicho precio se pueda vender y venda, y no en más, y que esta tassa se ponga en el principio de cada volumen del dicho libro (8), para que se sepa y entienda lo que por ellos se ha de llevar. Y para que dello conste, de mandamiento de los dichos señores del Consejo y pedimiento del dicho Eugenio Martínez, di esta fe en la ciudad de Valladolid, a treze días del mes de octubre de 1604.

 

Alonso de Vallejo.

 
ERRATAS
 
 
Fol. 2, pag. 1, lin. 5: y con prompta, di y prompta. F. 3, p. 2, l. 3: su célebre se, su célebre nombre se. F. 25, p.2, l. 2: flor rosa, flor o rosa. F. 33, p. 2, l. 20: procuraran, procuraron. 42, 2, 17: supo, supe. 47, 1, 4: no avía, no avías. 49, 1, 17: nuestro, vuestro. 56, 1, 31: serenas, sirenas (9). 120, 1, 5: esposo, esposa. 2, 10: más que massa, más que de massa. 21: porque, por aquí. 127, 1, 22: laguán, zaguán. 131, 1, 12: impedido, impelido. 154, 1, 10: va, yva. 163, 1 [ ]: un bien largo, bien largo. 167, 2, 9: Levanete, Levante. 169, 2, 14: buscare, buscase. 173, 2, 24: fuerte, muerte. 174, 2, 5: Laudisa, Laudiso. 175, [ ], 16: emtrambas, emtrambos. 187, 2, 9: volcado, bolcado. 196, 2, 8: caminos, camino. 197, 1, 25: pudiera, pudie (sic). 207, 2, 31: mirando, y mirando. 216, 1219 (sic): en mal anda, mal anda. 217, 2, 38: a otro tiempo si respacto, si respecto a otro tiempo. 219, 2, 16: levanta, levantava. 220, 1, 19: yo, y yo. 222, 2, 12: las florestas, florestas. 225, [ ], 17: cavallero, cavalleros. 231, 1, 31: en el herir, en herir. 234, 2, 3: que vuestra, que de vuestra. 10: vida, viva. 235, 1, 3: yendo qual, y yendo como. 9: vivo, vino. 2, 7: entra, entra ya. 12: antes estava, estava antes. 242, 2, 2: entre vosotros, en vosotros. 243, 1, 7: siguiendo con ánimo, con ánimo siguiendo. 247, 2, 2: largo, por largo. 29: lo qual, el qual. 248, 1, 18: con su curso, con curso. 243 (10), 1, 22: que no dormía, no dormía. 2, 25: como dixe, como ya dixe. 260, 1, 18: merece ser, merece sea. 267, 1, 6: los ojos, y los ojos. 275, 2, 16: en paz, en pazes. 277, 2, 2: en esta, en aquesta. 278, 2, 23: mereces, merece. 279, 2, 4: del, de aquél. 282, 1, 29: grave, grave mal. 282, 2, 25: maldiga, maldad. 274 (11), 1, 10: medio, en medio. 287, 2, 3: aguar, aguardar. 296, 2, 27: la relación, relación. 311, 2, 18: prodiosas, prodigiosas. 320, 1, 8: sin por esto, y sin por esto. 2, 25: assí, assí que. 323, 2, 7: sus, tus. 325, 2, 2: será cosa, será impossible. 31: morir antes, morir desesperado. 326, 2, 17: no falta, nos falta. 339, 1, 31: por ya, porque ya. 347, 2, 14: gente al gran joven, que al gran joven la gente. 351, 1, 23: soñando, sonando. 352, 2, 29: conoceréysos, conoceréysla.
 
 
Vi este libro y, con estas erratas, corresponde con su original. Dada en el colegio de la Madre de Dios de los Theólogos, de la misma villa de Alcalá, a primero de setiembre de 1604.
 

El licenciado Murcia de la Llana (12).

 
 
 
 
  
 
Prólogo al lector.
  
AUNQUE el uso común de los escritores es hazer a sus obras prólogos que engrandezcan el estilo y materia que tratan, haziendo con esto atentos y benévolos a los lectores dellas, y después, aparte, escriven para mayor claridad las advertencias que les parecen más necessarias para la claridad y luz de sus historias, con todo, me ha parecido reduzirlo todo a un breve y compendioso discurso que, sin faltar a las obligaciones comunes, acuda a las particulares y, escusando prolixidad y cansancio, pueda el cuerdo y reportado (13) lector hallar passo abierto y camino fácil para no errar en lo que más importare a la obra, en la qual se pueden ofrecer algunas dudas que piden se acuda por su causa a satisfazer a los que con ellas toparen; pues no puede ser menos en obra tan antigua y larga, que la antigüedad la haze escura y su prolixidad menos gustosa.
Lo primero que puede ofrecerse a quien menos profundamente considerare esta obra será dudar el fin y propósito que a hazerla puede aver avido, pues parece que va suelta (14) y sin particular motivo, sino solos discursos poéticos inventados por una ociosa y vaga fantasía invencionera de cuentos y madre de ficciones fabulosas, fundadas sólo en el libre antojo y querer absoluto de su autor. Y no me causaría admiración aya alguno que, a la primera vista, se arroje a juyzio semejante, dado que a los leýdos y versados en el escrutinio de las historias antiguas nada les será nuevo, por ver lo mucho que ay ellas (15).
 
El fin que llevo en toda esta larga historia es tratar la antiquíssima fundación de la Imperial y siempre ilustre y esclarecidaToledo sobre quantas ciudades España goza, donde, desde sus primeros cimientos, tuvo tan buen hado y favorable estrella, que nunca le ha faltado la dichosa suerte de ser cabeça de reyno, y el más antiguo y noble de las Españas (16), pues largos cientos de años antes que hubiesse León, Burgos, Córdova y las otras poblaciones nobles, ya Toledo gozava de su real nobleza, viniéndole de solar conocido sin contradición de nación alguna: que si dexaren los contrarios este parecer los antojos (17) de passión con que miran las cosas de otros reynos, hallaran que en ninguno ay más fundamento ni tan justos títulos de nobleza como los de que Toledo goza, de lo qual dará esta historia larga cuenta a quien con atención cuerda lo mirare.
 
El fin que lleva es tratar de las ilustres casas de toda España, assí de los que con engrandezidos títulos se descubren sobre los demás, como de los que a solas y sin estruendo gozan particular nobleza. Y aunque parezca que no puede aver orden que esto assí sea por aver muchas nobilíssimas casas de príncipes y titulados que no tienen su origen en España, cuyos antepassados vinieron de otros reynos estranjeros y sus nobles hechos los levantó a lo que de aora gozan, con todo esso se verá llanamente ser hijos de nuestra madre España, cuyos renuevos (18) y semilla ilustre en tiempo de Brigo (19) y de otros reyes se derramó por todo el mundo, y donde quiera que llegaron se hizieron señores de todo según su ingenio y condición natural, sobervia y ambiciosa, como lo hemos visto y vemos en nuestros tiempos en el descubrimiento de las Indias y nuevos reynos, de que se han hecho tan señores que aun la vida común apenas han dexado gozar a sus naturales. ¿Quién (sino españoles) fundó a Ingalaterra, Yrlanda, Frigia, Goci, a Francia y la sobervia Roma, como se ve en los autores más graves? (20) ¿De quién han salido los césares y casas ilustres de aquella monarchía? Y si, como se escrive, Francia se fundó y gobernó por Franco (21), sucessor y decendiente de Héctor el Troyano, ¿quién duda que aquella nobleza no sea renuevo y pimpollo (22) de esta fertilíssima cepa, cuyas raýzes oy duran con inmortal vida para dar semejantes frutos? Y siendo de España lo mejor, más fértil y antiguo aquel lucido reyno de Toledo, desde el qual quién duda que, como desde real trono o fuente copiosa de nobleza, salieron los claros arroyos y caudales ríos que fertilizaron hasta lo más escondido y remoto de la tierra, llenándola de lo más estimado y esclarecido que ha avido y ay en todas partes: que si se alegaren césares, los césares son hijos de nuestra común madre; ella produxo los Roldanes, los Oliveros y nobles de la Francia, los engrandezidos ingleses, los nunca bien loados godos cuyo principio se verá aver antes sido de Toledo y su vuelta a España ser sólo a recobrar lo que sus antepassados avían dexado como en depósito para aquellos tiempos (23). Esto baste por aora para lo que toca a declarar el fin que esta obra lleva, pues se verá en el discurso de sus partes (que serán quatro, que están ya acabadas), la verdad averiguada y llana de lo que digo. 
 
El escrivir materia tan grave en poesía no tiene meno dificultad, pues parece (a la primera vista) que perderá mucho de sus quilates, por serle forçoso a quien en verso escriven (24) aver de acudir a las ficciones y fábulas que son el adorno y sombra con que las verdades más claras se cubren y retocan, como dixo Tulio escriviendo en favor de Archio poeta (25). Mas, considerada mejor esta duda, hallaremos que las cosas más graves que ha avido están escritas en poesía. Y dexado aparte lo que los doctores santos escriven del estilo de los profetas (26) , quales fueron David, Job, Jeremías en sus lamentaciones, Salomón, de quien se escrive que compuso tres mil volúmines de versos (27), y abatiendo el buelo a las cosas humanas y sublunares, hallaremos los césares, puestos por Virgilio como hijos de Eneas y descendientes suyos (28). Lucano y Silvio Itálico escriven sus guerras (29), que fueron los que los hizieron famosos, y por estar en aquel estilo no son ellos menos estimados en el mundo. Escrivílo en poesía porque la suavidad y consonancia de los versos aliviasse algo la fatiga y cansancio que el enredo de las historias tan rebueltas podían causar y, al sabor y gusto de la poesía, se passasse (30) lo demás, y también porque mejor se queda en la memoria lo que se escrive en verso que la prosa, por donde vino Túbal, fundador de España después del diluvio (31), a poner en verso las leyes que hizo, mandando que aquéllas, y no otra canción, se usasse hasta saberse aquélla, y también porque las guerras mucho mejor se escriven y suenan en la poesía que en la prosa (32).
 
Las ficciones son hijas (como he dicho) de la poesía, usadas en todos los que en las edades más antiguas fueron poetas, siendo ellos los profundos filósofos, y aventajados, que, por no hazer comunes y manuales los secretos y subtilezas de naturaleza, los encubrieron y reboçaron (33) con las sombras y escuridad, que solos los avisados (34) y sabios las conociessen. Y estando lo más de lo que yo trato escrito por Lemante (35) (de quien diré luego) en verso heroyco, me pareció no sacarlo de sus umbrales sino por los mismos passos seguir lo que me pareció necessario para la conclusión de mi pensamiento.
 
Los encantamentos no son tan nuevos y desusados que no aya tanto tiempo quanto ha que se anegó el mundo (36) que se usan, pues fue Zoroastes no sólo el que los usó, mas quien escrivió primero de ellos (37). Y, según Paulo Rufino (38), aun antes del diluvio avía ya uso de semejante ceguedad, y abuso; quanto más que la esperiencia nos muestra en nuestra España no aver qué dificultar en ello, pues sabemos de relación y trato común de muchos que ay y ha avido muchos tesoros escondidos que sólo han sido hallados por aquellos que saben la arte, usando de ciertas luzes y dicciones y versos con que, rompiéndose las peñas y abriéndose la tierra, se han descubierto riquezas muchas y tesoros increýbles. ¿Con qué otra arte se forjavan aquellas lámparas que llamavan eternas (de que haze mención san Agustín en sus libros de la Ciudad de Dios, y dize averse hallado en sus tiempos) que jamás se acabava su azeyte y siempre ardía hasta que les tocava los rayos del sol (39)? ¿Con qué se quiso hazer eterno e inmortal el nobilíssimo grande de España (cuyo nombre con razón se calla, pues tan sin ella creyó lo que era tan impossible) hallándose, después de algún tiempo que fue puesta su sangre y substancia en el vaso de vidrio, un mediano muchacho que en todo se parecía al muerto, a imitación de lo que Ovidio y Virgilio cuentan de Medea, que bolvía los más caducos viejos a la florida edad de los verdes años? (40)
 
No acabaría en una historia entera de escrivir lo mucho que ay acerca de esto si quisiesse contarlo todo punto por punto. Y no ay que maravillarnos de ésto, pues es el autor el demonio, gran sabio en los secretos naturales, que, ayudado de ellos y de la licencia justa que Dios le da por los pecados de los hombres, haze cosas que pone admiración y asombro a quien las ve o quien las considera. De aquí procedió el familiar trato en los oráculos y respuestas; de aquí las armas encantadas quales fueron las de Achiles, Héctor, Eneas, Agamenón y otros famosos antiguos, y las de Roldán y otros modernos; de aquí hazerles creer la decendencia de los dioses y diosas como principio de sus linages y la translación a los cielos de los que con heroyca virtud se aventajaron a los demás en las armas. Abran los ojos y lean los que de todo (41) se maravillan, que es argumento de saber poco hazer m[i]lagros y dar por sospechoso lo que ellos no alcançan con su tanteo (42). Usamos muchas vezes los poetas de esta suerte de discurso, o por abreviar la obra o por mostrar que es tal, que las fuerças (43) humanas a solas servirán de poco sin la ayuda de quien las tiene más levantadas. Bien veo que el detenerse la vida por el espacio que cada uno sueña (44) y quiere que es impossible y fuera de la juridición de la voluntad del hombre, reservada a sola la de Dios, pero (como diximos del príncipe español mágico) hazíalo el demonio muchas vezes, forçando a creer ser assí por lo mucho que interessava por esta parte y, al tiempo aplaçado (45), sostituýa otra persona de aquella sangre que supliesse y llegasse (46) al cabo la pretensión de quien assí lo avía ordenado.
Lemante, el autor que sigo, fue contemporáneo de Beroso Chaldeo (47), que ellos se citan y aun dize Lemante averle conocido (48). Escrivió las cosas de los syrios y chaldeos y tiénelos por españoles y, aunque añado yo algo a sus escritos, no es lo sustancial de la obra, sino algunos adornos importantes a la misma obra sin alterar lo essencial de ella. San Fulgencio, en su Chronologia, haze mención de cierto libro que truxeron a España los godos, que contenía cosas muy particulares de sucessos futuros y pérdida de estos reynos, de la fundación de ellos y cosas notables, y dize llamarse Elimante, de que haze mención El Tostado en sus Morales declarando las fábulas de Ovidio (49). Y sin duda creo que es este mismo el que, entre otros antiquíssimos manuscriptos, llegaron a mi poder; que quando sola su antigüedad esté por medio, es bastante para darse autoridad a toda mi obra. Aguarde el curioso el fin della, que yo fío echará de ver aver sido un trabajo justo y bien empleado.
La maga Flavisa, que yo introduzgo aquí favoreciendo a los toledanos y españoles, es la misma que puso en la cueva de Toledo (llamada comunmente la cueva de Hércules) aquellos memorables pendones y pinturas que estava dicho por ella averse de perder el reyno por manos de los que en sus vanderas tuviessen aquellas divisas y en sus vestidos el traje africano que allí traýan, como sucedió a la letra. Díganme los curiosos, ¿quién los puso en aquellos cofres?, ¿quién supo tantos años antes lo que avía de suceder?, pues cuando llegaron los godos a España ya hallaron esta tradición en los de la tierra y los cuerdos reyes lo respetaron como oráculo divino, añadiendo cada rey un cerrojo a la puerta de aquella cueva, hasta don Rodrigo, que los quitó todos y abrió puerta a la perdición y ruyna total de estos reynos que duró por tan largos años (50).
 
Y, aunque parezca que va algo escura y desabrida la historia, no luego (51) se desmaye en los principios, pues a la paciencia sola y sufrimiento se promete el fruto sabroso y premio justo. Bien veo que para materia tan alta lleva pobre el atavío y el vestido pobre, pero entonces queda un hombre fuera de obligación quando ha hecho de su parte lo que ha podido. Quien más caudal tuviere, a tiempo está (52), y la materia es tal que en ninguna estará mejor empleado. Vale.
 
 
A LA IMPERIAL
CIUDAD DE TOLEDO Y SU RE-
gimiento (53), Eugenio Martínez.
 
 

Muy ilustre Ayuntamiento:

 
 
No suele dar menos cuydado (54) el buscar la gustosa salida y remate apazible de lo que se compone, que el cuerpo y trabazón de la obra, pues en sólo el dexo (55) consiste el aplauso o poco gusto della, la qual quando por sí merece cortesía, acontece perderla por las manos de quien salió con tan poco asseo, que es poderoso a cubrir el resplandor y lustre que por sí tenía. Y para el amparo en tal sucesso se buscan de ordinario los mecenas, las águilas reales y los escudos famosos (56), a cuya sombra se encubre lo menos gustoso y con cuyo favor se escusan los atrevimientos y descortesías que en contra de los autores se publican por tantas vías. Esto todo me ha sucedido a mí, muy ilustre Ayuntamiento, que desde las primeras letras y aun pensamientos (57) primeros que tuve de sacar a luz las antiquíssimas grandezas de esta nobilíssima ciudad sobre quantas el mundo oy tiene, haziendo mis discursos (58), lo que más desmayo me ponía era la salida que podría dar a cosas tan alejadas de nuestros siglos y que en los passados dexaron tan poca huella, para atinar a puerto que diesse descanso a los que la presente obra leyesse[n] (y fuesse digna que se publicassen), de la ciudad que es la fuente de quanta nobleza ha avido en el mundo (59). Sábese que desde sus primeros cimientos (60) fue cabeça de toda esta península (assí por el famoso río que a ella cerca, como porque toda España es batida, por más de las tres partes, de los mares Océano y Mediterráneo (61)), y siempre fue trono y silla de reyes: assí en su primera fundación (como la presente historia lo cuenta), como después de la gran seca (62) y en tiempo de tantas y tan varias naciones como se apoderaron de la España; que todas eligieron por su alcáçar y descanso esta ciudad insigne, no por ser la más populosa deste imperio ni por estar en la mitad dél, como coraçón suyo, ni por los grandes contratos y mercancías que a ella acuden, assí proprias de la tierra como estrangeras, de las islas y no conocidos mundos; sino por cierta divinidad que en todas sus cosas representa, satisfaciendo y llenando los bazíos de los desseosos más sedientos por ver y gozar cosas grandiosas y raras. Y si me preguntassen qué sea esto y en qué consista, apenas sabré dar satisfación que quadre, porque si assí no fuesse, poco avía que loar grandeza que la rudeza de mi pluma y cortedad de mi ingenio saben difinirla. No quiero valerme en esta parte de la santidad y sobervia (63) de su Iglesia sobre quantas España goza y con más particulares títulos, y tales, que ninguna puede alegarlos (64); que esto para otra sazón se reserva. Ni traigo en mi favor la belleza de sus vegas, fertilidad suya y de sus comarcas, magestad de sus edificios, sobervia de sus muros, fama y riqueza de su contramuro, el insigne Tajo. Ni acudo a los esclarecidos solares de tanta nobleza como oy en sí encierra y tuvo antiguamente, que bastó a llenar el contorno de la tierra fundando tantos reynos como fueron Ingalaterra, Irlanda, Frigia, Paflagonia, Gocia, Francia, y lo que más es; aquella cabeça del mundo, Roma, y todas las otras provincias y monarchías que de éstas se derivaron (65); que de todas es justo reconozcan por fuente y madre a la que sola era digna de produzir tales renuevos, pues ninguna tuvo fuerça ni valor tanto (66). Y díganme los que tanto se precian de las Asturias, montañas y casas antiguas de Vizcaya, Galizia y otras partes, qué otro origen pueden dar más ilustre y noble que éste (67); pues si quieren ser godos, de aquí salieron en la pérdida de España (68), y para el reparo de los de cuenta (69), fabricaron essas casas fuertes, que por origen de sus casas muestran que, a todo tirar, serán de ochocientos años o novecientos, aviendo muchos cientos más que sus antepassados, en compañía de los reyes, gozaron en estos fértiles campos de gloriosos triunfos y victorias con que merecieron la no marchitada gloria de que hasta oy gozan sus hijos, continuada con los importantes y loables hechos que ellos después obraron por sus personas. Ni quiero que haga por mi parte la rara discreción y aviso de los hijos que cría, la hermosura y cortesanía de sus hijas y el pecho afable y nobleza singular de que, assí los unos como los otros, usan y se precian, guardando puríssimo su lenguage para regla y ley del reyno todo: que aunque cada una de estas cosas es poderosa por sí sola para hazer una ciudad esclarecidíssima, y todas ellas juntas levantan tanto de quilates a Toledo, con todo hallan en ella los que la consideran con discreto tanteo, que ay mucho más, y tal, que si se acertasse a dezir, no se merecía estimar tanto. Creo que assí como el cielo es más claro, sereno, apazible y benigno que en todo el reyno, assí particulares influencias de estrellas le aventajan con tan alto modo que si es mucho lo que se ve digno de estima, es más lo que se estima sin que se vea, como cosa celestial y rara.
Y si es mucho de estimar ciudad de tales merecimientos, ¿qué se podrá dezir de los que la goviernan y sustentan en la grandeza que pasma a quien la mira? ¡Dichosíssima ciudad por lo que de tuyo gozas, no menos venturosa por los esclarecidos hijos que te engrandecen y honran! Y yo no de suerte poco invidiada, pues alcançé tiempo que a la luz y resplandor de tanta grandeza, pudiesse abrigar los cortos pensamientos que por tantos años he procurado formar al talle de magestad tanta. Mi fin es tratar la antigua nobleza y antigüedad nobilíssima de esta ciudad y los más valerosos y famosos que de ella salieron, como se verá en la quarta parte (que está ya hecha (70)), donde lo que en las tres primeras parece fabuloso en parte, se echará de ver aver sido historias y sucessos verdaderos de cavalleros ilustres y personas notables, assí de éste como de otros muchos reynos.
 Sólo suplico V.S. reciba mi buen desseo y no mire a las groseras telas en que embuelvo magestad tanta, que por lo menos servirá de poner codicia a los aventaxadíssimos ingenios que esta nuestra común madre cría, para que con la mayor luz que tienen deshagan las tinieblas y escuridad de estas grandezas y procuraren passar adelante en favor de quien tanto merece. Y assí mesmo, haziéndoseme a mí merced de recebir en su amparo y sombra mis pequeños trabajos, estoy cierto serán mirados con más respecto por deverse al merecimiento de V.S., a quien suplico se satisfaga de la voluntad que a esto me mueve y al interés que saco de su V.S. (71), quien saca en sus braços a luz esta huérfana hija de mis pensamientos; que no será pequeña paga de mis trabajos no ofenderse V.S. de mi atrevimiento. Cuyas personas y estados nuestro Señor &c.
 
 
 
Del autor a su obra.
Soneto (72).
 
Andad, libro, y poned vuestra baxeza
en las manos de aquéllos en quien fío,
que quanto mal lleváys del poder mío,
tanto bien sacaréys de su grandeza.
 
Quisiéraos dar de estilo más alteza,
por conocer que el vuestro es corto y frío;
mas contentaos, que en este tal desvío,
quien mal compuso bien os endereza.
 
Y advertid más, en estos trances tales,
si amor no me disculpa, que yo he sido,
por mirar vuestro bien, el perdidoso,
 
pues alca[n]çamos suertes desiguales:
que yo ganaré nombre de atrevido
y vos le ganaréys de muy dichoso.
 
 
De doña Lucía de Guzmán y Toledo (73) al autor.
SONETO.
 
¿Quál te engrandezca más y más te ilustre?
¿El premer fundador de tu edificio
o el estilo gallardo y artificio
con que Eugenio Martínez te hace ilustre?
 
¡O ínclita ciudad, de España el lustre!
A resolver no alcança mi juÿzio:
éste te funda, estotro te da el quizio (74)
con que el tiempo tu nombre no deslustre.
 
Si el fundador principio es de tu gloria,
Eugenio immortal haze tu grandeza.
El fundador te puso en edad tierna,
 
Eugenio perpetúa tu memoria.
El fundador origen dio a tu alteza
y el gran Eugenio la haze sempiterna.
 
 
A la ciudad de Toledo y su historiador,
el complutense Damelo (75).
 Soneto.
 
Si fue por Belo (76) Babylonia honrada,
el Cayro egipcio por su Memphis recta (77),
Treberis en la Francia por Trebeta (78),
Damasco por Abraham tan celebrada (79).
 
Si Athenas por Minerva fue estimada (80),
Hierusalem por ser del real propheta (81),
la Prusia por la gente massageta (82),
qual Roma por la mitra apostolada:
 
Belos, Memphis, Trebetas, Abrahanes,
Minervas, reyes, gentes y pastores
 Toledo tiene si a su Apolo (83) miran;
 
treze concilios (84), fuertes capitanes,
sin número prelados y doctores;
Eugenio, Alfonso y Julián lo digan. (85)
 
 
De Bartolomé Ordóñez (86) al autor.
Soneto.
 
Si os llamo porque os vi cantar armado
de ingenios Marte, vuestro nombre acierto:
máquina, adorno, propriedad, concierto (87),
la conduta de todos os han dado.
 
Quantos muertos avéys desenterrado
en la zanja immortal que avéys abierto
desde Toledo a Troya (88), estad muy cierto
que tantos han por vos resucitado.
 
Pues aquél que a los otros resucita,
¿cómo puede morir, que es más que hombre
y por esto compuesto de immortales?
 
De ingenio y Marte se compone el nombre
vuestro (Eugenio Martínez), porque imita
al hecho y a los dos vuestros annales.
 
 
CANTO I
 
 
 

 

 NOTAS:

 

(1) discreto: de 'discernir', "vale vulgarmente distinguir una cosa de otra y hacer juicio dellas; de aquí se dijo 'discreto', el hombre cuerdo y de buen seso, que sabe ponderar las cosas y dar a cada una su lugar" (Cov.). Aut. añade: "se llama también al que es agudo y eloqüente, que discurre bien en lo que habla o escribe".

 

 

(2) Los ejemplares que conservan la portada presentan dos estados en este caso. BNM7 lee 'primera parte', con letras minúsculas. Julián Martín Abad señala tres estados de la portada añadiendo al anterior uno más, que se caracteriza por no llevar ninguna indicación que señale que estamos ante la primera parte (Julián Martín Abad, La imprenta en Alcalá de Henares (1601-1700), Madrid, Arco/Libros, 1999, vol I, pp. 133-135). En los ejemplares que nosotros hemos cotejado (la inmensa mayoría, vid. el capítulo dedicado a los problemas textuales), no se halla ningún caso de este tercer estado, que sí hemos constatado, no obstante, en la reproducción que de la portada incluye Vindel en su manual (vid. Francisco Vindel, Manual gráfico-descriptivo del bibliófilo hispanoamericano (1475-1850), Madrid, Imprenta Góngora, 1930-1934, 12 vols., vol. V, p. 279, nº. 1626).

 

(3) Se refiere aquí a la pragmática que regulaba la impresión de libros y que, promulgada en Valladolid el 7 de septiembre de 1558, fue "modificada en sentido restrictivo por disposiciones posteriores", y "en sus elementos esenciales estuvo en vigor hasta la caída del antiguo régimen". (Vid. Jaime Moll: "Problemas bibliográficos del libro del Siglo de Oro", BRAE, LIX, 1979, pp. 49-107).

 

(4) tenor: "constitución u orden firme y estable de alguna cosa" (Aut.).

 

(5) La firma de Juan de Amezqueta figura también en El viaje entretenido de Agustín de Rojas, con fecha de junio de 1603, y en la primera parte del Quijote, por citar sólo dos ejemplos.

 

(6) Tomás Gracián Dantisco: Hijo del humanista Diego Gracián de Alderete y hermano del escritor Lucas Gracián Dantisco, autor de Galeoto español. Nació en Valladolid, en 1558. Fue secretario de lenguas de Felipe III, y escribió un tratado sobre el arte de escribir cartas. "Los nombres de Diego, Lucas y Tomás [Gracián] figuran a menudo al pie de las aprobaciones, a veces con algún comentario o nota aclaratoria, significativa (...) para aquilatar su actitud hacia las letras, sus gustos y su cultura." (Margherita Morreale, edición de Lucas Gracián Dantisco, Galeoto español, Madrid, C.S.I.C., 1968, p.11). Es recordado por Cervantes en el "Canto de Calíope" de La Galatea y en el Viaje del Parnaso (VII, vv. 226 y sgtes.). Fue censor de El peregrino en su patria, de Lope de Vega, y recibió el elogio y la amistad de éste.

 

(7) La Tassa no figura en el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid que copiamos (BNM1). Transcribo aquí la de BNM4 que, a su vez, sustituye a la que traen algunos ejemplares y que contiene, además de un error en el cálculo de los maravedís, algunas variantes. Para facilitar el cotejo de esas diferencias, incluyo a continuación la tassa errónea, procedente del ejemplar BNM5: "TASSA" / Yo, Alonso Vallejo, escrivano de Cámara del rey nuestro señor, doy fe que, aviéndose visto por los señores dél un libro intitulado Genealogía de la toledana discreta, que compuso Eugenio Martínez, natural de la ciudad de Toledo, que con su licencia fue impresso, le tassaron a tres maravedís cada pliego. El qual tiene noventa y nueve pliegos, que, al dicho respecto, suma y monta docientos y noventa maravedís en papel. Y mandaron que al dicho precio se pueda vender y venda, y no a más, y que esta tassa se ponga al principio de cada volumen del dicho libro, para que se sepa y entienda lo que por ella se ha de llevar. Y para que dello conste, de mandamiento de los dichos señores del Consejo y pedimiento del dicho Eugenio Martínez, di esta Fe en la ciudad de Valladolid, a treze días del mes de Octubre. 1604. años. / Alonso Vallejo". Destaco en negrita las variantes más significativas que existen entre los dos estados de la tassa, sin tener en cuenta algunas comas dispuestas en lugares diferentes ni erratas de composición de palabras, como 'escriuano', que figura como 'escriuauo', 'uender' como 'ueuder' o una 'l' colocada al revés. No anoto en adelante ninguna de las variantes de la "tassa", para las cuales remito al lector a esta nota.

 

(8) La irregular edición ante la que nos encontramos hace que este precepto no se cumpla siempre, ya que un buen número de los ejemplares conservados vio la luz sin este documento, como ya se ha dicho en la nota anterior. Para lo referente a los distintos estados de la tasa, vid. el capítulo dedicado a los problemas textuales.

 

(9) La errata que aquí se señala con la referencia 56, 1, 31, se encuentra realmente en 55, 2, 31. Esto, unido a las muchas erratas que no son detectadas, nos da una idea de la escasa validez del presente documento, que no era más que un trámite que había de seguir el impresor, presentando el texto impreso al Consejo para que certificara su adecuación al original y consignara, de paso, las erratas detectadas. Parece evidente que este cotejo se realizaba someramente. (Vid. Jaime Moll, op. cit.). Más adelante, he incluido unos corchetes vacíos en los lugares que no contienen información o cuya lectura es muy dificultosa. Anoto también los errores más significativos de este documento.

 

(10) Uno de los errores de foliación que contiene el texto afecta precisamente a este número que, en realidad, se corresponde con el 250. El corrector ha pasado por alto esta deficiencia a la hora de corregir el texto.

 

(11) El error de numeración es ahora obra del propio Murcia de la Llana, pues el texto conserva aquí su foliación correcta. En realidad, esta errata se localiza en el folio 284, con la misma referencia de lado y verso.

 

(12) Francisco Murcia de la Llana fue médico y corrector de su majestad. Murió en 1639. Su firma figura en el Quijote de 1605, cuya 'fe de erratas' está fechada "en primero de diciembre de 1604 años", en el mismo Colegio de la Madre de Dios de los Teólogos. Avalle Arce dice que "no era ninguna garantía de corrección" (ed. de Cervantes, Persiles, Madrid, Castalia, 1978. p. 38, n. 2). De manera semejante se expresan Florencio Sevilla y Antonio Rey, quienes afirman que "se popularizó por el desaliño con que desempeñaba su cargo" (ed. de Cervantes, Teatro completo, Barcelona, Planeta, 1987, p. 6, n. 2). La toledana discreta es un ejemplo paradigmático de este mal hacer.

 

(13) reportado: "el hombre de buen seso" (Cov.). Aut. apostilla a su vez que es "el hombre templado, moderado en sus acciones y costumbres".

 

(14) suelta: "la que no está atada" (Cov.). Martínez parece referirse aquí a que la obra puede dar sensación de estar desordenada o falta de ilación; que no están bien trabadas sus partes.

 

(15) Ningún ejemplar corrige esta errata que, tal vez, habría que enmendar añadiendo la preposición de: "por ver lo mucho que ay de ellas".

 

(16) Esta afirmación (que parece dictada por la pasión del autor por su tierra) no deja de tener un alto grado de realidad en los tiempos en los que escribe Martínez, pues es sabido que Toledo fue la corte visigoda; se convirtió posteriormente en capital de uno de los muchos reinos de taifas en época musulmana; recibió, como sede de la corte, el título de ciudad imperial, de manos de Alfonso VI, tras la reconquista, en 1085; gozó de preponderancia en Castilla durante toda la Edad Media y, finalmente, fue cabeza del reino hasta los tiempos de Felipe II. Cuando Martínez redacta este prólogo, Toledo lleva poco tiempo sin ser capital. Para más información sobre este tema vid. Antonio Martín Gamero, Historia de la ciudad de Toledo, sus claros varones y monumentos, Toledo, Imprenta de Severiano López Fando, 1862, ed. facsímil en Toledo, Editorial Zocodover, 1979. El propio Gamero afirma que "nuestra ciudad presidió a las de la nación en todos sentidos hasta Felipe II" (p. 69).

 

(17) Como ocurre en la nota 13, falta aquí una preposición, pues lo más correcto parece que sería: "dexaren los contrarios a este parecer los antojos..." En el texto, por error, se transcribe antotojos. Rectifico esta errata no contenida en el testimonio de Murcia de la Llana. Antojos: "los espejuelos que se ponen delante de la vista para alargarla a los que la tienen corta" (Cov.).

 

(18) renuevo: "El vástago que echa el árbol, después de podado u cortado" (Aut.). La metáfora enlaza con otro juego similar en la nota 22.

 

(19) Pedro de Alcocer menciona a este rey Brigo como heredero de Túbal, de quien, al parecer, fue bisnieto: "Al qual [Túbal] succedió su hijo Ybero (...) que reynó 37 años, y sucedió en su lugar su fijo Iubalda, que reynó 64 años. Y luego, su hijo Brigo, por quien dizen que tomaron nombre muchos lugares que, en su tiempo, en España se poblaron, añadido el nombre de su fundador o governador, assí como la Cóbriga (sic), Miróbriga, Augustóbriga y otros muchos. Y, aviendo tenido Brigo el señorío de España 52 años, murió." (Pedro de Alcocer: Hystoria o descripción de la Imperial Cibdad de Toledo. Toledo, Juan Ferrer, 1554, ed. facsímil en Toledo, I.P.I.E.T., 1973, fol. IIII vto. He actualizado la puntuación y la acentuación). Las apreciaciones etimológicas que aventura Alcocer forman parte de su fantasía y de la fuente que sigue (Beroso Caldeo), según demuestra Rafael Lapesa: "Muchas ciudades fundadas por los celtas tienen nombres guerreros, compuestos con briga 'fortaleza' o sego, segi 'victoria'." (Lapesa, p. 19. La cursiva es mía). Entre otras, Lapesa cita, precisamente, Miróbriga (Ciudad Rodrigo) y Lacóbriga (Carrión).

 

(20) Este discurso patriótico predomina en todo el prólogo y, como se ve, pretende demostrar que España es el origen de todo el mundo antiguo. En el texto se verá que los principales protagonistas, procedentes de la estirpe de Héctor el troyano, fueron originarios de Toledo. Parece claro que, con estas afirmaciones, el autor nos va metiendo en la dinámica propia del poema, en el que se mezcla la realidad con la ficción, con claro predominio de esta última. Goci, es Gocia o Gotland, una isla sueca situada en el Báltico, a unos setenta kilómetros de la costa de Suecia. Frigia, región del Asia Menor en la que se sitúa la ciudad de Troya. No hemos hallado a esos autores tan graves de los que habla Martínez.

 

(21) Franco fue hijo de Héctor el troyano, y de él la leyenda ha hecho descender a todos los reyes francos. Se explica así, también, la gran fama de que gozó Héctor en la Edad Media, que le llevó a ser considerado uno de los Nueve Pares, prototipos de valor y esfuerzo en la historia antigua y en los primeros tiempos de la Edad Moderna. La leyenda de Franco (o Franción) y de la fundación de Francia se narra en el poema épico de Pierre de Ronsard (1524-1585), La Francíada (1572), siguiendo a Virgilio, en un tono fabuloso y fantástico.

 

(22) pimpollo: "las puntas del renuevo del árbol" (Cov.). Vid. la nota 18.

 

(23) Continúa el mismo tono de exaltación patriótica, concentrado ahora de forma especial en Toledo. Por supuesto, mo hay constancia de que los héroes épicos franceses procedan de España, del mismo modo que tampoco tienen nada que ver con ella los ingleses, ni los godos se originaron en Toledo. Es sabido, por otro lado, que añgún césar sí fue español. Con este planteamiento, Martínez produce una confusión entre la realidad histórica (claramente manipulada desde este prólogo) y la ficción novelesca que da pábulo al poema, dotando a éste de una coherencia propiciada por la creación de ese clima historicista que imprime con este tipi de afirmaciones.

 

(24) Error de concordancia. Tal vez lo más correcto sería "a quien en verso escrive".

 

(25) Se trata del Discurso en defensa de Aulo Licinio Arquías, de Cicerón, donde leemos que "todos los libros, todas las sentencias de los sabios, los ejemplos de la antigüedad, todos ellos estarían sumidos en las tinieblas, si no viniesen las bellas letras a sacarlos de la oscuridad". (Marco Tulio Cicerón, Discursos políticos y forenses, traducción, prólogo y notas de Agustín Blánquez, Barcelona, Ed. Iberia, 1981, p. 119). Vemos en la cita la referencia al ornato y difusión que la literatura aporta a las "grandes verdades". El discurso citado aquí por Martínez está entre los más divulgados de Cicerón. También lo cita, por ejemplo, Don Juan Manuel en el Libro infinido, para justificar, igualmente, lo valioso de dedicarse al oficio de las letras.

 

(26) Acerca de o sobre el estilo de los profetas.

 

( 27) Apoya Martínez su poema en la autoridad de otros muchos que escribieron en verso. Aquí cita a personajes bíblicos a quienes se atribuye la composición de libros poéticos: David es, tradicionalmente, uno de los autores de los Salmos; Jeremías, de las Lamentaciones y Salomón, del Cantar de los Cantares entre otros. Los tres libros están compuestos en verso lírico. En cuanto al Libro de Job, su redacción es también en verso, a excepción del prólogo y el epílogo, que son en prosa. En cualquier caso, de los citados sólo fueron profetas David y Jeremías. Salomón escribió, como se ha dicho, otros libros bíblicos (Eclesiastés, Proverbios, etc.) y se le atribuyen también varios libros apócrifos, pero sin duda, el número de tres mil es hiperbólico.

 

(28) Sabido es que la Eneida trata de la fundación de Roma por los descendientes de Eneas, héroe troyano que llevó allí a los dioses de su patria. En el poema de Virgilio se plantea así la procedencia troyana de los césares, descendientes de Julo (sobrenombre de Ascanio, hijo de Eneas, a su vez hijo de Anquises y Venus, lo que emparenta a los emperadores romanos con los dioses). Vid. Eneida, I, 257-296.

 

(29) Lucano y Silvio Itálico son escritores latinos del siglo I, famosos por sus epopeyas, que siguen, en cierto modo a la Eneida de Virgilio. M. Anneus Lucanus (m. en 65), sobrino de Séneca, escribió la Pharsalia, en diez libros, donde relata la guerra civil entre Pompeyo y César, tomando como héroe al primero. Silius Italicus (m. hacia el 101), fue autor de los diecisiete libros de las Punica, sobre las guerras contra Aníbal, donde sigue básicamente a Tito Livio.

 

(30) passar: "vale assimismo sufrir, tolerar o padecer" (Aut.). A pesar de su construcción pronominal, parece evidente que aquí ha de tomarse el verbo pasar en este significado de 'tolerar', 'consentir'. Es uno de los muchos casos de captatio benevolentiae que aparecen en el libro.

 

(31) Según Alcocer (op. cit.), que dice seguir a Beroso, Túbal "fue quinto hijo de Iaphet, hijo 3 de Noé", y llegó a España "a 143 años del diluvio, que fue 2166 años antes del advenimiento de Christo, según la menor cuenta" (Alcocer, op. cit., fol. III vto.). Añade Alcocer que en España se "asentó primero en la provincia de Cataluña (según se cree), no lexos del río Ebro, a donde dizen que reynó 155 años". La Biblia certifica la estirpe de Túbal: "Hijos de Jafet fueron Gomer, Magog, Madai, Javán, Túbal, Mosoc y Tiras" (Gen, 10, 2), pero no vuelve a hablar de él, si bien constata que de la descendencia de Noé "se dividieron los pueblos de la tierra después del diluvio". (Gen, 10, 32). En nota, los editores Nacar y Colunga afirman que "esta clasificación etnográfica [la del capítulo diez del Génesis] no es científica, y por eso las familias de pueblos se barajan con cierta libertad" (Sagrada Biblia, edición de Nacar y Colunga, Madrid, B.A.C, 1973, p. 1562).

 

(32) Esta opinión de Martínez se puede apoyar en una ojeada fugaz a la historia literaria anterior. En verso están escritos los grandes poemas épicos de la antigüedad (Homero, Virgilio...), y de la Edad Media (Poema del Cid, Chanson de Roland...). En verso se escriben, también, las primeras novelas de tema caballeresco y, por tanto, bélico (Chrétien de Troyes y gran parte de la tradición artúrica de los siglos XII y XIII). No obstante, Julio César o Tito Livio (por citar sólo a dos autores importantes), escribieron sobre las guerras en prosa.

 

(33) reboçar: 'rebozar o arrebozar', "metaphóricamente, encubrir, ocultar con dissimulo y artificio engañoso alguna cosa, disfrazarla para que tan fácilmente no se conozca" (Aut.).

 

(34) avisado: "vale también advertido, discreto, sabio y capaz" (Aut.). Cov. dice, a su vez, que "el avisado es de profundo entendimiento, y cala las cosas".

 

(35) Lemante es una invención de Martínez en la línea de los libros de caballerías, que atribuían sus historias a sabios antiguos, generalmente griegos u orientales. Como se verá más adelante, nuestro autor hace a Lemante contemporáneo de Beroso Caldeo, con lo que parece acercarlo más a la realidad. Sobre Lemante, vid., en el estudio preliminar, los capítulos dedicados al narrador y a las cuestiones estructurales y, además, infra, nota 47.

 

(36) Es una clara alusión al diluvio bíblico, punto de referencia para la fundación de España por Túbal, descendiente de Noé, según Martínez y sus fuentes. Vid. supra, notas 19 y 31.

 

(37) Cfr.: "...de los hechiceros, nigrománticos y encantadores, que no son menos pestilenciales y perjudiciales al género humano (...), entre los cuales los más nombrados fueron Zoroastes, Lucio Apuleyo y Apolonio Tianeo". (Antonio de Torquemada: Jardín de flores curiosas, ed. de Giovanni Allegra, Madrid, Ed. Castalia, 1983, p. 323). En nota a pie de página, Allegra dice que "la tradición sobre Zoroastro, maestro e iniciador del arte mágica, es de antigua raigambre clásica", y remite a Plinio en su Naturalis Historia, XXX, 25-26 (ibídem).

 

(38) No hemos podido documentar a este Paulo Rufino quien, al parecer, escribió sobre encantamientos.

 

(39) Posiblemente se refiera a unas lámparas perpetuas que lucían sin necesidad de cuidado en los templos de algunas divinidades paganas. Al parecer se alimentaban de un líquido inconsumible y, al ser abierto el recinto en el que se hallaban, se apagaban, sin duda al contacto con el aire exterior.

 

(40) No hemos podido localizar al noble nigromante al que alude Martínez. En cuanto a Medea, su fama de hechicera le viene dada por el rejuvenecimiento de Esón, su suegro, padre de Jasón, a quien hizo recobrar sus años jóvenes tras sacarle toda la sangre y poner en su lugar una serie de líquidos mágicos con los que obró el prodigio. El relato de este episodio mitológico aparece recogido en las Metamorfosis de Ovidio, libro VII, vv. 159-296 (vid . Ovidio, Metamorfosis, introducción y notas de Antonio Ramírez Verger. traducción de Antonio Ramírez Verger y Fernando Navarro Antolín, Madrid, Alianza Editorial, 1995, pp. 217-221).

 

(41) En el original se lee 'todos', lo que parece una clara errata que rompe la concordancia.

 

(42) tanteo: " metaphóricamente significa el juicio prudente o regulación cuerda que se hace en alguna materia, para que salga a medida y como se desea" (Aut.).

 

(43) En el cambio de página se observa una variante interesante, que sustituye la ç por una z, de manera que a la lectura que recojo ('fuerças'), se correspondería su variante fonética 'fuerzas'.

 

(44) La lectura del original nos ofrece 'suena', pero parece evidente que el autor quiso escribir 'sueña'.

 

(45) aplaçado: 'aplazado', "citado, llamado, convocado para tiempo y lugar determinado" (Aut.). En este caso está claro que se refiere a un momento posterior, tras un plazo arbitrado.

 

(46) llegar: "significa también alcanzar o tocar el término o blanco señalado física o moralmente" (Aut.).

 

(47) Beroso Chaldeo: historiador y sacerdote babilónico del siglo III a. C. Es una de las fuentes principales de los antiguos historiadores de Toledo (Alcocer, Conde de Mora, etc.). Vid. "Aspectos estructurales".

 

(48) Nada podemos decir de la supuesta relación de Lemante con Beroso, pues ya se dejó dicho arriba que aquél es una invención de Martínez (vid. nota 35). Se confirma aún más este extremo en el hecho de que ninguno de los cronistas que dicen apoyarse en Beroso menciona jamás al tal Lemante. El tono fabuloso de las afirmaciones que van adquiriendo las palabras de Martínez a continuación subraya todo lo dicho acerca del autor al que dice seguir.

 

(49) No hemos encontrado entre las obras de San Fulgencio de Ruspe (Cartago, c. 463-533) ninguna que lleve el título de Chronología. Tampoco San Fulgencio de Écija (+658) escribió, al parecer, nada con ese título, si bien fue contemporáneo de los visigodos y obtuvo la amistad y favores de Recaredo. No sabemos de ningún otro santo del mismo nombre que pueda ser el autor del libro que cita Martínez. Por su parte, Alonso Tostado (Madrigal de la Sierra, Ávila, principios del XV-1455) fue un escritor y religioso español, obispo de Ávila y autor de una extensa obra de contenido básicamente escriturístico. Tampoco hay constancia en ella de las afirmaciones de Martínez.

 

(50) La leyenda toledana de la cueva de Hércules y el Palacio Encantado, pretende explicar las causas de la entrada de los árabes a España y la pérdida de ésta por don Rodrigo. Cuenta que Hércules construyó un palacio en Toledo, en el que encerró una terrible profecía que vaticinaba la invasión de España por extranjeros. Cerró el palacio con un candado y ordenó que todos los que le sucedieran en el trono toledano hicieran lo propio, colocando cada uno un nuevo candado. Todos cumplieron esta ley hasta la llegada de don Rodrigo, el último godo, quien, picado por la curiosidad, traspasó el umbral del palacio tras forzar todos los candados que lo cerraban. Dentro, una atmósfera de terror se completaba con inscripciones que anunciaban grandes males al osado rey que había violado la tradición. En la última sala, un pequeño cofre contenía una tela, en la que estaban representados infinidad de árabes, y un texto que proclamaba que, cuando se encontrara esa tela, guerreros vestidos y armados como los del dibujo penetrarían en España y la dominarían. Se cumplía así la profecía de Hércules, y en el lugar donde estuvo el palacio, una amplia sima quedó abierta, a la que se dio el nombre de Cueva de Hércules. Una versión romántica de la leyenda se puede encontrar en Eugenio de Olavarría: Tradiciones de Toledo, Madrid, 1880, edición facsímil en Toledo, Editorial Zocodover, 1980, pp. 29-44.

La tradición del Palacio Encantado y de la Cueva de Hércules está documentada desde las crónicas medievales posteriores a la invasión de España por los árabes: "No será hasta el siglo IX, cuando un autor no español, el egipcio Ben Abdelhaken, muerto en 871, introduce el episodio (...), y hasta el 1240 no lo harán los autores cristianos, siendo el iniciador el Toledano, que lo copia de Rasis". (Fernando Ruiz de la Puerta: La cueva de Hércules y el Palacio encantado de Toledo, Madrid, Editora Nacional, 1977, p. 17. Ruiz de la Puerta recoge multitud de documentos que reflejan la leyenda mezclada con aspectos reales, y hace un exhaustivo estudio del tema). Por supuesto, la maga Flavisa no tiene nada que ver con la historia legendaria de la pérdida de España; forma parte de la ficción disfrazada de realidad que ha imaginado Martínez.

 

(51) luego: "al instante, sin dilación, prontamente" (Aut.).

 

(52) Esta frase es similar a la que incluye Cervantes al final de la primera parte del Quijote, tomada del Orlando furioso de Ludovico Ariosto: "forse altri canterà con miglior plettro" (XXX, estrofa 16, "quizá otro cantará con mejor plectro", en la traducción de Jerónimo de Urrea. Vid. Ariosto, Orlando furioso, edición y notas de Francisco José Alcántara, Barcelona, Planeta, 1988, p. 513). En cualquier caso, parece una invitación a continuar la obra que él ha empezado.

 

(53) regimiento: "se toma assimismo por el conjunto o cuerpo de regidores, en su concejo o ayuntamiento, de cada ciudad, villa o lugar" (Aut.).

 

(54) cuidado: "rezelo y temor de lo que puede sobrevenir" (Aut.).

 

(55) dexo: 'dejo', "el fin con que alguna cosa acaba y se deja en cuanto a los sabores. Lo último que queda de la cosa que se ha gustado llamamos dejo: buen dejo o mal dejo" (Cov.). Por su parte, Aut. lo define de la siguiente manera: "metaphóricamente se toma por el bueno o mal efecto que queda de alguna passión del ánimo, como de la virtud o el vicio". Sin duda, Martínez lo emplea aquí en sentido metafórico, aunque no exactamente como lo define Aut., sino más bien tomando para ello el significado recto que nos ofrece Covarrubias.

 

(56) Se refiere aquí Martínez a los blasones de la nobleza, como sinécdoque de los nobles protectores de las artes.

 

(57) Mantengo las cursivas en esta frase para indicar que, en algunos ejemplares (entre ellos el BNM1 que nos sirve de base), se encuentra redactada con abreviaturas, mientras que otros han desarrollado éstas plenamente, produciendo dos estados, como será habitual en todas las variantes del libro. Aquí, leen de manera distinta, entre otros, BPT1 y BNM3. Vid. el capítulo dedicado a los problemas textuales.

 

(58) discurso: "vale también reflexión sobre algunos principios y conjeturas, y sospecha o imaginación que se forma en virtud de ellas sobre alguna cosa" (Aut.).

 

(59) Las cursivas obedecen al mismo motivo que en la nota 57.

 

(60) Ocurre aquí lo mismo que en la nota anterior, pero en este caso la variante es más significativa, pues a la lectura que ofrecemos se opone la siguiente: "sabese que desde sus cimientos".

 

(61) Hay un deseo de asimilar el aspecto físico de Toledo (península en medio de la hoz del Tajo), con el de España o, más bien, con el de toda la península ibérica. Se razona así el hecho de que Toledo haya sido siempre "cabeça de toda esta península". Sobre este último aspecto ver la nota 16 en el prólogo al lector.

 

(62) seca: "el temporal en que no llueve, tomando la causa por el efecto, que es secar y esterilizar la tierra" (Aut). Tal vez se refiera Martínez a la sequía posterior al diluvio.

 

(63) sobervia: 'soberbia', "se toma también por el excesso en la magnificencia, sumptuosidad o pompa, especialmente hablando de los edificios" (Aut.).

 

(64) Desde antiguo, la iglesia toledana (representada en la catedral) ostentó el título de 'primada', aun antes de existir con su actual edificio. Así lo atestigua Alcocer: "...los quales [los reyes godos] la yllustraro [sic], ensalçaron y engrandeciero [sic] mucho, assí como yglesia Metrópolis y primada de las Españas..." (Pedro de Alcocer, op. cit., fol. XCVIII vto.).

 

(65) En el otro estado de este cuadernillo se lee, por error, "se edrivaron" (BPT1, por ejemplo).

 

(66) Para estas hiperbólicas fundaciones toledanas, vid. las notas 20 y 23, en el prólogo al lector.

 

(67) El otro estado de este cuadernillo lee: "ilustre y noble que aqueste" (BPT1, BNM3, vgr.).

 

(68) Alude al episodio de la pérdida de España, relacionado con las leyendas del Palacio Encantado de Toledo y la Cueva de Hércules, a las que nos hemos referido arriba, en la nota XYZ del prólogo. El quiebro que hace Martínez puede llevar a pensar que los godos eran originarios de Toledo. Sigue el mismo tono señalado en la nota 66.

 

(69) reparo: "qualquiera cosa que se pone por defensa o resguardo" (Aut.). Los de cuenta: "gente o persona de cuenta, es lo mismo que gente o sujeto de distinción, suposición, grado o autoridad" (Aut.). Las casas fuertes fueron fabricadas para defensa de los grandes del reino, en los lugares citados. Así, las casas solariegas de Asturias, Vizcaya o Galicia fueron fundadas por los godos, según Martínez, lo mismo que toledanos.

 

(70) No hay ninguna constancia documental de que Eugenio Martínez escribiera continuación alguna de La toledana discreta. Sobre este tema ver el capítulo "Aspectos estructurales", en el estudio preliminar.

 

(71) Parece que lo más correcto sería suprimir el pronombre 'su', para una mejor comprensión de la frase.

 

(72) Este soneto está en la línea de la captatio benevolentiae, frecuentemente usada por Martínez en el poema. Es evidente que el autor defiende que su libro saldrá ganando por quedar bajo la protección del mecenas al que va dedicado, "la Imperial Ciudad de Toledo y su regimiento", a pesar de la pobreza que, a su juicio, tiene en cuanto al estilo.

 

(73) Simón Díaz recoge el nombre de esta dama como autora de este soneto, pero no le atribuye ninguna otra obra.

 

(74) quicio: "se llama metaphóricamente qualquier cosa en que se afianza, mantiene, assegura u de que depende otra" (Aut.).

 

(75) Como ocurre con la autora del anterior soneto, Damelo figura en la bibliografía de José Simón Díaz, exclusivamente como autor del presente texto.

 

(76) Belo: Fue un rey fabuloso de Asiria, de época muy remota, que, según la leyenda, fundó Babilonia y la habitó y embelleció con obras grandiosas. En época grecorromana se le considera también una divinidad. Con el nombre de Belo se conoce, también, al dios supremo del panteón babilónico.

 

(77) El antiguo esplendor egipcio crece, de forma especial, en torno a la ciudad de Menfis, posteriormente destruida y aprovechada, en parte, para construir con sus piedras El Cairo, símbolo del Egipto posterior.

 

(78) No existe en Francia ninguna ciudad con este nombre ni tenemos constancia de ningún personaje llamado Trebeta. Lugares franceses de nombre parecido son Trèbes, Tréveray y Trévérec. Tréveris es una ciudad alemana que permaneció bajo el dominio de los francos desde el 870, formando parte del Imperio Oriental Franco. Su historia fluctúa en torno a su pertenencia a Francia y a Alemania, básicamente. Su fundación se atribuye a un hijo de Nino (a su vez hijo de Belo). Ya había poblamientos antes de Roma. Hoy se sitúa en Prusia.

 

(79) La única relación que podemos establecer entre Damasco y Abraham se encuentra en el hecho de que éste emigró, por mandato de Yavé, a la tierra de Canaan, en la antigua Palestina, donde se ubicaba la ciudad de Damasco.

 

(80) Como es sabido, Minerva es la diosa romana que adquiere los atributos de la Atenea griega. En este sentido, hemos de entender aquí que se refiere a esta última, considerada por los atenienses como protectora de Atenas, y a quien dedicaron un templo, el Partenón. Era la diosa de la guerra y protectora de las artes y el saber.

 

(81) El real profeta es David, rey de Israel (s. XI a. C.), quien conquistó Jerusalén y la hizo capital de su reino.

 

(82) No existe ninguna relación entre los masagetas (tribu de la Escitia asiática) y Prusia, estado alemán. Sin duda hay una errata en este verso que confunde Prusia con Persia, pues esta última región del Asia antigua sí tiene relación con los masagetas, quienes derrotaron a las tropas de Ciro II el Grande, a las que se enfrentaron para evitar su expulsión de los territorios que ocupaban, al nordeste de Irán. Esta campaña bélica supuso la muerte de Ciro II, en el año 529 a. C.

 

(83) No existe ninguna relación entre Toledo y Apolo, por lo que hemos de entender aquí la presencia del dios con un sentido metafórico, tal vez para aludir a la luz (Apolo, como es sabido, se asociaba con el Sol), a la brillantez o luminosidad de la ciudad, motivada por su antigua historia.

 

(84) El número de los concilios que la iglesia celebró en Toledo es discutido por los historiadores. Fernando Jiménez de Gregorio afirma que "los concilios documentados son diecisiete, unos universales o generales (también llamados nacionales) y otros provinciales" (Fernando Jiménez de Gregorio, Los pueblos de la provincia de Toledo hasta finalizar el siglo XVIII (población, sociedad, economía, historia). Tomo V. Toledo. Toledo, Diputación Provincial, 1986, p. 108). Por su parte, Antonio Martín Gamero analiza veintinueve que, de una forma u otra ha hallado citados, "entre impresos y desconocidos" (Vid. Antonio Martín Gamero, Historia de la Ciudad de Toledo, op. cit., pp. 419-442).

 

(85) En el original se lee "Alfonso, y Julián", facilitando, con la coma, el endecasílabo, que sería decasílabo con la lectura que proponemos. Por otra parte, al margen izquierdo de este último terceto se anota lo siguiente: "Tres santos arçobispos de Toledo", en clara referencia a los nombres de "Eugenio, Alfonso y Julián". Son, cronológicamente, tres prelados toledanos que alcanzaron, en efecto, la santidad. Eugenio II (+ 657), Ildefonso (arzobispo entre 657 y 667) y Julián (entre 680 y 690). Todos ellos nacieron en Toledo y tuvieron gran relevancia en los concilios del siglo VII y en la vida política del Toledo gótico. (Vid. Juan Francisco Rivera Recio, "Los arzobispos de Toledo en el siglo VII", Anales toledanos, III (1971), pp. 181-217.

 

(86) Fray Bartolomé Ordóñez, franciscano catalán, autor de la Vida y martirio de Santa Eulalia, poema en octavas reales, apellidado La Eulalia o Eulalidu, impreso en Tarragona, en la oficina de Felipe Roberto, en 1590.

 

(87) máquina: 'máchina', "metaphóricamente significa la phantasía u traza que uno idea u imagina para forjar alguna cosa" (Aut.). Concierto: "acuerdo, composición, avenencia, consonancia" (Cov., s. v. 'concertar').

 

(88) La ficción que crea Martínez hace proceder a los toledanos (y, por extensión, a los españoles) de los antiguos y míticos héroes troyanos.