Verdadero govierno desta Monarchía Tomás Cerdán de la Tallada Editado por Belford Moré
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Que la primera causa que impide la paz en la república Christiana es no guardarse los mandamientos de Dios
/53 r/ Echo presupuesto de lo que está dicho en los precedentes capítulos, que en resolución está entendido por ellos que el verdadero govierno desta Monarchía consiste en la conservación de la paz, tratando en particular de las causas principales que la impiden, pues entendido lo uno, estará entendido lo otro, entre otras muchas que por tener respecto a cosas particulares no entiendo tratar dellas, sino de las que tienen respecto al universal, digo, que uno de los más principales medios de todos para la conservación de la paz es guardar los mandamientos de Dios, y la causa más principal pa- /53v/ -ra impedirla y que no se guarde es hazer contra los dichos mandamientos. La primera parte de esta proposición se prueva por lo que dixo el real propheta David {Psal. 118}, que los que guardaren la ley de Dios ternían abundancia de paz. Lo mesmo dixo después el Sabio {Prover. 3} en sus proverbios, y por otro lugar del Propheta Esaías {Esai. 48}, en donde reprehendiendo Dios el Pueblo de Israel porque no guardava sus preceptos (dize), si tuvieras cuenta con guardar mis mandamientos, abundara en ti la paz como la agua en el río caudaloso. La segunda parte se prueva por otro lugar del mesmo Propheta {Esaí. 37} quando dize “venga la paz, /54r/ y repose en su aposento, gozando della el que huviere endereçado sus pensamientos en Dios”. Y más abaxo del mesmo capítulo {Esaías 48}: “Yo, dize Dios por el Propheta, di la paz por fruto de mis labios, para que se aprovechassen della, assí los que entuvieren lexos como los que estuvieren cerca; empero los impíos y que no guardaren mis mandamientos, no ternán paz y serán como el mar ayrado y bravo, que no puede tener sosiego”. Es de tanta importancia para con Dios guardar sus divinos mandamientos, que el Rey David, después de aver alabado mucho a Dios {Reg 22 & Psal. 17}, y de aver contado las grandes mercedes que le avía hecho librándole de /54v/ las manos de Saúl, y de sus enemigos, dando la causa de tan grande merced, dize: “Libróme Dios de las manos de mi enemigo potentíssimo porque fui por el camino de Dios; y por ningún tiempo me aparte de sus mandamientos”. Y, por el contrario, es tan aborrecido para Dios no guardar sus mandamientos, que después de haver elegido por rey de Israel a Salomón, muerto el rey David su padre, y de haverle engradecido tanto y prometídole {Reg. 9} de perpetuar el Reyno de Israel en los suyos y que no saldrían de los de su linage, como lo tenía dicho {Reg. 7} al Rey David si guardava sus mandamientos y las cerimonias que le havía propuesto qui- /55r/ to Diós el dicho Reyno de Israel a Roboán {Reg. 11 y 12}, su hijo, permitiendo que el pueblo eligiesse a Jeroboam, dexándole poseer todo el Reyno a Salomón de su vida, y a Roboán, su hijo, sólo a Hierusalem, como por vía de gracia y merced, porque no guardó el rey Salomón sus mandamientos y adorava los ydolos por dioses suyos, haviéndole sido prohibido por Dios. También vemos en la scriptura {Reg 11 y 12},que por haver menospreciado el Rey David los mandamientos de Dios, adulterando con la mujer de Urías, y por haver sido homicida, haziendo con su capitán Joab que pusiesse en el lugar más peligroso al dicho Urías por que le matassen, como se hizo, /55v/ le fue revelado por el propheta Natán que Dios tenía determinado de destruyrle, aunque después, reconocido por David su pecado y pedido perdón a Dios d’él, se sirvió Dios de conmutar la sentencia con quitarle a David el hijo que tuvo con la muger de Urías, puesto caso que después de mucha penitencia de su pecado tuvo de la mesma en hijo a Salomón. El pueblo de Israel vemos también que por el mesmo caso que no guardó los mandamientos de Dios, permitió que fuessen regidos y governados por rey estrangero, y que se saliessen de su propria tierra; y, al fin, que fuessen despedaçados y muertos por dientes de uñas de Leones {Reg. 17ç}. /56r/ Destryda fue también Sodoma y los pueblos cercanos a ella por el delicto nefando {c. flafitia. 32. q. 7.}. Y nuestra España también fue destruyda en tiempo del Rey don Rodrigo[1] por el pecado de la fornicación y de adulterio {c. Si gens. 56. dist} y otros muchos de que las historias están llenas. Porque Dios, a la verdad, se offende grandemente que no se guarden sus divinos mandamientos y, aunque aguarda nuestra conversión, muchas vezes convierte su paciencia en vengança {c. si quos. 23. q. 4}. Y de aquí es que, por los pecados de los hombres, Dios nos embía hambre, falta de mantenimientos, pestilencia, langosta, aguas, y rozío fuera de su tiempo {c. reuertimini. 16. q. I. }; y toma vengança de nosotros por medio de Turcos y Bárbaros, ene- /56v/ -migos de nuestra religión cristiana {de. si gens. c. seicitatus. 7. q. I.} como lo tenía dicho Dios por el Propheta Esaías {Esai. I}: “Tomaré, dize, vengança de los pecadores por medio de mis enemigos”. Que todas ellas juntas y cada una por sí impiden la paz, la conformidad y el sossiego que se requiere para la conservación desta Monarchía. Proposición es ésta tan averiguada y tan cierta que aunque no tuviéssemos tantos exemplos como tenemos en la divina Escriptura y fuera della, se dexa bien entender que de no guardarse los mandamientos y los preceptos de nuestra religón, se pierde: lo primero, el respecto que se deve a Dios, y de aquí la obediencia que se debe a la sancta /57r/ madre Yglesia Católica Romana y a la sancta Sede Apostólica y a los reyes y perlados; de aquí se siguen homicidios, adulterios, venganças, dissensiones, rixas, robos, hurtos, levantamientos de falsos testimonios, y otros dislates y dissoluciones que impiden la paz y el sossiego que avría en las provincias, reynos, repúblicas y universidades, si los dichos mandamientos se guardassen. Pero bolvamos un poco atrás la memoria por lo que ha passado por Alemaña, Francia y Flandres, por no haver guardado los mandamientos de Dios, apartándose de la obediencia de la sancta Yglesia Cathólica Romana, admitiendo nuevas y de- /57v/ - pravadas doctrinas contra los mandamientos de Dios y contra los sacramentos de la yglesia y artículos de nuestra fe y religión christiana, cosas tan contrarias al beneficio de la paz por produzir, como se produzen, de semejantes novedades {Facit in argu. die. Bal. in l. 2. SS. de consti. prin} discordias y dessenciones en las repúblicas, señaladamente si tienen respecto a las cosas de nuestra religión, como dio testigo dello el emperador Marciano en el Concilio {96. dist. e. nos ad fide}[2] Calcedonense, y por lo que nuevamente se ha proveydo por el sancto Concilio Tridentino, mandando a los perlados que no permitan que en sus yglesias se haga novedad alguna en las celebraciones de la missa, cerimonias y preces que /58r/ en ella se suelen hazer; y que no se celebren los divinos officios fuera de las horas acostumbradas. Y conoceremos claramente lo que importa guardar los preceptos de Dios para la conservación de la paz, como nos lo muestra la experiencia, la qual con el tiempo suele dar verdadera doctrina y el verdadero desengaño en las cosas, por lo que ha passado en nuestros tiempos, que a la verdad, si no fuera por la institución y auctoridad del Sancto Officio de la Inquisición, que por la misericordia de Dios está tan bien recebida y respectada en nuestra España, pudiera ser que fuera a lo mesmo que en dichas partes. Y, por tanto, es de mucha loa y de perpetua memoria y agradecimiento /58v/ la cuenta de V. Majestad Cathólica siempre ha tenido y tiene en la conservación y augmento del Sancto Officio de la Inquisición y de su auctoridad, por devida conservación de nuestra religión, y de la observación de sus preceptos. De la qual principalmente entiendo que depende {Per not. p. Machau. in soy discor. Lib I. c. 12 & vlte} la tranquilidad, sosiego y paz de nuestra España. Pues como lo havemos resuelto en el segundo capítulo, según doctrina de San Augustín, principalmente están encargados desta conservación de la paz los príncipes christianos, y más V.M. Cathólica, como el mayor y más principal de todos ellos. Y porque por el peccado de nuestros primeros pa- /59r/ -dres, a rienda suelta por nuestra mala inclinación, obedeciendo más a la sensualidad que a la razón, dexamos de guardar muchas vezes los dichos mandamientos, cometiendo delictos y haciendo cosas en perjuyzio de nuestro próximo, de que viene que se impide la paz en la República Cristiana. Y, pues, la administración de la justicia, la pena y el castigo que da la ley a los delinquentes fueron introduzidos para atajar las pretensiones, pleytos y diferencias que se offrecen entre los hombres y para que el castigo sirva de escarmiento a los demás {§ famosos. l. capita lium}, para que se detengan de cometer delictos, es necessario tratar en particular de- /59v/ -stas dos cosas, por lo que impiden la paz en la república los muchos pleytos y la falta de castigos.
[1] Don Rodrigo fue el último rey godo en España. En relación con su desastrado fin se tejieron muchas leyendas explicativas como la que se recoge en este texto. [2] El Concilio de Calcedionia se celebró en el año 451 con el objetivo de discutir sobre la naturaleza de Cristo y en contra de las “herejías” de Eutiques y Dióscoros. En oposición a Nestorio quien había divido completamente la naturaleza humana y divina de Cristo, Eutiques y los llamados “monoficitas” propusieron que ambas naturalezas se fundían en una sola. El emperador de Oriente Teodosio aprobaba la teoría de Eutiques. Pero su repentina muerte dio un vuelco a la situación. La hermana da Teodosio Pulqueria tomó por esposo Marciano y lo convirtió en cabeza del Imperio. Ambos rechazaron la doctrina de Eutiques y contribuyeron en la celebración del concilio. |