Mata y haze pedaços Lucino a Medarda, que traýa en su compañía el Fénix. Conócese con su Roanisa, y haze pazes entre los dos. Cuenta Flavisa su decendencia y desposa a su hija Claveliana con el príncipe Carbopía.
- NO tiene que fiar en cosa alguna
- el hombre que en trayciones se ha ocupado,
- aunque con feliz soplo de Fortuna
- a la imperial alteza aya llegado;
- que en sazón conveniente y oportuna,
- quando esté más quïeto y descuydado,
- ordena la divina providencia
- que aya quien dé castigo a su insolencia.
- Llenas están de exemplos las historias
- de los que dignidades alcançaron
- con hechos y trayciones mil notorias,
- que para su ambicioso fin guiaron.
- Mas de sus torpes obras y victorias
- contados meses en quietud gozaron,
- y algunos huvo que en el mesmo día
- acabaron la vida y tiranía.
- Y si viven es siempre sospechosos
- aun de sus proprios hijos y criados,
- andando en qualquier cosa recelosos,
- a sombra, como dizen, de tejados (1).
- Con razón en el mundo son odiosos
- y andan por los autores disfamados,
- volando su maldad eternalmente
- de reyno en reyno, de una en otra gente.
- De todo mal sucesso bien segura
- la muger estrangera, y reyna, estava,
- gozando de la alegre coyuntura
- que la engañosa rueda la mostrava;
- libre se ve del trance y desventura
- con que el passado mal la amenaçava,
- y puesta en el amparo y sombra honrosa
- de tan ilustre espada, y valerosa.
- Quïeta está y agena de sospecha
- que será de hombre humano conocida;
- pero poco la importa y aprovecha
- su opinión falsamente concebida,
- que, aunque fue su trayción y maldad hecha
- en tan remota tierra, y escondida,
- quiso el preciso hado y su destino
- la conociesse el príncipe Lucino,
- el qual, con un coraje y furia brava,
- la atrevesó el traydor, malvado pecho,
- y quando escabullirse procurava,
- el cuerpo a cuchilladas a deshecho,
- diziendo: "-Quien mal anda, (2) en mal acaba.
- Rómpase un coraçón a males hecho
- y vénguense mis tíos desta suerte,
- a quien tú sometiste a dura muerte."
- Los guerreros, pasmados se han quedado
- de ver caso tan nuevo y repentino,
- de descortés notando, y mal mirado,
- al que obró tan notorio desatino.
- Mas el Fénix, guerrero alborotado,
- la espada en mano, fue para Lucino,
- diziendo: "-¡Infame, pérfido, grosero,
- indigno de llamarte cavallero!"
- Hubiera algún notable desconcierto,
- si la maga con tiempo no acudiera,
- poniendo entre los dos un libro abierto
- con que cessó la saña y rabia fiera.
- Mandó que allí quedasse el cuerpo muerto,
- porque de sepultura indigno era,
- y que mil y mil muertes merecía
- por su infame trayción y alevosía (3).
- Con esto, sossegando aquel ruydo,
- dixo que a su palacio diessen buelta,
- declarando el negocio sucedido
- y la causa y razón de la rebuelta.
- En fin, punto por punto ha referido,
- con suma discreción y lengua suelta,
- lo que al rey Sacridea avía contado
- la noche que llegó aviendo cenado.
- Porque ésta era Medarda, a quien Lucino
- conociendo, pagó con muerte dura,
- la pena secutando que convino
- darse a tanta maldad y a tal locura:
- mirad por qué rodeo y qué camino
- la truxo a este lugar la desventura,
- para que el buen sobrino la acabasse
- y sus tíos ya muertos oy vengasse.
- Quedaron los oyentes indignados
- de maldad tan infame y perniciosa,
- llorando a los dos reyes mal hadados
- por la temprana muerte lastimosa,
- al valiente Lucino aficionados.
- Quisieran fuera viva la engañosa,
- porque tanta maldad se castigara
- conforme a la trayción perversa y rara.
- Mas, sin duda, convino que muriera
- por averla el del Fénix prometido
- de defenderla siempre y de quien quiera
- que ofender pretendiesse su partido;
- assí, es cierto que el tal no consintiera
- secutar el castigo merecido,
- sino que de aquel trance la librara,
- aunque el caso y maldad se declarara.
- Con esto, a la gran casa, en fin, llegaron
- antes que el bello sol al mar cayesse.
- Al del Fénix las damas desarmaron
- por que a cenar con los demás se fuesse;
- mas, aunque más y más se lo rogaron,
- acabar no pudieron que lo hiziesse,
- por ser voto y solene juramento
- hasta satisfazer su honroso intento (4).
- La sabia replicó que era cumplido
- quanto su juramento contenía,
- y que la diesse el crédito (5) devido
- como a su edad y ciencia se devía;
- que antes que el sol, su curso fenecido,
- al mar baxasse en el siguiente día,
- quedaría satisfecho en todo, y cierto,
- y un secreto admirable descubierto.
- Con las quales palabras pudo tanto
- que fue con los demás sin resistencia,
- dexando, por entonces, el quebranto
- que le tenía la vida en contigencia (6).
- A un jardín que su traça pone espanto,
- hecho por más que humana diligencia,
- a cenar luego fueron, admirados
- de verse en tal lugar todos juntados.
- Hermossísimas damas los servían
- con gran concierto y gracia no pensada;
- otras, con instrumentos que tañían,
- aliviavan la cena demasiada;
- parlando ellos también se entretenían
- hasta que ya la cena fue acabada
- y las damas las mesas levantaron,
- y ellos con la gran dueña se quedaron.
- La qual los entretuvo en mil historias
- de griegos, de españoles, de troyanos,
- dexando refrescadas las memorias
- de aquellos cavalleros soberanos,
- para que, quando fuessen más notorias
- y los cuentos quedassen a ellos llanos,
- supiessen la verdad clara y desnuda
- que el vulgo encubre y la Fortuna muda.
- Ninguno de escucharla se cansara
- si la maga el hablar no feneciera
- diziendo: "-Muchas cosas os contara
- si respecto a otro tiempo no tuviera (7);
- mas ya la hermosa luz nos desampara
- perdiendo el resplandor la ardiente esfera,
- y la lóbrega noche ya me obliga
- a que el parlar y cuentos no prosiga.
- Mañana avéys de ver en este asiento
- quanto por largo tiempo he procurado,
- y con gozo cumplido y gran contento
- se verá mi desseo prosperado;
- mañana entenderéys todo mi intento
- que por tantos veranos ha durado,
- hasta que en esta casa juntos vea
- los que ensalçar mi espíritu dessea.
- Y vos, Fénix, de oy más estad seguro
- y no os llaméys de dicha y suerte falto,
- que, antes que el sol el mundo dexe escuro,
- veréys vuestra fortuna en lo más alto;
- de todo mal sucesso os asseguro,
- aunque no os faltará algún sobresalto,
- pero todo lo vence el sentimiento,
- que es el quilatador (8) del justo intento."
- Sin más tardar, de aquel vergel salieron
- y a la famosa maga acompañaron
- hasta que en su aposento la pusieron,
- y luego a sus estancias se apartaron.
- Todos diversas cosas concibieron
- porque la oculta ciencia no alcançaron,
- y fabricando mil impertinencias,
- al sueño encomendaron sus potencias.
- Mohina ya la Aurora y fatigada
- de sufrir al celoso vejeçuelo (9),
- de la olorosa cama levantada
- las puertas entreabrió del alto cielo,
- y viendo ya que la hora era llegada
- de esclarecer el mundo y baxo suelo,
- de par en par dexó el Oriente abierto
- y su divino rostro descubierto.
- Su dorada madexa componía,
- mientras Febo apercibe el carro hermoso
- y la pesada noche retraýa
- al mar profundo y sitio tenebroso;
- quando la gran Roanisa no dormía
- ni la cama la dava algún reposo,
- mil buelcos de una parte a la otra dando
- y siempre su dolor ciego abivando.
- El sabio fue primero a su aposento,
- antes que a Sacridea visitasse,
- donde la descubrió todo su intento
- y cómo era importante que se armasse.
- Rogóla que tuviesse gran contento
- y que sin sobresalto se alegrasse,
- pues antes que llegasse el mediodía
- al soberano príncipe vería.
- Dízela que conviene vaya armada
- y que lleve el joyel que le fue dado
- quando, de la rebuelta tan trabada,
- el fuerte aventurero fue librado.
- Algo quedó la dama sossegada,
- y, creyendo al filósofo acertado,
- de sus armas se armó con gran presteça,
- dexando sin celada la cabeça.
- A la divina Palas parecía
- quando, en cólera ardiendo y vivo fuego,
- con los rayos de Júpiter hundía
- la armada del lascivo, infame griego (10).
- Salió con admirable gallardía
- mostrando un grave y singular sosiego,
- topando a Sacridea en el camino,
- y a Laurisa y al príncipe Solino,
- al qual, el sabio viejo assí ha hablado:
- "-Es cosa necessaria y conveniente
- que, de tus fuertes armas luego armado,
- vengas conmigo a cierto caso urgente;
- y, pues la gran Roanisa te ha ayudado
- en la contienda y disensión presente,
- razón es la acompañes, que yo fío
- huelgues mucho del buen consejo mío."
- Laurisa se turbó con lo que ha oýdo,
- pero el sabio la dixo: "-No os dé pena,
- que seguro ternéys vuestro partido
- y Fortuna se os muestra ya serena.
- Todo el vando contrario es concluýdo,
- que vuestro bien y gusto el cielo ordena:
- assí, no ay qué temer, sino segura,
- usar de la dichosa coyuntura.
- Quanto más que Leoncio con vos queda,
- si acaso os sucediesse alguna cosa;
- mas yo sé que está fixa ya la rueda
- que pudiera ser grave y enojosa.
- Porque el quedar Solino se le veda
- por una grave causa, y tan forçosa,
- que no yendo conmigo perdería
- más que en mil ocasiones ganaría."
- A punto todo estava y ordenado,
- desseando ya verse en el camino,
- quando, de hermosas armas bien armado,
- el príncipe de Tracia ante ellos vino.
- Roanisa, con el yelmo colorado,
- cubrió aquel rostro bello y peregrino,
- y assí, de la ciudad se despidieron
- y a sus cavallos riendas sueltas dieron.
- Fue quando el claro sol en el Oriente
- su acostumbrado curso començava,
- y quando ya la labradora gente
- al usado trabajo se aprestava.
- También la sabia maga, diligente,
- a este tiempo la justa traça dava
- para yr a recebir a quien venía
- llevando la famosa compañía.
- A cada qual de aquellos valerosos
- con dos damas embió ricos vestidos,
- de hechuras y de cortes tan vistosos
- que dexavan suspensos los sentidos.
- Ella misma, llevando unos costosos,
- de seda fina y oro entretexidos,
- fue al lugar donde el persiano Marte estava,
- a la sazón que ya se levantava, (11)
- y díxole: "-Guerrero esclarecido,
- lustre de la española monarchía:
- suplícoos recibáys este vestido,
- aunque indigno de vuestra gran valía,
- y que os arméys sobre él también os pido,
- para vuestro contento y honra mía;
- que antes de muchas horas seréys puesto
- donde tengáys de gusto todo el resto.
- La cadena llevad que os fue ofrecida
- por mano del guerrero ayer mañana,
- quando el crédito honroso y dulce vida
- en ocasión tuvistes inhumana."
- En todo fue la dama obedecida
- con prompta voluntad y entera gana,
- y, siendo de donzellas ayudado,
- desde el pie a la cabeça salió armado.
- Diverso (12) traje lleva Carbopía
- de los otros guerreros generosos,
- en el qual ay inmensa pedrería
- en los recamos puesta, artificiosos.
- Salió toda la ilustre compañía
- con la dueña a los campos deleytosos,
- sin que alguno de todos entendiesse
- lo que en esto la sabia pretendiesse.
- El sol la tercia parte de su cielo,
- con suma ligereza, avía corrido,
- quando, llegando el sabio al fértil suelo,
- a toda la quadrilla ha detenido.
- A Roanisa le dixo: "-Sin recelo
- començá (13) a caminar por el florido
- valle y ameno bosque, y vos, Solino,
- también la acompañad en el camino.
- Y franquead el passo, que un guerrero
- toparéys, valeroso y estremado;
- y yo (14) quedarme atrás un poco quiero,
- hasta que el primer toque sea acabado;
- aunque en los altos dioses aora espero
- que no ha de quedar nadie maltratado,
- y, pues lo avéys de ver, señora, presto,
- sólo os digo que el yelmo llevéys puesto."
- Caminan con ligero movimiento,
- codiciando topar con la aventura
- y enamorados del hermoso asiento,
- tan poblado de flores y frescura.
- Descubrieron, en fin, el aposento
- de tanta magestad y de hermosura,
- y vieron mucha gente a manderecha (15),
- que venía por la senda y calle estrecha.
- Llegaron al lugar do muerta estava
- la infame y engañosa embustidera (16),
- y, aunque pedaços hecha, en sí mostrava
- aver sido gallarda en gran manera,
- porque el blanco color se semejava
- al mármol fino tras de vedrïera (17),
- y cada bulto del hermoso seno,
- un globo de cristal de leche lleno.
- De passo el espectáculo miraron,
- desseando llegar a aquella gente
- entre la qual armado divisaron
- venir uno con passo diligente.
- Mas, quando ya las dos cerca llegaron,
- conoció ella el collar resplandeciente,
- y el coraçón, ya presago (18) del hecho,
- latiendo estava sin cessar el pecho.
- Él también el joyel ha conocido
- que dio al que le libró del duro trance,
- y, por la gran merced que ha recebido,
- se dessea emplear en qualquier lance;
- mas ninguno de entrambos ha podido
- al presente negocio dar alcance,
- sino que solamente se miravan
- y quitarse los yelmos desseavan.
- Apeados Solino y la princessa,
- se fueron a la gente mano a mano,
- mas luego aquella sabia se atraviessa,
- asiendo por el braço al gran persiano,
- y dixo: "-Donde tanto se interessa
- como la libertad de aqueste llano,
- dezidme, valeroso aventurero,
- ¿quién os ha dado al fénix por cimero?,
- que conozco yo ser essa divisa
- de un famoso donzel del claro Oriente."
- A lo qual, por respuesta dio Roanisa
- poderla bien traer qualquier valiente.
- "-Essa questión, sabed que está indecisa,
- mas dexemos la plática presente,
- que después, a su tiempo y coyuntura,
- vernemos a tratar de essa aventura.
- ¿Qué joyel es aqueste tan hermoso,
- y de dónde le huvistes, cómo o quándo?"
- "-Un cavallero -dixo- belicoso,
- topé con su fortuna batallando
- y libréle de un trance peligroso
- en que, sin duda, estava ya acabando,
- y, para conocerme por do fuesse,
- me rogó que esta prenda recibiesse.
- Y, por las claras muestras que aora veo,
- sin duda era el que tengo aquí delante,
- porque aquella cadena y rico arreo
- truxe yo de las partes de levante,
- y teniendo por caso torpe y feo
- no dar algo al oculto viandante
- que esta preciosa joya me avía dado,
- también le he la cadena yo entregado.
- Suplícoos me digáys, sabia señora,
- pues vuestro mandamiento he yo cumplido,
- quién sea esse guerrero o dónde mora,
- que no es razón que a mí me sea escondido."
- La dueña dixo: "-Es necessario agora,
- para que el caso quede concluýdo,
- que prometáys de hazer lo que os dixere
- como yo lo ordenare y dispusiere.
- Es justo que sepáys que este guerrero,
- fuera del singular merecimiento,
- en ser agradecido es el primero
- de quantos han gozado el fresco viento;
- y, aviéndole en el trance postrimero
- dado vos el vital, sabroso aliento,
- es claro que os ofrece en sacrificio
- su vida por tan alto beneficio;
- es el que vos librastes de la muerte
- quando se yva acabando ya su vida,
- que, aunque es tan valeroso y es tan fuerte,
- su destreza, por maña fue oprimida.
- Y, pues entre guerreros de alta suerte
- se tiene por virtud rara y subida
- perdonar las injurias llanamente,
- todos os lo pedimos al presente:
- que si, por caso, entre los dos ha avido
- alguna dissensión y diferencia,
- y avéys, con mano armada, pretendido
- mostrar vuestro rigor en la pendencia,
- que todo se encomiende oy al olvido
- y prometáys perpetua conveniencia;
- donde no, pues estáys ambos armados,
- hazed como valientes y esforçados."
- "-No me pone temor -dixo la dama-,
- la condición de la dudosa guerra,
- porque a mayores cosas oy me llama
- el subido valor que en mí se encierra;
- pero estimo el zumbido de la Fama,
- que sembrará por toda la ancha tierra
- que quise más aventurar la vida,
- que la oferta acetar tan comedida.
- Assí, por los sagrados dioses juro
- de no me acordar más, mientras viviere,
- de agravio recebido o caso duro
- de qualquier tomo y calidad que fuere;
- podrá de mi promesa estar seguro,
- que antes le ayudaré en quanto pudiere."
- El mismo juramento hizo el persiano,
- dándose cada qual la diestra mano.
- De repente cayó, como del cielo,
- una cerrada nuve y niebla espessa,
- que, como pavellón o como un velo,
- cercó por todas partes la princesa.
- Dixo al Fénix la maga: "-Sin recelo
- de sucesso contrario y dicha aviesa,
- desarmaros podéys." Y assí, al momento,
- las ninfas han cumplido el mandamiento.
- Quedó, con el vestido que le ha dado
- la dueña sabia, hermoso en gran manera,
- qual a Apolo, de ninfas rodeado,
- vio el caudaloso Anfriso en su ribera (19):
- un sombrero le han puesto, adereçado (20),
- bellas plumas, medalla; un Cupido era.
- Al lado, la tajante y rica espada,
- en la cinta una daga acicalada (21).
- Assí, en cuerpo (22) quedó el esclarecido,
- enamorando el sol que le mirava.
- Y lo mismo a Roanisa ha sucedido
- mientras de escuridad cubierta estava:
- dos hermosas donzellas la han traýdo
- las ropas que su estado demandava,
- y, desarmando el bello cuerpo ufano (23),
- la pusieron en trage cortesano.
- Era la propia tela y guarniciones
- de que el joven de Persia se vestía,
- para que en todo ya sus coraçones
- mostrassen la unidad que los regía.
- La maga recitó ciertas dicciones
- con una estraña muestra de alegría,
- y la entricada nuve, en un momento,
- se resolvió en diáfano elemento.
- Y como en noche escura y tenebrosa,
- por causa de las nuves apiñadas
- vemos no dar su luz la blanca diosa
- alegrando florestas (24) y cañadas,
- mas, si el cierço, con saña impetuosa,
- deshaze las cortinas entricadas,
- al punto se descubre claro el cielo
- y se muestra la luna al mustio suelo;
- de la mesma manera ha sucedido
- con aquella princessa más que humana,
- que, aviéndose el nublado ya esparcido,
- se descubrió más bella que Diana,
- más hermosa que el sol quando ha salido
- de alguna opuesta (25) nuve a la mañana,
- más clara que el Aurora, y más gallarda,
- si con el torpe viejo algo se tarda.
- No se puede dezir lo que sintieron
- los dos enamorados coraçones,
- quando sus bellos ojos estendieron
- y miraron el fin de sus passiones;
- mirándose suspensos estuvieron,
- sospechando si acaso eran visiones,
- porque sin sobresalto no creýan
- ser verdad infalible lo que vían.
- Cada uno de los dos temblando estava,
- entre temor metido y confiança;
- él de ella, y ella de él casi dudava
- el perdón de la riña y de mudança.
- Mas Fortuna, que todo lo ordenava
- para una nunca vista bien andança,
- los hizo que aquel miedo pospusiessen
- y a darse un dulce abraço se atreviessen.
- Assí, dexándose yr embevecidos
- el uno para el otro, se abraçaron,
- absortas las potencias y sentidos
- que con el gozo inmenso se elevaron.
- Ora fuesse de industria o no advertidos,
- las bocas de coral también juntaron,
- aunque, bolviendo en sí, el color rosado
- más subido quedó y más acendrado (26).
- Mil lágrimas y mil y mil derraman,
- hechos sus bellos ojos vivas fuentes,
- con cuyas grandes lluvias más se inflaman
- por salir como el mesmo fuego ardientes.
- Con dulces nombres sin cessar se llaman,
- aunque la boz no sale de los dientes,
- con lo qual grandemente enternecían
- a todos los presentes que los vían.
- Apartólos la maga en aquel punto,
- porque, según estavan, no acabaran;
- a Lucino también, medio difunto,
- para que en tal sazón le consolaran;
- porque viendo que ya de punto en punto
- los amores de entrambos se declaran,
- por causa de su prima sintió el hecho,
- quedando en vivas lágrimas deshecho.
- Consolóle la dueña blandamente
- diziéndole que aquello convenía
- como, sin faltar nada, brevemente,
- de una dulce maraña entendería.
- Lucino, refrenando el mal que siente,
- mostró cobrar contento y alegría,
- aunque allá dentro, ardiendo en vivo fuego,
- no puede tener punto de sosiego.
- El sabio, de su gente acompañado,
- por el ameno bosque caminava,
- pero en aquel lugar ha reparado
- do la infame Medarda muerta estava.
- "-¡O justo cielo! -dixo-. ¡Y cómo has dado
- el castigo que a tal trayción quadrava,
- pues es justo que el pérfido homicida
- en mísero dolor pierda la vida!"
- Los ancianos también la conocieron,
- como gente en palacio acostumbrada (27),
- y la historia a la infanta refirieron,
- que el cuerpo mira en lágrimas bañada.
- El camino empeçado prosiguieron
- hazia el castillo y casa torreada,
- y, alcançando a ver ya toda la gente,
- passó adelante el mágico prudente.
- También se adelantó la sabia anciana
- diziendo: "-¡Hermano mío y mi contento!"
- Él la dixo: "-Querida y dulce hermana:
- mucho ha que he desseado este momento;
- agora moriré de buena gana,
- pues veo ya el dichoso cumplimiento
- de tantas y tan grandes profecías,
- aviéndolo esperado tantos días."
- Despartiéronse en esto los hermanos,
- viendo que ya llegava Sacridea;
- apeados los fieles quatro ancianos,
- pusieron en el suelo aquella dea (28),
- la qual, con los dos soles soberanos,
- los cavalleros todos que ay rodea;
- pero, viendo al del Fénix con Roanisa,
- dixo con una falsa y doble risa:
- "-¿Qué ocupación (29) es essa, cavallero?
- ¿No conocéys aquesta desdichada?"
- Quedó, con esto, mudo el gran guerrero,
- viendo que allí la escusa es escusada.
- La maga, que vio el trance y dolor fiero
- en que está Sacridea enamorada,
- hizo al bello donzel que la abraçasse
- y que el devido amor la retornasse.
- Roanisa en viva cólera se abrasa
- latiendo el coraçón dentro del pecho,
- viendo en deshonra suya lo que pasa
- y que por darla enojo ha sido hecho.
- "-Vamos -dixo la dueña-, luego a casa,
- que no puede el negocio ser deshecho.
- Allí os declararé tan nuevas cosas
- que todos las tengáys por milagrosas.
- Vos, fenicio donzel, a diestra mano
- llevaréys a Roanisa valerosa;
- a la siniestra yrá, por este llano,
- Sacridea, agraciada y amorosa.
- A solas nos yremos yo y mi hermano,
- y la demás quadrilla generosa (30)
- puede yrse cada qual con quien gustare
- y con quien más su condición frisare (31)."
- Delante yva el del Fénix con las damas
- metido en confusión y en apretura,
- combatido de amor y de sus llamas
- y de aquellos estremos de hermosura.
- Mas los otros guerreros de altas famas
- tratan de la dichosa coyuntura
- en que los dos amantes se toparon
- y en la amistad pretérita tornaron.
- También de aquella dueña y de su hermano,
- en quien ciencia conocen peregrina;
- assí de lo que toca al trato humano
- como de aquella máquina divina.
- Tratan de su venida al fértil llano
- por traça tan estraña y peregrina,
- de la muerte también de la malvada
- del crudo pecho y condición doblada.
- El del Fénix palabra no ha hablado
- ni sabe a quién se buelva o con quién trate;
- aunque ama a su Roanisa en mayor grado,
- no se atreve a romper en tal combate.
- Las dos llevan el pecho lastimado,
- recibiendo de celos duro mate,
- admiradas de ver que el cavallero
- dissimule también su dolor fiero.
- Aviendo al alto alcáçar ya venido,
- todos a la gran sabia acompañaron
- hasta un rico aposento, apercebido
- para lo que los magos concertaron.
- La dueña en una quadra (32) se ha metido,
- y los altos guerreros se assentaron;
- las princesas también luego se fueron
- al rico estrado que aprestado vieron.
- Salió, en esto, la maga, y después de ella,
- una dama se vio de tal belleza,
- que parece que sólo para hazella
- agotó su caudal Naturaleza:
- la hermosura es lo menos que ay en ella,
- aunque su alta beldad es estrañeza,
- mas el donayre, el garbo y bizarría
- sujeta la más libre fantasía.
- Hizo a los circunstantes reverencia
- y luego a las princesas se ha humillado,
- y, pidiendo para ello su licencia,
- juntamente con ellas se ha assentado.
- La maga, con alteza de eloqüencia,
- les ha toda la historia relatado
- de los magos del lago y su ribera,
- y luego prosiguió desta manera:
- "-Mi nombre, cavalleros, (33) es Flavisa,
- muger del memorable y sabio Andero,
- a quien la dura parca, con gran prisa,
- llevó en agraz (34) al triste paradero.
- Viene del mismo tronco que Roanisa,
- mas detenerme en esto yo no quiero,
- porque, con brevedad y con llaneza,
- mi origen trataré y naturaleza.
- Tuve sólo este hermano muy querido
- que su nombre es Herodio, el qual, huyendo
- la presencia de Andero, mi marido,
- fue por varias provincias discurriendo.
- Aviendo a la gran Persia en fin venido,
- y la entricada mágica aprendiendo,
- vino a alcançar con ella sola tanto,
- que prolongó su vida por encanto.
- Y sabiendo que en tiempo venidero
- un donzel de la España aportaría
- a la persina tierra y emisferio,
- que el mundo con su braço espantaría,
- se metió en un lugar oculto y fiero,
- apartado de humana compañía,
- donde estuvo secreto y encerrado
- hasta llegar el tiempo desseado
- en el qual el del Fénix valeroso
- llegó al lugar, donde él no fue nacido.
- Herodio, de ampararle desseoso,
- de su secreto alvergue se ha salido,
- y, siendo en toda Persia tan famoso,
- el magnánimo rey le ha compelido
- a que en su real palacio se estuviesse
- y el donzel a su cargo recibiesse.
- También a Roanisa le ha encargado;
- mas después diré a todos este cuento,
- en lo qual muchos años se ha empleado,
- en su bien ocupando su talento.
- Bolviendo a mi linage afortunado,
- Andero, con su agudo entendimiento,
- vino a sacar que un príncipe vernía
- que mandasse la humana monarquía,
- el qual avía de ser hijo dichoso
- de un fuerte angalïano descendiente,
- que de Clavelïana sería esposo
- (hija mía que agora veys presente).
- Mas un tiempo tan largo y espacioso
- avía entre ella y el varón valiente,
- que cosa era impossible concordarlo
- y en estremo difícil dilatarlo (35).
- Mas, como no aproveche resistencia
- al orden de los dioses infalible (36),
- halló Andero por puntos de su ciencia
- lo que era tan difícil ser possible.
- Assí, ordenó con suma diligencia
- que fuesse con la mágica (37) factible
- que el tiempo en nuestra hija nunca obrasse,
- y en una tierna edad se conservasse.
- Enseñóme también quanto alcançava,
- para que yo, después que él feneciesse,
- en lo que tanto a tantos importava
- quanto fuesse possible dispusiesse,
- y a Fortuna (que el passo nos vedava),
- con la potente ciencia resistiesse.
- Assí quedé tan diestra, y tanto puedo,
- que os prometo que al mesmo Andero excedo.
- El tiempo por los dioses definido,
- sin que aya duda en ello, es acabado,
- por muestras evidentes que ha avido
- y yo por mis discursos lo he alcançado.
- El joven valeroso que ha podido
- merecer el tesoro aquí encerrado
- es Carbopía, diestro y animoso,
- que de mi Claveliana será esposo.
- Assí desde este punto hecho queda,
- reservándose el dulce casamiento
- para tiempo y lugar donde se pueda
- celebrar con aplauso y gran contento.
- Por ser tarde, al presente se me veda
- relatar de cada uno el largo cuento;
- vámonos a comer, que en acabando,
- lo yré, sin dexar cosa, declarando."
- A una espaciosa sala todos fueron;
- el fenicio y sus damas se assentaron,
- Carbopía y su esposa los siguieron,
- y los otros después se acomodaron.
- No ay para qué contar lo que sirvieron
- ni cosas que comiendo allí passaron,
- pues ay que dezir tanto en esta historia
- que el talento me falta y la memoria.
- Quitadas ya las mesas de delante,
- Flavisa començó de esta manera...;
- mas diremos su plática adelante,
- que un animoso moço nos espera.
- No sé si os acordáys de Clarimante
- quando desamparó la cueva fiera,
- pero quiero tomar primero aliento
- para dezir en suma aqueste cuento.
- CANTO XXI
NOTAS:
(1) a sombra de tejado: "phrase adverbial con que se significa que alguno está encubierto, dissimulado u oculto por algún delito por el qual conviene que no le vean" (Aut., s. v. 'tejado').
(2) Corrijo el original donde se lee 'en mal anda'. La errata está rectificada en los preliminares.
(3) Este episodio (vv. 45-64) recuerda otro similar narrado por Thomas Malory en La muerte de Arturo, que hemos analizado en el estudio preliminar, en el capítulo dedicado al contexto literario del poema. A esas páginas remito al lector.
(4) El Caballero del Fénix, cuando salió en busca de Roanisa tras el combate que libró contra ella, hizo el juramento de no comer jamás "en mesa ni assentado", hasta encontrar a su amada (vid. canto XI, v. 335).
(5) crédito: "la credulidad que damos a lo que se nos dice" (Cov.).
(6) contigencia: 'contingencia', "lance, ocasión y caso que puede ser o no ser, según las circunstancias y estado en que se halla alguna cosa" (Aut.).
(7) En el texto se lee: 'a otro tiempo, si respeto no tuviera'. La errata está recogida por Murcia de la Llana. Respecto es un latinismo por 'respeto' (Fontecha, con ejemplo del Quijote) que, en este caso, hay que atribuir al corrector, pues en el texto erróneo no aparece la forma culta.
(8) quilatador: "el que quilata el oro o piedras, o reconoce los quilates que tienen" (Aut.). Aquí, en sentido metafórico, para referirse al poder del sentimiento, capaz de calibrar y poner las cosas en su sitio, a pesar de los sobresaltos.
(9) Alude a Titono, el esposo de la Aurora, cuya historia hemos narrado en la nota a X, v. 172.
(10) Martínez alude aquí a Ayax Oileo que, cuando los griegos tomaron Troya, quiso violar a Casandra (la hermana de Héctor) bajo la estatua misma de Palas Atenea, que cayó al suelo en el forcejeo. La diosa no le perdonó esta acción y, cuando el guerrero regresaba a su tierra, le envió una tempestad, con ayuda de los rayos de su padre Zeus (Júpiter para los romanos), que produjo un naufragio y la posterior muerte del pecador.
(11) En el original, 'levanta'. El testimonio de las erratas corrige esta palabra, recuperando así la rima, perdida por un error, sin duda, de impresión.
(12) diverso: "lo que es distinto de otro" (Cov.).
(13) començá: "comenzad".
(14) En el original se lee 'yo'. La errata es advertida por Murcia de la Llana.
(15) manderecha: "usamos del término man por mano, como manderecha" (Cov.).
(16) embustidera: la forma correcta es 'embustidora' (vid. nota a XVII, v. 541).
(17) vedriera: "vidriera" (Cov. recoge esta forma).
(18) presago: "lo que adivina o anuncia alguna cosa futura, favorable o adversa" (Aut.).
(19) Anfriso es un río de Tesalia junto a cuya ribera, según la fábula, apacentaba Apolo el ganado de Admeto, a quien servía como castigo divino tras la muerte de los Cíclopes. Apolo se enamoró de Dríope cuando la vio solazándose junto al río con las ninfas Hamadríades (moradoras de los árboles) y, tomando la forma de tortuga, permitió que todas ellas jugaran con él como si fuera un balón. Al caer en manos de Dríope, el dios se transformó en serpiente y se unió a ella carnalmente. De esta unión nació un niño de nombre Anfiso, tal vez por la presencia del río en el momento de su concepción.
(20) adereçar: 'aderezar', "componer, adornar y pulir alguna cosa" (Aut.).
(21) acicalar: "vale tanto como limpiar y dar lustre al acero, y así acicalamos las armas y particularmente las espadas, que limpiándolas, no sólo les damos lustre y resplandor, más aun les ponemos más filos" (Cov.).
(22) en cuerpo: "sin capa ni otra cobertura más que el sayo" (Cov.).
(23) ufano: "el que tiene presunción y satisfacción de sí mesmo" (Cov.). Aquí, aplicado al cuerpo, parece dar a entender que la enorme belleza de éste parecía ufanarse ante quienes tuvieran la suerte de verla.
(24) El original recoge 'las florestas'. Suprimo el artículo siguiendo las directrices del testimonio de las erratas.
(25) opuesto: "vale también enemigo u contrario" (Aut.).
(26) acendrado: "purificado, limpio, sin escoria" (Aut.).
(27) Los ancianos habían vivido en palacio, estaban 'acostumbrados' a estar allí, y por eso conocían a Medarda que, como recordará el lector, fue la traidora que acabó con el reino toledano de Andayro.
(28) dea: "lo mismo que diosa. Voz poética y puramente latina" (Aut.). Aquí se refiere a la princesa Sacridea.
(29) ocupación: "vale trabajo o cuidado que impide emplear el tiempo en otra cosa distinta de él" (Aut.). Hemos de entenderlo aquí en sentido figurado, en referencia a la 'ocupación' amorosa en la que se encuentra empleado el Caballero del Fénix.
(30) generoso: "el hombre ilustre, nacido de padres muy nobles, y de clara estirpe, conocida por el árbol de su descendencia" (Cov.).
(31) frisar: "vale también parecerse, tener alguna semejanza una cosa con otra o confrontar con ella" (Aut.).
(32) quadra: 'cuadra', "la pieza de la casa que está más adentro de la sala, y por la forma que tiene, de ordinario cuadrada, se llamó cuadra" (Cov.).
(33) En el original se lee '(cavallero('. La errata está recogida en los preliminares.
(34) en agraz: "phrase adverbial que explica que una cosa se ha perdido o malogrado fuera de sazón y tiempo" (Aut.). El 'triste paradero' es, evidentemente, el reino de los muertos.
(35) dilatar: "vale extender, alargar, diferir" (Cov.).
(36) No hay nada imposible para los dioses.
(37) La ciencia mágica, las artes mágicas.